Jack Vance - La Mariposa Lunar
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«Como le he explicado, obtuve esa información por la fuente que juzgué más segura, es decir los esclavos. El siguiente paso fue vigilarles a los tres. A diario anoté las máscaras que usaban. Rolver se puso seis veces el Pájaro de Lago, y el Embrollo Negro, dos. Kershaul salió con el Búho de las Cavernas cinco veces, y una con el Vagabundo Estelar, el Quincunx y el Ideal de Perfección. Welibus utilizó dos veces el Monte de Esmeralda, tres el Triple Fénix, una el Príncipe Intrépido y dos el Dios Tiburón.
Angmark asintió, pensativo.
— Ahora comprendo mi error — dijo —. Elegí las máscaras entre las de Welibus, pero de acuerdo con mis propios gustos. Y éstos delataron mi identidad, aunque sólo para usted. — Se puso de pie y fue hasta la ventana —. Aquí llegan Kershaul y Rolver; pronto se dirigirán a sus ocupaciones… Aunque no creo que intervinieran, de todos modos. Ambos se han convertido en buenos sireneses.
Thissell esperaba en silencio. Pasaron diez minutos. Luego, Angmark tomó un cuchillo de un estante, y miró a su víctima.
— De pie — ordenó.
Thissell obedeció, despacio. Angmark se le acercó de lado y le quitó la Mariposa Lunar. Thissell intentó en vano retenerla, pero ya era tarde, tenía el rostro descubierto, desnudo.
Angmark se apartó, se quitó su propia máscara y se colocó la Mariposa Lunar. Luego llamó con el hymerkin . Acudieron dos esclavos que quedaron paralizados ante la vista de Thissell.
Angmark tamborileó rápidamente y cantó:
— Lleven a este hombre al muelle.
— Angmark — imploró Thissell —. ¡No tengo máscara!
Los esclavos le sacaron fuera, pese a sus desesperados esfuerzos, y Angmark le echó una soga al cuello.
— Ahora — dijo —, usted es Haxo Angmark y yo, Edwer Thissell. Welibus está muerto, y también usted morirá pronto. No tendré la menor dificultad en reemplazarle en su trabajo; tocaré los instrumentos como los Hombres de la Noche, y cantaré como un cuervo. Usaré la Mariposa Lunar hasta que se pudra y después me procuraré otra. Se sabrá en Polípolis que Haxo Angmark ha muerto y todo quedará en paz.
Thissell casi no lo escuchaba.
— No puede hacerme esto — gemía —. Mi máscara, mi rostro…
Una mujer robusta, con una máscara de flores rosadas y celestes, caminaba por el muelle. Vio a Thissell, emitió un agudo chillido y cayó de bruces sobre el pavimento.
— Vamos — dijo alegremente Angmark, tirando de la soga.
Angmark tocaba el zachinko y cantaba:
— He aquí al famoso criminal Haxo Angmark. Su nombre es aborrecido en todos los mundos exteriores. Ahora ha sido capturado y se le conduce a la muerte, expuesto a la vergüenza pública. ¡Miren a Haxo Angmark!
Entraron en la explanada. Un chico gritó de miedo y un hombre de asco. Thissell trastabilló. A través de sus lágrimas sólo podía ver formas y colores borrosos. La poderosa voz de Angmark cantaba:
— ¡Contemplen todos al criminal extranjero Haxo Angmark! ¡Vengan a ver su ejecución!
Thissell exclamó con voz débil:
— No soy Angmark; soy Edwer Thissell; él es Angmark.
Nadie lo escuchaba; todos proferían exclamaciones de consternación, disgusto o repugnancia ante la vista de su rostro. Suplicó a Angmark:
— Deme mi máscara, al menos un trapo de esclavo…
Angmark cantaba jubiloso:
— Ha vivido en el oprobio y ahora, desenmascarado, morirá también en el oprobio.
Un Duende del Bosque se detuvo ante Angmark.
— Mariposa Lunar, volvemos a encontrarnos.
Angmark cantó:
— Apártate amigo Duende; debo ejecutar a este criminal, que ha vivido en la vergüenza y ha de morir en ella.
Se había reunido una muchedumbre en torno a ellos. Las máscaras miraban a Thissell con morbosa curiosidad.
El Duende del Bosque arrebató la soga de manos de Angmark y la arrojó al suelo. La muchedumbre rugió. Voces aisladas dijeron:
— Que no haya duelo, que no haya duelo, ¡ejecuten al monstruo!
Alguien cubrió la cabeza de Thissell con una tela. Y cuando él esperaba la herida del cuchillo, le cortaron en cambio las ligaduras. No perdió un instante; se acomodó la tela, ocultando bien el rostro y mirando a través de los pliegues.
Cuatro hombres sostenían a Haxo Angmark. El Duende del Bosque, frente a él, tocaba un skaranyi .
— Hace una semana trató de arrancarme la máscara. ¡Ahora ha conseguido su perversa finalidad!
— Pero es un criminal — exclamó Angmark —. Un infame y notorio criminal.
— ¿Cuáles son sus crímenes? — cantó el Duende del Bosque.
— Ha asesinado y traicionado; ha hundido barcos; ha torturado, chantajeado, robado y vendido niños como esclavos; ha…
El Duende del Bosque lo interrumpió.
— Las diferencias de opinión religiosa no tienen importancia. Pero todos somos testigos del crimen que usted acaba de cometer.
El caballerizo se adelantó y cantó airado:
— ¡Esta insolente Mariposa Lunar intentó privarme de mi mejor cabalgadura hace nueve días!
Otro hombre se abrió paso. Llevaba una máscara de Experto Universal, y cantó:
— Soy un maestro creador de máscaras. Reconozco al extranjero Mariposa Lunar. Hace pocos días entró en mi tienda y puso en duda mi capacidad. ¡Merece la muerte!
— ¡Muera el monstruo extranjero! — gritó la muchedumbre.
Una ola de hombres avanzó. Hojas de acero subieron y bajaron y se cumplió la exigencia.
Thissell miraba, inmóvil. El Duende del Bosque se le aproximó y, tocando el stimic , cantó con severidad:
— Nos inspira usted piedad, pero también furor. Un hombre de verdad jamás habría sufrido esa indignidad.
Thissell respiró profundamente. Tomó su zachinko y respondió:
— Amigo mío, me calumnia usted. ¿Acaso no reconoce el verdadero valor? ¿Qué preferiría, morir en el combate o caminar por la explanada sin su máscara?
El Duende del Bosque cantó:
— Sólo hay una respuesta posible. Elegiría morir en el combate. No podría soportar tal ignominia.
Thissell cantó a su vez:
— Pues yo afronté esa misma opción. Podía luchar con mis manos atadas, y morir. O también sufrir el oprobio y derrotar a mi enemigo. Quizás le falta strakh para un acto semejante. He demostrado heroica osadía, y les pregunto a todos: ¿quién de ustedes habría tenido el valor de hacer lo que yo he hecho?
— ¿Valor? — preguntó el Duende del Bosque —. No le temo a nada, ni siquiera a la muerte a manos de los Hombres de la Noche.
— Conteste entonces.
El Duende del Bosque dio un paso atrás y pulsó su kamanthil doble :
— Si ése era el motivo, ha sido un verdadero acto de bravura.
El caballerizo produjo en su gomapard una serie de acordes en sordina y cantó:
— Ninguno de nosotros osaría hacer lo que ha hecho este hombre desenmascarado.
El fabricante de máscaras se acercó a Thissell, y tocó obsequioso su kamanthil doble :
— ¿Querrá el Señor Héroe visitar mi tienda y cambiar este trapo vil por una máscara digna de él?
Otro fabricante de máscaras agregó:
— Antes de elegir, Señor Héroe, examine mis magníficas creaciones.
Un hombre con la máscara de Pájaro del Cielo Brillante se acercó a Thissell respetuosamente:
— Acabo de terminar una suntuosa casa flotante. En su construcción he invertido diecisiete años. Concédame el honor de aceptar y utilizar esa espléndida embarcación. A bordo le aguardan para servirle esclavos diligentes y muchachas encantadoras. Hay abundante vino en las bodegas y alfombras de seda en las cubiertas.
— Gracias — respondió Thissell, tocando con vigor y confianza su zachinko —. Acepto complacido. Pero lo primero de todo es una máscara.
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