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Iain Banks: El uso de las armas

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Iain Banks El uso de las armas

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Cheradenine Zakalwe es un agente de Circunstancias Especiales, la sección de élite para la que ningún medio resulta reprobable: la guerra, el espionaje y el asesinato son lícitos cuando lo que está en juego son los intereses de la Cultura. Zakalwe ha sido empujado a tomar parte en innumerables conflictos, habiéndole tocado pertenecer al bando perdedor en demasiadas ocasiones. Por ello, ha decidido retirarse. Pero Ciscunstancias Especiales necesita sus servicios en un planeta donde Zakalwe había servido anteriormente y donde está a punto de desencadenarse una guerra a gran escala, y la agencia sabe a qué puede recurrir para presionarle… Una nueva novela ambientada en el deslumbrante universo de “Pensad en Flebas” y “El jugador”.

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—Sé muy bien lo que es, unidad —dijo ella colocando las manos a su espalda.

La unidad se acercó un poco más y proyectó un campo sobre sus hombros. Sma sintió el suave apretón, se apartó lo suficiente para liberarse de él y miró hacia abajo.

—Necesitamos tu permiso, Diziet.

—Sí… También lo sé.

Alzó los ojos buscando las estrellas doblemente ocultas por las nubes y las luces del parque.

—Si lo deseas puedes quedarte aquí, naturalmente. —La voz de la unidad estaba impregnada de remordimientos y parecía haber enronquecido un poco—. La conferencia de paz es importante, desde luego. Necesita…, necesita alguien que resuelva los pequeños problemas que irán surgiendo a medida que siga adelante, de eso no cabe duda alguna.

—Y ¿cuál es ese asunto tan condenadamente crucial que debo ir corriendo a resolver?

—¿Te acuerdas de Voerenhutz?

—Me acuerdo de Voerenhutz —respondió Sma con voz átona.

—Bueno, la paz ha durado cuarenta años pero no va a durar mucho tiempo más. Zakalwe trabajó con un hombre llamado…

—¿Maitchigh?

Sma frunció el ceño y volvió la cabeza unos cuantos centímetros hacia la unidad.

—Beychae. Su nombre es Tsoldrin Beychae, y se convirtió en presidente del grupo de sistemas después de nuestra intervención. Consiguió mantener en pie la estructura política mientras ocupó el poder, pero ya hace ocho años que abandonó el cargo para dedicarse al estudio y la contemplación…, mucho antes de lo que habría debido hacerlo, si quieres que te dé mi opinión al respecto. —La unidad emitió una especie de suspiro—. Las cosas han ido empeorando poco a poco desde ese momento. Beychae vive en un planeta cuyos líderes son sutilmente hostiles a las fuerzas que él y Zakalwe representaban y a las que prestamos nuestro apoyo, y están empezando a asumir un papel de primera fila en la disgregación del grupo. Ya han estallado varios conflictos a pequeña escala y se están incubando muchos más. La guerra a gran escala que involucrará a todo el grupo de sistemas es inminente.

—¿Y Zakalwe?

—Bueno…, básicamente se trata de una situación que requiere una intervención desde fuera. Zakalwe tendría que desplazarse al planeta para convencer a Beychae de que sigue siendo necesario, y suponiendo que no lo consiga debería persuadirle para que emita un comunicado en el que exprese su preocupación por la situación actual. Pero eso quizá requiera una cierta presión física, y lo que complica todavía más las cosas es que Beychae puede resultar muy difícil de convencer.

Sma pensó en lo que acababa de decirle sin apartar los ojos de la noche.

—Y ¿no podemos emplear ninguno de los trucos habituales?

—Los dos se conocen demasiado bien el uno al otro, y el único que tiene alguna posibilidad de convencerle es el auténtico Zakalwe…, y lo mismo ocurre con Tsoldrin Beychae y la maquinaria política del grupo de sistemas. La cantidad de recuerdos involucrados es excesivamente grande.

—Sí —dijo Sma en voz baja—. Hay demasiados recuerdos… —Se pasó la mano por los hombros desnudos como si tuviera frío—. Bueno, ¿y el armamento pesado?

—Hemos empezado a reunir una flota categoría nebulosa. El núcleo está formado por un Vehículo de Sistemas Limitado y tres Unidades Generales de Contacto estacionadas alrededor del sistema, con unas ochenta UGC esparcidas en un radio de un mes. Durante el año próximo tendría que haber unos cuatro o cinco VGS situados a una distancia de entre dos y tres meses…, pero queremos reservarlos como último recurso si todo lo demás fracasa.

—Las cifras de megamuerte nunca tienen muy buen aspecto y resultan algo engañosas, ¿verdad?

Sma usó un tono de voz bastante áspero.

—Si prefieres expresarlo de esa forma… —replicó Skaffen Amtiskaw.

—Oh, maldita sea —dijo Sma en voz baja, y cerró los ojos—. Bien… ¿A qué distancia se encuentra Voerenhutz? Se me ha olvidado.

—Sólo está a cuarenta días de distancia, pero antes tendríamos que recoger a Zakalwe, así que digamos…, unos noventa días para todo el viaje.

Sma se volvió hacia la unidad.

—Y ¿quién se encargará de controlar al sustituto si he de ir en la nave?

Alzó los ojos hacia el cielo.

—La Sólo era una prueba se quedará aquí ocurra lo que ocurra —replicó la unidad—. Han puesto a tu disposición al Xenófobo , un piquete ultrarrápido. Puede despegar mañana, un poco después del mediodía o incluso más temprano…, como desees.

Sma permaneció inmóvil durante unos momentos con los pies juntos y los brazos cruzados. Tenía los labios fruncidos y el rostro bastante tenso. Skaffen-Amtiskaw aprovechó esa pausa para dedicarse a la introspección, y acabó llegando a la conclusión de que la compadecía.

La mujer siguió inmóvil y en silencio durante unos segundos más, se levantó con un movimiento muy brusco y fue hacia las puertas que daban a la sala de turbinas. Sus talones repiqueteaban sobre el sendero de ladrillos.

La unidad fue detrás de ella a toda velocidad y se colocó junto a su hombro.

—Lo que desearía es que tuvieras un poco más de sentido de la oportunidad —dijo.

—Lo siento. ¿He interrumpido algo importante?

—Oh, no, nada de eso… Oye, ¿qué diablos es ese «piquete ultrarrápido» del que me has hablado antes?

—Es el nuevo nombre adjudicado a las antiguas Unidades de Ofensiva Rápida (Desmilitarizadas) —dijo la unidad.

Sma se volvió hacia ella. La unidad osciló en el aire, el equivalente a su encogimiento de hombros.

—Se supone que suena mejor.

—Y se llama nada menos que Xenófobo … Bueno, bueno. ¿Cuándo podemos recoger al sustituto?

—Al mediodía de mañana. ¿Tendrás tiempo suficiente para transmitir los…?

—Mañana por la mañana —dijo Sma.

La unidad se colocó delante de ella y abrió las puertas extendiendo un campo de su aura. Sma cruzó el umbral y subió los escalones que daban acceso a la sala de turbinas moviéndose tan deprisa que la falda de su traje se arremolinó alrededor de su cuerpo. Los hralzs doblaron la esquina a toda velocidad y se apelotonaron junto a ella chillando y dando saltos. Sma se detuvo y permitió que los animales le olisquearan el traje e intentaran lamerle las manos.

—No —dijo volviéndose hacia la unidad—. He cambiado de parecer. Lo haremos esta noche. Me libraré de esa multitud lo más pronto posible. Voy a hablar con el Embajador Onitnert. Busca a Maikril y dile que Chuzlei debe reunirse con el ministro en el bar de la turbina uno dentro de diez minutos. Transmite mis disculpas a los enviados de Tiempos del Sistema, haz que los lleven a la ciudad y regálale una botella de Flor Nocturna a cada uno. Cancela la cita con el fotógrafo, proporciónale una cámara fija y deja que tome… sesenta y cuatro fotos, e insiste en que necesita autorización completa para cada una. Quiero que alguien se encargue de buscar a Relstoch Sussepin y le diga que tiene una cita conmigo en mi apartamento dentro de dos horas. Oh, y…

Sma se quedó callada y se inclinó para tomar en sus manos el morro ahusado de uno de los gimoteantes hralzs que la rodeaban.

—Ya lo sé, Elegante , ya lo sé… —dijo mientras el animal se quejaba y le lamía la cara. Su vientre estaba mucho más abultado que el de los otros animales—. Quería estar aquí para ver nacer a tus bebés, pero me temo que no podrá ser… —Suspiró, rodeó al hralz con sus brazos y le alzó la cabeza con una mano—. ¿Qué me aconsejas, Elegante? Podría hacerte dormir hasta mi regreso y ni tan siquiera te enterarías de lo ocurrido, pero supongo que entonces tus amiguitos te echarían mucho de menos.

—Duérmeles a todos —sugirió la unidad.

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