Vladimir Obruchev - Plutonia

Здесь есть возможность читать онлайн «Vladimir Obruchev - Plutonia» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фантастика и фэнтези. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Plutonia: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Plutonia»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Plutonia — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Plutonia», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Los reptiles huían hacia el Oeste, o sea en la misma dirección seguida por nuestros viajeros y, al cabo de medio kilómetro se detuvieron. Por eso, las embarcaciones volvieron a encontrarse pronto frente a ellos al acercarse a la orilla. Pápochkin sacó dos fotografías y, cuando preparaba la tercera, rogó al botánico que hiciera un disparo para retratarlos en su carrera torpota.

Pero esta vez la perdigonada disparada desde muy cerca produjo otro efecto En - фото 33

Pero esta vez la perdigonada disparada desde muy cerca produjo otro efecto. En lugar de reanudar su carrera a lo largo de la orilla, los monstruos se precipitaron al mar atropellándose y levantando enormes olas y verdaderos surtidores de salpicaduras que llegaron hasta los imprudentes navegantes. Gromeko, que estaba de pie en la lancha, fué inundado de pies a cabeza, perdió el equilibrio y cayó al agua con escopeta y todo. Pápochkin apenas tuvo tiempo de esconder el aparato fotográfico bajo la chaqueta, presentando valerosamente la cabeza a la ducha fría. Kashtánov y Makshéiev, que iban sentados en la Arca de las embarcaciones y felizmente no habían soltado los remos, tuvieron que hacer enormes esfuerzos para mantenerlas de proa a las olas que acudían a ellas, amenazando con llenarlas de agua y hundirlas.

Si los monstruos se hubieran dirigido en línea recta hacia las barcas, la muerte de los viajeros habría sido inevitable, quedando arrollados y ahogados con toda su impedimenta bajo el empuje de los cuerpos gigantescos, ya que en aquel sitio la profundidad era de dos metros; pero los reptiles corrieron en línea oblicua, como si no advirtiesen a los hombres, y sólo se detuvieron cuando el agua recubrió sus cuerpos y parte considerable del cuello. Sobre la superficie del mar agitado no asomaban más que cuatro horribles cabezas, que giraban hacia todas partes como si tratasen de descubrir a sus extraños adversarios o la causa de todo aquel ajetreo.

Mientras tanto, Gromeko había emergido ya y se dirigía a nado hacia las lanchas, que las olas habían hecho derivar un poco del lugar de la catástrofe. Al caer no había soltado la escopeta, que ahora mantenía sobre su cabeza, aferrándose al borde de una de las barcas hasta que sus compañeros le ayudaron a salir del agua.

Naturalmente, estaba empapado, igual que el contenido de sus numerosos bolsillos: el cuaderno de notas, el reloj, el instrumental médico, la tabaquera; había perdido la pipa y juraba contra los culpables de la aventura.

— Tenemos que atracar — declaró al fin, cuando hubo exhalado toda su indignación-. Por mucho calor que dé Plutón, los instrumentos se pondrán roñosos si no los enjugo inmediatamente y todas las notas se perderán si no seco el cuadernillo cerca del fuego.

— ¿Y los brontosaurios? — dijo Pápochkin asustado-. Cuando nos instalemos en la orilla pueden salir del agua para entablar con nosotros relaciones más estrechas.

— Pues seria una ocasión para fotografiarlos de cerca.

— ¡Muchas gracias! Como se les ocurra ponerse a jugar cerca del campamento, tendríamos que escapar al bosque y buscar refugio en los árboles…

— Yo pienso — observó Kashtánov— que estos monstruos son muy miedosos y bastante estúpidos. No constituyen ningún peligro para nosotros, siempre que tengamos más precaución. Vamos a atracar y preparamos el almuerzo mientras los observamos.

Desembarcaron en la orilla, recogieron combustible en el lindero del bosque y se pusieron a preparar el almuerzo con miradas desconfiadas hacia los brontosaurios, que continuaban en el mismo sitio, metidos en el agua, sin atreverse a salir a tierra.

— Se conoce que estos animales no saben nadar — observó Pápochkin-. Se refugian en el agua para escapar a sus enemigos terrestres, y probablemente no saldrán mientras estemos aquí.

En tanto se freía el pescado, Gromeko extendió su ropa sobre la arena cara que se secase a los rayos de Plutón y, con el traje de Adán, se dedicó a secar los instrumentos y el cuadernillo de notas. Después del almuerzo se acostaran sobre la arena, observando a los monstruos, que no se movían de donde estaban. Luego, reanudaron la travesía en la misma dirección. A los pocos kilómetros, la orilla meridional empezó a desviar sensiblemente hacia el Sur, pero un cabo bastante largo, cubierto de bosque, que se encontraba delante de ellos, interceptaba la vista. Después de doblar el cabo quedó defraudada su esperanza de que el mar se prolongase hacia el Sur y les permitiera continuar en las barcas el viaje al interior de Plutonia. El mar formaba sólo un gran golfo, cuya orilla se divisaba a pocos kilómetros.

Como era posible que algún río considerable desembocara en el Sur, decidieron remar en aquella dirección. Una hora más tarde llegaban a la costa meridional y vieron que, en efecto, había allí un río aunque pequeño. Sin embargo, podía intentarse por él una excursión al interior de la región que una tupida muralla de árboles separaba aquel lugar de la costa. Por eso eligieron un sitio para el campamento en la desembocadura del río. Quedó decidido que solamente dos de ellos harían la excursión mientras los otros dos se quedaban al cuidado de la tienda, ya que la triste aventura ocurrida al borde del mar de los Reptiles había demostrado que era peligroso dejar la impedimenta bajo la sola guardia de General. En aquellos parajes de la orilla meridional podía también haber hormigas, aunque estuviese bastante alejado del hormiguero destruido.

Capítulo XLII

EL BRULOTE DE KASHTANOV

Provistos de víveres, de ropa de repuesto y de municiones por si la excursión se prolongaba unos cuantos días, Kashtánov y Párpochkin remontaron el río en una de las lanchas. Como la profundidad era escasa y la corriente bastarte rápida, sustituyeron los remos por unos bicheros con los que empujaban la embarcación clavándolos en el fondo. Una alta muralla de árboles enmarcaba ambas orillas del cauce estrecho. En algunos lugares, las colas de caballo, los helechos y las palmeras inclinados sobre el agua juntaban casi sus cumbres y el río fluía bajo una alta bóveda verde, a través de la cual apenas penetraba la luz.

En esos sitios reinaba una semioscuridad y hacía fresco. La embarcación se deslizaba suavemente y sólo se escuchaba el susurro del agua bajo la proa y el crujido de los bicheros al clavarse en el fondo de piedra.

Cuando el corredor verde se ensanchaba, revoloteaban libélulas, zumbaban sordamente unos gruesos escarabajos y el viento suave hacía murmurar las grandes hojas de las palmeras y las ramas de los helechos y agitaban las colas de caballo.

A los pocos kilómetros, los muros verdes retrocedieron bruscamente descubriendo un vasto calvero que el río atravesaba por el centro. El suelo estaba cubierto de una vegetación. escasa y menuda: matas de una hierba áspera de varias clases.

— ¿No comenzará este río cerca del grupo de volcanes que hemos explorado ya? — dijo Pápochkin.

Es posible — manifestó Kashtánov, de acuerdo con el zoólogo-. En ese caso, no nos queda nada que hacer. Aunque la abundancia de agua del río hace esperar que su curso superior se adentre mucho más en el desierto negro.

Los exploradores recorrieron tres kilómetros: más; atravesando el calvero. En un sitio donde el río se estrechaba vieron un tronco bastante grueso tendido de una orilla a otra, pero a tan escasa altura que la barca no podía pasar por debajo:

— ¡Cualquiera diría que alguien ha hecho este puente a propósito! — dijo riendo el zoólogo-. De todas formas, hay que atracar a la orilla y quitar este obstáculo.

— Efectivamente, parece un puente — exclamó Kashtánov cuando, al acercarse más, vieron que no se trataba de un tronco solo, sino de tres, cuidadosamente tendidos el uno al lado del otro.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Plutonia»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Plutonia» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Plutonia»

Обсуждение, отзывы о книге «Plutonia» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x