• Пожаловаться

Robert Silverberg: Regreso a Belzagor

Здесь есть возможность читать онлайн «Robert Silverberg: Regreso a Belzagor» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. Город: Madrid, год выпуска: 1981, ISBN: 84-270-0681-0, издательство: Martínez Roca, категория: Фантастика и фэнтези / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Robert Silverberg Regreso a Belzagor

Regreso a Belzagor: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Regreso a Belzagor»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Cuando los humanos abandonan el planeta Belzagor, siguiendo la política de descolonización consistente en dar independencia a todos los alienígenas con cultura propia, el administrador imperial Gundersen retorna para emprender un viaje etnológico-sentimental-místico-iniciático… donde hallará o no hallará lo que esperaba, pero en todo caso no retornará el mismo que se puso en camino… como tampoco el lector volverá a ser el mismo después del viaje maravilloso que esta novela propone.

Robert Silverberg: другие книги автора


Кто написал Regreso a Belzagor? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Regreso a Belzagor — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Regreso a Belzagor», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Caminó hasta la boca de la caverna.

En el interior, sólo vio oscuridad. En la entrada no se distinguían sulidores ni nildores. Dio un cauteloso paso hacia el interior. La caverna estaba fresca, pero era un frescor seco, mucho más agradable que el frío empapado por la bruma del exterior. Cogió su antorcha de fusión, emitió una rápida llamarada de luz y descubrió que se encontraba en el centro de una enorme cámara cuyo elevado techo se confundía en las sombras. Las paredes de la cámara eran una fantasía barroca de repliegues, ondas, contrafuertes, aristas y torres de piedra pulida y translúcida, que resplandecieron como cristal retorcido durante el fugaz momento en que la luz las acarició. Delante, flanqueado por dos alas ondulantes de piedra que se separaban como cortinas congeladas, se abría un pasadizo lo bastante amplio para Gundersen pero probablemente difícil para los corpulentos nildores que lo habían atravesado antes.

Se dirigió hacia el pasadizo.

Otros dos fugaces fogonazos de la antorcha y logró llegar al pasadizo, por el que avanzó tanteando la pared, la cual torcía bruscamente a la izquierda y, aproximadamente veinte pasos más adelante, trazaba un ángulo igualmente brusco en dirección contraria. A medida que se acercaba al segundo recodo, Gundersen percibió una débil luz. Un fungoide de color verde claro pegado al techo producía una iluminación mínima. Gundersen se sintió aliviado y súbitamente vulnerable porque, aunque ahora podía ver, también podían verle.

La anchura del pasadizo era el doble que la de un nildor y tres veces su estatura, pues se alzaba hasta la bóveda espigada en la que moraban los fungoides. Se prolongaba a lo largo de lo que parecía una distancia infinita en las entrañas de la montaña. Gundersen notó que a ambos lados se bifurcaban cámaras y pasillos secundarios.

Avanzó y miró dentro de la cámara más cercana.

Contenía algo grande, extraño y aparentemente vivo. En el suelo de una pétrea celda vacía yacía una masa de carne rosada, informe e inmóvil. Gundersen distinguió miembros cortos y huesos y una cola firmemente enroscada en el ancho lomo; no logró ver la cabeza ni ningún rasgo característico que le permitiese asociarla con una especie conocida por él. Podía ser un nildor, aunque no parecía lo bastante grande. Mientras Gundersen miraba, la masa se hinchó con la absorción de aire y después se encogió lentamente. Transcurrieron muchos minutos hasta que volvió a respirar. Gundersen siguió su camino.

En la celda siguiente halló otra mole similar de carne inidentificable y dormida. En la tercera celda yacía otro. La cuarta, situada del otro lado del pasadizo, albergaba a un nildor de la especie occidental que también dormía profundamente. La celda contigua estaba ocupada por un sulidor que yacía boca arriba en una extraña posición y sus miembros se elevaban rígidamente. La siguiente albergaba a un sulidor en la misma posición pero, por lo demás, sorprendentemente distinto, pues se había desprendido de su espesa capa de piel, mostrando unos músculos pavorosos a través de su lustrosa carne gris. Gundersen continuó la marcha y llegó a una cámara que contenía algo aún más estrafalario: una figura que poseía las púas, los colmillos y la trompa de un nildor pero los brazos y las piernas poderosos y el esqueleto de un sulidor. ¿Qué montaje de pesadilla era aquél? Gundersen permaneció despavorido largo rato ante la figura, intentando comprender cómo se habían podido unir la cabeza de un nildor con el cuerpo de un sulidor. Comprendió que semejante unión no pudo tener lugar; simplemente, el durmiente tenía algo de las características de las dos razas en un solo cuerpo. ¿Un híbrido? ¿Una fusión genética?

Lo ignoraba. Pero ahora supo que aquella no era una mera estación intermedia en el camino hacia el renacimiento. Era el lugar del renacimiento.

Más adelante, de uno de los pasillos secundarios salieron algunas figuras que atravesaron la cámara principal: dos sulidores y un nildor. Gundersen se apretó contra la pared y permaneció inmóvil hasta que desaparecieron en alguna habitación lejana. Después siguió internándose por el pasadizo.

Sólo vio milagros. Se encontraba en un jardín de maravillas en el que no existían barreras naturales.

Aquí había una masa redonda y esponjosa de carne rosa y suave de la que sólo sobresalía una característica reconocible: la inmensa cola de un sulidor.

Allí había un sulidor, despojado de su piel, cuyos brazos estaban escorzados y parecían columnas, como los miembros de un nildor, y cuyo cuerpo se había vuelto redondo, pesado y grueso.

Aquí había un sulidor con toda la piel y la trompa y las orejas de un nildor.

Allí había carne pura que no era nildor ni sulidor sino viva y pasiva, una mera cosa que aguardaba la mano modeladora de un escultor.

Aquí había otra cosa que semejaba un sulidor cuyos huesos se hubiesen derretido.

Allí había otra cosa distinta que se parecía a un nildor que jamás hubiese tenido huesos.

Aquí había trompas, púas, colmillos, caninos, garras, colas, patas. Allí había piel y aquí pellejo tierno. Allí había carne que fluía a voluntad y buscaba nuevas formas. Aquí había cámaras oscuras, iluminadas únicamente por el parpadeante resplandor de los fungoides, en las que no existía una clara división de las especies.

Aquí las leyes biológicas parecían en suspenso. Gundersen comprendió que lo que veía no era una insignificante manipulación genética. En la Tierra, cualquier técnico experto en hélices podía rediseñar el plasma genético de un organismo con algunos pinchazos de una aguja y pequeñas dosis de drogas; podía lograr que un camello se transformara en hipopótamo, un gato en ardilla o, también, una mujer en sulidor. Uno se limitaba a realzar las características deseadas dentro de los espermatozoides y los óvulos y suprimía las demás hasta que lograba un facsímil aparente del ser a reproducir. Los elementos genéticos básicos eran los mismos para todas las formas de vida; al reacomodarlos, uno podía crear cualquier tipo de progenie extraña y monstruosa. Pero no era eso lo que se hacía allí.

Gundersen sabía que en la Tierra también era posible persuadir a cualquier célula viviente para que desempeñase el papel de un óvulo fertilizado, se dividiera, se desarrollara y produjese un organismo completo. El veneno de Belzagor era uno de los catalizadores de dicho proceso y había otros. En consecuencia, uno podía inducir al muñón del brazo de un hombre a que volviese a desarrollar dicho brazo; uno podía raspar un fragmento de piel de una rana y generar con él un ejército de ranas; incluso era posible reconstruir un ser humano completo a partir de los restos de su cuerpo devastado. Pero no era eso lo que se hacía allí.

Gundersen comprendió que lo que allí se hacía era una transmutación de las especies, un cambio que no obraba sobre los óvulos sino sobre los organismos adultos. Ahora comprendió el comentario de Na-sinisul cuando le preguntó si los sulidores también se sometían al renacimiento: «Si el día no existiera, ¿podría existir la noche?» Sí. Nildor en sulidor. Sulidor en nildor. Gundersen tembló asombrado. Se tambaleó y se apoyó en la pared. Se había introducido en un universo sin coordenadas definidas. ¿Qué era lo real? ¿Qué era perdurable?

Ahora Gundersen comprendió lo que le había sucedido a Kurtz en esa montaña.

Entró en una celda en la que yacía una criatura en la mitad de su metamorfosis. Más pequeña que un nildor pero más grande que un sulidor; caninos pero no colmillos; trompa en lugar de hocico; piel pero no pellejo; patas planas en lugar de garras; configurado para caminar erguido.

—¿Quién eres? —susurró Gundersen—. ¿Qué eres? ¿Qué fuiste? ¿Hacía dónde te diriges?

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Regreso a Belzagor»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Regreso a Belzagor» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Jack Kerouac: En el camino
En el camino
Jack Kerouac
Gao Xingjian: La Montaña del Alma
La Montaña del Alma
Gao Xingjian
Robert Silverberg: Mutazione
Mutazione
Robert Silverberg
Hermann Hesse: Viaje a Oriente
Viaje a Oriente
Hermann Hesse
Robert Silverberg: La Faz de las Aguas
La Faz de las Aguas
Robert Silverberg
Отзывы о книге «Regreso a Belzagor»

Обсуждение, отзывы о книге «Regreso a Belzagor» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.