David Baldacci - A Cualquier Precio

Здесь есть возможность читать онлайн «David Baldacci - A Cualquier Precio» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

A Cualquier Precio: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «A Cualquier Precio»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

David Buchanan aplica sucias presiones para financiar causas honrosas. Robert Thornhill, un alto cargo de la CIA, descubre el juego y empieza a chantajearle, pues quiere devolver a la CIA el prestigio perdido. Faith Lockhart, una tercera persona implicada en este asunto, opina que se ha ido demasiado lejos y decide confesarlo todo al FBI. Su vida a partir de entonces tiene un precio

A Cualquier Precio — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «A Cualquier Precio», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Los dos hombres se sostuvieron la mirada durante el siguiente kilómetro y medio, hasta que Thornhill rompió el silencio.

– Había que eliminar a Lockhart. El agente del FBI estaba con ella, así que también tenía que morir.

– ¿Y Faith se salvó?

– Con la ayuda de tu investigador privado. De no ser por tu metedura de pata, esta situación nunca se habría producido.

– No se me había ocurrido que te propusieses matar a alguien. ¿Entonces no tienes idea de dónde está? -preguntó Buchanan.

– Es cuestión de tiempo. Tengo muchas redes echadas. Y mientras hay vida, hay esperanza.

– ¿Qué quieres decir con eso?

– Quiero decir que he terminado de hablar contigo.

Los siguientes quince minutos transcurrieron en completo silencio. El coche entró en el aparcamiento subterráneo del edificio de Buchanan. Un sedán gris esperaba en el nivel inferior, con el motor en marcha. Antes de apearse, Thornhill sujetó a Buchanan por el brazo.

– Dices tener la capacidad de destruirme si te ocurre algo. Bueno, ahora escucha mi parte. Si tu colega y su nuevo «amigo» desbaratan todo aquello por lo que he trabajado, todos vosotros seréis eliminados. En el acto. -Le soltó el brazo-. Para que nos entendamos, señor escorpión -añadió Thornhill con desdén.

Un minuto después, el sedán gris salía del aparcamiento. Thornhill ya estaba al teléfono.

– No hay que perder a Buchanan de vista ni un segundo. -Colgó y empezó a pensar en cómo enfrentarse a esa nueva situación.

42

– Éste es el último lugar-señaló Connie cuando llegaron a la tienda de motocicletas en el sedán.

Salieron del coche y Reynolds miró en torno a sí.

– ¿Su hermano pequeño?

Connie asintió mientras comprobaban la lista.

– Scott Adams. Es el encargado.

– Bueno, esperemos que resulte de más ayuda que los demás.

Habían hablado con todos los parientes de Lee en la zona. Nadie había tenido noticias de él durante la última semana. 0 por lo menos eso habían dicho. Scott Adams quizá fuera su última posibilidad. Sin embargo, cuando entraron en la tienda, les comunicaron que había salido de la ciudad para asistir a la boda de un amigo y que no regresaría hasta un par de días después.

Connie entregó su tarjeta al joven del mostrador.

– Dile que me llame en cuanto llegue.

Rick, el vendedor que había estado coqueteando con Faith sin disimulo, examinó la tarjeta.

– ¿Esto tiene que ver con su hermano?

Connie y Reynolds lo observaron.

– ¿Conoces a Lee Adams? -inquirió Reynolds.

– No puedo decir que lo conozca. No sabe cómo me llamo ni nada. Pero ha venido aquí varias veces. La última fue hace un par de días.

Los dos agentes repasaron a Rick con la vista, calibrando su credibilidad.

– ¿ Iba solo? -preguntó Reynolds.

– No. Iba con una tía.

Reynolds extrajo una foto de Lockhart y se la enseñó.

– Imagínatela con el pelo más corto y negro, en vez de caoba. Rick asintió sin quitar ojo a la fotografía.

– Sí, es ella. Y Lee también tenía el pelo distinto. Corto y rubio. Y también llevaba barba y bigote. Me fijo mucho en esas cosas. Reynolds y Connie se miraron el uno al otro, intentando disimular la emoción con todas sus fuerzas.

– ¿Tienes idea de adónde pueden haber ido? -preguntó Connie.

– Es posible. Pero sí sé por qué vinieron aquí.

– ¿Ah, sí? ¿Por qué?

– Necesitaban transporte. Se llevaron una moto. Una de las Gold Wing grandes.

– ¿Una Gold Wing? -repitió Reynolds.

– Si. -Rick rebuscó entre una pila de folletos en color que había sobre el mostrador y dio vuelta a uno para que Reynolds lo viera.

– Esta de aquí. La Honda Gold Wing SE. Para recorrer largas distancias, es la mejor. De verdad.

– Y dices que Adams se llevó una. ¿Sabes el color y el número de matrícula?

– Puedo consultar la matrícula. El color es el mismo que el del folleto. Era de muestra, pero Scotty dejó que se la llevara.

– Has dicho que tal vez supieras adónde habían ido -intervino Reynolds.

– ¿Qué quieren de Lee?

– Queremos hablar con él. Y con la mujer que lo acompaña -respondió ella amablemente.

– ¿Han hecho algo malo?

– No lo sabremos hasta que hablemos con ellos -contestó Connie. Dio un paso hacia adelante-. Se trata de una investigación del FBI. ¿Eres amigo de ellos o algo así?

Rick empalideció.

– No, qué va, esa tía es un mal rollo. Tiene un genio de mil demonios. Mientras Lee estaba dentro, salí al aparcamiento de las motos e intenté atenderla, con toda profesionalidad, y casi se me echa encima. Y Lee es parecido. Cuando salió, se puso bravucón conmigo. De hecho, estuve a punto de darle una buena paliza.

Mientras Connie observaba al larguirucho de Rick, recordó la cinta de vídeo en la que había visto a un Lee Adams con un físico imponente.

– ¿Darle una buena paliza? ¿Seguro?

– Me aventaja en peso, pero es un viejo. Y yo practico tackwondo -Rick se puso a la defensiva.

Reynolds observó a Rick de cerca.

– ¿Así que dices que Lee Adams permaneció un rato en el interior y que la mujer se quedó fuera sola?

– Eso es.

Reynolds y Connie intercambiaron una mirada rápida.

– Si tienes información sobre adónde fueron, el FBI te estaría muy agradecido -dijo Reynolds con impaciencia-. Y sobre la matrícula de la moto. Ahora mismo, si no te importa. Tenemos prisa.

– Claro. Lee también se llevó un mapa de Carolina del Norte. Los vendemos aquí, pero Scotty se lo regaló. Eso es lo que dijo Shirley, la chica que suele atender detrás del mostrador.

– ¿Está aquí?

– No. Está enferma. Me ha tocado sustituirla.

– ¿Puedo llevarme uno de esos mapas de Carolina? -preguntó Reynolds. Rick sacó uno y se lo pasó-. ¿Cuánto es? Él sonrió.

– Eh, regalo de la casa. Para que vean que soy buen ciudadano. ¿Saben? Estoy pensando en ingresar en el FBI.

– Siempre nos ha interesado reclutar a personas competentes -manifestó Connie con el semblante inexpresivo y apartando la mirada.

Rick consultó la matrícula en el folleto y se la dio a Connie. -Ya me informarán de lo que ocurra -dijo Rick cuando se marchaban.

– Serás el primero en saberlo -aseguró Connie por encima del hombro.

Los dos agentes regresaron al coche.

Reynolds se volvió hacia su compañero.

– Bueno, parece que Adams no retiene a Lockhart en contra de su voluntad. La dejó fuera sola. Podría haberse largado.

– Deben de formar una especie de equipo. Por lo menos ahora. -Carolina del Norte -dijo Reynolds casi para sí. -Un estado grande -apuntó Connie.

Reynolds torció el gesto.

– Bueno, veamos si podemos reducir un poco el radio de acción. En el aeropuerto, Lockhart compró dos billetes para Norfolk.

– ¿Y por qué se llevaron un mapa de Carolina del Norte?

– No podían ir en avión. Habríamos estado esperándolos en Norfolk. Por lo menos Adams parecía consciente de ello. Probablemente sabía que tenemos un convenio con las compañías aéreas y que gracias al mismo localizamos a Lockhart en el aeropuerto.

– Lockhart metió la pata al usar su nombre verdadero para el segundo billete. Pero seguramente no tenía alternativa, a no ser que contara con un tercer documento de identidad falso -añadió Connie.

– Así que no fueron en avión. No puede utilizar una tarjeta de crédito, así que tampoco alquilaron un coche. Adams se imagina que tenemos vigiladas las estaciones de autobús y ferrocarril. Así que le piden a su hermano la Honda y un mapa para su destino real: Carolina del Norte.

– Lo que significa que cuando llegaran a Norfolk en avión pensaban ir en coche o tomar otro avión para desplazarse a algún lugar de Carolina del Norte.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «A Cualquier Precio»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «A Cualquier Precio» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


David Baldacci - The Last Mile
David Baldacci
David Baldacci - Memory Man
David Baldacci
David Baldacci - The Finisher
David Baldacci
David Baldacci - The Sixth Man
David Baldacci
David Baldacci - The Forgotten
David Baldacci
David Baldacci - The Innocent
David Baldacci
David Baldacci - Zero Day
David Baldacci
David Baldacci - Il gioco di Zodiac
David Baldacci
David Baldacci - Hour Game
David Baldacci
David Baldacci - Divine Justice
David Baldacci
David Baldacci - Wygrana
David Baldacci
libcat.ru: книга без обложки
David Baldacci
Отзывы о книге «A Cualquier Precio»

Обсуждение, отзывы о книге «A Cualquier Precio» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x