T. M. Bilderback
Grandes éxitos
GRANDES ÉXITOS
COLECCIÓN DE HISTORIAS CORTAS
Por
T. M. Bilderback
Traducido Por
Elizabeth Garay
BREVES HISTORIAS DE SEGURIDAD DE JUSTICIA
Alguien salvó mi vida esta noche Copyright 2010
Sábado en el parque Copyright 2013
Parque MacArthur Copyright 2013
El pequeño tamborilero Copyright 2013
CUENTOS DEL CONDADO DE SARDIS
No vengas más por aquí Copyright 2013
HISTORIAS
Los restos del Edmund Fitzgerald Copyright 2013
Oro Copyright 2013
Chica ardiente en la ciudad Copyright 2013
El león duerme esta noche Copyright 2014
Esta colección copyright 2014 por T. M. Bilderback
Todas las historias publicadas previamente
Todas las historias son de ficción
Diseño de portada del libro electrónico por Christi L. Bilderback
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser copiada o reimpresa sin el permiso expreso del autor
ALGUIEN SALVÓ MI VIDA ESTA NOCHE
UNA BREVE HISTORIA DE SEGURIDAD DE JUSTICIA
Gus Brazzle se sentía muy elegante con su uniforme. Su placa relucía a la luz del sol de la mañana que brillaba a través de la ventana del dormitorio. No se encontraba ni una pizca de pelusa en los pantalones nada arrugados, ni en la camisa ligeramente almidonada y sobre planchada. El botón del cuello de la camisa de Gus estaba abierto, y sus zapatos estaban tan pulidos que podía ver su reflejo en ellos.
Tomó su porra y la añadió a la presilla especial de su cinturón. Su radio y la cuerda de salvamento, también estaban enganchados en el mismo lugar. La funda que sostenía su pistola semiautomática Glock se quedó en su cómoda. Su misión no requería que fuera armado.
La brillante placa en la parte superior decía: "Seguridad de Justicia". Debajo de eso, en letras más pequeñas, aparecían las palabras, "División de Seguridad Uniformada". Y, debajo de esa frase, estaba "Brazzle – 759".
Gus trabajaba para la División de Seguridad Uniformada de la Seguridad de Justicia. El jefe de la división uniformada, o el jefe de Gus, era Tony Armstrong. Tony atendía el escritorio principal de la Seguridad de Justicia, y vigilaba las idas y venidas de la compañía… pero, también supervisaba a los "gruñones", como los llamaba el personal de seguridad vestido de civil. Los socios responsables de formar y mantener la compañía de seguridad también dividían las responsabilidades de varias divisiones. La socia que finalmente se encargaba de los "gruñones" era Misty Wilhite, socia fundadora de la empresa, y novia durante mucho tiempo de Joey Justice, por quien la empresa había tomado el nombre.
A Gus le gustaba mucho Misty.
Gus nunca se había casado. La mujer adecuada nunca se había cruzado en su camino. Como resultado, no tenía hijos… que él supiera, por supuesto. Rió para sí mismo por ese chiste tan viejo. Pero, Misty era como la hija que nunca tuvo… y estaba bastante decidido a no darle nunca una razón para estar menos que orgullosa de él, como persona y como empleado.
La asignación actual de Gus era la seguridad en una tienda de libros, películas y música usados. Misty iba a aparecer en la tienda para observar e inspeccionar a Gus, y hablar con los clientes. A Gus no le preocupaba nada de eso, ya que los clientes sólo tendrían cosas buenas que decir.
Gus se había retirado del ejército a los cuarenta años, después de haber cumplido sus veinte años de servicio. Había sido sargento mayor durante los últimos cinco años. Su pensión militar era más que suficiente para vivir, pero Gus se sentía perdido pasando sus días sin hacer nada. Había intentado trabajar en seguridad para otras empresas, antes de llegar a Seguridad de Justicia. Había sido muy feliz con ellos, y había estado en su compañía durante unos años. Ahora, a los sesenta y siete años, estaba considerando retirarse, en definitiva.
Otra mirada rápida al espejo, y se daría su propia aprobación. Hizo un rápido saludo hacia sí mismo, colocó el sobre con su testamento a la vista en el tocador, apoyado en el espejo. Era un viejo hábito, y probablemente nunca sería necesario… pero ayudaba estar preparado. Dejó su dormitorio y su casa, y subió a su coche para dirigirse a la librería.
Mientras conducía por las calles de la ciudad, recordó otro motivo para disfrutar del día. Era martes… y eso significaba que podía pasar tiempo con Nicole.
Si Misty Wilhite era la hija que Gus nunca había tenido, Nicole era la nieta que nunca había tenido. Nicole tenía cinco años y era la hija de una de las empleadas de la librería. La empleada, Teresa Ambrose, era madre soltera y estudiante universitaria. Tenía becas y préstamos estudiantiles para apoyar su educación, junto con la manutención infantil. No era suficiente. Teresa trabajaba a tiempo parcial en la librería los martes y jueves para ayudar a llegar a fin de mes. No podía pagar la guardería, así que llevaba a Nicole al trabajo.
Nicole era una niña muy bien educada, y era muy querida por todos en la librería. Sin embargo, había desarrollado un fuerte apego hacia Gus. Debido a su uniforme marrón, lo había apodado "Oso de Azúcar".
Entre los estantes jugaban a las ‘Escondidas’, y Nicole se reía cada vez que Gus la encontraba. Desde su puesto principal al lado de la puerta de salida, a menudo Gus le leía durante varias horas al día.
En varias ocasiones, Teresa le había pedido a Gus que fuera a cenar, y él había aceptado. También él había invitado a su casa a Teresa y a Nicole. A menudo realizaba la labor de niñero para Teresa, y le había brindado ayuda ocasional para paga su alquiler o su factura de electricidad, si su dinero era particularmente corto ese mes. En los momentos en que había hecho esto, se aseguraba de que Teresa supiera que se había hecho por amor a Nicole y que no había ningún tipo de compromiso entre ellos. Él adoraba absolutamente a la niña.
Iba a ser un gran día.
Brian Curtis se despertó de una pesadilla. Esto no era nada inusual en el mundo de Brian: las pesadillas eran los únicos sueños que recordaba.
Muy despierto y cubierto de sudor, Brian se sentó a un lado de su escuálida cama. Movió la cortina de sábanas baratas a un lado de la ventana, y fijó su vista en el Valle Hooker, también conocido en esta ciudad como la Calle Cuarta. Podía escuchar sirenas acercándose a lo lejos, dirigiendo su camino hacia el último robo… o el último asalto… o la última sobredosis… o el último asesinato. No importaba mucho qué delito aplicara, ya que las sirenas siempre estaban presentes y siempre eran las mismas. Ya nadie les prestaba atención.
La cabeza de Brian no le dolía. Al menos, no le dolía por una resaca. Había pasado algún tiempo por la noche en el Bar McFeely (conocido en la calle como "McFeelme's"), pero solo había tomado un par de cervezas. Se encontraba demasiado enojado para emborracharse. Había llevado algunos libros y DVD perfectamente buenos a la librería de usados, con la esperanza de ganar un poco de dinero para alimentarse. La librería se había negado a comprar ninguno de ellos y le había pedido a Brian que no volviera a la tienda. El viejo guardia de seguridad le había pedido que saliera de la tienda de inmediato y había puesto su mano en la porra atada a su cinturón. Brian había captado la indirecta… pero se había asegurado de expresar sus sentimientos por el maltrato. Los expresó con bastante color y a un volumen extremo.
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