Julia Quinn - El Primer Beso

Здесь есть возможность читать онлайн «Julia Quinn - El Primer Beso» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Исторические любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Primer Beso: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Primer Beso»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Ecos de la Sociedad de Lady Whistledown, mayo 1816.
Un huidizo cazador de fortunas es cautivado por la debutante más deseada de la temporada… y debe demostrar que está decidido a robar el corazón de la dama, sin su dote.
Peter Thompson hizo una promesa lecho de muerte a su mejor amigo: que debía velar por su hermana menor. Pero cuando este condecorado soldado finalmente conoce a la señorita Matilde Howard, descubre que sus sentimientos son cualquier cosa menos fraternos.

El Primer Beso — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Primer Beso», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Seguía un poco irritada por haber tenido prácticamente que rogarle para que bailara con ella, y frente a una docena de otros caballeros. Pero no parecía tener mucho sentido darle vueltas ahora que él la tomaba de la mano y la hacía dar vueltas elegantemente por la pista de baile.

¿Y por qué era, se preguntó, que la mano de él sobre su espalda podía provocar un torrente tan extraño de deseo directo al centro de su ser? Uno podría pensar que si fuera a sentirse seducida, sería por los ojos de él, que después de diez minutos de ignorarla deliberadamente, ardían en los suyos con una intensidad que le quitaba la respiración.

Pero a decir verdad, si estaba preparada para arriesgarse a cualquier cosa, si ahora requería de cada gramo de su fortaleza para no suspirar, caer contra él y rogarle que tocara sus labios con los de ella, era debido a esa mano en su espalda.

Tal vez era la ubicación, en la base de su columna, a sólo centímetros a través de su cuerpo de su parte más íntima. Tal vez era el modo en que se sentía atraída, como si en cualquier momento fuera a perderse a sí misma, y su cuerpo estaría apretado contra el de él, caliente y escandaloso, y anhelando algo que no comprendía del todo.

La presión era implacablemente tierna, atrayéndola hacia él, lenta, inexorablemente… y sin embargo, cuando Tillie bajó la mirada, la distancia entre sus cuerpos no había cambiado.

Pero el calor dentro de ellos había explotado.

Y ella ardía.

– ¿He hecho algo para disgustarlo? -le preguntó, intentando desesperadamente poner sus pensamientos en cualquier cosa aparte del deseo embriagador que estaba amenazando con adueñarse de ella.

– Claro que no -dijo Peter ásperamente-. ¿Por qué pensaría algo tan absurdo?

Ella se encogió de hombros.

– Parecía… oh, no lo sé… un poco distante, supongo. Como si no le agradara mi compañía.

– Eso es ridículo -gruñó él, de esa manera que los hombres lo hacían cuando sabían que una mujer tenía razón pero no tenían intención de admitirlo.

Ella había crecido con dos hermanos, sin embargo, y sabía que no le convenía presionar, así que en cambio dijo:

– Estuvo magnífico cuando defendió a la señorita Martin.

La mano de él se tensó sobre la suya, pero tristemente, sólo por un segundo.

– Cualquiera la hubiese defendido -dijo él.

– No -dijo Tillie lentamente-. No lo creo. En realidad, diría lo opuesto, y creo que usted sabe que tengo razón.

Lo miró, con ojos desafiantes, esperando que Peter la contradijera. Como era un hombre inteligente, no lo hizo.

– Un caballero nunca debería causar estragos con la reputación de una mujer -dijo con rigidez, y ella se dio cuenta con una pequeña y extraña burbuja de placer que adoraba esa pequeña muestra de pesadez, adoraba que él realmente se sintiera avergonzado por su propio y estricto código de ética.

O tal vez no era tanto el código como el hecho de que ella lo hubiese atrapado. Era mucho más elegante ser un calavera insensible, pero Peter nunca podría ser tan cruel.

– Una mujer no debería causar estragos con la reputación de un caballero tampoco -dijo Tillie suavemente-. Lamento lo que escribió lady Whistledown. No estuvo bien de su parte.

– ¿Y usted tiene influencia sobre nuestra estimada columnista de chismes?

– Claro que no, pero sí apruebo sus palabras con gran frecuencia. Esta vez, sin embargo, creo que puede haber cruzado el límite.

– Ella no acusó a nadie.

Peter se encogió de hombros como si no le importara, pero su tono no podía mentir. Estaba furioso y dolorido por la columna de esa mañana, y si Tillie hubiese sabido quién era lady Whistledown, la hubiese atado como a un ganso felizmente.

Era una sensación extraña e intensa, esa furia de que él hubiese sido herido.

– Lady Mathilda… Tillie.

Ella lo miró sorprendida, inconsciente de que había estado perdida en sus propios pensamientos.

Él le ofreció una sonrisa divertida y miró las manos de ambos.

Ella siguió su mirada, y fue sólo entonces que se dio cuenta de que estaba agarrando los dedos de él como si fueran el cuello de lady Whistledown.

– ¡Oh! -Soltó ella con sorpresa, seguida por el más farfullado-: Lo siento.

– ¿Tiene la costumbre de amputar los dedos de sus compañeros de baile?

– Sólo cuando tengo que retorcer sus brazos para lograr que me inviten a bailar -le devolvió en el acto.

– Y yo que pensaba que la guerra era peligrosa -murmuró Peter.

Ella se sorprendió de que pudiera bromear al respecto, se sorprendió de que lo hiciera. No estaba muy segura de cómo responder, pero entonces la orquesta terminó el vals con un floreo sorprendentemente vivaz, y se salvó de tener que responder.

– ¿La regreso a sus padres? -Preguntó Peter, llevándola fuera de la pista de baile-. ¿O con su siguiente pareja?

– En realidad -improvisó ella-, estoy bastante sedienta. ¿Tal vez la mesa de limonada?

La cual, había notado, estaba al otro lado de la habitación.

– Como desee.

Su progreso era lento; Tillie mantuvo el paso inusitadamente tranquilo, esperando prolongar su tiempo juntos otro minuto o dos.

– ¿Ha estado disfrutando del baile? -le preguntó.

– Algunas partes -dijo él, manteniendo la mirada directamente adelante.

Pero ella vio que la comisura de su boca se curvaba hacia arriba.

– ¿Alguna de mis partes? -le preguntó audazmente.

Él se detuvo.

– ¿Tiene alguna idea de lo que acaba de decir?

Demasiado tarde, Tillie recordó haber oído a sus hermanos hablando sobre partes femeninas…

Su rostro enrojeció.

Y entonces, que Dios los ayudara, ambos rieron.

– No le diga a nadie -susurró ella, recobrando el aliento-. Mis padres me encerrarán durante un mes.

– Eso ciertamente…

– ¡Lady Mathilda! ¡Lady Mathilda!

Lo que sea que Peter hubiese querido decir se perdió cuando la señora Featherington, amiga de la madre de Tillie y una de las mayores chismosas de la sociedad, se acercó rápidamente al lado de ellos, arrastrando consigo a su hija Penelope, que estaba vestida en un tono bastante desgraciado de amarillo.

– Lady Mathilda -dijo la señora Featherington. Entonces agregó, con voz decididamente glacial-: Señor Thompson.

Tillie había estado a punto de hacer las presentaciones, pero entonces recordó que la señora Featherington y Penelope habían estado presentes en la cena de lady Neeley. De hecho, la señora Featherington era una de los desafortunados cinco en ser retratados por lady Whistledown en la columna de esa mañana.

– ¿Saben sus padres dónde está usted? -preguntó la señora Featherington a Tillie.

– ¿Disculpe? -preguntó Tillie, parpadeando con sorpresa.

Se volvió hacia Penelope, quien siempre había pensado que era del tipo bastante agradable, aunque callada.

Pero si Penelope sabía en qué andaba su madre no dio ninguna indicación, aparte de una expresión dolorida que llevó a Tillie a creer que si un agujero se hubiera abierto de repente en medio del piso del salón de baile, Penelope hubiese saltado en él felizmente.

– ¿Saben sus padres dónde está? -repitió la señora Featherington, esta vez con más mordacidad.

– Vinimos juntos -respondió Tillie lentamente-, así que sí, asumo que están conscientes de…

– La regresaré con ellos -la interrumpió la señora Featherington.

Y entonces Tillie comprendió.

– Le aseguro -dijo heladamente-, que el señor Thompson es más que capaz de regresarme con mis padres.

– Madre -dijo Penelope, agarrando la manga de su madre.

Pero la señora Featherington la ignoró.

– Una muchacha como usted -le dijo a Tillie-, debe tener cuidado con su reputación.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Primer Beso»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Primer Beso» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Primer Beso»

Обсуждение, отзывы о книге «El Primer Beso» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x