Michael Connelly - Último Recurso

Здесь есть возможность читать онлайн «Michael Connelly - Último Recurso» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Último Recurso: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Último Recurso»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

"El jefe de policía estaba sentado detrás de un gran escritorio, firmando papeles. Sin levantar la mirada de su trabajo, le pidió a Bosch que se sentara al otro lado de la mesa. Al cabo de treinta segundos, el jefe firmó su último documento y miró a Bosch. Sonrió. -Quería recibirle y felicitarle por su regreso al departamento."
Tras tres años Harry Bosch vuelve al Departamento de Policía de Los Angeles. Junto con su antigua compañera Kiz Rider forma pareja en la Brigada de Casos Abiertos, unidad de élite creada para intentar aclarar unos ocho mil antiguos casos no resueltos.
El primer caso al que se enfrentan tiene implicaciones racistas y de corrupción policial. Se trata del asesinato de Rebecca Verloren, joven mestiza de dieciséis años asesinada en 1988. El hallazgo de ADN en el revólver empleado en el crimen permite reabrir la investigación muchos años después. El uso de las nuevas tecnologías en la investigación (comparación de ADN, bases de datos, búsquedas en Internet…) es una de las novedades destacables en esta novela, con guiños a CSI incluidos.
En esta novela, Bosch, que echaba de menos la placa, recupera antiguas sensaciones: vuelve a sentirse a gusto trabajando con Kiz, y sufre los habituales encontronazos con Irvin S. Irving que, a pesar de haber sido degradado por el nuevo jefe de policía, se resiste a perder su influencia.
Una trama construida con maestría.

Último Recurso — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Último Recurso», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Simplemente hay demasiado tercer mundo por aquí para mi gusto -dijo Bosch.

– Comparto esa idea.

– ¿Sí? ¿Es de aquí?

– De toda la vida.

– Bueno, colega, debería coger la bandera y a su familia, si es que tiene familia, e irse. Hay que largarse de aquí, joder.

Mackey se rió y asintió.

– Tengo un amigo que siempre dice lo mismo. Siempre.

– Sí, bueno, no es una idea original.

– Claro.

Entonces la radio interrumpió la inercia de la conversación.

– Eh, Ro.

Mackey cogió el micro.

– ¿Sí, Ken?

– Voy a pasarme por el Kentucky mientras Araña te espera. ¿Quieres algo?

– No, saldré tarde. Corto.

Colgó el micrófono. Circularon en silencio unos segundos mientras Bosch trataba de pensar en una forma de llevar de nuevo la conversación en la dirección adecuada. Mackey había llegado a Burbank Boulevard y había girado a la derecha. Estaban llegando a Tampa. Volvería a girar a la derecha y luego seguiría todo recto hasta la estación de servicio. En menos de diez minutos habrían llegado.

Pero fue Mackey quien reanudó la conversación.

– Bueno, ¿en qué trena estuviste? -preguntó de repente. Bosch esperó un momento para que su entusiasmo no se mostrara.

– ¿De qué está hablando? -preguntó.

– He visto tus tatuajes, tío. No es gran cosa. Pero o te los han hecho en casa o en prisión, eso es obvio.

Bosch asintió.

– En Obispo. Cinco años.

– ¿Sí? ¿Por qué?

Bosch lo miró de nuevo.

– Esto y lo otro.

Mackey asintió, aparentemente sin cabrearse por la resistencia a abrirse de su pasajero.

– Está bien, tío. Tengo un amigo que pasó un tiempo allí. A finales de los noventa. Decía que no estaba tan mal, que era una especie de sitio de cuello blanco. Al menos no hay tantos negros como en otros sitios.

Bosch se quedó un buen rato en silencio. Sabía que el uso de la difamación racial era una especie de contraseña para Mackey. Si Bosch respondía de la manera adecuada sería aceptado. Era una cuestión de códigos.

– Sí -dijo Bosch, asintiendo con la cabeza-. Eso hacía que las condiciones fueran un poco más soportables. Aunque probablemente no conocí a tu amigo. Yo salí a principios del noventa y ocho.

– Frank Simmons se llama. Sólo estuvo dieciocho meses o así. Era de Fresno.

– Frank Simmons de Fresno -dijo Bosch como si tratara de recordar el nombre-. No creo que lo conociera.

– Es buen tío.

Bosch asintió.

– Había un tipo que entró unas semanas antes de que yo saliera de allí -dijo-. Oí que era de Fresno, pero, tío, no me quedaba mucho y no iba a conocer a más gente, ¿entiendes?

– Sí, claro.

– ¿Tu amigo tenía el pelo oscuro y muchas cicatrices de granos en la cara y tal?

Mackey empezó a sonreír y asintió.

– ¡Es él! Ése es Frank. Solíamos llamarle Caracráter.

– Seguro que le encantaba.

La grúa giró en Tampa y enfiló hacia el norte. Bosch sabía que tal vez dispondría de más tiempo con Mackey en el taller mientras le reparaban el neumático, pero no podía contar con eso. Podía haber otra llamada para la grúa o un sinfín de otras distracciones. Tenía que terminar su actuación y plantar la semilla mientras estuviera solo con el objetivo. Cogió el periódico y lo sostuvo en el regazo, mirando hacia abajo como si estuviera leyendo los titulares, buscando una manera natural de girar la conversación directamente hacia el artículo de Verloren.

Mackey levantó la mano derecha del volante y se quitó un guante mordiéndose uno de los dedos. Le recordó a Bosch la forma en que lo haría un niño. Mackey entonces extendió la mano a Bosch.

– Soy Ro, por cierto.

Bosch negó con la cabeza.

– ¿Ro?

– De Roland. Roland Mackey. Encantado de conocerte.

– George Reichert -dijo Bosch, dando el nombre que se le había ocurrido ese mismo día después de mucho pensar.

– ¿Reichert? -dijo Mackey-. Alemán, ¿verdad?

– Significa «corazón del Reich».

– Guapo. Y supongo que eso explica el Mercedes. ¿Sabes? Estoy con coches todo el puto día. Puedes decir muchas cosas de la gente por los coches que conducen y cómo los cuidan.

– Supongo.

Bosch asintió con la cabeza. Vio el camino directo a su objetivo. Una vez más, Mackey le había ayudado sin darse cuenta.

– Ingeniería alemana -dijo Bosch-. Los mejores fabricantes de coches del mundo. ¿Qué coche llevas tú cuando no estás en este camión?

– Estoy restaurando un Camaro del setenta y dos. Irá fino, fino cuando termine.

– Buen año -propuso Bosch.

– Sí, pero no compraría nada hecho en Detroit ahora. ¿Sabes quién está haciendo nuestros coches ahora mismo? Putos monos. No conduciría uno, y menos aún pondría mi familia allí.

– En Alemania -comentó Bosch-, entras en una fábrica y todo el mundo tiene ojos azules, ¿éntiendes? He visto fotos.

Mackey asintió de manera pensativa. Bosch consideró que era el momento de hacer el movimiento adecuado. Desdobló el periódico en su regazo. Lo levantó de manera que toda la primera página, y el artículo de Verloren completo estaban a la vista.

– Hablando de monos -dijo-. ¿Has leído este artículo?

– No. ¿Qué dice?

– Esta madre sentada en una cama llorando pór su hijita negra a la que mataron hace diecisiete años. Y la pasma sigue en el caso. Pero, quiero decir, ¿a quién le importa, tío?

Mackey miró el diario y vio la foto con la imagen insertada del rostro de Rebecca Verloren. Pero no dijo nada y su propia cara no delataba ningún reconocimiento. Bosch bajó el diario para no ser demasiado obvio al respecto. Lo dobló otra vez y lo dejó en el asiento que había entre ellos. Forzó la situación otra vez.

– Joder, mezclas las razas así y ¿qué esperas conseguir? -preguntó.

– Exactamente -dijo Mackey.

No era una réplica fuerte. Era casi vacilante, como si Mackey estuviera pensando en otra cosa. Bosch lo tomó como una buena señal. Quizá Mackey acababa de sentir el dedo gélido del miedo en la espalda. Quizás era la primera vez en diecisiete años.

Bosch decidió que lo había hecho lo mejor posible. Si insistía podía cruzar la frontera de la obviedad y delatarse. Decidió circular el resto del camino en silencio, y Mackey pareció tomar la misma decisión.

Sin embargo, al cabo de unas manzanas, Mackey viró el camión en el segundo carril para adelantar a un Pinto lento.

– ¿Puedes creer que todavía queden coches así en la calle? -dijo.

Al adelantar al pequeño vehículo, Bosch vio a un hombre de origen asiático acurrucado tras el volante. Pensó que podía ser camboyano.

– Lo suponía -dijo Mackey al ver al conductor-. Mira.

Mackey se colocó de nuevo en el carril original apretando al Pinto entre el Mercedes remolcado y una fila de coches aparcados en el bordillo. El conductor del Pinto no tuvo otra opción que hundir el pie en el freno. La risa de Mackey ahogó el débil bocinazo del Pinto.

– ¡Jódete! -dijo Mackey-. ¡Vuelve a tu puta barca!

Miró a Bosch para buscar apoyo, y éste sonrió. Fue lo más duro que había tenido que hacer en mucho tiempo.

– Eh, tío, que era mi coche con lo que casi le das a ese tipo -dijo en una protesta falsa.

– Eh, ¿estuviste en Vietnam? -preguntó Mackey.

– ¿Por qué?

– Estuviste allí, ¿verdad?

– ¿Y?

– Y, tío, tenía un amigo que estuvo allí. Decía que aplastaban a esos tipos como si nada. Una docena para desayunar y otra docena para comer. Ojalá hubiera estado allí, es lo único que digo.

Bosch apartó la mirada hacia la ventanilla lateral. La afirmación de Mackey había dejado abierta una puerta para que preguntara por pistolas y matar a gente, pero Bosch no podía permitirse llegar tan lejos. De repente, sólo quería separarse de Mackey.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Último Recurso»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Último Recurso» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Michael Connelly - The Wrong Side of Goodbye
Michael Connelly
Michael Connelly - Murder in Vegas
Michael Connelly
Michael Connelly - The Crossing
Michael Connelly
Michael Connelly - The Drop
Michael Connelly
Michael Connelly - The Fifth Witness
Michael Connelly
Michael Connelly - Nueve Dragones
Michael Connelly
Michael Connelly - Cauces De Maldad
Michael Connelly
Michael Connelly - Cmentarzysko
Michael Connelly
Michael Connelly - The Scarecrow
Michael Connelly
Michael Connelly - El último coyote
Michael Connelly
Отзывы о книге «Último Recurso»

Обсуждение, отзывы о книге «Último Recurso» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x