Juan Aguilera - Stranded (Naufragos)

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Stranded (Naufragos): краткое содержание, описание и аннотация

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El módulo de descenso de la primera misión tripulada a Marte se estrella contra la superficie del planeta. Cinco de los seis astronautas logran sobrevivir, pero su situación es desesperada; sólo disponen de aire, energía y alimentos para unos meses y no hay posibilidad de rescate.
Sin esperanza, sin recursos, comprenden que tres deben sacrificarse para que los dos restantes sobrevivan. ¿Pero quién vive y quién muere?
Como se afirma en el prólogo, Stranded es una magnífica novela de ficción científica que nada tiene que envidiar a las que se publican por autores extranjeros.

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No sólo es llegar -se dijo- sino cómo llegar. Siempre había sido así, el camino era lo importante, la cima un regalo que se obtenía de recorrer la senda correcta, pero que no era importante en sí.

Los días pasados en al estación espacial Alfa habían estado llenos de tensión. Hasta última hora no habían sabido que su equipo había sido elegido para la misión. En tierra las cadenas de noticias, los periódicos habían enloquecido con la elección. Herbert había pensado a menudo si aquella incógnita no había sido hábilmente diseñada por algún departamento de publicidad de la NASA-ESA. Por lo visto no estaban dispuestos a repetir la perdida de audiencia que tuvo el programa Apollo después de llegar a la Luna. Y quizás era lo mejor.

Otro factor de tensión durante todo el entrenamiento habían sido los crecientes problemas entre Europa y Estados unidos. Una época de colaboración y acuerdos, en contra principalmente del conglomerado asiático, parecía flojear. Pero la ortodoxia del neocomunismo parecía haber remitido y había muchos ojos y muchos bolsillos puestos en lo que iba a suceder.

Y la NASA-ESA y su inmenso presupuesto se resentía a la mínima duda de los políticos y economistas.

Pero ya no les afectaba, estaban en ruta, el programa prosperaba.

– Veinte segundos para ingravidez.

Le gustaba la voz de la computadora. Era un poco neutra, pero incapaz de esconder cierta calidez. Herbert rió. A nadie se le había ocurrido ponerle nombre. Con esa voz era evidentemente chica, además, ponerle HAL hubiera sido tentar al destino.

Además, había cuatro unidades de proceso a bordo. CU-1, CU-2, CU-3 y CU-4, exactamente iguales y con capacidad cada una de ocuparse de la gestión de todo el módulo. Herbert se esforzó en pensar en cuatro personajes famosos que podría usar para ponerle nombre a las computadoras. Cuando lo encontró la sonrisa se le heló en el rostro.

– Diez segundos para ingravidez.

Se apartó de la idea como si hubiese tocado algo repulsivo, pero la imagen de cuatro jinetes terribles cabalgando en un crepúsculo polvoriento aún lo tema capturado. La voz ya no le pareció tan agradable.

Hambre: si había algún fallo en las trayectorias, o un retraso, o una avería, tendrían que hacer un vuelo más largo y eso significaba economizar raciones.

Enfermedad: durante todo el viaje acumularían una dosis de radiación que les llevaría a un 1 % de contraer un cáncer.

Guerra: un habitáculo reducido y muchos meses de convivencia. Confiaba en los psicólogos pero siempre podría pasar algo malo.

– Ingravidez en cinco, cuatro, tres, dos, uno.

El silencio se hizo muy denso. Todas las tripas de la nave habían dejado de rugir. No había aire afuera contra el que la nave rozase. Todo parecía en calma.

Muerte: el último jinete.

La potente voz de Vishniac en los cascos hizo que Herbert pudiese seguir respirando.

– ¿Ingeniería?

– En chequeo post-ignición. Todos los sistemas funcionando. Órbita correcta en un 99.548%

– Bueno, pues parece que podemos abrir ya el champaña… Estamos camino de Marte.

9

Las dosis de champaña estaban cuidadosamente diseñadas, como todo en la misión. Envasado a la presión que se hacía en la tierra hubiera producido un chorro de dos metros, sin embargo el envase plástico se adaptaba perfectamente a las condiciones de la Ares y la espuma se derramaba de una forma más o menos controlada.

– Venga, reparte Luca.

– Voy, cantidades exactamente iguales para todos.

El habitáculo 2, la zona de laboratorios, tenía una gran área despejada entre los equipos. Habían decidido tácitamente que aquel sería un espacio común que usar en reuniones como aquella, el cumpleaños de Fidel.

Los miembros de la tripulación del Ares se repartían en el suelo o en las sillas delante de las consolas de los experimentos.

– ¿Cuántos Fidel?

– Humm, muchos más que tú Jenny. No quieras saberlos.

– Vamos, lo puedo mirar en tu ficha médica.

Fidel, sentado en el suelo hizo ademán de darle un capón a Jenny. En frente suyo Susana comía su ración de tarta deshidratada y le dio por reír y atragantarse.

– Vamos Fidel, en esa postura de padre recriminador estas muy aparente.

– No tienes más edad que yo, Fidel.

– ¿No André? ¿Paleozoico superior o inferior?

Todos rieron de buena gana. Cuando se acallaron las risas, Lowell compuso un gesto adusto, elevó su vaso de champaña y entonó un brindis.

– Por la reina.

Luca sonrió y dijo:

– Pero Lowell… ¡Que hace diez años que ya no tenéis monarquía…!

– Una tradición es una tradición.

Y mientras lo decía, muy serio, todos vieron en sus gestos que bromeaba, pero sólo en parte.

Susana tomó la palabra:

– Y yo brindo por nuestros dos científicos, Fidel y Herbert. Ellos son la carga útil de esta nave, y tenemos que cuidarlos como valioso material que son. Sus mentes serán las que trabajarán para traer de vuelta resultados… Porque si no, me parece que estamos perdiendo el tiempo.

Jenny alzó su champaña y se sumó al brindis de Susana:

– Por nuestros científicos. Que encuentren de una vez a esos puñeteros marcianos…

Los demás asintieron con sonrisas. Vishniac que ya se había tomado su ración, se levantó con delicadeza. Al principio del viaje, ese movimiento le hubiera llevado casi hasta el techo. La gravedad inducida por el giro del habitáculo era de 1/6 de la terrestre, la misma de la Luna.

– Bueno, tengo que hacer mi turno de comprobaciones en cabina. Felicidades Fidel.

– Gracias.

– Susana, ocúpate de revisar el estado del combustible en el módulo.

– Lo hice ayer. Tengo en el cuadrante…

– Repítelo, esta mañana tuve unas lecturas muy raras.

Luca torció el gesto de la forma burlona en que solía hacerlo y fue a decir algo, pero se reprimió al ver la cara de Susana.

Susana permaneció quieta en el suelo. Jenny le dio un beso en la mejilla a Fidel y desapareció. El resto también se fue, a ocuparse en sus tareas felicitando efusivamente a Fidel. En cuanto se quedaron solos, Fidel le habló a Susana.

– Deberías ir.

– Lo haré, pero ahora no, dentro de diez minutos cuando comienza mi turno de trabajo.

Ambos se callaron. Fidel, como un oso grande y barbado, ocupaba con su presencia casi toda la sala. Susana no le miraba directamente, tenía la vista perdida en el vacío.

– ¿Por qué te molesta tanto?

Susana se volvió con violencia, pero se calmó antes de responder.

– ¿Por qué lo hace? Siempre soy yo, Susana siempre es la que tiene que ponerse el traje, la que tiene que comprobar circuitos, la más ocupada y la que siempre tiene trabajo.

– Bueno, ya sabes como es André. No creo que lo haga por fastidiarte. La misión es lo más importante y quizá la persona más indicada para esas tareas seas tú.

– Ya. Y él y Lowell en cabina contándose chistes. Ya me conozco yo eso. Vengo del ejército ¿recuerdas?

– No digo que no haya algo de eso, Susana, pero date cuenta que llevamos ya 170 días de viaje. Las relaciones se erosionan con el tiempo. Abajo, durante el entrenamiento la tensión era alta, pero ni la mitad que aquí. Es lógico que tengamos roces. Más si lo vuestro no funcionó como debiera.

– Sí, eso contribuye, he herido su orgullo de hombre de acero.

Susana se rió quedamente.

– ¿De que te ríes?

– Bueno… pareces tan razonable… y luego Luca te saca de tus casillas con una facilidad pasmosa.

– Ja, Luca… -Fidel había fruncido el ceño y parecía que se iba a enfurecer, pero recapacitó en medio segundo y volvió la afabilidad-. Sí, yo también soy sensible a eso. Es mucho tiempo, pero, cuanto lleguemos a Marte, las cosas serán más fáciles. Tendremos todo un mundo que explorar.

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