Julia Quinn - El Primer Beso

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El Primer Beso: краткое содержание, описание и аннотация

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Ecos de la Sociedad de Lady Whistledown, mayo 1816.
Un huidizo cazador de fortunas es cautivado por la debutante más deseada de la temporada… y debe demostrar que está decidido a robar el corazón de la dama, sin su dote.
Peter Thompson hizo una promesa lecho de muerte a su mejor amigo: que debía velar por su hermana menor. Pero cuando este condecorado soldado finalmente conoce a la señorita Matilde Howard, descubre que sus sentimientos son cualquier cosa menos fraternos.

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La mayoría de las cuales, pensó Peter mientras giraba en un camino para evitar a una pandilla de rufianes dirigidos hacia él, no se habían bañado en meses.

¿Y quién decía que uno tenía que abandonar los placeres del ejército al retirarse?

No sabía qué iba a decir a Tillie, asumiendo que pudiera encontrarla. No sabía si iba a decir algo. Sólo quería verla, por patético que sonara. Ella había rechazado todos sus intentos de acercamiento desde su discusión en Hyde Park la semana anterior. La había visitado dos veces, pero en ambas ocasiones había sido informado de que ella no estaba “en casa”. Sus notas habían sido devueltas, aunque sin abrir. Y finalmente ella le había enviado una carta, diciendo simplemente que a menos que él estuviera preparado para hacer una pregunta muy específica, no necesitaba volver a contactarla.

Tillie no se andaba con rodeos.

Peter había oído el rumor de que la mayoría de la alta sociedad planeaba congregarse en la parte norte de la pradera, donde Prinny había montado un área de observación para la batalla. Tenía que bordear el perímetro del campo, y mantuvo su distancia de los soldados, sin confiar en que todos poseyeran la diligencia suficiente para asegurarse de que sus armas carecían de balas reales. Peter se abrió paso entre las multitudes, maldiciendo en voz baja mientras se dirigía a la pradera del norte. Era un hombre al que le gustaba caminar rápido, con andar de piernas largas, y el tumulto en Vauxhall era su versión del infierno en la tierra. Alguien pisó sus dedos del pie, otro lo codeó en el hombro, y un tercero… Peter le golpeó la mano cuando el tipo intentaba robarle.

Finalmente, luego de casi media hora de abrirse paso batallando a través de los enjambres, Peter salió a un claro; los hombres de Prinny evidentemente habían evacuado a todos excepto los invitados más nobles, dando al príncipe una visión perfecta de la batalla. La cual, notó Peter agradecidamente, parecía estar llegando a su fin.

Recorrió la muchedumbre con la vista, buscando un destello familiar de cabello rojo. Nada. ¿Era posible que ella hubiese decidido no asistir?

Un cañón tronó cerca de su oído. Él se estremeció.

¿Dónde diablos estaba Tillie?

Una explosión final, y entonces… Buen Dios, ¿era eso Handel?

Peter miró a su izquierda con indignación. En efecto, una orquesta de cien personas había tomado sus instrumentos y comenzado a tocar.

¿Dónde estaba Tillie?

El ruido empezó a crisparlo. La audiencia rugía, los soldados reían, y la música… ¿por qué diablos había música?

Y entonces, en medio de todo, la vio, y podría haber jurado que todo quedó en silencio.

La vio, y no hubo nada más.

Tillie deseaba no haber ido. No había esperado disfrutar de la reconstrucción, pero había pensado que podría… oh, no sabía… tal vez aprender algo. Tener alguna sensación de unión con Harry.

No toda hermana tenía la oportunidad de ver una reconstrucción del escenario de muerte de su hermano.

Pero en cambio sólo deseaba haber llevado algodón para sus oídos. La batalla era ruidosa, y peor aún, se encontraba junto a Robert Dunlop, quien evidentemente pensaba que era su deber ofrecer un comentario en directo de la escena.

Y lo único que ella podía pensar era “debería haber sido Peter”. Debería haber sido Peter parado a su lado, Peter explicándole qué significaban las estratagemas de la batalla, Peter advirtiéndole que cubriera sus oídos cuando se volvía demasiado ruidoso.

Si hubiese estado con Peter, podría haber tomado discretamente la mano, y haberla apretado cuando la batalla se volviera demasiado intensa. Con Peter se hubiese sentido cómoda preguntándole el momento en que Harry había caído.

Pero en cambio tenía a Robbie. Robbie, que pensaba que todo esto era una gran aventura, que realmente se había inclinado y gritado:

– ¿Una diversión genial? ¿Eh?

Robbie, quien, ahora que la batalla había terminado, conversaba sobre chalecos y caballos, y probablemente algo más también.

Era demasiado duro escucharlo. La música era fuerte y, sinceramente, Robbie siempre era un poco difícil de seguir.

Y entonces, justo cuando la música llegó a un momento tranquilo, él se acercó y dijo:

– A Harry le hubiese gustado esto.

¿Le hubiese gustado? Tillie no lo sabía, y de algún modo eso le molestaba. Harry hubiese sido una persona diferente si hubiera llegado a casa después de la guerra, y le dolía nunca saber el hombre en que se habría convertido en sus últimos días.

Pero Robbie tenía buenas intenciones, y tenía un buen corazón, así que Tillie simplemente sonrió y asintió.

– Una pena lo de su muerte -dijo Robbie.

– Sí -respondió Tillie, porque, realmente, ¿qué más se podía decir?

– Qué modo absurdo de partir.

Ante eso, ella se dio vuelta y lo miró. Parecía un comentario extraño para Robbie, que no era bueno para las delicadezas o sutilezas.

– Toda guerra es absurda -dijo Tillie lentamente-. ¿No lo cree?

– Bueno, sí, supongo -dijo Robbie-, aunque alguien tenía que salir y deshacerse de Boney. No creo que decirle “por favor, si no le molesta” hubiese funcionado.

Tillie se dio cuenta de que era la frase más compleja que jamás había escuchado de Robbie, y se preguntó si podía haber algo más en él, cuando de pronto… lo supo.

No era que hubiese escuchado algo, y no era que hubiese visto algo. Más bien, simplemente supo que él estaba allí, y efectivamente, cuando inclinó el rostro a su derecha, lo vio.

Peter. Justo a su lado. Parecía sorprendente que no hubiese percibido antes su presencia.

– Señor Thompson -le dijo con frialdad.

O al menos intentó ser helada. Dudaba haberlo logrado; sólo estaba tan aliviada de verlo.

Seguía furiosa con él, por supuesto, y no estaba del todo segura de querer hablar con él, pero la noche se sentía tan extraña, y la batalla había sido incómoda, y el rostro solemne de Peter era como una cuerda de salvamento a la cordura.

– Estábamos hablando sobre Harry -dijo Robbie jovialmente. Peter asintió-. Es una pena que se haya perdido la batalla -continuó Robbie-. Quiero decir, todo ese tiempo en el ejército, ¿y luego te pierdes la batalla? -Sacudió la cabeza-. Una pena, ¿no lo crees?

Tillie se quedó mirándolo con confusión.

– ¿Qué quiere decir con que se perdió la batalla?

Se volvió hacia Peter justo a tiempo de verlo sacudiendo la cabeza frenéticamente a Robbie, quien respondía con un fuerte:

– ¿Eh? ¿Eh?

– ¿Qué quiere decir -repitió Tillie, con fuerza esta vez-, con que se perdió la batalla?

– Tillie -dijo Peter-, debes entender…

– Me dijeron que él murió en Waterloo. -Miró de hombre a hombre, estudiando sus rostros-. Vinieron a mi casa. Me dijeron que él murió en Waterloo.

Su voz se volvía aguda, aterrada. Y Peter no sabía qué hacer. Podría haber matado a Robbie; ¿no tenía juicio ese hombre?

– Tillie -dijo, repitiendo su nombre, intentando hacer tiempo.

– ¿Cómo murió? -insistió ella-. Quiero que me lo digas ahora mismo. -Él la miró; ella empezaba a temblar-. Dime cómo murió.

– Tillie, yo…

– Dime…

¡BUM!

Los tres dieron un salto cuando una explosión de fuegos artificiales despegó a menos de veinte metros de donde se encontraban.

– ¡Un espectáculo terriblemente bueno! -gritó Robbie, de cara al cielo.

Peter levantó su mirada hacia los fuegos artificiales; era imposible no mirar. Rosado, azul, verde… explosiones estelares en los cielos, chisporroteando, astillándose, regando aguaceros de chispas sobre los jardines.

– Peter -dijo Tillie, tirando de su manga-, dímelo. Dímelo ahora.

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