—Creo que se sorprendería, se enfadaría mucho… pero no podría hacer nada.
—Lo estoy tomando en consideración. Supongamos que no dispone del habitual equipo de batalla de alta técnica. Si sólo quiere destruir la colonia, no necesita tener algo espectacular: tal vez una enfermedad, algo con un largo período de incubación.
Los ojos de Della se ensancharon, casi cómicamente. Él ya había visto la misma expresión en Yelén Korolev. Tenía algo que ver con la interfaz de datos directa: cuando se enfrentaban con una pregunta sorpresa que requería un análisis profundo, al principio parecían sorprendidas y después aturdidas. Transcurrieron algunos segundos.
—Cabe dentro de lo posible —prosiguió Wil—. Ella tiene una base biocientífica, y un pequeño laboratorio automático sería muy difícil de descubrir. La automatización médica de las Korolev es buena, pero no está proyectada para caso de guerra…
Della sonrió:
—Es una idea muy interesante, Wil. Un virus debidamente programado podría ser inmune a los panfagos e infectar a todos antes de que aparecieran los primeros síntomas. Aunque se emburbujara toda la zona, no habría, defensa.
«Interesante» no era la palabra que Brierson habría usado. Las enfermedades que se propagaron después de 1997 habían matado a la mayor parte de la raza humana. En los tiempos de Wil, en Norte América no vivían más de cuarenta millones de personas. Aquel terror ya se había acabado, y el mundo era un sitio amistoso, pero todavía eran preferibles las bombas y las balas a los bichitos. Se mojó los labios.
—Supongo que no nos hemos de preocupar inmediatamente. Ella debe saber lo mortal que podría ser la respuesta de los tecno-max. Pero si nuestra colonia tiene demasiado éxito…
—Sí. La he puesto en mi lista. Y ahora que ya estamos al corriente de esta posibilidad, no será muy difícil protegernos de ella. Tengo un equipo médico de exploración espacial muy bueno.
—Yaaaaa. No te preocupes por nada, Wil.
Habían perdido a uno de los sospechosos de asesinato, pero posiblemente habían ganado un maníaco genocida.
Wil no fue a reunirse con los de la excursión a la Playa Norte.
En primer lugar, el asunto de la Raines le había afectado mucho; por otra parte, alguien había asesinado a Marta. Lo más probable era que este alguien quisiera que la colonia fracasase. Y aquel día no estaba más cerca de la solución del caso de lo que estaba una semana antes. Las excursiones tendrían que esperar.
Conectó su aparato de datos con los archivos de su casa. Podría utilizar directamente las pantallas de la casa, pero se sentía más a gusto con su portátil… Además, era una de las pocas cosas que había llevado consigo a través del tiempo, y su memoria era un desván lleno de mil recuerdos íntimos; la fecha que señalaba, 16 de febrero de 2100, sería correcta si su antigua vida hubiera continuado.
Después de calentar su comida, Wil se ocupó en mascar distraídamente las verduras mientras estudiaba a fondo sus progresos. Andaba retrasado en sus lecturas, lo que era otra buena razón para quedarse en casa aquella tarde. La gente que no está al corriente del trabajo policial no sabe que giran parte de la investigación criminal requiere sacar conclusiones de las bases de datos, principalmente de las bases de datos de dominio público. Las «lecturas» de Wil eran el origen más probable de la evidencia real. Y no le faltaban cosas que buscar. El archivo de su casa era mucho más extenso que el de cualquier otro técnico bajo. Además de la edición de 2201 de Greenlnc, disponía de copias de algunas partes de las bases de datos personales de Korolev y de Lu.
Wil había insistido en tener sus propias copias. No quería recibir su información a través de las redes de enlace, porque no quería que su contenido cambiara misteriosamente en función de lo que se les antojara a sus propietarias originales. Pero debía pagar un precio por esta independencia: iba a encontrar ciertas incoherencias. Sus mismos procesadores tenían que adaptarse a la idiosincrasia de la estructura de los datos aportados. Con las bases de datos de Yelén, no era demasiado difícil porque habían sido preparadas tanto para ser usadas con la cinta de cabeza como con el anticuado lenguaje de preguntas. Su jerga ingenieril resultaba incomprensible a veces, pero podía soslayarla.
Las bases de datos de Della ya eran otra cosa. Su copia de Greenlnc era un año más reciente que la de Yelén, pero había una nota que informaba que las últimas partes habían resultado severamente dañadas durante sus viajes. Esto era un modo de decir las cosas. Secciones enteras de los últimos años del siglo veintidós estaban desordenadas o simplemente habían desaparecido. Su base de datos personal estaba intacta, pero sólo podía usarse con su código particular de conexión a la cinta de cabeza. Con los procesadores de que disponía descubrió que le era casi imposible comunicarse con los programas para recuperar datos. Con frecuencia no lograba más que un output que parecía estar compuesto por alucinaciones alegóricas; otras veces quedaba bloqueado por los fragmentos de un simulador de personalidad. No era la primera vez en su vida que Wil deseaba poder usar como interfaz las cintas de cabeza. Ya existían en su tiempo. Añadidas a una gran inteligencia congénita y a un cierto carácter imaginativo, podían convertir los ordenadores en una extensión directa de la mente. Pero si no se contaba con estos dones, las cintas craneales no proporcionaban más que una especie de agudeza mental parecida a la que dan las drogas. Wil suspiró. Yelén decía que las cintas de cabeza de su época eran de uso más fácil, pero le había faltado tiempo para aprenderlo.
Della tenía nueve mil años de exploración metidos en su base de datos. Cedió a la tentación de echarles un vistazo: un mundo donde las plantas flotaban en el cielo, fotografías de estrellas que coronaban desde muy cerca a algo oscuro y que se desplazaba visiblemente, una instantánea de un planeta verde y lleno de cráteres obtenida desde una órbita muy baja. En un planeta, bañado por el resplandor de un sol gigante rojizo, vio lo que le parecieron ruinas. En ninguna otra parte pudo ver señales de inteligencia. ¿Tan raro era que todo lo que Della pudo ver eran las ruinas, o los fósiles de las ruinas, de alguna civilización que había durado unos milenios y a la que se había acercado millones de años demasiado tarde? Todavía no le había preguntado lo que había visto. La solución del asesinato era su problema inmediato, y hasta hacía muy poco tiempo le había resultado difícil hablar con ella. Pero al reflexionar sobre ello, cayó en la cuenta de que era terriblemente reservada en lo que hacía referencia a sus viajes.
Sus otras investigaciones iban mejor. Había estudiado a casi todos los tecno-max. Exceptuando a Yelén y Marta, ninguno de ellos había tenido contactos especiales cuando estaban en la civilización. Esta conclusión no podía ser absoluta, desde luego. Las compañías biográficas sólo tenían un determinado número de espías. Si alguien ocultaba algo, y además estaba fuera de la vista de la gente, este algo podía permanecer oculto.
Philippe Genet era uno sobre los que había menos documentación. Wil no pudo encontrar ninguna referencia de él anterior a 2160, cuando empezó a anunciar sus servicios como contratista de obras. En aquel tiempo ya debía tener cuarenta años, por lo menos. Se tenía que vivir como un ermitaño o poseer dinero en gran abundancia para que pasaran cuarenta años sin figurar en una lista de ventas por correspondencia o sin hacerse pública la clasificación de crédito. Quedaba otra posibilidad: tal vez Genet había estado en estasis antes de 2160. Wil no había llegado muy lejos en este sentido, pero por aquí podría abrirse un nuevo abanico de posibles investigaciones. Entre 2160 y la época en que Genet dejó la civilización, en 2201, la pista era escasa pero visible. No había sido convicto de ningún crimen que implicara un castigo público. No se le había visto en los acontecimientos públicos ni escrito nada que el público pudiera conocer. Por su propaganda, y por la propaganda que se dirigía a él, era evidente que su empresa de construcciones iba bien, pero no lo bastante como para atraer la atención de los periódicos de su ramo. La calificación de su trabajo era buena pero no espectacular; quedaba bastante por debajo en las «relaciones con los clientes». En la década de los 2190, siguió la tendencia general y empezó a especializarse en la construcción en el espacio. Wil no pudo encontrar en parte alguna un móvil para el asesinato, pero por sus antecedentes como constructor, Genet era probablemente uno de los viajeros mejor armado.
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