Menchu estaba confusa, pero excitadísima. Se había movido hasta el borde del sofá y miraba la tabla flamenca con ojos muy abiertos, como si la viera por primera vez.
– Explícate, hija. Me tienes en ascuas.
– Según sabemos, Roger de Arras pudo ser asesinado por varias razones; y una de ellas habría sido un supuesto romance entre él y la duquesa Beatriz… La mujer vestida de negro que lee junto a la ventana.
– ¿Quieres decir que el duque lo mató por celos?
Julia hizo un gesto evasivo.
– Yo no quiero decir nada. Me limito a sugerir una posibilidad -indicó con un gesto el montón de libros, documentos y fotocopias que tenía sobre la mesa-. Tal vez el pintor quiso llamar la atención sobre el crimen… Es posible que eso lo decidiera a pintar el cuadro, o quizá lo hizo por encargo -encogió los hombros-. Jamás lo sabremos con certeza, pero hay algo que sí está claro: este cuadro contiene la clave del asesinato de Roger de Arras. Lo prueba la inscripción.
– Inscripción tapada -matizó César.
– Más a mi favor.
– Supongamos que el pintor tuviera miedo de haber sido demasiado explícito… -sugirió Menchu-. Tampoco en el siglo quince podía ir acusándose a la gente así, por las buenas.
Julia miró el cuadro.
– Puede que Van Huys se asustara de haber reflejado la cosa con excesiva claridad.
– O alguien lo hizo después -sugirió Menchu.
– No. Yo también pensé en eso, y además de mirarlo con luz negra hice un análisis estratigráfico, tomando una muestra con bisturí para estudiarla al microscopio -cogió de la mesa una hoja de papel-. Ahí lo tenéis, por capas sucesivas: soporte de madera de roble, una preparación muy delgada con carbonato de calcio y cola animal, blanco de plomo y óleo como imprimación, y tres capas con blanco de plomo, bermellón y negro marfil, blanco de plomo y resinato de cobre, barniz, etcétera. Todo idéntico al resto: las mismas mezclas, los mismos pigmentos. Fue Van Huys en persona quien tapó la inscripción, poco después de haberla escrito. De eso no cabe duda.
– ¿Entonces?
– Siempre teniendo en cuenta que nos hallamos sobre una cuerda floja de cinco siglos, estoy de acuerdo con César. Es muy posible que la clave esté en la partida de ajedrez. En cuanto a lo de comerse el caballo, ni siquiera se me había ocurrido… -miró al anticuario-. ¿Qué opinas tú?
César se apartó de la pared para sentarse en el otro extremo del sofá, junto a Menchu, y después de beber un pequeño sorbo de su vaso cruzó las piernas.
– Opino lo mismo, querida. Creo que al dirigir nuestra atención del caballero al caballo, el pintor pretende plantearnos la pista principal… -apuró delicadamente el contenido de su vaso para dejarlo, tintineando el hielo, sobre la mesita que tenía al lado-. Cuando pregunta quién se comió el caballo nos obliga a estudiar la partida… Ese retorcido Van Huys, de quien empiezo a creer que tenía un sentido del humor bastante peculiar, nos está invitando a jugar al ajedrez.
A Julia se le iluminaron los ojos.
– Juguemos, entonces -exclamó, volviéndose hacia el cuadro. Aquellas palabras arrancaron otro suspiro al anticuario.
– Eso quisiera yo. Pero esto rebasa mis habilidades.
– Vamos, César. Tú debes conocer el ajedrez.
– Frívola suposición la tuya, cariñito… ¿Me has visto jugar alguna vez?
– Nunca. Pero todo el mundo tiene idea de eso.
– En este asunto hace falta algo más que una simple idea sobre cómo mover las piezas… ¿Te has fijado bien? Las posiciones son muy complicadas -se echó hacia atrás en el sofá, teatralmente abatido-. Incluso yo tengo ciertas enojosas limitaciones, amor. Nadie es perfecto.
En ese momento llamaron a la puerta.
– Álvaro -dijo Julia, y corrió a abrir.
No era Álvaro. Regresó con un sobre traído por un mensajero; contenía varias fotocopias y una cronología escrita a máquina.
– Mirad. Por lo visto ha decidido no venir, pero nos manda esto.
– Tan grosero como siempre -murmuró César, con desdén-. Podía haber telefoneado para disculparse, el canalla -se encogió de hombros-. Aunque en el fondo me alegro… ¿Qué nos manda el infame?
– No te metas con él -lo reconvino Julia-. Ha tenido que trabajar mucho para ordenar estos datos.
Y se puso a leer en voz alta.
PIETER VAN HUYS Y LOS PERSONAJES RETRATADOS EN LA «PARTIDA DE AJEDREZ» CRONOLOGÍA BIOGRÁFICA:
1415: P ieter V an H uys nace en B rujas (F landes). A ctual B élgica.
1431: N ace R oger de A rras en el castillo de B ellesang, en O stenburgo. S u padre, F ulco de A rras, es vasallo del rey de F rancia y está emparentado con la dinastía reinante de los V alois. S u madre, cuyo nombre no se ha conservado, pertenece a la familia ducal ostenburguesa, los A ltenhoffen.
1435: B orgoña y O stenburgo rompen su vasallaje con F rancia. N ace F ernando A ltenhoffen, futuro duque de O stenburgo.
1437: R oger de A rras se ha criado en la corte ostenburguesa como compañero de juegos y estudios del futuro duque F ernando.
A l cumplir dieciséis años acompaña a su padre F ulco de A rras en la guerra que C arlos V ii de F rancia sostiene contra I nglaterra.
1441: N ace B eatriz, sobrina de F elipe el B ueno, duque de B orgoña.
1442: S e estima que hacia esta época realiza P ieter V an H uys sus primeras pinturas tras haberse relacionado en B rujas con los hermanos V an E yck y en T ournai con R oberto C ampin, sus maestros. N o se conserva ninguna obra suya de este período hasta:
1448: V an H uys pinta el Retrato del orfebre Guillermo Walhuus .
1449: R oger de A rras se distingue en la conquista de N ormandía y G uyena a los ingleses.
1450: R oger de A rras combate en la batalla de F ormigny.
1452: V an H uys pinta La familia de Lucas Bremer. (S u mejor cuadro conocido).
1453: R oger de A rras combate en la batalla de C astillon. E l mismo año se imprime en N uremberg su Poema de la rosa y el caballero (se conserva un ejemplar en la Biblioteca Nacional de P arís).
1455: V an H uys pinta su Virgen del oratorio . (S in fecha, pero que los expertos datan hacia esta época).
1457: M uere W ilhelmus A ltenhoffen, duque de O stenburgo. L e sucede su hijo F ernando, que acaba de cumplir veintidós años. U no de sus primeros actos habría sido llamar a su lado a R oger de A rras. P resumiblemente, éste permanece en la corte de F rancia, ligado al rey C arlos V II por juramento de lealtad.
1457: V an H uys pinta El cambista de Lovaina .
1458: V an H uys pinta Retrato del comerciante Matías Conzini y su esposa .
1461: M uerte de C arlos V II de F rancia. S upuestamente liberado de su compromiso de lealtad con el monarca francés, R oger de A rras regresa a O stenburgo. H acia la misma época, P ieter V an H uys termina el Retablo de Amberes y se instala en la corte ostenburguesa.
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