Ella contuvo su aliento. Él dio un paso abajo, viéndose muy elegante y, como siempre, bello como el sol. Exhaló con un suspiro irritado. Su amante no iba a querer dejarle ir cuando él se veía así.
– ¿"Esa es la persona que espera "?- El conductor preguntó.
– "No realmente," – ella mintió. -" Voy a tener que esperar más tiempo".-
Él se encogió de hombros. -" Espero que me pague bien".-
Dunford subió por las gradas y llamó a la puerta. El sonido de la aldaba pesada del latón hizo eco calle abajo, poniendo nerviosa a Henry al oír el ruido. Ella presionó su cara en la ventana. Christine Fowler probablemente tenía a un criado para atender la puerta, pero Henry quiso ver a la mujer por si acaso.
La puerta estaba abierta para revelarle a una mujer alarmantemente preciosa con pelo grueso, negro que cayó en cascada bajo unos hermosos rizos sedosos. Ella obviamente no estaba vestida para recibir a las visitas ordinarias. Henry miró hacia su atavío decididamente no femenino, e intenta ignorar la terrible sensación en su estómago.
Poco antes que la puerta se cierre, Christine colocó su mano detrás de la cabeza de Dunford, besándolo suavemente. Henry presiono sus puños de con fuerza. La puerta se cerro antes de que ella podría ver si se besaron profundamente.
Ella miró hacia abajo en sus manos. Sus uñas habían sacado sangre en sus palmas.
– " No fue su error," ella masculló y luego suspiro quedamente. -"Él no inició el beso. No fue su error ".-
– ¿Usted dijo algo? – El conductor pregunto.
– ¡"no"! -
Él se recostó, obviamente decidiendo todas sus teorías acerca de lo complicadas que eran las mujeres en general habían sido confirmadas.
Henry golpeó ligeramente su mano nerviosamente en contra de su asiento. -¿Cuánto tiempo se requería para decirle a Christine que tenia que encontrar un protector nuevo? ¿Quince minutos? ¿Una media hora? Seguramente no más tiempo que eso. Cuarenta y cinco minutos, quizá, simplemente para ser generosos, en caso que él tenga disposiciones monetarias para ella. A Henry en particular no le importó cuánto oro le dio a ella, con tal que él se librase de esa mujer para siempre.
Requiriendo de una respiración profundo para intentar controlar la tensión que corría a toda a velocidad a través de ella, Henry colocó el reloj en su regazo. Ella clavó los ojos en el hasta vio doble, y sus ojos se humedecieron. Observó el reloj eran las doce y cuarto y entonces se dijo a sí misma severamente que había sido muy optimista; Él posiblemente no podía acabar sus asuntos en sólo quince minutos.
Ella observó cuando el minutero fue más abajo, deteniéndose en el seis. Ella tragó con inquietud, diciéndose que su prometido era buen hombre, él quería anunciarle la noticia a su amante amablemente. Eso debe ser por lo que tardaba tanto tiempo.
Otro quince minutos pasaron, y ella contuvo un sollozo. Aun el más amable de los hombres pudo haberse deshecho de una amante en cuarenta y cinco minutos.
En alguna parte de la distancia un reloj golpeó la una. Luego golpeó dos. Y entonces, increíblemente, tres juego de campanas se oyeron. Henry finalmente cedió a su desesperación, despertó al conductor dormido en la parte trasera, y dijo, -"Grosvenor Square, por favor".-
Él asintió con la cabeza, y se fueron. Ella se quedó mirando directamente la casa, con sus ojos llorosos y un terrible vació y desilusión. Podía haber una sola razón por la que un hombre pasa tanto tiempo con su amante. Él no había salido luego de tres horas. Recordó sus pocos momentos hurtados en su dormitorio en Westonbirt. Él ciertamente no había estado con ella por tres horas.
Después de todo esto, todas estas lecciones de cómo comportarse con moderación, conveniencia y gracia femenina, no fueron suficientemente para mantener su interés. Ella nunca podría ser más que lo que era. Había sido una demente para pensar que aun podría intentar conquistarlo.
En cuanto el coche dejo a Henry a unas casas cercanas a la mansión Blydon. Le dio al conductor más monedas más de lo que era necesario y caminó prudentemente hacia la casa. Se metió silenciosamente dentro de ella y fue hasta su cuarto, donde se quito sus ropas, las pateó debajo de la cama, y se puso encima un camisón. El primero que agarró fue el mismo que había usado cuando ella y Dunford tuvieron… No, no podía llevarlo puesto otra vez. Parecía enmugrecido en cierta forma. Lo embrolló y lo echó adentro del fogón, agarrando otro.
Su cuarto estaba caliente, pero ella temblaba como una hoja.
* *
Dunford finalmente se tambaleó fuera de la casa de Christine a las cuatro y media en la mañana. Él siempre había pensado acerca de ella como una mujer razonable; Supuso que eso fue por qué había estado con ella por tanto tiempo. Pero esta noche él casi había tenido que revisar su opinión. Primero ella había llorado, y él nunca había sido el tipo de hombre que podría dejar sola a una mujer cuando lloraba.
En ese momento le había ofrecido una bebida, y cuando él había terminado, le ofreció varias más. Él se rehusó, sonriendo burlonamente y diciendo que aunque ella era una mujer excepcionalmente preciosa, el alcohol no tenia tendencia a seducirle cuando no quería ser seducido.
En ese entonces ella había comenzado a expresar sus preocupaciones. Había guardado algún dinero, ¿ pero qué ocurría si ella no podría encontrar otro protector? Dunford le había contado a ella sobre el conde de Billington y entonces había pasado la siguiente hora reconfortándole a ella que él reenviaría algunos fondos, para que pudiese quedarse en la casa hasta que el arrendamiento caducara.
Finalmente ella simplemente hubo suspirado, y aceptando su destino. Él se había dispuesto a salir, pero ella había puesto su mano en su brazo y le había preguntado si él quería una taza de té. Habían tenido amistad así como también habían sido amantes, le dijo. Ella no tuvo a muchos amigos, en su ocupación. El té y la conversación fueron todo lo que ella quiso. Simplemente alguien con quien hablar.
Dunford había examinado sus ojos llorosos. Ella había estado diciendo la verdad. Si hubiese una cosa que se podría decir de Christine, es que era honesta. Y bien, desde siempre a le había gustado ella, se quedó y habló. Chismearon; Hablaron de política. Ella le comento acerca de su hermano en el ejército, y él le contó a ella sobre Henry. No pareció guardarle rencor a su prometida; De hecho, le había sonreído cuando él le contó a ella sobre el incidente de la porqueriza y le dijo que se alegraba por él. Finalmente él había descartado un beso, fraternal en sus labios. -"Tu serás feliz con Billington," -él le había dicho a ella. -"Él es un" buen hombre. -
Sus labios se curvaron en una triste sonrisa pequeña,. -"Si tú lo dices puede ser cierto. -
Él miró su reloj de bolsillo cuando alcanzó su carruaje y juró. No había tenido la intención de permanecer tanto tiempo. Él iba a estar al día siguiente cansado. Oh bien, supuso que podría dormir en casa hasta el mediodía si quisiera. No tenía ningún plan hasta la tarde que pasearía con Henry.
Henry, el pensar en ella lo hacia sonreír.
* *
Cuando Henry se despertó a la siguiente mañana, su funda de almohada estaba llena lágrimas. Había llorado hasta quedarse dormida la noche anterior; De hecho, se había sentido extrañamente muerta y seca por dentro. Nunca había escuchado acerca de alguien que llore mientras duerme.
Todavía, ella no podía imaginar un pesar más gran que el que sentía. No podía casarse con él. Ese era el único pensamiento evidente en su cabeza. Supo que la mayoría de matrimonios no se basaban en el amor, pero cómo podría comprometerse ella a un hombre que eran tan deshonesto ¿ como él podría profesar su amor por ella y entonces hacer el amor con su amante sólo dos semanas antes de su boda?
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