Arkadi Strugatsky - Ciudad condenada

Здесь есть возможность читать онлайн «Arkadi Strugatsky - Ciudad condenada» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Ciudad condenada: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Ciudad condenada»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El mundo de «Ciudad condenada» es un mundo sobrenatural al que son transportados los protagonistas tras su muerte para formar parte de un enigmático Experimento: en él, todos hablan una lengua común que cada uno identifica como propia. «El Experimento es el Experimento», el leitmotiv que se repite a lo largo de la novela.
El escenario está inspirado en la ciudad de un lóbrego cuadro de Nicholas Roerich cuya topografía es completamente fantástica: una pequeña franja de tierra habitable, limitada al oeste por un abismo por el que los objetos que caen vuelven a aparecer tras un tiempo: al este, un muro inaccesible en cuya base aparecen esporádicamente restos humanos destrozados: al sur, extensas marismas cuyos habitantes ganan lo justo para vivir una vida bañada en alcohol: y en el norte, páramos y ciudades en ruinas donde, más allá, se supone que se encuentra la Anticiudad. El sol se enciende y se apaga a voluntad. Además, existe un Edificio Rojo que aparece en diferentes lugares, que es descrito por diversos testigos pero que siempre se desvanece antes de que las autoridades puedan investigarlo: la gente que cruza su umbral desaparece.

Ciudad condenada — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Ciudad condenada», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

De repente, se oyó un rugido abajo, soltaron unos tacos, algo cayó y rodó con estruendo, y desde la entrada de la casa entró de un salto al círculo de luz un simio totalmente desnudo, de espaldas, que cayó sobre su trasero levantando una nube de polvo, y antes de que tuviera tiempo para apoyar las patas en el suelo, un segundo simio, también desnudo, saltó encima de él como un tigre, y ambos se enzarzaron en una pelea y comenzaron a rodar por los adoquines de la calle, chillando y gruñendo, escupiendo y soltando rugidos, mientras se aporreaban mutuamente con todas sus fuerzas.

Andrei, con una mano clavada en el antepecho, buscaba algo con la otra en su cintura, olvidando que la funda yacía sobre el butacón, pero en ese momento salió de la oscuridad el sargento Fogel como una nube negra y sudorosa impulsada por un huracán, se detuvo encima de los canallas que peleaban, agarró a uno por los cabellos, al otro por la barba, los levantó del suelo y los hizo chocar entre sí con un crujido seco antes de tirarlos uno a cada lado, como cachorros.

—¡Muy bien, sargento! —se oyó la voz del coronel, débil pero firme—. Esta noche, encadene a esos canallas a sus literas, y mañana marcharán todo el día en la vanguardia, aunque no les toque.

—A la orden, señor coronel —replicó el sargento, respirando con dificultad. Miró a la derecha, donde uno de los simios desnudos se revolvía sobre los adoquines con la intención de levantarse, y añadió, inseguro—: Tengo el atrevimiento de informar, señor coronel, que uno de ellos no es de la tropa. Es el cartógrafo Roulier.

Andrei movió la cabeza de un lado a otro para liberar espacio en su garganta.

—El cartógrafo Roulier marchará durante tres días en la vanguardia —gruñó con una voz extraña—, con el equipamiento completo de un soldado. ¡Si se repite la pelea, fusiladlos a ambos de inmediato! —En su garganta, algo se rasgó de manera dolorosa—. ¡Fusilad de inmediato a todos los canallas que se atrevan a pelear! —pronunció, roncamente.

Cuando estuvo sentado detrás del escritorio, volvió en sí. «Quizá sea tarde —pensó, mirando sus dedos temblorosos con expresión obtusa—. Tarde. Debí haberlo hecho antes… ¡Pero vais a ver! ¡Haréis lo que os ordene! Ordenaré que ejecuten a la mitad… yo mismo los fusilaré… pero la otra mitad seguirá el caminito en silencio. ¡Basta! Basta ya. Y a la primera posibilidad, le meteré a Chñoupek una bala en la cabeza. ¡A la primera!»

Buscó a sus espaldas, tomó la funda con el cinturón y extrajo de allí la pistola. El cañón estaba lleno de fango. Intentó manipular el seguro. Al principio se movió con dificultad, llegó a medio camino y se quedó atascado en aquella posición. Demonios, todo estaba enfangado… Al otro lado de la ventana había un silencio total, solo se oían en la distancia los pasos del centinela sobre los adoquines. Alguien se sonó la nariz en el piso de abajo, soltando el aire ruidosamente entre los dientes.

Andrei fue a la puerta y echó un vistazo al pasillo.

—¡Dagan! —llamó, a media voz.

Algo se movió en un rincón. Andrei se estremeció y miró en esa dirección: se trataba del Mudo. Estaba sentado allí, en su pose habitual, con las piernas entrelazadas de manera muy complicada. Sus ojos húmedos brillaban en la oscuridad.

—Dagan —volvió a llamar Andrei, levantando un poco la voz.

—¡Ya voy, sir ! —respondieron desde lo profundo de la casa y se oyeron pasos.

—¿Por qué estás sentado ahí? —le dijo Andrei al Mudo—. Entra en la habitación.

El Mudo, sin moverse, levantó su ancho rostro y lo miró. Andrei regresó al escritorio.

—Limpie mi pistola, por favor —dijo a Dagan cuando metió la cabeza en la habitación después de llamar a la puerta.

—A la orden, sir —dijo Dagan con respeto, tomando la pistola y dando un paso atrás al llegar a la puerta, para permitir la entrada de Izya.

—Ah, una lámpara —dijo este, dirigiéndose directamente a la mesa—. Oye, Andrei, ¿no tendrás otra lámpara por el estilo? Estoy harto de la linterna, hasta me duelen los ojos…

En los últimos días, Izya había adelgazado de modo notable. Los harapos que vestía colgaban de él como de un palo. Y apestaba a macho cabrío. Por cierto, todos apestaban igual. Menos el coronel.

Andrei siguió con la vista a Izya, que sin prestar atención a nadie agarró una silla, se sentó y llevó la lámpara hacia sí. Después sacó de la cintura unos arrugados papeles viejos y comenzó a extenderlos delante de sí. Mientras lo hacía, según su costumbre, daba pequeños saltitos sobre la silla, y sus ojos se deslizaban por los papeles como si intentara leerlos todos a la vez, y a cada rato se pellizcaba la verruga. Le costaba cierto trabajo llegar hasta esa verruga, debido a la espesísima pelambrera rizada que le cubría los pómulos, el cuello y hasta las orejas.

—Oye, ¿por qué no te afeitas? —dijo Andrei.

—¿Para qué? —preguntó Izya, distraído.

—Toda la plana mayor se afeita —repuso Andrei, molesto—. El único que anda como un espantapájaros eres tú.

Izya levantó la cabeza, miró a Andrei durante un rato, mostrando entre la pelambrera sus dientes amarillentos, que no se había cepillado desde mucho tiempo atrás.

—¿Sí? Pero sabes que no soy una persona que goce de prestigio. Mira la chaqueta que llevo.

—Por cierto, podrías remendarla —dijo Andrei mirándola—. Si no sabes, puedes dársela a Dagan.

—Considero que Dagan ya tiene bastante trabajo sin que yo lo moleste… Por cierto, ¿a quién tienes intención de dispararle?

—A quién sea necesario —replicó Andrei, sombrío.

—Vaya, vaya —dijo Izya, y se concentró en la lectura.

Andrei miró el reloj. Eran ya menos diez. Con un suspiro, se agachó debajo de la mesa, palpó hasta encontrar las botas, sacó de ellas los calcetines, endurecidos ya, los olfateó con disimulo, después levantó a la luz el pie derecho y revisó su talón magullado. El arañazo comenzaba a cicatrizar, pero aún le dolía. Torciendo el gesto en anticipación, se puso con cuidado el calcetín petrificado y movió la planta del pie. Su gesto era ahora claramente de dolor, pero agarró la bota. Tras calzarse, se ciñó el cinturón con la funda vacía, se puso la chaqueta y se la abrochó.

—Ahí tienes —dijo Izya, y empujó hacia él por encima de la mesa un montón de papeles en los que había algo escrito.

—¿De qué se trata? —preguntó Andrei, sin interés.

—Papel.

—Ah —Andrei reunió las hojas y se las guardó en el bolsillo de la chaqueta—. Gracias.

Izya había vuelto a concentrarse en la lectura. Leía rápido, como una máquina.

Andrei recordó con cuánto disgusto había aceptado a Izya en la expedición, con su aspecto absurdo de espantapájaros, con su retadora cara de judío, con su risita descarada, con su obvia inutilidad para trabajos físicos pesados. Estaba del todo claro que Izya causaría un montón de problemas, y que la presencia del archivero durante el recorrido en condiciones semejantes a las de campaña no tendría utilidad alguna. Pero todo resultó de manera bien diferente.

En realidad, también resultó de la manera prevista. Izya fue el primero al que le salieron ampollas en los pies. En ambos a la vez. En las reuniones vespertinas, Izya era insoportable, con sus bromitas estúpidas fuera de lugar, con su constante falta de tacto. Al tercer día de camino se las agenció para caer en un sótano y hubo que sacarlo de allí. Al quinto día se extravió, y hubo que detener la marcha durante varias horas. Durante una escaramuza en el kilómetro trescientos cuarenta, se comportó como el peor de los cretinos y sobrevivió de puro milagro. Los soldados se burlaban de él, y Quejada tenía constantes disputas con él. Ellizauer resultó ser un antisemita furibundo y hubo que hacerle un señalamiento especial con respecto a Izya. Hubo de todo. Lo hubo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Ciudad condenada»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Ciudad condenada» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Ciudad condenada»

Обсуждение, отзывы о книге «Ciudad condenada» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x