—¿Esa cámara le está transmitiendo todo a Caliban, hasta la esfera de agua?
—En todo momento. Le llegan datos desde toda Atlantis, de todo el Sistema. Discutimos sobre el tipo de lógica que utiliza, pero sea lo que fuere, no puede llegar a ninguna conclusión sin datos. Sycorax almacena los que vienen como corrientes paralelas y Caliban los absorbe cuando puede. Estará ocupado las próximas cuatro o cinco horas, absorbiendo los datos nuevos que llegaron en tu nave. —Regulo había mirado de pasada el reloj de la pared mientras hablaba, y volvió a mirarlo—. Será mejor que hablemos del Tallo. ¿Sabes cuánto hace que estamos hablando? Ése es tu problema, Merlin, hablas de las cosas que de verdad me interesan.
Comenzó a ponerse de pie, ahogó un gemido y se aferró al borde del escritorio. Se puso blanco de dolor. Rob rodeó el escritorio y lo tomó del brazo.
—¿Puedo ayudarle?
Regulo asintió.
—Llama a Morel —masculló—. Dile que iré dentro de un momento para que me ponga esas inyecciones de mierda.
Se enderezó despacio en la silla.
—A veces me pregunto si ese hombre me está curando o matando. Ayúdame a levantarme. Habrá que posponer la charla sobre el Tallo hasta que me encuentre mejor. —Tenía la frente perlada de sudor, pero mantenía la voz firme—. La sesión con Morel durará tres o cuatro horas. No me deja apresurarla. Si lo hago, hay que comenzar todo de nuevo, lo sé por experiencia, una dolorosa experiencia. Deberemos posponer la reunión hasta después del período de sueño.
Salió de detrás del escritorio, apartando la mano que le ofrecía Rob y se apoyó contra la pared.
—Y dile a Cornelia que necesito verla, por favor. En cuanto termine con Morel. Estará en la zona de deportes. —Logró sonreír, aunque no había alegría en el gesto—. No lo creerás, pero en una época le ganaba en las carreras de natación. Aunque de eso hace ya tiempo.
Salió del estudio, mientras Rob tomaba el intercomunicador y pasaba los breves mensajes de Regulo. Ni Morel ni Corrie respondieron a la señal, y dejó ambos mensajes en repetición automática. Luego miró su reloj. Faltaban cinco horas para la comida, tres o cuatro antes de que Morel y Regulo regresaran de la clínica. Caliban estaría ocupado con los nuevos datos, era el mejor momento.
Moviéndose con rapidez, Rob salió del estudio y se dirigió al perímetro exterior de la esfera central. Corrie estaría en la zona de deportes, trabajando duro en sus ejercicios. No tomó esa dirección, sino que volvió hacia el otro lado de la esfera, hacia el lugar donde se hallaban la planta industrial y los servicios de mantenimiento.
Dos o tres viajes hacia el laboratorio cerrado de Morel habían convencido a Rob de que el sistema de seguridad era estricto. El laboratorio estaba cerrado todo el tiempo, y en algún lugar un monitor advertía a Morel cuando alguien se aproximaba a la puerta del sello rojo. Rob lo había intentado desde varios lugares, pero no había conseguido encontrar otra vía de acceso que llevara al interior del laboratorio. La lógica indicaba que esa vía no existía, pues de lo contrario las precauciones de seguridad de Morel no tendrían sentido.
A Rob se le había ocurrido una única posibilidad, una manera de satisfacer su creciente curiosidad y su convicción de que el laboratorio ocultaba un importante secreto. El laboratorio se hallaba en el segmento exterior de la esfera de habitaciones. Una de las paredes debía de formar una especie de mampara divisoria que separaba la zona de habitaciones de la esfera de agua. La primera suposición de Rob fue la natural: la mampara no sería más que una pared. Luego observó que Caliban a menudo se ubicaba cerca de la zona de habitaciones que albergaba al laboratorio; es más, fue observar al calamar lo que llevó por primera vez a Rob a la zona del laboratorio. Parecía difícil creer que Caliban fuera allí a menos que hubiera algo más que una pared en blanco dando hacia la esfera de agua. Habría una pantalla o una ventana en la pared del laboratorio. No se podía saber eso desde las habitaciones interiores.
Después de investigar durante un tiempo, Rob había descartado la posibilidad de ver algo interesante desde fuera de Atlantis, o desde los conductos principales de acceso que llevaban a la esfera central. La visibilidad, incluso en las claras aguas de Atlantis, era como máximo de ciento cincuenta metros. Para hacer una inspección debía hacerla desde la esfera de agua.
Cuando su razonamiento lo llevó hasta ese punto, Rob se sintió inclinado a no seguir por ese camino. Debía de haber puntos de acceso a la esfera de agua desde la esfera interior, lo sabía. Se utilizaban cuando se iba a buscar comida para la mesa de Regulo. Eso no constituía ningún problema. Pero aunque hallara la manera de llegar a la esfera de agua, y además encontrar el equipo apropiado para bucear no sabía cómo evitar la principal dificultad. Regulo no reinaba en ese dominio, pertenecía a Caliban. Morel podía obligar al gran animal a la inactividad cuando alguien salía a la esfera de agua a recoger alimento, pero no lo haría por Rob.
Rob observó y esperó, más y más impaciente y curioso. Por fin obtuvo la información que le hacía falta. Cada vez que llegasen nuevos datos para Caliban provenientes de cualquier lugar fuera de Atlantis, aparecerían en las pantallas para que el animal los viera. En esos casos, el calamar no dejaría las pantallas hasta que finalizara la presentación de los datos. Al parecer, la curiosidad de Caliban por el mundo fuera de Atlantis no se saciaba con facilidad. Rob se preguntó hasta qué punto el inmenso animal comprendía que era un ejemplar único.
Rob había visto los datos que vinieron con él, y estaba de acuerdo con el cálculo de Regulo. Caliban estaría ocupado durante al menos cuatro horas, digiriendo todo lo que apareciera en las grabaciones de vídeo y los discos. Tiempo más que suficiente para los planes de Rob.
Los trajes para moverse en el interior lleno de agua de Atlantis eran de un diseño estándar, que Rob conocía por haberlos usado en proyectos de construcción bajo el mar en la Tierra. Almacenaban oxígeno suficiente para unas dos horas y media. Llevó uno hasta el punto principal de acceso a la esfera de agua, cerca de la planta industrial donde se controlaban la calefacción, la luz y la energía. No se veía a nadie de mantenimiento. Al meterse en el traje, Rob maldijo su propia negligencia. No había ejercitado las manos desde que dejó la Tierra y la torpeza con los cierres del traje se lo demostró. Por fin, vestido, salió por el conducto y entró en el mundo verde y en penumbras fuera de la esfera central.
Tardó unos segundos en orientarse. La temperatura del agua era más baja de lo que esperaba, pero no tanto como para que le resultara molesto. A esa profundidad quedaba poca luz difusa del sol, y el calor vendría fundamentalmente de la fuente termal proporcionada por la esfera central, o de la iluminación de tantos focos de luz. Éstos pendían del enrejado que cubría la esfera de agua, y proporcionaban la luz adecuada para la navegación de Rob.
Miró a su alrededor. El agua original de Atlantis debió de ser muy pura, pero ahora estaba llena del detrito de materia orgánica dejado por plantas y animales muertos, y de los nutrientes que circulaban desde el sistema de reciclaje de la zona central de habitaciones. La visibilidad había descendido a unos ochenta metros, y todo aparecía envuelto en una niebla verdosa. Más allá, las luces eran globos turquesa, suaves e irreales.
Rob comenzó a nadar a través de las aguas tranquilas, manteniendo la mano izquierda siempre cerca de la pared de la esfera. Siguió la zona ecuatorial de la zona de habitaciones, evitando los paneles de las ventanas y mirando siempre hacia la penumbra verde. La vegetación crecía profusamente en todos los puntos del enrejado interior, interrumpiendo y haciendo difusa la luz blanca del centro. Cada veinte metros salía una avenida hacia la superficie de Atlantis, una avenida de unos cuatro o cinco metros de ancho y sin plantas. Rob se detuvo y miró por una de éstas. La vegetación a lo largo de la avenida parecía haber sido limpiamente podada, o arrancada. Pensó en Caliban. Luego recordó, sin mucho entusiasmo, que el gran cefalópodo era exclusivamente carnívoro. Lo que veía en las avenidas despejadas sería efectos del trabajo llevado a cabo por el ejército de sirvientes robots que eran los que se encargaban de casi todo el mantenimiento en Atlantis.
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