• Пожаловаться

Gene Wolfe: La espada del Lictor

Здесь есть возможность читать онлайн «Gene Wolfe: La espada del Lictor» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, год выпуска: 1993, ISBN: 84-450-7143-2, издательство: Minotauro, категория: Фэнтези / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Gene Wolfe La espada del Lictor
  • Название:
    La espada del Lictor
  • Автор:
  • Издательство:
    Minotauro
  • Жанр:
  • Год:
    1993
  • Город:
    Barcelona
  • Язык:
    Испанский
  • ISBN:
    84-450-7143-2
  • Рейтинг книги:
    5 / 5
  • Избранное:
    Добавить книгу в избранное
  • Ваша оценка:
    • 100
    • 1
    • 2
    • 3
    • 4
    • 5

La espada del Lictor: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La espada del Lictor»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Severian, desterrado por el “pecado” de misericordia, ha llegado a Thrax, la Ciudad de los Cuartos sin Ventanas, y se prepara para desempeñar el papel, a menudo desagradable, de funcionario del gobierno. Los acontecimientos perturbadores se precipitan. Dorcas deja a Severian y vuelve al Lago de los Pájaros. Severian es perseguido por una bestia mortífera. Ha empezado a cuestionarse su oficio de torturador y al fin deja libre a una mujer y escapa de la ciudad. Ya en las montañas sobrevive a otro encuentro con Agia, que pretende vengar la muerte de su hermano, y sigue huyendo en compañía de un niño, huérfano a causa de un alzabo. Más tarde, en una ciudad desierta, la Garra revive a un hombre que había sido enemigo del Conciliador. El niño muere, pero Severian mata al hombre, reparando de este modo una antigua deuda de venganza. Severian se une entonces a las gentes de las islas flotantes, y los ayuda a atacar el castillo donde volverá a encontrarse con Calveros y el doctor Talos.

Gene Wolfe: другие книги автора


Кто написал La espada del Lictor? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

La espada del Lictor — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La espada del Lictor», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

De sus brazos mi imaginación viajó a los lugares donde tal vez se las encontrase, solitarias cabañas acurrucadas junto a manantiales de montaña, ocultas yurtas aisladas entre pastizales altos. Pronto la idea de las montañas llegó a intoxicarme tanto como una vez, antes de que el maestro Palaemon me revelara la localización correcta de Thrax, me había intoxicado la idea del mar. Qué gloriosos son ellos, los impertérritos ídolos de Urth, tallados con herramientas inexplicables en una edad inconcebiblemente antigua, lúgubres cabezas que aún se alzan sobre el contorno del mundo coronadas con mitras, tiaras, diademas rociadas de nieve, cabezas de ojos enormes como ciudades, figuras de hombros envueltos en bosques.

Así, disfrazado con la insípida chilaba de un burgués, me abrí camino a codazos por calles atiborradas de humanidad y rezumantes de olor a estiércol y a cocina, con la imaginación llena de visiones de piedra colgante, de arroyos de cristal como collares.

Pienso que Thecla habrá sido llevada al menos a las estribaciones de esas cumbres, sin duda para escapar al calor de algún verano particularmente tórrido; pues muchas de las escenas que me brotaban en la mente (por voluntad propia, al parecer) eran de cariz notablemente infantil. Vi plantas enamoradas de la roca cuyas flores virginales se me presentaban con una inmediatez que ningún adulto alcanza sin ponerse de rodillas; abismos que parecían no sólo pavorosos sino chocantes, como si su existencia desafiara las leyes de la naturaleza; picos tan altos que parecían literalmente no tener cima, como si el mundo entero hubiera estado cayendo eternamente de un cielo inimaginable, que aún no había soltado esas montañas.

Al fin llegué al castillo de Acies, tras haber recorrido casi toda la ciudad de un extremo a otro. Allí revelé mi identidad a los guardianes de la puerta trasera y se me permitió entrar y subir a lo alto de la torre principal, tal como una vez había subido a nuestra Torre Matachina antes de separarme del maestro Palaemon.

Aquella vez, al subir allí a despedirme del único lugar que había conocido, había estado en uno de los puntos más encumbrados de la Ciudadela, que a su vez descansa en la cumbre de una de las elevaciones más altas de toda el área de Nessus. La ciudad se había extendido ante mí hasta los límites de la visión, atravesada por el trazo del Gyoll, como el rastro verde de una babosa en un mapa; yo había divisado incluso la Muralla en algunos puntos del horizonte, y en ninguna parte yo había estado a la sombra de alguna cumbre muy superior a la mía.

Aquí la impresión era muy diferente. Estaba montado sobre el Acis, que corría hacia mí saltando en una serie de escalones rocosos, todos dos o tres veces más altos que un árbol grande. Pulverizado en una blancura espumosa que centelleaba bajo el sol, desaparecía por debajo de mí para reaparecer como una cinta de plata que corría a través de una ciudad tan limpiamente contenida en su hendedura como una de esas aldeas de juguete que yo (pero era Thecla) recordaba haber recibido dentro de una caja en un cumpleaños.

Y sin embargo, por así decir, estaba en el fondo de un tazón. Por todos lados se alzaban muros de piedra, de modo que mirar uno cualquiera era creer, por un momento al menos, que mediante la multiplicación de números imaginarios algún hechicero había tergiversado la gravedad doblegándola en ángulo recto, y la altura que yo veía era en realidad la superficie rasa del mundo.

Durante una guardia o más, creo, estuve contemplando esas paredes, y recorrí las delgadas líneas de las cascadas que en limpio y atronador romance se precipitaban a reunirse con el Acis, y miré las nubes atrapadas que parecían apretarse blandamente contra esas laderas inflexibles como ovejas aturdidas y consternadas entre rediles de piedra.

Luego acabaron por fatigarme la magnificencia de la montaña y mis sueños de cumbres; o, más que fatigarme, me marearon hasta que la cabeza me dio vueltas, y tuve la impresión de ver las cimas aun con los ojos cerrados, y sentí que aquella noche, y muchas noches más, caería en sueños por sus precipicios, o me aferraría con dedos ensangrentados a las desesperantes paredes.

Luego me volví con ahínco hacia la ciudad y me tranquilicé con la visión de la atalaya de la Víncula, ahora un cubo muy modesto, cementado a un risco que era poco más que una arruga entre las incalculables olas de piedra que lo rodeaban. Observé los cursos de las calles principales, buscando (como en un juego, para despejarme tras la larga contemplación de las montañas) identificar aquéllas por las que había pasado para llegar al castillo, y observar desde la nueva perspectiva los edificios y mercados que había visto en el camino. Saqueé con la mirada los bazares, y descubrí que había dos, uno a cada lado del río; y marqué de nuevo los mojones familiares que había aprendido a reconocer desde la Vincula: el coliseo, el panteón y el palacio del arconte. Luego, cuando todo lo que había visto desde el suelo quedó confirmado desde el punto panorámico, y sentí que comprendía la relación espacial del lugar en donde estaba con lo que ya conocía del plano de la ciudad, empecé a explorar las calles secundarias, atisbando los tortuosos senderos que subían a los peñascos superiores y sondeando estrechos callejones que a menudo no parecían sino meras bandas de oscuridad entre edificios.

Siguiéndolos, mi vista volvió a dar con las márgenes del río, y empecé a estudiar los sitios de desembarco y, los depósitos, y hasta las pirámides de toneles y cajas y fardos que esperaban ser embarcados en alguna nave. Ahora el agua ya no tenía espuma, salvo cuando los muelles la obstruían. Era casi de color añil, y como las sombras de color añil que se ven al anochecer en un día de nevada, parecía resbalar silenciosamente, sinuosa y glacial; pero el movimiento de los presurosos caiques y las cargadas falucas mostraba cuánta turbulencia escondía la superficie lisa, pues las embarcaciones más grandes movían los baupreses como esgrimidores inquietos, y a veces todas giraban poniéndose de lado mientras los remos luchaban contra los rápidos remolinos.

Cuando agoté todo lo que había río arriba, me incliné sobre el parapeto para observar el trecho de corriente más cercano y un embarcadero que no estaba a más de cien pasos de la puerta posterior del castillo. Mirando a los estibadores que se afanaban por descargar una de las angostas barcas, vi cerca de ellos, inmóvil, una diminuta figura de pelo brillante.

Al principio creí que era una niña, tan pequeña parecía comparada con los corpulentos peones casi desnudos; pero era Dorcas, sentada justo al borde del agua con la cara entre las manos.

III — A la puerta de la choza

Guando llegué hasta Dorcas no la pude hacer hablar. No era simplemente que estuviera enfadada conmigo, aunque entonces lo pensé. El silencio la había atacado como una enfermedad, no dañándole la lengua y los labios sino incapacitándole la voluntad de usarlos y acaso hasta el deseo, del mismo modo que ciertas infecciones destruyen nuestro deseo de placer o aun la comprensión de la alegría ajena. Si no le alzaba la cara hacia mí, no miraba nada; clavaba los ojos en la tierra bajo sus pies, creo que sin siquiera verla, o se cubría la cara con las manos, como estaba haciendo cuando la vi.

Yo quería hablarle, convencido —entonces— de que podría decir algo, aunque no sabía qué exactamente, que la devolviera a sí misma. Pero eso era imposible en el muelle, con los estibadores mirándonos, y por un rato no logré encontrar ningún sitio a donde llevarla. En una calleja cercana que había empezado a subir por la falda oriental del río, vi el cartel de una posada. En la estrecha sala común había parroquianos comiendo, pero por unos pocos aes pude alquilar un cuarto en el piso de arriba, un lugar sin más muebles que una cama ni espacio para otra cosa, con el techo tan bajo que en un lado yo no podía estar de pie. La dueña pensó que lo alquilábamos para una cita, cosa harto natural dadas las circunstancias; pero también pensó, por la desesperada expresión de Dorcas, que yo tenía algún poder sobre ella o se la había comprado a una alcahueta, y le ofreció una candente mirada de comprensión, que no creo que ella notara, y a mí una de reproche.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La espada del Lictor»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La espada del Lictor» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Отзывы о книге «La espada del Lictor»

Обсуждение, отзывы о книге «La espada del Lictor» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.