Los geólogos, a diferencia de los físicos y astrónomos, rara vez se vuelven famosos, en el cumplimiento de sus actividades específicas, al menos. Sir Colin Draker nunca había deseado ser una celebridad, pero ese era un sino del que ninguno de los que estaba a bordo de la Goliath podía ya escapar.
No se quejaba; sentía que tenía lo mejor de ambos mundos: nadie podía importunarlo con pedidos que no podría cumplir, compromisos que no deseaba aceptar. Pero sí disfrutaba brindando sus comentarios regulares (Colin en Kali, como se lo había apodado universalmente) a través de la Red del Sistema Interior. Esta vez tenía una verdadera noticia para informar:
— Kali ya no es una masa inerte de metal, roca y hielo. Está despertando de un largo sueño.
«En su mayoría, los asteroides están muertos, son cuerpos por completo inactivos. Pero algunos son los restos de antiguos cometas y, cuando se aproximan al Sol, recuerdan su pasado…
«He aquí el más famoso de todos los cometas vivientes, el Halley. Esta imagen se tomó en 2100, cuando se encontraba en su distancia máxima del Sol, precisamente más allá de la órbita de Plutón. Como verán, se parece mucho a Kali: es nada más que una masa irregular de roca.
«Como es probable que ya sepan, lo hemos seguido alrededor del Sol durante toda su órbita de setenta y seis años, observando los cambios que experimenta. Helo aquí pasando la órbita de Marte: ¡qué diferencia, ahora que se está calentando después de su prolongado invierno! Los hielos congelados, de agua, bióxido de carbono, toda una mezcla de hidrocarburos, empezaron a evaporarse y se abrieron paso al exterior quebrando la corteza. Está empezando a echar chorros de vapor como una ballena…
«Ahora han formado una nube que lo rodea por completo. La cámara retrocede: vean cómo se está formando la cola, el extremo libre de la cual apunta en dirección opuesta al Sol, como una veleta expuesta al viento solar…
«Algunos de ustedes recordarán cuán espectacular fue el Halley en 2061. Pero, desde entonces, se ha estado evaporando así durante eternidades… ¡Imaginen cómo debe de haber sido cuando joven! dominaba el cielo antes de la batalla de Hastings, en 1066, y aun entonces no debe de haber sido más que el fantasma de su gloria pasada.
«Quizá Kali fue así de espectacular, miles de años atrás, cuando era un verdadero cometa. Ahora todos, bueno, casi todos, los compuestos volátiles se evaporaron durante su paso por las cercanías del Sol. Esta es la única señal, que perdura hoy en día, de su pasada actividad…
Con movimientos bastante espasmódicos, la cámara de mano situada en el trineo espacial dio una imagen panorámica de la faz de Kali, vista desde una altura de nada más que unos metros: lo que hasta hacía poco había sido un terreno negro carbón y cubierto de cráteres, ahora estaba veteado con manchones de blanco, como si recientemente se hubiera producido una nevada. Los manchones se concentraban alrededor de un agujero redondo y grande en la superficie del asteroide, sobre el cual flotaba una bruma apenas visible.
— Esta imagen se tomó inmediatamente antes de la puesta local del Sol. Kali estuvo calentándose todo el día. Ahora está listo para resoplar. ¡Miren!
«Exactamente igual que un géiser de la Tierra, si es que alguna vez vieron uno. Pero observen que nada vuelve abajo; todo sale disparado hacia el espacio. La gravedad de acá es demasiado débil como para volver a capturarlo.
«Y todo termina en treinta segundos, aunque las erupciones pueden durar más, y volverse más potentes, a medida que Kali se aproxima al Sol.
Vise podría decir que tenemos nuestro propio minivolcán… ¡propulsado con energía solar! Hemos decidido llamarlo Stromboli. Pero el material que lanza al exterior está bastante frío; si pusieran la mano en él se les quemaría por el frío, no por el calor. Es probable que éste sea el último estertor de Kali. La próxima vez que dé la vuelta al Sol, estará completamente muerto.
Sir Colin vaciló un instante antes de cerrar la trasmisión: había tenido la tentación de decir:
— Si es que hay otra vuelta alrededor del Sol. — Pasarían semanas antes de que pudiera estar seguro de que sus temores carecían de fundamento y de que sería necio — no, criminal— provocar una alarma innecesaria mientras el mundo seguía aflojándose.
Aunque Kali continuaba estando en el centro de atención del público, ya no era el símbolo de la destrucción sino la Prueba Número Uno en el «Juicio del Siglo»: meses atrás, los Ancianos del Crislam habían identificado a los saboteadores Renacidos y los entregaron a la ASTROPOL, pero los acusados se habían negado tercamente a defenderse. También existía otro problema: ¿dónde se podría encontrar un jurado libre de prejuicios? Por cierto que no en la Tierra y, con toda probabilidad, ni siquiera en Marte.
Por añadidura, ¿cuál sería una sentencia adecuada para el terracidio? Era un delito que, como resultaba patente, no podía tener precedentes…
Podría no importar si Kali, una vez más, amenazara por igual a culpables e inocentes. Las celebraciones pudieron haber sido prematuras. Muy probablemente, tan sólo se había producido un diferimiento de la ejecución.
Los «kalisismos» se estaban volviendo cada vez más frecuentes, aunque todavía parecían ser bastante inofensivos. Siempre tenían lugar alrededor de la misma hora del breve día del asteroide, justamente antes que su rotación pusiera al Stromboli en la zona nocturna. Era claro que la superficie que rodeaba el minivolcán había estado absorbiendo calor durante todas las horas de luz diurnas y empezaba a hervir justo antes que comenzara la noche.
Sin embargo — y eso era lo que preocupaba a Sir Colin, si bien había discutido la cuestión nada más que con el capitán Singh—, las erupciones estaban comenzando más tempranos duraban más y se volvían más vigorosas. Por fortuna, todavía estaban confinadas a esa única zona, casi en el lado del asteroide opuesto a la Goliath; no se habían producido en ninguna otra parte.
La tripulación miraba al Stromboli con afectuosa diversión, antes que con alarma. Sonny, que no era hombre de perder una oportunidad así, había empezado a tomar apuestas sobre la hora exacta de erupción, con el resultado de que todas las noches David tenía que hacer ajustes de cuantía en los saldos acreedores.
Pero, bajo la guía de Sir Colin, también estaba haciendo cálculos de naturaleza mucho más seria. La Goliath ya estaba a mitad de camino entre Marte y la Tierra, antes que Singh y Draker decidieran que era hora de poner alerta a GUARDIÁN ESPACIAL… y, por ahora, a nadie más.
— Como apreciarán por las cifras que acompañan al presente — empezó su memorando—, existe otra fuerza, además de nuestro propio impulso, que está afectando la órbita de Kali. El respiradero al que hemos bautizado Stromboli está actuando como un motor-cohete, arrojando centenares de toneladas de material en cada revolución. Ya canceló el diez por ciento del impulso que le imprimimos al asteroide. Eso no sería mayor problema, en tanto y en cuanto las cosas no empeoren.
«Pero es probable que lo hagan a medida que Kali se acerque más al Sol. Naturalmente, si agota su provisión de compuestos volátiles, no habrá por qué preocuparse.
«No deseamos provocar una alarma indebida mientras la cuestión todavía es dudosa. El comportamiento de los cometas activos — y Kali es el último vestigio de uno así— es impredecible. Así que GUARDIÁN ESPACIAL debe considerar qué actitud adicional se puede tomar, y cómo preparar al público para ello.
«Aquí puede haber una lección en la historia del cometa Swift-Tuttle, descubierto por dos astrónomos norteamericanos en 1862. En aquel entonces se lo perdió durante más de un siglo porque, al igual que Kali, su órbita fue alterada por una retropropulsión de chorro mientras el cometa se acercaba al Sol.
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