David Baldacci - A Cualquier Precio

Здесь есть возможность читать онлайн «David Baldacci - A Cualquier Precio» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

A Cualquier Precio: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «A Cualquier Precio»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

David Buchanan aplica sucias presiones para financiar causas honrosas. Robert Thornhill, un alto cargo de la CIA, descubre el juego y empieza a chantajearle, pues quiere devolver a la CIA el prestigio perdido. Faith Lockhart, una tercera persona implicada en este asunto, opina que se ha ido demasiado lejos y decide confesarlo todo al FBI. Su vida a partir de entonces tiene un precio

A Cualquier Precio — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «A Cualquier Precio», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Me gusta mucho la escuela.

– Y se nota, jovencita.

Reynolds se disponía a recostarse en el sillón cuando sonó el teléfono. Consultó la pantallita del identificador de llamadas. No aparecía ningún número. La persona que telefoneaba debía de haber activado el bloqueo de identificación o bien su número no era de dominio público. Dudó si contestar. El problema era que todos los agentes del FBI que conocía disponían de dichos números. Por lo general, no obstante, los del FBI la llamaban al buscapersonas o al móvil, cuyos números sólo ellos conocían; siempre respondía si la llamaban por uno u otro medio. Quizá se tratara de un marcador informatizado de números aleatorios y le pedirían que esperara a que una persona de carne y hueso intentara venderle un apartamento multipropiedad en Disneylandia. No obstante, sin saber muy bien por qué, extendió la mano y descolgó el auricular.

– ¿Diga?

– ¿Brooke?

Anne Newman parecía angustiada, pero mientras la escuchaba, Reynolds intuyó que había algo más aparte de la muerte de su esposo en circunstancias violentas… Pobre Anne, ¿qué otra desgracia podía sobrevenirle?

– Estaré ahí en media hora -dijo Reynolds.

Tomó el abrigo y las llaves del coche, dio un mordisco a la rebanada de pan que tenía en el plato y besó a sus hijos.

– ¿Volverás a tiempo para leernos un cuento, mamá? -preguntó Sydney.

– Tres osos, tres cerditos y tres cabras. -David se apresuró a recitar su lista favorita de cuentos nocturnos a Brooke, su narradora predilecta. Su hermana Sydney prefería leer los cuentos por sí sola, cada noche, pronunciando cada palabra en voz alta. El pequeño David bebió un buen trago de leche, eructó sin disimulo y se disculpó a continuación entre risotadas.

Reynolds sonrió. A veces cuando estaba cansada contaba los cuentos tan deprisa que casi se mezclaban unos con otros. Los cerditos construían sus casas, los osos salían de paseo mientras Ricitos de Oro robaba en la casa y tres cabritos daban una paliza al trol malvado y vivían felices para siempre en sus nuevos pastos. Sonaba bien. ¿Dónde podía comprarse unos? Luego, mientras se desvestía antes de acostarse, la embargaba un abrumador sentimiento de culpa. Lo cierto era que sus hijos crecerían y se independizarían en un abrir y cerrar de ojos y ella no hacía más que embaucarlos con aquellos tres cuentos tan cortos porque lo único que deseaba era algo tan poco trascendental como dormir. A veces valía más no pensar demasiado. Reynolds era la clásica persona que rendía más de lo que se le exigía, una perfeccionista y, por si fuera poco, la expresión «madre perfecta» era el mayor oxímoron del mundo.

– Lo intentaré, te lo prometo.

La mirada de desencanto de su hija hizo que Reynolds diera media vuelta y huyera de la sala rápidamente. Se detuvo en el pequeño cuarto del primer piso que le servía de estudio. Extrajo una pequeña caja de metal pesado de la parte superior del armario y la abrió con llave. Extrajo su SIG 9 milímetros, acopló un cargador nuevo, corrió la guía para cargar una bala, puso el seguro, deslizó el arma en la pistolera y salió por la puerta a toda prisa para no pensar en otra cena interrumpida dentro de la larga lista de desilusiones que había causado a sus hijos. Supermujer: carrera, hijos, lo tenía todo. Ahora sólo le faltaba clonarse a sí misma. Dos veces.

29

Lee y Faith se habían detenido dos veces camino de Carolina del Norte, una para tomar un almuerzo un tanto tardío en un Cracker Barrel y otra en un centro comercial del sur de Virginia. Lee había visto una valla publicitaria junto a la autopista que anunciaba una feria de armas que duraría una semana. La zona de aparcamiento estaba repleta de camionetas, caravanas y coches con neumáticos gruesos y motores que runruneaban bajo el capó. Algunos hombres vestían ropa de Polo y de Chaps, y otros camisetas de los Grateful Dead y vaqueros andrajosos. Al parecer a los norteamericanos de todos los estratos sociales les gustaban las armas de fuego.

– ¿Por qué aquí? -preguntó Faith cuando Lee se apeó de la moto.

– Las leyes de Virginia exigen que los vendedores de armas autorizados comprueben los antecedentes de las personas que quieren comprarles algo -explicó-. Hay que cumplimentar un formulario, disponer de permiso de armas y dos documentos de identificación. Sin embargo, la ley no impera en las ferias de armas. Lo único que quieren es tu dinero, que, por cierto, a mí no me vendría nada mal.

– ¿De verdad te hace falta un arma?

Él la observó como si acabara de salir del cascarón.

– Todos los que nos persiguen van armados.

Incapaz de rebatir una lógica tan aplastante, Faith no dijo nada más, le dio el dinero y se acurrucó en el asiento de la moto mientras Lee se dirigía al interior. El hombre tenía la habilidad de soltarle pedradas que la dejaban muda.

Lee compró una pistola automática Smith amp; Wesson de doble acción con un cargador circular de quince unidades para Parabellums de 9 milímetros. La denominación de «automática» inducía a error, pues para disparar había que apretar el gatillo cada vez. El término «automático» hacía referencia al hecho de que la pistola cargaba de forma automática una bala nueva cada vez que se apretaba el gatillo. Asimismo, compró una caja de municiones y un equipo de limpieza antes de volver a la zona de aparcamiento.

Faith lo miró detenidamente mientras guardaba el arma y la munición en un compartimiento de la motocicleta.

– ¿Ahora te sientes más seguro? -preguntó ella con sequedad.

– En estos momentos no me sentiría seguro ni en el edificio Hoover rodeado de cien agentes del FBI. Caray, me pregunto por qué.

Llegaron a Duck, Carolina del Norte, al atardecer y Faith indicó a Lee el camino para llegar a la casa de la comunidad de Pine Island.

Cuando se detuvieron enfrente, Lee contempló el inmenso edificio, se quitó el casco y se volvió hacia ella.

– Creí que habías dicho que era pequeña.

– En realidad creo que fuiste tú quien la calificó de pequeña. Yo dije que era cómoda.

Ella se apeó de la Honda y se estiró para desentumecer los músculos. Tenía todo el cuerpo, sobre todo el trasero, adormecido.

– Como mínimo tiene quinientos metros cuadrados. -Lee no quitaba ojo a la casa de tres plantas, con revestimiento exterior de madera, provista de dos chimeneas de piedra y un tejado de cedro. Sendas galerías de amplias arcadas rodeaban las plantas primera y segunda, lo que recordaba a las construcciones típicas de las plantaciones. Había torrecillas con tejado de dos aguas, paredes de cristal y grandes extensiones de césped. Lee observó que los aspersores automáticos se ponían en marcha al tiempo que se encendía la iluminación exterior. Detrás de la casa se oía el embate de las olas. El edificio estaba situado al final de una tranquila calle sin salida, aunque gigantescas casas parecidas pintadas de amarillo, azul, verde y gris se alineaban frente al mar en ambas direcciones hasta donde alcanzaba la vista. Aunque el aire era tibio y ligeramente húmedo, faltaba poco para noviembre y prácticamente todas las otras casas estaban a oscuras.

– Nunca me he molestado en calcular los metros cuadrados. La alquilo de abril a septiembre. Así pago la hipoteca y además gano unos treinta mil al año, por si te interesa -dijo Faith. Se quitó el casco y se pasó las manos por el cabello sudado-. Necesito una ducha y algo de comer. En la cocina debería haber provisiones. Puedes dejar la moto en el garaje descubierto.

Faith abrió la puerta principal y entró en la casa mientras Lee aparcaba la Honda en una de las dos plazas del garaje antes de descargar el equipaje. El interior de la casa era incluso más hermoso que el exterior. Lee se sintió aliviado al ver que disponía de un sistema de seguridad. Echó un vistazo alrededor fijándose en todos los detalles: los techos altísimos, las vigas y los paneles de madera pulimentados, una cocina enorme, suelo de gres italiano en algunas partes y caras alfombras beréberes en las demás. Contó seis dormitorios, siete baños y descubrió en el porche posterior un jacuzzi lo bastante grande para dar cabida a seis adultos borrachos. También había tres chimeneas, incluida una de gas en la suite principal. El mobiliario era de rota y mimbre, todo aparentemente diseñado para invitar a echarse una cabezada.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «A Cualquier Precio»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «A Cualquier Precio» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


David Baldacci - The Last Mile
David Baldacci
David Baldacci - Memory Man
David Baldacci
David Baldacci - The Finisher
David Baldacci
David Baldacci - The Sixth Man
David Baldacci
David Baldacci - The Forgotten
David Baldacci
David Baldacci - The Innocent
David Baldacci
David Baldacci - Zero Day
David Baldacci
David Baldacci - Il gioco di Zodiac
David Baldacci
David Baldacci - Hour Game
David Baldacci
David Baldacci - Divine Justice
David Baldacci
David Baldacci - Wygrana
David Baldacci
libcat.ru: книга без обложки
David Baldacci
Отзывы о книге «A Cualquier Precio»

Обсуждение, отзывы о книге «A Cualquier Precio» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x