Ursula Le Guin - En el otro viento

Здесь есть возможность читать онлайн «Ursula Le Guin - En el otro viento» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 2003, ISBN: 2003, Издательство: Minotauro, Жанр: Фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

En el otro viento: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «En el otro viento»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Al hechicero Aliso le aterra conciliar el sueño, pues hacerlo significa trasladarse a la tierra de los muertos para encontrarse con su esposa. Ella falleció muy joven y desea tanto regresar a él que lo besó a través del bajo muro de piedra que separa nuestro mundo de la Tierra Seca, donde la hierba está marchita, las estrellas, siempre quedas, y los amantes se cruzan sin reconocerse. Cada noche, los muertos atraen a Aliso hacia ellos para, a través de él, liberarse e invador Terramar.
Desesperado, Aliso acude al antiguo Archimago Gavilán, quien le indica que parta a Havnor en busca de Tenar, Tehanu y el joven Rey Lebannen. Todos juntos e Irian, el dragón de ojos color ámbar capaz de transformarse en una mujer, viajarán al Bosquecillo Inmanente, en Roke, pues la incursión de los muertos no es el único peligro que amenaza Terramar: los dragones han regresado y, después de siglos de paz, reclaman lo que creen les pertenece…
La célebre saga iniciada con Un Mago de Terramar continúa en esta conmovedora historia de poderosa belleza repleta de magia, amor y fantasía.

En el otro viento — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «En el otro viento», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Lebannen echó un vistazo al saludo y a las primeras líneas de la carta y luego leyó en voz alta:

—«Aliso de Taon, quien te lleva esta carta, es llamado en sueños y en contra de su propia voluntad, desde esa tierra que tú y yo atravesamos una vez juntos. Te hablará de sufrimiento en donde el sufrimiento es pasado y de cambio en donde nada cambia. Cerramos la puerta que Cob abrió. Ahora tal vez el propio muro tenga que caer. Ha estado en Roke. Sólo Azver le escuchó. Mi señor el Rey le escuchará y actuará como lo dicte la sabiduría y lo requiera la necesidad. Aliso lleva consigo mi honor y mi obediencia de toda la vida a mi señor el Rey. También mi honor y mi estima de toda la vida para mi querida Tenar. También un mensaje hablado de mi parte para mi adorada hija Tehanu.» Y la firma con la Runa de la Garra. —Lebannen levantó la vista de la carta, miró a Aliso a los ojos y le sostuvo la mirada—. Cuéntame cuál es tu sueño —le pidió.

Así que una vez más Aliso contó su historia.

La contó brevemente y no muy bien. Aunque había estado al cuidado de Gavilán, el antiguo Archimago se vestía, parecía y vivía como un viejo aldeano o granjero, un hombre de la misma clase y reputación que Aliso, y esa simplicidad había vencido toda timidez superficial. Pero por muy amable y cortés que pudiera ser el Rey, parecía el Rey, se comportaba como el Rey, era el Rey, y para Aliso esa distancia era insuperable. Se apresuró a contar la historia con la mayor rapidez y lo mejor que pudo, y al terminar se sintió aliviado.

Lebannen le hizo algunas preguntas. Lirio y luego Alcatraz habían tocado ambos una vez a Aliso, ¿y desde entonces nunca más? ¿Y el tacto de Alcatraz le había quemado la mano?

Aliso mostró su mano. Las marcas eran casi invisibles por debajo del bronceado de casi un mes bajo los rayos del sol.

—Creo que la gente del muro me tocaría si me acercara a ellos —dijo.

—Pero ¿te mantienes alejado de ellos?

—Así lo he hecho, sí.

—¿Y no son personas que hayas conocido?

—A veces creo que conozco a uno u otro.

—Pero ¿nunca ves a tu esposa?

—Hay tantos, señor. A veces pienso que ella está allí. Pero no puedo verla.

Hablar acerca de todo aquello hacía que lo sintiera cerca, demasiado cerca. Notó cómo el miedo brotaba en él una vez más. Pensó que las paredes de aquel salón podían desaparecer y el cielo del atardecer y la cumbre flotante de la montaña esfumarse como una cortina que se aparta, para dejarlo de pie en donde siempre estaba, en una colina oscura junto a un muro de piedras.

—Aliso.

Levantó la mirada, temblando, la cabeza le daba vueltas. El salón parecía luminoso, el rostro del Rey, fuerte y vivo.

—¿Te quedarás aquí, en palacio?

Era una invitación, pero Aliso solamente pudo asentir con la cabeza, aceptándola como una orden.

—Bien. Haré lo necesario para que entregues el mensaje que traes para Tehanu mañana. Y sé que la Dama Blanca deseará hablar contigo.

Aliso hizo una reverencia. Lebannen dio media vuelta y comenzó a alejarse.

—Señor…

Lebannen se volvió.

—¿Puedo tener a mi gato conmigo?

Ni un atisbo de sonrisa, ni una burla:

—Por supuesto.

—Señor, ¡lamento de todo corazón traer noticias que os molesten!

—Cualquier palabra de parte del hombre que te ha enviado es una bendición para mí y para su portador. Y prefiero tener malas noticias de un hombre honesto que mentiras de un adulador —dijo Lebannen, y Aliso, al percibir en aquellas palabras el verdadero acento de sus islas natales, se sintió un poco más animado.

El Rey salió del salón, y en seguida un hombre asomó la cabeza por la puerta por la que había entrado Aliso.

—Os llevaré hasta vuestra habitación, si sois tan amable de seguirme, señor —le dijo. Era solemne, mayor, e iba bien vestido, y Aliso lo siguió sin tener idea de si se trataba de un noble o de un sirviente, y por lo tanto no se atrevió a preguntarle nada acerca de Tirón. En el salón anterior a aquel en el que había conocido al Rey, los oficiales, los guardias y los ujieres habían insistido mucho en que dejara su cesta con ellos. Ya había sido observada con sospecha e inspeccionada con desaprobación por diez o quince oficiales. Había explicado diez o quince veces que llevaba al gato con él porque no tenía ningún sitio en la ciudad donde dejarlo. La antesala en la que se había visto obligado a dejar la cesta con el gatito estaba ya bastante lejos de donde se encontraba ahora, y no había visto la cesta allí cuando la atravesaron, y ahora nunca la encontraría. Quedaba a más de medio palacio de distancia, corredores, vestíbulos, pasillos, puertas…

Su guía hizo una reverencia y lo dejó en una habitación pequeña y hermosa, con las paredes llenas de tapices, el suelo lleno de alfombras, una silla de asiento bordado, una ventana que daba al puerto, una mesa sobre la que había un cuenco con frutas de verano y un cántaro con agua. Y la cesta del gatito.

La abrió. Tirón salió de ella con mucha calma, indicando su familiaridad con los palacios. Se estiró, olfateó los dedos de Aliso a modo de saludo, y recorrió la habitación examinándolo todo. Descubrió un nicho detrás de una cortina con una cama en él y saltó para subirse a ella. Alguien golpeó la puerta con discreción. Un joven entró con una caja de madera larga, plana, pesada y sin tapa. El hombre le hizo una reverencia a Aliso, murmurando: —Arena, señor. —Colocó la caja en el rincón más alejado del nicho, hizo otra reverencia y se fue.

—Bueno —dijo Aliso, sentándose sobre la cama. No tenía la costumbre de hablarle al gatito. Su relación era de silencio, tacto y confianza. Pero tenía que hablar con alguien—. Hoy he conocido al Rey —dijo.

El Rey tenía demasiada gente con la que hablar antes de poder sentarse en su cama. Los más importantes entre esa gente eran los emisarios del Supremo Rey de los kargos. Estaban a punto ya de marcharse, habiendo cumplido con su misión en Havnor, para su propia satisfacción aunque no para la de Lebannen.

Éste había estado esperando la visita de aquellos embajadores como la culminación de años de pacientes propuestas, invitaciones y negociaciones. Durante los diez primeros años de su reinado no había podido lograr absolutamente nada con los kargos. El Dios-Rey en Awabath rechazaba sus ofrecimientos para hacer tratados y comerciar y mandaba a los enviados del Rey Lebannen de regreso sin siquiera haber sido escuchados, declarando que los dioses no hablaban con viles mortales, y aún menos con detestables hechiceros. Pero las proclamaciones de imperio universal divino del Dios-Rey no seguían su lógica si se pensaba en las flotas amenazadas por una miríada de barcos que llevaban guerreros adornados con plumas para invadir el poniente carente de Dios. Incluso los asaltos de los piratas que habían atormentado a las islas más orientales del Archipiélago durante tanto tiempo, habían cesado. Los piratas se habían convertido en contrabandistas, buscaban cambiar todos los productos no autorizados que pudieran sacar de Karego-At por hierro y acero y bronce del Archipiélago, puesto que las tierras kargas tenían muy pocas minas y metales.

Fue con estos comerciantes ilícitos con quienes llegaron las primeras noticias de ascenso del Supremo Rey.

En Hur-at-Hur, la enorme y pobre isla más oriental de las Tierras de Kargad, un señor de la guerra, Thol, que aseguraba ser descendiente de Thoreg de Hupun y del Dios Wuluah, se había nombrado a sí mismo Supremo Rey de esa tierra. Después había conquistado Atnini, y luego, con una flota y un ejército invasor proveniente tanto de Hur-at-Hur como de Atnini, había logrado dominar la rica isla central, Karego-At. Mientras sus guerreros luchaban para abrirse camino hasta Awabath, la capital, la gente de la ciudad se sublevaba contra la tiranía del Dios-Rey. Mataron a los sumos sacerdotes, sacaron a los burócratas de los templos, abrieron las puertas de par en par, y dieron la bienvenida al Rey Thol al trono de Thoreg con pancartas y bailando en las calles.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «En el otro viento»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «En el otro viento» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «En el otro viento»

Обсуждение, отзывы о книге «En el otro viento» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x