John Tolkien - El hobbit
Здесь есть возможность читать онлайн «John Tolkien - El hobbit» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Сказка, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:El hobbit
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 2
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
El hobbit: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El hobbit»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
El hobbit — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El hobbit», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Le pidieron que no los dejase. Le ofrecieron oro del dragón y plata y joyas, pero el mago no se inmutó.
—¡Nos veremos, nos veremos! —dijo—, y creo que ya me he ganado algo de ese oro del dragón, cuando le echéis mano.
Los enanos dejaron entonces de suplicar. Se sacaron la ropa y se bañaron en el río, que en el vado era poco profundo, claro y pedregoso. Luego de secarse al Sol, que ahora caía con fuerza, se sintieron refrescados, aunque todavía doloridos y un poco hambrientos.
Pronto cruzaron el vado (cargando con el hobbit), y luego marcharon entre la abundante hierba verde y bajo la hilera de robles anchos de brazos y los olmos altos.
—¿Y por qué se le llama la Carroca? —preguntó Bilbo cuando caminaba junto al mago.
—La llamó la Carroca, porque Carroca es la palabra para ella. Llama carrocas a cosas así, y ésta es la Carroca, pues es la única cerca de su casa y la conoce bien.
—¿Quién la llama? ¿Quién la conoce?
—Ese Alguien de quien hablé... una gran persona. Tenéis que ser todos muy corteses cuando os presente. Os presentaré muy poco a poco, de dos en dos, creo; y cuidaréis de no molestarlo, o sólo los cielos saben lo que ocurriría. Cuando se enfada puede resultar desagradable, aunque es muy amable si está de buen humor. Sin embargo, os advierto que se enfada con bastante facilidad.
Todos los enanos se juntaron alrededor cuando oyeron que el mago hablaba así con Bilbo.
—¿Es a él a quien nos llevas ahora? —inquirieron—. ¿No podrías encontrar a alguien de mejor carácter? ¿No sería mejor que lo explicases un poco más? —y así una pregunta tras otra.
—¡Sí, sí, por supuesto! ¡No, no podría! Y lo he explicado muy bien —respondió el mago, enojado—. Si necesitáis saber algo más, se llama Beorn. Es muy fuerte, y un cambia pieles además.
—¡Qué! ¿Un peletero? ¿Un hombre que llama a los conejos roedores, cuando no puede hacer pasar las pieles de conejo por pieles de ardilla? —preguntó Bilbo.
—¡Cielos, no, no, no, no! —dijo Gandalf—. No seas estúpido, señor Bolsón, si puedes evitarlo, y en nombre de toda maravilla haz el favor de no mencionar la palabra peletero mientras te encuentras en un área de cien millas a la redonda de su casa, ¡ni alfombra, ni capa, ni estola, ni manguito, ni cualquier otra palabra tan funesta! Él es un cambia pieles, cambia de piel: unas veces es un enorme oso negro, otras un hombre vigoroso y corpulento de pelo oscuro, con grandes brazos y luenga barba. No puedo deciros mucho más, aunque eso tendría que bastaros. Algunos dicen que es un oso descendiente de los grandes y antiguos osos de las montañas, que vivían allí antes que llegasen los gigantes. Otros dicen que desciende de los primeros hombres que vivieron antes que Smaug o los otros dragones dominasen esta parte del Mundo, y antes que los trasgos del Norte viniesen a las colinas. No puedo asegurarlo, pero creo que la última versión es la verdadera. A él no le gustan los interrogatorios. De todos modos no está bajo ningún encantamiento que no sea el propio. Vive en un robledal y tiene una gran casa de madera, y como hombre cría ganado y caballos casi tan maravillosos como él mismo. Trabajan para él y le hablan. No se los come; no caza ni come animales salvajes. Cría también colmenas, colmenas de abejas enormes y fieras, y se alimenta principalmente de crema y miel. Como oso viaja a todo lo largo y ancho. Una vez, de noche, lo vi sentado solo sobre la Carroca mirando cómo la Luna se hundía detrás de las Montañas Brumosas, y lo oí gruñir en la lengua de los osos:
“¡Llegará el día en que perecerán, y entonces volveré!”
Por eso se me ocurre que vino de las montañas.
Bilbo y los enanos tenían ahora bastante en qué pensar y no hicieron más preguntas. Todavía les quedaba mucho camino por delante.
Ladera arriba, valle abajo, avanzaban afanosamente. Hacía cada vez más calor. Algunas veces descansaban bajo los árboles, y entonces Bilbo se sentía tan hambriento que no habría desdeñado las bellotas, si estuviesen bastante maduras como para haber caído al suelo.
Ya mediaba la tarde cuando entraron en unas extensas zonas de flores, todas de la misma especie, y que crecían juntas, como plantadas. Sobre todo abundaba el trébol, unas ondulantes parcelas de tréboles rosados y purpúreos, y amplias extensiones de trébol dulce, blanco y pequeño, con olor a miel. Había un zumbido, y un murmullo y un runrún en el aire. Las abejas andaban atareadas de un lado para otro. ¡Y vaya abejas! Bilbo nunca había visto nada parecido.
«Si una llegase a picarme —se dijo— me hincharía hasta el doble de mi tamaño.»
Eran más corpulentas que avispones. Los zánganos, bastante más grandes que vuestros pulgares, llevaban bandas amarillas que brillaban como oro ardiente en el negro intenso de los cuerpos.
—Nos acercamos —dijo Gandalf—. Estamos en los lindes de los campos de abejas.
Al cabo de un rato llegaron a un terreno poblado de robles, altos y muy viejos, y luego a un crecido seto de espinos, que no dejaba ver nada, ni era posible atravesar.
—Es mejor que esperéis aquí —dijo el mago a los enanos—, y cuando grite o silbe, seguidme, pues ya veréis el camino que tomo, pero venid sólo en parejas, tenedlo en cuenta, unos cinco minutos entre cada pareja. Bombur es más grueso y valdrá por dos, mejor que venga solo y último. ¡Vamos, señor Bolsón! Hay una cancela por aquí cerca en alguna parte —y con eso se fue caminando a lo largo del seto, llevando consigo al hobbit aterrorizado.
Pronto llegaron a una cancela de madera, alta y ancha, y desde allí, a lo lejos, podían ver jardines y edificios de madera, algunos con techo de paja y paredes de leños informes: graneros, establos y una casa grande y de techo bajo, todo de madera. Dentro, al fondo del gran seto, había hileras e hileras de colmenas con cubiertas acampanadas de paja.
El ruido de las abejas gigantes que volaban de un lado a otro y pululaban dentro y fuera, colmaba el aire.
El mago y el hobbit empujaron la cancela pesada y crujiente, y descendieron por un sendero ancho hacia la casa.
Algunos caballos muy lustrosos y bien almohazados trotaban pradera arriba y los observaban con expresión inteligente; después fueron al galope hacia los edificios.
—Han ido a comunicarle la llegada de forasteros —dijo Gandalf.
Pronto entraron en un patio, tres de cuyas paredes estaban formadas por la casa de madera y las dos largas alas. En medio había un grueso tronco de roble, con muchas ramas desmochadas al lado. Cerca, de pie, los esperaba un hombre enorme de barba espesa y pelinegro, con brazos y piernas desnudos, de músculos abultados. Vestía una túnica de lana que le caía hasta las rodillas, y se apoyaba en una gran hacha. Los caballos pegaban los morros al hombro del gigante.
—¡Uf! ¡Aquí están! —dijo a los caballos—. No parecen peligrosos. ¡Podéis iros! —rió con una risa atronadora, bajó el hacha, y se adelantó—. ¿Quiénes sois y qué queréis? —preguntó malhumorado, de pie delante de ellos y encumbrándose por encima de Gandalf; en cuanto a Bilbo, bien podía haber trotado por entre las piernas del hombre sin necesitar agachar la cabeza para no rozar el borde de la túnica marrón.
—Soy Gandalf —dijo el mago.
—Nunca he oído hablar de él —gruñó el hombre—. Y ¿qué es este pequeñajo? —dijo, y se inclinó y miró al hobbit frunciendo las cejas negras y espesas.
—Éste es el señor Bolsón, un hobbit de buena familia y reputación impecable —dijo Gandalf; Bilbo hizo una reverencia, no tenía sombrero que quitarse y se sentía molesto pensando que le faltaban algunos botones—. Yo soy un mago —continuó Gandalf—. He oído hablar de ti, aunque tú no de mí; pero quizá algo sepas de mi buen primo Radagast, que vive cerca de la frontera meridional del Bosque Negro.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «El hobbit»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El hobbit» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «El hobbit» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.