– No, yo no -dijo Kvothe-. Cob tiene razón: no son buenos tiempos para ser valiente. -Le hizo una seña a Cronista para que cogiera la pluma-. Sin embargo, también yo pienso que ojalá hubiera sido más valiente y Shep estuviera ahora en su casa besando a su joven esposa.
Vino y sangre
Al final Wil y Sim me apartaron del cálido abrazo del Archivo. Me resistí y los maldije, pero ellos se mostraron firmes en sus convicciones, y los tres juntos afrontamos el frío viento que soplaba en el camino de Imre.
Llegamos al Eolio y conseguimos una mesa cerca de la chimenea del lado este, desde donde veíamos el escenario y manteníamos la espalda caliente. Después de un par de copas, noté que mi ansia de libros se reducía a un dolor sordo. Charlamos, jugamos a cartas y al final empecé a pasarlo bien pese a saber que Denna debía de andar por algún sitio cogida del brazo de Ambrose.
Al cabo de unas horas estaba repantigado en mi silla, amodorrado y caliente por efecto del fuego de la chimenea, mientras Wil y Sim discutían sobre si el gran rey de Modeg era de verdad un monarca reinante o solamente una figura decorativa. Me había quedado casi dormido cuando oí el fuerte golpe de una botella en nuestra mesa, seguido del delicado tintineo de unas copas de vino.
Denna estaba de pie junto a nuestra mesa.
– Seguidme la corriente -urgió en voz baja-. Me estabais esperando. Llego tarde y estáis enfadados.
Me enderecé, adormilado, y parpadeé varias veces intentando despejarme.
Sim aceptó el reto sin titubear.
– Llevamos más de una hora aquí -dijo frunciendo el ceño con expresión severa. Golpeó firmemente la mesa con dos dedos-. No creas que esto se arregla invitándome a una copa. Exijo una disculpa.
– No ha sido solo culpa mía -dijo Denna, mostrándose debidamente abochornada. Giró la cabeza y apuntó hacia la barra.
Me volví temiendo ver a Ambrose allí de pie, mirándome con aire de suficiencia con su maldito sombrero. Pero solo era un ceáldico medio calvo. Nos hizo una extraña y breve inclinación de cabeza, a medio camino entre un saludo y una disculpa.
Sim lo miró con mala cara, se volvió hacia Denna y, a regañadientes, señaló la silla vacía que yo tenía delante.
– Está bien. Y ¿qué? ¿Vamos a jugar a esquinas o no?
Denna se sentó en la silla, de espaldas a la sala. Luego se inclinó y besó a Simmon en la frente.
– Perfecto -dijo.
– Yo también he puesto cara de pocos amigos -protestó Wilem.
Denna le acercó la botella.
– Y como recompensa, puedes servirnos el vino. -Nos puso una copa delante a cada uno-. Es un regalo de mi obstinado pretendiente. -Dio un suspiro de hastío-. Qué manía, siempre tienen que regalarte algo. -Me estudió con ojos pensativos-. Estás muy callado.
– No esperaba verte esta noche -dije pasándome una mano por la cara-. Me has pillado a punto de quedarme dormido.
Wilem sirvió el vino de color rosa pálido y nos pasó las copas mientras Denna examinaba el grabado de la parte superior de la botella.
– Cerbeor -caviló Denna-. Ni siquiera sé si es de una añada decente.
– No, no lo es -dijo Simmon con naturalidad al coger su copa-. El Cerbeor es de Atur. En sentido estricto, solo los vinos de Vintas tienen añada. -Dio un sorbo.
– Ah, ¿sí? -pregunté observando mi copa.
Sim asintió y explicó:
– Es un mal uso muy habitual de la palabra.
Denna dio un sorbo y asintió para sí.
– Pues está bueno -dijo-. ¿Sigue en la barra?
– Sí -confirmé sin mirar.
– En ese caso -dijo sonriendo-, me temo que tendréis que aguantarme.
– ¿Has jugado alguna vez a esquinas? -preguntó Sim, esperanzado.
– No, pero aprendo deprisa -respondió Denna.
Sim le explicó las reglas con alguna ayuda de Wil y mía. Denna hizo algunas preguntas muy oportunas, demostrando que había entendido lo esencial del juego. Me alegré. Como estaba sentada enfrente de mí, le correspondía ser mi pareja.
– ¿Cuántas manos tiene la partida? -preguntó.
– Eso depende -contestó Wil-. A veces jugamos una sola mano. Otras, un set.
– Muy bien, pues entonces un set -propuso Denna-. ¿Cuánto?
– Podemos hacer un set de prueba -dijo Sim apartándose el cabello de los ojos-. Como estás aprendiendo y eso.
Denna entrecerró los ojos.
– No necesito ningún trato especial. -Se metió una mano en el bolsillo y sacó una moneda que puso encima de la mesa-. ¿Una iota es demasiado para vosotros, chicos?
Para mí era demasiado, sobre todo con una pareja que no había jugado nunca.
– Ten cuidado con esos dos -dije-. Juegan a muerte, y se te quedarán hasta la sangre.
– La verdad -intervino Wilem- es que yo no quiero la sangre para nada, así que juego por dinero. -Hurgó en su bolsa de dinero hasta que encontró una iota y la puso encima de la mesa con aire decidido-. Estoy dispuesto a jugar una mano de prueba, pero si a ella le parece insultante, le daré una paliza y me llevaré todo lo que ponga encima de la mesa.
– Así me gusta, Wil -dijo Denna con una sonrisa.
La primera mano nos fue bastante bien. Denna perdió una baza, pero de todas formas no habríamos podido ganar, porque teníamos unas cartas muy malas. Pero en la segunda mano se equivocó al declarar. Sim la corrigió, y ella se aturulló y sacó una carta demasiado alta. Luego salió sin querer cuando no era su turno; no fue un error grave, pero salió con la jota de corazones, revelando a todos qué clase de baza tenía. Ella también se dio cuenta, y la oí mascullar algo claramente impropio de una dama.
Wil y Sim, fieles a su palabra, jugaron sin piedad para aprovecharse de la situación. Con las cartas tan malas que yo tenía en la mano, no podía hacer gran cosa más que quedarme sentado viendo cómo ellos ganaban las dos bazas siguientes y empezaban a acorralar a Denna como lobos hambrientos.
Pero no pudieron con ella. Hizo un truco de cartas muy inteligente, y luego sacó el rey de corazones, lo cual no tenía ningún sentido porque anteriormente había intentado salir con la jota. A continuación, además, sacó el as.
Comprendí que su torpeza era fingida un poco antes que Wil y Sim. Conseguí disimular hasta que vi esa revelación reflejada en el rostro de mis amigos. Entonces me eché a reír.
– No seas tan creído -me dijo Denna-. A ti también te he engañado. Cuando he mostrado la jota, parecía que fueras a desmayarte. -Se tapó la boca con una mano y abrió mucho los ojos fingiendo inocencia-. ¡Ay, nunca he jugado a esquinas! ¿Podéis enseñarme? ¿Es verdad que a veces se juega por dinero?
Denna puso otra carta en la mesa y recogió la baza.
– ¡Por favor! Deberíais alegraros de que solo vaya a daros un cachete en la mano en lugar de desplumaros, que es lo que os merecéis.
Jugó el resto de la mano implacablemente, y nos dio una ventaja tan sólida que el resto del set fue un puro trámite. Después de eso, Denna no volvió a perder ninguna baza, y jugó con una astucia que hacía que a su lado Manet pareciera un caballo de carga.
– Ha sido una partida muy instructiva -dijo Wil al mismo tiempo que deslizaba su iota hacia Denna-. Creo que necesitaré lamerme un poco las heridas.
– Por la credulidad de los bien educados -brindó Denna alzando su copa.
Entrechocamos nuestras copas con la suya y bebimos.
– ¿Dónde os escondéis últimamente? -nos preguntó entonces-. Llevaba casi dos ciclos buscándoos.
– ¿Y eso? -preguntó Sim.
– Vosotros dos también estudiáis en la Universidad, ¿verdad? -preguntó Denna dirigiendo una mirada calculadora a mis amigos-. En esa especial donde enseñan magia.
– Así es -confirmó Sim-. Estamos hasta los topes de secretos arcanos.
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