• Пожаловаться

David Baldacci: A Cualquier Precio

Здесь есть возможность читать онлайн «David Baldacci: A Cualquier Precio» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Триллер / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

David Baldacci A Cualquier Precio

A Cualquier Precio: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «A Cualquier Precio»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

David Buchanan aplica sucias presiones para financiar causas honrosas. Robert Thornhill, un alto cargo de la CIA, descubre el juego y empieza a chantajearle, pues quiere devolver a la CIA el prestigio perdido. Faith Lockhart, una tercera persona implicada en este asunto, opina que se ha ido demasiado lejos y decide confesarlo todo al FBI. Su vida a partir de entonces tiene un precio

David Baldacci: другие книги автора


Кто написал A Cualquier Precio? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

A Cualquier Precio — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «A Cualquier Precio», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Varios de los presentes resoplaron. Thornhill echó un vistazo alrededor con recelo. El grupo de hombres representaba una alianza más bien precaria. Eran tipos paranoicos e inescrutables acostumbrados a reservarse su opinión. Lo cierto era que unirlos a todos había sido un auténtico milagro.

– El FBI hará sin duda cuanto esté en su mano para aclarar el asesinato de uno de sus agentes y de la principal testigo de una de sus investigaciones más ambiciosas hasta la fecha. Así que lo que propongo es ofrecerles la solución que queremos que encuentren. -Los presentes lo miraron con curiosidad. Thornhill sorbió agua del vaso y se tomó un minuto para preparar la pipa-. Tras ayudar durante varios años a Buchanan en la operación, la conciencia de Faith Lockhart, el sentido común o su paranoia pudieron más que ella. Acudió al FBI y les contó todo lo que sabía. Gracias a mi previsión, nos fue posible descubrirlo. No obstante, Buchanan ignora por completo que su compañera lo ha traicionado. Tampoco sabe que tenemos la intención de matarla. Sólo nosotros lo sabemos. -Thornhill se felicitó para sus adentros por la última observación. La omnisciencia le sentaba bien; al fin y al cabo, ése era su terreno-. El FBI, sin embargo, podría sospechar que él sabe que ella lo ha traicionado o que lo descubrirá tarde o temprano. Por lo tanto, para el observador externo, Danny Buchanan sería la persona que tendría más motivos para matar a Faith Lockhart.

– Entonces, ¿cuál es tu plan? -insistió el otro hombre.

– Mi plan -respondió Thornhill con brusquedad- es bien sencillo. En lugar de permitir que Buchanan desaparezca, avisamos al FBI que él y sus clientes han descubierto la duplicidad de Lockhart y que han asesinado tanto a ella como al agente.

– Pero cuando atrapen a Buchanan, éste se lo contará todo -se apresuró a replicar el hombre.

Thornhill lo miró como un profesor decepcionado miraría a un alumno. Durante el último año, Buchanan les había facilitado todo cuanto habían necesitado; oficialmente, había dejado de ser imprescindible.

El grupo, poco a poco, cayó en la cuenta.

– Entonces avisamos al FBI «póstumamente». Tres muertes. No, tres asesinatos -dijo otro hombre.

Thornhill recorrió la sala con la vista, ponderando en silencio la reacción de los presentes ante su plan. A pesar de que se habían mostrado reacios a acabar con la vida de un agente del FBI, sabía que para estos hombres tres muertes no significaban nada. Eran de la vieja escuela, que comprendía a la perfección que, en ocasiones, los sacrificios eran necesarios. Lo que hacían para ganarse la vida solía implicar desde luego la muerte de otras personas; sin embargo, sus operaciones también habían evitado guerras declaradas. Matar a tres para salvar a tres millones, ¿a quién se le ocurriría oponerse, aunque las víctimas fueran relativamente inocentes? Los soldados que morían en el campo de batalla también eran inocentes. Thornhill creía que la acción encubierta, que en los círculos del espionaje recibía el curioso nombre de «tercera opción», la que se encontraba entre la diplomacia y la guerra declarada, era la que permitía demostrar la valía de la CIA, aunque también había supuesto algunos de sus mayores desastres. Al fin y al cabo, sin riesgo no existía la posibilidad de alcanzar la gloria. Ése sería un buen epitafio para su lápida.

Thornhill no organizó una votación formal; era innecesaria. -Gracias, caballeros -dijo-. Me ocuparé de todo. -Dio por concluida la reunión.

2

La casita de tejas de madera se encontraba al final de una carretera de grava compacta, cuyos arcenes bordeaba una maraña de dientes de león, acederas y pamplinas. La destartalada estructura se alzaba sobre media hectárea de terreno llano despejado, pero estaba rodeada en sus tres cuartas partes por un bosque cuyos árboles intentaban alcanzar la luz del sol a costa de sus congéneres. A causa de las ciénagas y otros problemas de urbanización, nunca había habido vecinos en las inmediaciones de la casa, construida hacía ochenta años. La comunidad más cercana se hallaba a unos cinco kilómetros en coche, pero a menos de la mitad de esa distancia si se tenía el valor de atravesar a pie el frondoso bosque.

Durante gran parte de los últimos veinte años la casita rústica había servido para celebrar fiestas adolescentes improvisadas y, en ocasiones, de refugio para vagabundos sin hogar que buscaban la comodidad y la relativa seguridad que suponían cuatro paredes y un techo, aunque estuvieran en mal estado. El actual propietario de la casita, que la había heredado recientemente, había decidido alquilarla. Había encontrado a un inquilino dispuesto a pagar por adelantado y en metálico el alquiler de todo un año.

Aquella noche el césped sin cortar del patio delantero se balanceaba a merced del viento inclemente. Detrás de la casa, una hilera de robles gruesos parecía imitar el movimiento del césped al inclinarse adelante y atrás. Aunque pareciera imposible, aparte del viento no había otro sonido.

Excepto uno.

En el bosque, varios cientos de metros por detrás de la casa, un par de pies chapoteaban por el lecho de un arroyo poco profundo. Los pantalones sucios del hombre y las botas empapadas hablaban por sí solas de lo difícil que le resultaba orientarse y avanzar por el terreno denso y oscuro, incluso con la ayuda de la luna creciente. Se detuvo para sacudir las botas contra el tronco de un árbol caído.

Lee Adams estaba sudado y helado tras la agotadora caminata. A sus cuarenta y un años, su cuerpo, de un metro ochenta y siete de altura, era sumamente fuerte. Se entrenaba con regularidad, y los bíceps y deltoides así lo reflejaban. Su trabajo le exigía mantenerse en forma. Pasaba días interminables sentado en el coche o en una biblioteca o juzgado examinando archivos y microfichas y, de vez en cuando, también tenía que trepar árboles, reducir a hombres más corpulentos que él o, como en esos momentos, abrirse paso a duras penas por bosques plagados de barrancos en la noche más oscura. No le vendría mal desarrollar los músculos un poco más. Sin embargo, ya no tenía veinte años y su cuerpo se resentía.

Lee tenía el pelo grueso, ondulado y de color castaño, que siempre parecía caérsele sobre la cara, una sonrisa fácil y contagiosa, los pómulos marcados y unos atractivos ojos azules que, desde su adolescencia, habían provocado que los corazones de las jóvenes palpitaran desbocados. Sin embargo, en el transcurso de su carrera se le habían roto bastantes huesos y había sufrido varias heridas importantes, por lo que sentía el cuerpo mucho más viejo de lo que parecía. Y eso era con lo que se encontraba cada mañana al levantarse. Los crujidos, los pequeños dolores. ¿Tumor cancerígeno o simplemente artritis?, solía preguntarse. ¡Qué más daba! Cuando Dios te ficha, lo hace con autoridad. Una buena dieta, entretenerse con pesas o sudar sobre la cinta de andar no cambiaría su decisión de dejarte tieso.

Lee levantó la vista. Todavía no distinguía la casita; el bosque era muy frondoso. Toqueteó los botones de la cámara que había sacado de la mochila al tiempo que respiraba para reponer fuerzas. Lee había efectuado la misma caminata en varias ocasiones, pero nunca había entrado en la casita. Sin embargo, había visto cosas más bien curiosas. Por eso había regresado, para descubrir los secretos del lugar.

Tras recobrar el aliento, Lee continuó avanzando por el solitario bosque sin más compañía que la de los animales que correteaban por ahí. Había muchos ciervos, conejos, ardillas e incluso castores en aquella zona todavía rural de la Virginia septentrional. Mientras caminaba, Lee oyó criaturas voladoras e imaginó que eran murciélagos rabiosos que echaban espuma por la boca y revoloteaban a ciegas por encima de él. Cada pocos metros, se topaba con una nube de mosquitos. Aunque había recibido una cuantiosa suma por adelantado, estaba pensando seriamente en pedir que le aumentaran la asignación diaria.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «A Cualquier Precio»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «A Cualquier Precio» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


David Baldacci: Na ratunek
Na ratunek
David Baldacci
David Baldacci: Buena Suerte
Buena Suerte
David Baldacci
Robert Silverberg: Tiempo de cambios
Tiempo de cambios
Robert Silverberg
David Serafín: Sábado de gloria
Sábado de gloria
David Serafín
Отзывы о книге «A Cualquier Precio»

Обсуждение, отзывы о книге «A Cualquier Precio» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.