• Пожаловаться

Stephen Baxter: Las naves del tiempo

Здесь есть возможность читать онлайн «Stephen Baxter: Las naves del tiempo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, год выпуска: 1996, ISBN: 84-406-6788-4, издательство: Ediciones B, категория: Альтернативная история / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Stephen Baxter Las naves del tiempo

Las naves del tiempo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Las naves del tiempo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El Viajero del tiempo de H.G. Wells despierta en su casa de Richmond la mañana posterior al retorno de su primera partida al futuro. Apesadumbrado por haber dejado a Weena en manos de los Morlock, decide realizar un segundo viaje al año 802.701 para rescatar a su amiga Eloi. Pero al entrar en un futuro distinto y radicalmente cambiado, el Viajero se ve irremediablemente atado a las paradójicas complejidades del desplazamiento a través del tiempo. Acompañado por un Morlock, se encontrará consigo mismo, para ser detenido después por un grupo de viajeros temporales procedentes de un 1938 en el cual Inglaterra lleva 24 años en guerra con Alemania... Una novela sorprendente, repleta de aventuras y especulaciones que ha pretendido, con éxito, homenajear y reexaminar La máquina del tiempo de H.G. Wells.

Stephen Baxter: другие книги автора


Кто написал Las naves del tiempo? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Las naves del tiempo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Las naves del tiempo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Pero entonces —después de un intervalo que no pude medir— percibí que no estaba solo.

La forma surgió contra la luz de las estrellas, como si hubiesen colocado una lámina de linterna mágica frente a mí. Comenzó siendo una simple sombra contra el brillo universal —al principio ni siquiera estaba seguro de que hubiese algo ahí, exceptuando las proyecciones de mi imaginación desesperada—, pero finalmente ganó una cierta solidez.

Era una bola, aparentemente de carne, colgando en el espacio, al igual que yo, sin soporte. Estimé que estaba a ocho o diez pies de mí (donde y como estuviese yo) y quizá tenía cuatro pies de ancho. Le colgaban tentáculos. Oí un sonido suave y burbujeante. Tenía un pico de carne, no tenía agujeros de la nariz, y dos enormes párpados se recogían como cortinas para revelar ojos —¡ojos humanos!— que se fijaron en mí.

Por supuesto, lo reconocí; era una de las criaturas que había denominado Observadores , aquellas enigmáticas visiones que me visitaban durante mis viajes en el tiempo.

La cosa se deslizó hacia mí. Tenía los tentáculos en alto, y vi que los dedos eran articulados y formaban dos grupos, como manos alargadas y distorsionadas. Los tentáculos no eran lacios y sin hueso, como los de un calamar, sino que tenían múltiples articulaciones y parecía que acababan en uñas o pezuñas, de hecho, se parecían bastante a dedos.

Fue como si me cogiese. Nada de esto puede ser real —pensé desesperadamente— porque yo ya no era real, ¿no? Yo era un punto de conciencia; no había nada de mí que pudiese ser cogido de esa forma…

Y sin embargo me sentí acunado por él, extrañamente seguro.

El Observador aparecía inmenso ante mí. Su piel era suave y estaba cubierta de un vello fino; los ojos eran inmensos —de color azul cielo—, con toda la hermosa complejidad de los ojos humanos, e incluso ahora podía olerlo ; emitía un ligero aroma animal, como de leche, pensé. Me sorprendió cuán humano era. Eso puede que les parezca extraño, pero allí —tan cerca de la bestia, y suspendido en medio de aquella inmensidad sin estructura— sus puntos en común con la forma humana eran más impresionantes que sus increíbles diferencias. Me convencí de que era humano: quizá tremendamente distorsionado por el paso del tiempo evolutivo, pero de alguna forma cercano a mí.

Pronto el Observador me soltó, y sentí que flotaba alejándome.

Parpadeó; oí el lento susurro de sus párpados. Recorrió con la vista el cielo uniforme, como si buscase algo. Con el más suave de los murmullos, se alejó de mí. Se volvió al hacerlo y los tentáculos colgaron tras él.

Durante un momento sentí una punzada de pánico —porque no tenía deseos de quedar varado otra vez con mi única compañía en la desolada Perfección óptima—, pero de repente me deslicé tras el Observador. Lo hice sin querer, como una hoja de otoño que es arrastrada por las ruedas de un carruaje.

Ya he mencionado aquellas posibles constelaciones que había visto, brillando en el fondo cubierto de luz del espacio infinito. En aquel momento me parecía que un grupo de estrellas, frente a nosotros, se estaba dispersando, como una bandada de pájaros; mientras que otro detrás de mí (podía variar mi punto de vista) se contraía.

¿Puede ser así?, me pregunté. ¿Puede ser que esté viajando a una velocidad tan enorme que incluso las estrellas mismas se mueven por el campo visual, como postes frente a un tren?

De pronto vinieron volando multitud de partículas de roca, brillando como el polvo bajo la luz; se arremolinaban a mi alrededor, y se perdían de nuevo detrás de mí. Exceptuando ese montón de polvo, no vi planetas, o cualquier otro objeto rocoso, en todo el tiempo que permanecí en la Historia óptima, y me pregunté si el gran calor y la radiación intensa evitarían la formación de planetas a partir de los fragmentos generales.

El universo corría a mi lado más y más rápido, motas apresuradas contra el brillo general.

Las estrellas se hicieron más intensas, y pasaron de ser puntos a ser globos que se precipitaban contra mí, para desvanecerse en un momento a mi espalda.

Nos elevamos y flotamos sobre el plano de una galaxia; era una gigantesca espiral de estrellas cuyos distintos colores brillaban, pálidos y deslucidos, contra el fondo de blancura general. Pero pronto incluso ese inmenso sistema se perdió debajo de mí, ahora convertido en un disco luminoso y giratorio, y al final fue una diminuta mancha de luz incierta, perdida en medio de millones de manchas parecidas.

Y durante todo aquel sorprendente vuelo —deben imaginarlo— tenía ante mí la imagen de los hombros redondos y oscuros del Observador, mientras se balanceaba delante de mí por entre aquella marea de luz, imperturbable ante el paisaje estelar que atravesábamos.

Pensé en las veces que había observado a aquella criatura y sus compañeros. Tenía aquel distante eco de murmullos durante mis primeras expediciones en el tiempo, y entonces mi primera imagen clara de un Observador cuando, bajo la luz del Sol moribundo del futuro, había visto cómo saltaba irregularmente algo parecido a una pelota de fútbol que brillaba por el agua. En ese momento lo consideré un ciudadano de aquel mundo condenado. Más tarde, había tenido aquellas visiones —entrevistas a través del brillo verde de la plattnerita— de Observadores flotando en la máquina mientras yo viajaba en el tiempo.

Ahora sabía que durante mi breve y espectacular carrera como viajero del tiempo había sido seguido —estudiado— por los Observadores.

Los Observadores debían de ser capaces de seguir a voluntad las líneas de Tiempo Imaginario, para atravesar a voluntad las infinitas historias de la multiplicidad con la facilidad con que un buque de vapor atraviesa una corriente; los Observadores habían tomado el tosco dispositivo explosivo de no linealidad creado por los Constructores y lo habían desarrollado hasta la perfección.

Ahora atravesábamos un vacío inmenso —un agujero en el espacio— con paredes formadas por filamentos y planos, hojas de luz compuestas de galaxias y nubes de estrellas sueltas. Incluso allí, a millones dé años luz de la nebulosa estelar más cercana, persistía el baño general de radiación y el cielo a mi alrededor estaba lleno de luz. Y, más allá de las burdas paredes de aquella cavidad, podía distinguir una estructura mayor: podía ver que «mi» vacío era uno entre muchos en un campo mayor de sistemas estelares. Era como si el universo estuviese lleno de algo parecido a la espuma, con burbujas en una masa de brillante material estelar.

Pronto pude apreciar una cierta regularidad extraña en la espuma. Por ejemplo, a un lado el vacío estaba marcado por el plano de una galaxia. Ese plano, de materia mantenida unida con tanta densidad que resplandecía de forma significativamente más brillante que el fondo general, estaba tan claramente definido —tan plano y extenso— que en mi mente se formó la idea de que no se trataba de una situación natural .

Ahora miré con más cuidado. Aquí creí que podía ver otro plano —limpio y bien definido— y allá distinguir una especie de lanza de luz, completamente rectilínea, que parecía cubrir el espacio de lado a lado—, y más allá de nuevo vi un vacío, pero de forma cilíndrica muy bien definida…

El Observador corría ahora frente a mí, sus grupos de tentáculos estaban bañados por la luz de las estrellas y sus ojos estaban abiertos y fijos en mí.

Artificial . La palabra era ineludible; comprendí que la conclusión era tan evidente que tenía que haberlo pensado antes, ¡si no fuese por la escala monstruosa de todo aquello! La Historia óptima era un producto de ingeniería —y aquel artificio debía de ser lo que el Observador quería que entendiese con aquel inmenso viaje.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Las naves del tiempo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Las naves del tiempo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Lisa Gardner: Tiempo De Matar
Tiempo De Matar
Lisa Gardner
Robert Heinlein: Puerta al verano
Puerta al verano
Robert Heinlein
Christopher Priest: La máquina espacial
La máquina espacial
Christopher Priest
Jordi Sierra i Fabra: Sin tiempo para soñar
Sin tiempo para soñar
Jordi Sierra i Fabra
Stephen Baxter: Il secondo viaggio
Il secondo viaggio
Stephen Baxter
Отзывы о книге «Las naves del tiempo»

Обсуждение, отзывы о книге «Las naves del tiempo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.