Jean Rabe - Redención

Здесь есть возможность читать онлайн «Jean Rabe - Redención» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Redención: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Redención»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

¿Existe la redención para un héroe caído o no hay marcha atrás? Poseído por la maldición de una escama de dragón, Dhamon Fierolobo teme la muerte y el poder insidioso de sus propios demonios. En una carrera contra el tiempo y el destino a través de Ansalon, Dhamon busca compensar sus pasados errores. En su camino se cruzan agentes de un misterioso dragón: si no consigue vencerlos, es posible que pierda su alma.

Redención — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Redención», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—Perdonadme —dijo Dhamon—; mis amigos y yo necesitamos encontrar pasaje en un barco. Un barco de pesca serviría. —Agitó la bolsa de monedas para que pudieran oír el tintineo del dinero.

Dos de los jóvenes se encogieron de hombros, pero el situado en el centro depositó la vara en el suelo y se puso en pie. Se limpió las manos en los pantalones y miró a la playa.

—Todos los barcos han desaparecido. Los desguazaron y los convirtieron en casas —explicó.

Dhamon recordó al instante los edificios hechos a base de cascos de barcos.

—¿Todos ellos?

—Tal y como iban llegando, la gente del pueblo venía y los desguazaba.

—¿Y los marineros les dejaron hacerlo?

El joven se detuvo para reflexionar.

—Los marineros no tenían alternativa, diría yo. Claro está que los marineros no protestaron durante mucho tiempo. Se quedaron en la ciudad. No tenían otro sitio al que ir, en mi opinión. Algunos incluso viven en sus viejos barcos.

Dhamon sintió que se le encendía el rostro, cómo la rabia, la frustración y el miedo crecían en su interior, al mismo tiempo que una docena de preguntas se formaban en su mente. No sabía qué preguntar primero, pero el joven le echó una mano.

—Verás, la gente que viene a El Remo de Bev… no se marcha jamás.

—Bueno, pues nosotros nos vamos —le respondió Dhamon—. Ragh, Fiona y yo nos vamos ahora.

—No lo creo, señor. La noticia de vuestra presencia ha corrido por todo el pueblo. Tenéis nombres, y eso os hace realmente importantes. Me alegro de que os unáis a nosotros, pues tengo entendido que nos vais a enseñar cosas del mundo.

—No nos vamos a unir a vosotros. —Dio media vuelta y corrió en dirección a la orilla, los pies golpeando con fuerza sobre los tablones—. ¡Ragh! —gritó—. ¡Fiona!

El draconiano y la dama alzaron la vista, luego los dos se volvieron en dirección opuesta, de cara a la ciudad, atraída la atención por la muchedumbre que se había materializado allí de repente, encabezada por el alcalde y su ayudante.

—¡Por la memoria de la Reina de la Oscuridad! —maldijo Dhamon.

Saltó del muelle a la arena justo en el momento en que la multitud envolvía a sus dos camaradas. La dama era alta, y sobresalía por encima de muchos de los aldeanos, pero en cuestión de minutos Dhamon ya no pudo ver su cabeza, pues habían conseguido arrollarla merced a su superioridad numérica.

El draconiano resistía, soltándose con brusquedad de los que querían sujetarlo y arrojándolos luego violentamente contra el suelo. Dhamon alcanzó la muchedumbre, aunque se sentía reacio a empuñar un cuchillo, ya que no había visto ni una sola arma desde su llegada.

—¡Maldita sea la idea que tuve de venir aquí! —maldijo, mientras se abría paso entre la masa de gente y encontraba a Fiona sin sentido y en los brazos del ayudante del alcalde.

Era evidente que la mujer se había resistido, ya que los dos aldeanos más próximos lucían labios y narices partidos, pero ni siquiera ella había podido resistir su superioridad numérica. La habían herido, y la sangre manaba de un corte en la parte superior del brazo, empapando la manga de la blusa nueva. Los antes amistosos ciudadanos se habían transformado en una turba, y sintió el martilleo de sus puños en la espalda.

—¡Debéis quedaros! —le gritó alguien—. Tenéis que enseñarnos.

Hizo caso omiso de los golpes y arrancó a la solámnica de las manos del hobgoblin, que empezó a arañarlo como protesta. Tras sujetar a la mujer contra el pecho con un brazo, bajó la mano libre y sacó el cuchillo.

—¡Atrás! —gritó, a la vez que blandía el arma—. Estáis todos locos, atrás…

La turba aumentó en número y cerró más el círculo, y el hobgoblin se agachó y hundió los dientes en el costado de Dhamon, que cambió de posición la mano que sujetaba el cuchillo y lanzó la hoja hacia abajo aunque sólo consiguió arañar el hombro del hobgoblin. Volvió a levantar el arma pero no encontró espacio para maniobrar. El aire era caliente debido al amontonamiento de cuerpos, impregnado de olor a sudor y a sangre, denso por el zumbido de las voces. Desde algún punto, Dhamon oyó que el draconiano lo llamaba.

Parecía haber al menos cincuenta o sesenta personas. Tal vez la ciudad entera había acudido allí. Dhamon distinguió a la corpulenta posadera que los había alimentado con tanta amabilidad aquella misma mañana, a la costurera que los había vestido, al sanador que se había ocupado de las heridas de Fiona. Este último era el único que parecía mantenerse al margen. Finalmente, descubrió a Ragh, que asestaba zarpazos a diestro y siniestro. Dhamon no tenía la intención de matar a ninguna de aquellas personas desarmadas, pero tampoco estaba dispuesto a permitir que lo capturaran y encarcelaran; y desde luego no pensaba permanecer en aquel condenado pueblo de rostros sin nombre.

Bajo una lluvia de puñetazos sobre su espalda y de patadas contra sus piernas, Dhamon consiguió liberar un brazo y hundió el cuchillo al frente y abajo, en el estómago del ayudante del alcalde.

—¡He dicho todo el mundo atrás!

El hobgoblin cayó de rodillas. Dhamon extrajo el arma y la clavó en un hombre de ojos hundidos y cansados. Unas manos forcejearon con la suya, y una serie de dedos consiguieron abrirle los suyos. Alguien le arrebató el cuchillo.

—¡No lo matéis! ¡No podrá enseñarnos si lo matáis!

—¿Está bien la muchacha? ¡Qué alguien me diga si la muchacha está bien!

—¡No uséis el cuchillo! ¡No les hagáis daño!

—¡Dejadnos marchar! —chilló Dhamon.

Cayó al frente, golpeado en la parte posterior de las rodillas con un tablón, y antes de que consiguiera recuperar el equilibrio, se vio empujado sobre Fiona. Sintió el peso de cuerpos que se amontonaban encima del suyo, y aunque su fuerza era extraordinaria, no fue suficiente para conseguir librarse de toda aquella gente.

Oyó rugir a Ragh, la respiración ronca de los que se encontraban más cerca de él, y también una voz conocida.

—¡Dhamon Fierolobo! —gritó el alcalde—. ¡Deja de resistirte! ¡No queremos haceros daño! ¡Solo queremos que os quedéis!

Intentó responder, pero le empujaron el rostro contra la arena, y su pecho se aplastó contra el cuerpo de Fiona. El olor de la sangre de la mujer y el de otros aromas sudor, perfumes, miedo resultaban agobiantes. Pensó en Riki y en el niño, y buscó en lo más profundo de su ser para reunir todas sus fuerzas por aquella criatura que necesitaba desesperadamente ver.

Durante un momento sintió esperanzas, notó cómo los brazos se tensaban, dejaban espacio a Fiona y levantaban a las personas que tenía encima. Pero ni siquiera sus músculos consiguieron sostener tan impresionante peso, y se desplomó sobre la solámnica, sin aliento.

Cuando despertó era de noche y la cabeza le martilleaba terriblemente. La luz de las estrellas se filtraba a través de una ventana estrecha y elevada. Se hallaba solo en una celda; Fiona y Ragh estaban en otro calabozo situado frente al suyo. La mujer llevaba un brazo vendado, y le habían puesto una nueva capa de pasta curativa en el rostro y el cuello. Estaba sentada sobre su fardo de ropas, inmóvil, pero tenía los ojos abiertos aunque sin expresión.

—¿Cómo está? —le preguntó Dhamon, señalando a Ragh.

—Vivo. Duerme.

Dhamon vio que el pecho del draconiano estaba cubierto de cortes, y la pierna vendada en dos lugares; la respiración del sivak era entrecortada.

En un principio, Dhamon se sorprendió de haber estado sin sentido tantas horas. Al comprobar las heridas sufridas, los dedos palparon nuevas escamas bajo las ropas; la pierna izquierda estaba cubierta casi por completo ya, y tenía algunas en los brazos. Se sentía algo febril y sospechó que había padecido otro ataque menor provocado por la escama, y que ése había sido el auténtico motivo de que permaneciera inconsciente tanto tiempo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Redención»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Redención» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Redención»

Обсуждение, отзывы о книге «Redención» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x