Julia Quinn - Historia de dos hermanas

Здесь есть возможность читать онлайн «Julia Quinn - Historia de dos hermanas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Исторические любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Historia de dos hermanas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Historia de dos hermanas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Después de años de buscar a la esposa perfecta, Ned Blydon encontró que se estaba enamorando de Charlotte Thornton sólo unos días antes de su boda. ¡El único problema era que se suponía que él tenía que casarse con su hermana!

Historia de dos hermanas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Historia de dos hermanas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Ella y Ned no hablaron mucho durante el viaje, pero era un silencio confortable. Charlotte estaba nerviosa, y aunque debía haberse sentido torpe, no era así. Había algo en la presencia de Ned que la tranquilizaba.

Le gustaba tenerlo cerca. Incluso si no hablaban, era agradable saber que estaba cerca. Era divertido cómo una emoción tan profunda había podido arraigar en tan poco tiempo.

Cuando llegaron a lo que supuso era su nuevo hogar -uno de ellos, al menos-Ned le cogió las manos.

“¿Estás nerviosa?” le preguntó.

“Por supuesto,” respondió sin pensar.

Ned se rió, un cálido y rico sonido, que desbordó el carruaje mientras el lacayo abría la puerta del mismo. Ned saltó fuera y se volvió para ayudar a Charlotte a bajar. “¡Qué afortunado soy de haber conseguido una esposa tan honesta!,” le murmuró, dejando que sus labios se deslizaran por su oreja.

Charlotte tragó, intentando no notar el tembloroso calor que ondulaba a través de ella.

“¿Tienes hambre?” le preguntó Ned, mientras la conducía al interior.

Charlotte negó con la cabeza. Le era imposible pensar en comida.

“Bien,” dijo él, aprobadoramente. “Yo tampoco.”

Charlotte miró alrededor mientras entraban en la mansión. No era una vivienda excesivamente grande, sino cómoda y elegante.

“¿Vienes a menudo?” le preguntó a Ned.

“¿A Middlewood?”

Ella asintió.

“Paso más tiempo en Londres,” admitió Ned. “ Pero podemos venir más, si quieres estar cerca de tu familia.”

“Me gustaría,” dijo Charlotte, mordiéndose el labio inferior por un instante, antes de añadir, “si tú quieres.”

Ned la dirigió hacia las escaleras. “¿Qué ha sucedido con la independiente mujer con la que me case? La Charlotte Thornton que yo conozco nunca habría pedido mi permiso para nada.”

“Ahora es Charlotte Blydon,” dijo, “y ya te lo he dicho, estoy nerviosa.”

Llegaron a lo alto de las escaleras, y Ned le tomó de la mano conduciéndola por un pasillo. “No hay nada por lo que estar nerviosa,” le dijo.

“¿Nada?”

“Bueno, muy poco,” admitió Ned.

“¿Sólo muy poco?”, preguntó Charlotte, dudando.

Ned le ofreció una traviesa sonrisa. “Muy bien. Hay mucho por lo que estar nerviosa. Voy a mostrarte algo,” la hizo pasar a través de una puerta abierta y cerró tras ellos, “que es muy, muy nuevo.”

Charlotte tragó con dificultad. En el caos del día, su madre olvidó tener la acostumbrada charla de antes de la boda con ella. Ella era una chica de campo, y sabía un poco lo que pasaba entre hombres y mujeres, pero, de alguna manera, parecía un poco más atemorizador, con su marido parado delante de ella, devorándola con los ojos.

“¿Cuántas veces te han besado?” le preguntó Ned, quitándose la chaqueta.

Charlotte parpadeó sorprendida por la inesperada pregunta. “Una vez,” contestó.

“Fui yo, supongo” dijo Ned suavemente.

Charlotte asintió.

“Bien,” dijo Ned, y solamente entonces ella se dio cuenta de que se había desabrochado los puños de la camisa.

Charlotte miró como sus dedos se deslizaban hacia los botones frontales de la camisa, y al sentir que se le secaba la boca, le preguntó, “¿Cuántas veces te han besado?”

Ned curvó los labios. “Una.”

Los ojos de Charlotte volaron a su rostro.

“Una vez que te bese,” dijo Ned, roncamente, “me di cuenta de que los anteriores no eran dignos de llamarse así.” Fue como si un relámpago estallara en el centro de la habitación. El aire se electrificó y Charlotte no confiaba en poder seguir manteniéndose en pie por sí misma.

“Pero confío,” murmuró Ned, acortando la distancia entre ellos, y llevándose las manos de Charlotte a los labios, “que no terminaré mis días habiendo sido besado una sola vez.”

Charlotte se las arregló para hacer un pequeño gesto de negación con la cabeza. “¿Cómo ha sucedido esto?” susurró.

Ned ladeo la cabeza, con curiosidad. “¿Cómo ha sucedido que?”

“Esto,” repitió Charlotte, como si la palabra lo explicara todo. “Tú. Yo. Eres mi marido.”

Ned sonrió. “Lo sé.”

“Quiero que sepas algo,” dijo Charlotte, las palabras precipitándose de su boca.

Ned parecía levemente divertido por su seriedad. “Lo que quieras,” dijo tranquilamente.

“Luché contra esto,” dijo Charlotte, consciente de que era un momento muy importante. Su matrimonio había sido precipitado, pero estaba basado en la honestidad, y ella quería confiarle a Ned lo que había en su corazón. “Cuando me dijiste que ocupara el lugar de Lydia…”

No lo dije de esa manera,” la interrumpió Ned, con voz baja pero intensa.

“¿Qué quieres decir?”

Sus azules ojos se clavaron en los de ella, ardientemente. “Nunca he querido que sintieras que estabas ocupando el lugar de otra persona. Tú eres mi esposa. Tú, Charlotte. Tú eres mi primera elección, mi única elección.” Sus manos se cerraron alrededor de las de ella, y su voz cobró intensidad. “Doy gracias a Dios, por el día en que tu hermana decidió que necesitaba un poco de poesía en su vida.”

Charlotte entreabrió los labios sorprendida. Sus palabras la hicieron sentirse más que deseada, se sentía querida. “Quiero que sepas,” continuó Charlotte, temiendo que si se centraba demasiado en las palabras de Ned y no en las propias, acabaría derritiéndose en sus brazos, sin terminar de decir lo que necesitaba. “Quiero que sepas que sé, con todo mi corazón, que tomé la decisión correcta cuando me casé contigo esta mañana. No sé cómo estoy tan segura, y pienso que es una insensatez, y el cielo sabe que no hay nada que valore más que la sensatez, pero… pero…”

Ned la abrazó. “Lo sé,” le dijo, las palabras aún flotando en el aire. “Lo sé.”

“Creo que estoy enamorada de ti,” susurró Charlotte, contra su camisa, sólo capaz de encontrar el coraje de pronunciar tales palabras, ahora que no lo miraba a la cara.

Ned se quedo inmóvil. “¿Qué has dicho?”

“Lo siento,” dijo Charlotte, sintiendo que sus hombros se hundían ante su reacción. “No debería haber dicho nada. Aún no.”

Las manos de Ned se posaron en sus mejillas y le elevó el rostro hasta que Charlotte no tuvo más remedio que enfrentarse a su mirada.

“¿Qué has dicho?” volvió a preguntar Ned.

“Que creo que te amo,” susurró Charlotte. “No estoy segura. Nunca he estado enamorada antes, así que no estoy muy familiarizada con este sentimiento, pero…”

“Yo si estoy seguro,” dijo Ned, con voz áspera e inestable. “Estoy seguro. Te quiero, Charlotte. Te quiero, y no sé lo que habría hecho si no hubieras aceptado casarte conmigo.”

Los labios de Charlotte temblaron con una inesperada risa. “Habrías encontrado alguna forma de convencerme,” le contestó.

“Te habría hecho el amor allí mismo, en la biblioteca de tu padre, si esa hubiera sido necesario para atraparte.”

“Estoy segura de que lo hubieras hecho,” le contestó suavemente, su boca curvada en una sonrisa.

“Y te prometo,” le dijo Ned, besándole suavemente el lóbulo, mientras hablaba, “que yo hubiera quedado muy, muy convencido.”

“No lo dudo,” dijo ella, sin aliento.

“De hecho,” murmuró Ned, sus dedos trabajando en los botones de la espalda de su vestido, “creo que necesito convencerte ahora.”

A Charlotte se le cortó la respiración al sentir un soplo de aire fresco en la piel de la espalda. En un segundo su traje caería y ella estaría parada delante de Ned, como sólo una esposa lo estaba delante de su marido.

El estaba tan cerca que podía sentir el calor que se desprendía de su piel, oír su respiración. “No estés nerviosa,” le susurró, sus palabras rozando su oreja como una caricia. “Te prometo que haré que sea bueno para ti.”

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Historia de dos hermanas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Historia de dos hermanas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Historia de dos hermanas»

Обсуждение, отзывы о книге «Historia de dos hermanas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x