Виктория Холт - CASTILLA PARA ISABEL

Здесь есть возможность читать онлайн «Виктория Холт - CASTILLA PARA ISABEL» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Исторические любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

CASTILLA PARA ISABEL: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «CASTILLA PARA ISABEL»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

CASTILLA PARA ISABEL — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «CASTILLA PARA ISABEL», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Pero Castilla ya no representaba para ella una gran preocupación; Enrique la había repudiado y ella podía ignorarlo a su vez.

Con Aragón todo era diferente.

En su vida no quedaba ya nadie a quien Blanca pudiera amar, a no ser su hermano Carlos. Carlos era demasiado bondadoso, demasiado afable y tolerante para entender la ambición avasalladora, la frustración y los celos de una mujer como Juana En-ríquez. Y era indudable que el rey, el padre de ambos, estaba completamente sometido a la influencia de Juana.

Blanca estaba ansiosa de ayudar a Carlos, de aconsejarle. Por extraño que pudiera parecer, sentía que estaba en situación de hacerlo; creía que, desde su solitario puesto de observación, alcanzaba a ver con más claridad que su hermano lo que sucedía, y estaba segura de que eran momentos en que él debía mantenerse en guardia.

Cada vez que un mensajero se aproximaba a su palacio, Blanca temía que fuera portador de malas noticias de Carlos. La acosaba la misma premonición de desastre que había tenido durante el período en que Enrique se preparaba para deshacerse de ella.

Cuando fue a Lérida a presidir las Cortes de Cataluña (poco

después de que Carlos hubiera pedido la mano de Isabel de Castilla), su padre pidió a Carlos que se encontrara con él allí.

Blanca lo había puesto en guardia y sabía que lo mismo habían hecho quienes le guardaban fidelidad.

-No vayáis a Lérida, querido Carlos -le había implorado-. Caeréis en una trampa.

El razonamiento de Carlos había sido distinto: «Si no me presto a negociar con mi padre, ¿cómo será posible conseguir la paz?»

Por eso había ido a Lérida, donde su padre inmediatamente lo hizo encarcelar, acusándolo falsamente de conspirar contra el rey.

Pero el pueblo de Cataluña adoraba a su príncipe, y exigió saber por qué lo había enviado a prisión el rey; y murmuraban contra ese comportamiento antinatural de un padre hacia su hijo y acusaban a la reina de ser vengativa y de haber urdido el complot para desposeer de sus derechos al legítimo heredero en favor de su propio hijo.

Llegaron diputaciones de Barcelona y Juan se vio en la necesidad de abandonar Cataluña para volver sin demora al territorio más seguro de Aragón y tuvo que hacerlo de una manera que nada tenía de digna. El resultado fue además la rebelión en Cataluña.

De regreso en Zaragoza, Juan reclinó un ejército, pero entretanto la revuelta se había extendido y Enrique de Castilla, que ahora consideraba a Carlos como el futuro esposo de su hermana, invadió Navarra, poniéndose de parte de Carlos y en contra del rey de Aragón. Hasta ese momento, Carlos seguía prisionero, pero en vista de la situación del país, Juan decidió que no le quedaba otro camino que poner en libertad a su hijo.

El pueblo culpaba a Juana de lo sucedido y, para conseguir que volvieran a aceptar a su amada esposa, Juan declaró que había puesto en libertad a Carlos porque ella le había rogado que así lo hiciera.

En su extrema bondad, Carlos no guardó resentimiento alguno contra su madrastra y se dejó acompañar por ella mientras atravesaba Cataluña, camino de Barcelona, donde el rey esperaba que la presencia de su hijo ayudara a restablecer el orden. Cuando vio al príncipe en compañía de su madrastra, el pueblo

quedó convencido de que el afecto mutuo volvía a reinar en la familia.

Al pensar en los acontecimientos Blanca sacudió la cabeza. En aquellos momentos Carlos debía ser más cauteloso que nunca.

¿Qué habría ido pensando Juana durante aquel viaje a Barcelona, al ver que hombres y mujeres salían por millares a dar vivas a su príncipe y que sólo tenía miradas hoscas para la madrastra de éste?

Pero Carlos parecía incapaz de aprender de la experiencia. Tal vez estuviera cansado de la contienda; tal vez quisiera abandonar el campo de batalla para volver a sus libros, a sus cuadros; tal vez la situación le resultara tan angustiosa que deliberadamente se engañara.

Se negó a prestar oídos a las advertencias y prefirió creer que las seguridades de amistad que le brindaban su padre y su madrastra eran auténticas. Pero la reina estaba advertida de que sería una imprudencia de su parte entrar en Barcelona, donde se estaba preparando una especial bienvenida para Carlos.

Ahora los catalanes cerraban filas detrás de su príncipe. A Blanca le habían llegado nuevas de la gran bienvenida que había recibido Carlos al entrar en Barcelona.

-Hoy es en Cataluña -decía la gente-, y mañana será en Aragón. Carlos es el legítimo heredero del trono, y allí donde va, se hace querer. «Queremos a Carlos», grita el pueblo. «Y el rey de Aragón debe aceptarlo como heredero, o ya nos ocuparemos de que haya nuevo rey en Aragón. ¡El rey Carlos!» ¿Y el rey Juan? Ha herido en lo vivo al pueblo de Cataluña y los catalanes jamás lo dejarán entrar en su tierra a menos que pida humildemente, y obtenga, el permiso de su pueblo.

Que triunfe Carlos, rogaba Blanca. Pero, oh, Carlos, hermano mío, ¡éste es para ti el momento más peligroso!

Así, con esa temerosa premonición de desastre, seguía esperando.

Cuando el mensajero llegó, Blanca estaba en la ventana.

-Traedlo inmediatamente ante mí -ordenó a sus camareras-. Sé que es portador de noticias del príncipe, mi hermano.

Así era; y ya la expresión del mensajero le comunicó la naturaleza de la noticia.

-Alteza -balbuceó el mensajero-, os ruego humildemente que me perdonéis. Soy portador de una mala noticia.

-Decídmela, por favor, sin demora.

-El príncipe de Viana ha caído presa de una fiebre maligna, que según algunos dicen, contrajo mientras estuvo en prisión.

-Debéis decírmelo todo... pronto -susurró Blanca.

-El príncipe ha muerto, Alteza.

Silenciosamente, Blanca se dio vuelta y se dirigió a sus habitaciones; echó llave a la puerta y se tendió en la cama, sin decir nada, sin llorar.

Su dolor era todavía demasiado abrumador, demasiado profundo para hallar cauce en la expresión.

Más tarde, empezó a preguntarse por lo que todo eso significaba. Ahora, el pequeño Fernando era el heredero de Aragón. Su rival había sido eliminado oportunamente. ¿Eliminado? La palabra era desagradable, pero Blanca creía que en ese caso, era también correcta.

La idea era aterradora. Si sus sospechas eran fundadas, ¿era posible que su padre hubiera estado en antecedentes de un complot para asesinar a su propio hijo? Parecía increíble y sin embargo Juan era un ciego esclavo de su mujer, que lo había engatusado hasta llevarlo a adorar, como ella, al pequeño Fernando.

«¡El único amigo que tenía!» gimió. «¿Y qué será ahora de mí?» se preguntó luego.

Cuando empezó a amortiguarse el impacto de la pérdida, Blanca recordó que la muerte de Carlos la convertía en heredera de Navarra y supo que habría manos voraces, ávidas por arrebatarle lo que le pertenecía.

Su hermana, Leonor de Foix, estaría ansiosa de ocupar su lugar, y ¿de qué manera podría hacerlo, a no ser por la muerte de su hermana mayor? Habían eliminado a Carlos. ¿Le esperaría a ella el mismo destino?

«Santa Madre de Dios, rogó, permite que me dejen aquí, donde al menos tengo paz. Aquí, en este rincón de calma, donde puedo cuidar de las pobres gentes del pueblo de Olite, que en mí buscan lo poco que puedo darles, puedo tener paz, ya que no felicidad. Permite que me dejen aquí. Guárdame de ese campo de

batalla de envidia y ambiciones que Ha cosido la vida a mi hermano».

Navarra era una posesión peligrosa. Juana Enríquez querría adueñarse de ella para Fernando; Leonor la querría para su hijo, Gastón, que acababa de casarse con una hermana de Luis XI de Francia.

«Si mi madre hubiera sabido las angustias que me acarrearía esta propiedad», se dijo Blanca, «su testamento habría sido diferente».

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «CASTILLA PARA ISABEL»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «CASTILLA PARA ISABEL» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Виктория Холт - Мадам Змея
Виктория Холт
Виктория Холт - My Enemy the Queen
Виктория Холт
Виктория Холт - Secret for a Nightingale
Виктория Холт
Виктория Холт - Знак судьбы
Виктория Холт
Виктория Холт - Curse of the Kings
Виктория Холт
Виктория Холт - Madame Serpent
Виктория Холт
libcat.ru: книга без обложки
Виктория Холт
Виктория Холт - The Queen's Husband
Виктория Холт
libcat.ru: книга без обложки
Виктория Холт
Отзывы о книге «CASTILLA PARA ISABEL»

Обсуждение, отзывы о книге «CASTILLA PARA ISABEL» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x