• Пожаловаться

Joe Haldeman: La guerra interminable

Здесь есть возможность читать онлайн «Joe Haldeman: La guerra interminable» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, год выпуска: 1978, ISBN: 84-350-0191-1, издательство: Edhasa, категория: Фантастика и фэнтези / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Joe Haldeman La guerra interminable

La guerra interminable: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La guerra interminable»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Iniciada en 1997, la guerra con los taurinos se arrastra desde hace siglos. Pasando de un mundo a otro a velocidades superiores a la de la luz, las tropas de la guerra interminable envejecen sólo unos pocos días mientras en la Tierra pasan los años; una Tierra más y más irreconocible en cada nueva visita. Premio Nebula en 1975; premios Hugo y Locus en 1976.

Joe Haldeman: другие книги автора


Кто написал La guerra interminable? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

La guerra interminable — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La guerra interminable», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Pasamos por todos los ejercicios que habíamos realizado en la base Miami: práctica con armas, demolición, planes para el ataque. También lanzábamos naves teledirigidas hacia el refugio, a intervalos irregulares. De ese modo el operador se veía obligado a demostrar su habilidad diez o doce veces por día, soltando las llaves en cuanto se encendía la luz de proximidad.

Yo cumplía mis cuatro horas de turno, como todos los demás. Esperé con nerviosismo el primer ataque, pero cuando llegó pude ver que era muy sencillo. La luz se encendía, yo soltaba las llaves, el cañón apuntaba y la nave teledirigida asomaba por el horizonte. ¡Zzzztt! Un bello toque de color y metal fundido, en lluvia desde el espacio. Salvo en lo que respecta a ese detalle no resultaba muy entretenido. Por lo tanto, nadie se preocupaba mucho por «el ejercicio de graduación» que debíamos afrontar, pensando que sería más o menos lo mismo.

La base de Miami atacó al decimotercer día con dos misiles que surgieron simultáneamente desde lados opuestos, a unos cuarenta kilómetros por segundo. El láser desintegró al primero sin dificultades, pero el segundo llegó a ocho klims del refugio antes de recibir el disparo.

Nosotros regresábamos en ese momento de las maniobras y estábamos a un klim del edificio. Yo no habría visto lo ocurrido si no hubiera estado mirando directamente hacia allí en ese momento. El segundo misil envió una lluvia de escombros fundidos directamente hacia el refugio. Once piezas dieron en el blanco. Según la reconstrucción posterior de los hechos, he aquí lo que pasó:

La primera baja fue Maejima, nuestra bienamada Maejima, que estaba en el interior del edificio; recibió un golpe en la cabeza y otro en la espalda, y falleció instantáneamente. Al bajar la presión, la UMV comenzó a funcionar a toda marcha. Friedman, que estaba de pie frente a la boca de salida del acondicionador principal, fue arrojado contra la pared opuesta con tanta fuerza que perdió el sentido; murió por descompresión antes de que los otros pudieran ponerle el traje. Todos los demás pudieron salir a tropezones a través del vendaval y ponerse los trajes, pero el de García estaba agujereado y no le sirvió de nada.

Cuando llegamos allí habían apagado ya la UMV y estaban soldando los agujeros de las paredes. Uno de los hombres trataba de recoger la papilla, aún reconocible, que había sido Maejima; le oí sollozar entre arcadas. Ya se habían llevado a García y a Friedman para enterrarlos. El capitán relevó a Potter en la tarea de dirigir las reparaciones; mientras tanto, el sargento Cortez llevó al hombre sollozante hasta un rincón y volvió para limpiar, él solo, los restos de Maejima. No pidió ayuda a nadie y nadie se la ofreció.

10

Como ceremonia de graduación nos amontonaron sin contemplaciones en una nave; era la Esperanza de la Tierra, la misma que nos había llevado hasta Charon. En ella fuimos hasta Puerta Estelar a poco más de una gravedad. El viaje nos pareció interminable; eran casi seis meses de tiempo subjetivo y no había mucho en qué entretenerse, pero siempre resultaría mejor que la travesía hasta Charon. El capitán Stott nos hizo repasar oralmente el adiestramiento, día tras día; también hicimos gimnasia hasta quedar agotados.

Puerta Estelar era como el lado oscuro de Charon, pero peor. La base de Puerta Estelar I era más pequeña que la base Miami y apenas mayor que el refugio construido por nosotros. Allí deberíamos permanecer una semana, colaborando en la ampliación de las instalaciones. La dotación permanente pareció muy feliz con nuestra llegada, especialmente las dos mujeres, que tenían un aspecto algo desgastado. Todos nos amontonamos en el pequeño comedor, donde el vicemayor Williamson, que estaba a cargo de la base, nos dio algunas noticias desconcertantes.

—Pónganse cómodos. Vamos, apártense de las mesas, hay espacio de sobra. Tengo alguna idea de lo que ustedes acaban de soportar como adiestramiento en Charon. No diré que ha sido esfuerzo perdido, pero las cosas son muy distintas en el lugar al que van. No es tan frío.

Hizo una pausa para dejar que absorbiéramos la idea.

—Aleph del Auriga, el primer colapsar detectado, gira alrededor de una estrella normal. Épsilon del Auriga, en una órbita de veintisiete años. Allí tiene el enemigo una base de operaciones; no está en un planeta portal regular de Aleph, sino en un planeta que gira en torno a Épsilon. No es mucho lo que sabemos sobre ese planeta; describe una órbita completa cada 745 días, su volumen equivale aproximadamente a las tres cuartas partes del terrestre y su albedo es de 0,8, lo cual probablemente significa que está cubierto de nubes. Aunque no podemos precisar su temperatura, por su distancia con respecto a Épsilon se puede calcular que es bastante más cálido que la Tierra. Claro, no sabemos si ustedes trabajarán… lucharán en el lado del sol o en el oscuro, en el ecuador o en los polos. Es muy improbable que la atmósfera sea respirable.

En todo caso tendrán que usar los trajes. Bien, ya saben tanto como yo sobre el planeta al que van. ¿Alguna pregunta?

—Señor—se adelantó Stein—, ahora que sabemos adonde vamos… ¿sabe alguien qué haremos al llegar allí?

Williamson se encogió de hombros.

—Eso depende de su capitán… y del sargento, del capitán de la Esperanza de la Tierra y de la computadora logística. Aún no tenemos datos suficientes como para proyectar un plan de acción. Tal vez sea una batalla prolongada y sangrienta; tal vez sólo tengan que ir a recoger los pedazos. Es posible que los taurinos quieran hacer un tratado de paz…

Cortez soltó un resoplido.

—… y en ese caso ustedes serán sólo nuestro músculo, la fuerza que apoye nuestras exigencias.

Y luego agregó, dirigiendo a Cortez una mirada mansa:

—Nunca se sabe.

Por la noche la orgía resultó muy entretenida, pero era como tratar de dormir en medio de una bulliciosa fiesta nocturna. La única estancia lo bastante grande como para que cupiéramos todos era el comedor. Pusieron algunas sábanas aquí y allá para mayor discreción y soltaron a los dieciocho hombres de Puerta Estelar, hambrientos de sexo, sobre nuestras mujeres condescendientes y promiscuas por hábito (y ley) militar, pero que nada deseaban tanto como dormir en suelo firme.

Los dieciocho hombres obraron como si estuvieran obligados a probar todos los cambios posibles; la cantidad de trabajo realizado fue impresionante, aunque sólo en un sentido estrictamente cuantitativo. Algunos de nosotros llevamos la cuenta e improvisamos un coro de aliento para los mejor dotados. Creo que éste es el término correcto.

La mañana siguiente, al igual que todas las mañanas que pasamos en Puerta Estelar I, salimos tambaleantes de la cama y nos pusimos nuestros trajes para salir a trabajar en «el ala nueva». A su debido tiempo Puerta Estelar se convertiría en el centro táctico y logístico de la guerra; habría de albergar a miles de personas en forma permanente y estaría custodiada por seis grandes cruceros similares a la Esperanza. Cuando nosotros comenzamos consistía apenas en dos cobertizos y veinte personas; al partir los cobertizos eran cuatro, pero el personal no había pasado de veinte. El trabajo era muy ligero comparado con los esfuerzos realizados en el lado oscuro de Charon, pues disponíamos de luz en abundancia y se nos concedían dieciséis horas en el interior por cada ocho de trabajo. Además no hubo flota teledirigida que nos atacara como examen final.

Cuando llegó el momento de partir en la Esperanza, nadie se mostró muy feliz por abandonar ese planeta (aunque algunas de las mujeres más codiciadas declararon que no les vendría mal un descanso). Puerta Estelar era nuestro último puerto seguro y cómodo antes de tomar las armas contra los taurinos. Y tal como Williamson nos lo había señalado el primer día, nadie podía adivinar cómo sería la guerra.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La guerra interminable»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La guerra interminable» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Joe Haldeman: Guerra eterna
Guerra eterna
Joe Haldeman
Arnaldur Indriðason: Silencio Sepulcral
Silencio Sepulcral
Arnaldur Indriðason
Joe Haldeman: Tricentenario
Tricentenario
Joe Haldeman
Joseph Conrad: El Duelo
El Duelo
Joseph Conrad
Отзывы о книге «La guerra interminable»

Обсуждение, отзывы о книге «La guerra interminable» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.