• Пожаловаться

Dennis Lehane: Rio Mistico

Здесь есть возможность читать онлайн «Dennis Lehane: Rio Mistico» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Триллер / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Dennis Lehane Rio Mistico

Rio Mistico: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Rio Mistico»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Jimmy, Dave y Sean crecieron juntos en la sección peligrosa de Boston. Veinticinco años después vuelven a reunirse, cuando la hija de 19 años de Jimmy es brutalmente asesinada. Sean, que ahora es policía, es asignado para resolver el caso. Además de desenredar este crimen, Sean deberá estar pendiente de su amigo Jimmy, quien busca vengarse del asesino de su hija. Conectado al crimen por una serie de circunstancias, Dave se ve obligado a enfrentarse con los demonios de su propio pasado. A medida que la investigación se concentra alrededor de estos tres amigos, se despliega una siniestra historia, que tiene que ver con la amistad, la familia y la inocencia perdida demasiado pronto.

Dennis Lehane: другие книги автора


Кто написал Rio Mistico? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Rio Mistico — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Rio Mistico», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

2. CUATRO DÍAS

Tal y como fueron las cosas, Jimmy se equivocaba.

Dave Boyle volvió al vecindario cuatro días después de su desaparición. Regresó en el asiento delantero de un coche de policía. Los dos polis que le llevaron a casa le permitieron jugar con la sirena y tocar la culata de la escopeta que estaba guardada debajo del cuadro de mandos. Le regalaron una placa honorífica y cuando lo dejaron en casa de su madre, en la calle Rester, había periodistas gráficos y de televisión para captar el instante. Uno de los polis, un agente llamado Eugene Kubiaki, sacó a Dave en brazos del coche patrulla haciendo que las piernas del chico se balanceasen sobre la acera hasta colocarlo delante de su temblorosa madre, que reía y lloraba a la vez.

Aquel día había una multitud en la calle Rester: padres, niños, un cartero, los dos hermanos regordetes propietarios de la carnicería que había en la esquina de las calles Rester y Sydney e incluso la señorita Powell, la maestra de quinto curso de Dave y Jimmy de la escuela Lewis M. Dewey. Jimmy estaba con su madre. Ésta reclinaba la nuca de su hijo contra su pecho y le pasaba la húmeda palma de la mano por la frente, como si quisiera asegurarse de que no había cogido nada de lo que Dave tuviera; Jimmy sintió una punzada de celos cuando el agente Kubiaki columpió a Dave por encima de la acera, riéndose ambos como viejos amigos mientras la atractiva señorita Powell aplaudía.

Jimmy quería contar a alguien que él también había estado a punto de subir a ese coche. Deseaba contárselo a la señorita Powell más que a nadie. Era guapa y muy aseada, y cada vez que se reía se descubría uno de sus dientes superiores que estaba un poco torcido, lo que la hacía parecer aún más bella a los ojos de Jimmy, Éste se moría de ganas de explicarle que él había estado a punto de subir al coche, para ver si le miraba de la misma manera que a Dave. Deseaba confesarle que pensaba en ella a todas horas, que en sus pensamientos él era mayor y sabía conducir un coche para llevarla a sitios donde ella le sonreiría sin parar e irían de picnic, que cualquier cosa que él le contara la haría reír y dejaría entrever aquel diente, y ella le tocaría la cara con la palma de la mano.

Sin embargo, la señorita Powell se sentía incómoda allí. Jimmy se dio cuenta de ello. Después de haberle dicho unas cuantas palabras a Dave y de haberle tocado la cara y besado la mejilla (le había besado dos veces) otros se acercaron a Dave; la señorita Powell se hizo a un lado y permaneció en la acera destrozada, observando los bloques torcidos de tres plantas y los desconchones de la capa de brea que dejaban al descubierto la madera que había debajo. A Jimmy le pareció más joven y más dura a la vez, como si de repente hubiera algo monjil en su aspecto; se tocaba la cabeza para sentir el tacto del hábito, movía su nariz de botón con nerviosismo y mostraba su actitud crítica.

Jimmy anhelaba ir hacia ella, pero su madre seguía asiéndole con fuerza, pasando por alto sus intentos de librarse de ella; luego la señorita Powell se encaminó hacia la esquina de Rester y Sydney, y Jimmy vio cómo saludaba a alguien con desesperación. Un tipo de aspecto hippy aparcó su descapotable amarillo de apariencia igualmente hippy, con pétalos descoloridos de flores púrpuras pintadas sobre las puertas curtidas por el sol; la señorita Powell subió al coche y se alejaron. Jimmy se quedó pensando: «¡No!».

Por fin consiguió librarse de las garras de su madre. De pie, en medio de la calle, contempló la multitud que rodeaba a Dave, deseando haber subido al coche, aunque sólo fuera para sentir la admiración que su amigo estaba recibiendo en aquel momento y notar que todos aquellos ojos le miraban como si fuera alguien especial.

La calle Rester se convirtió en una gran fiesta, todo el mundo corría de una cámara a otra con la esperanza de salir por televisión o en los periódicos de la mañana: «Sí, conozco a Dave, es mi mejor amigo, crecí con él, es un chico estupendo, ¿saben?, gracias a Dios que está bien…».

Alguien abrió una boca de riego y el agua salió a chorro por la calle Rester como un suspiro de alivio; los niños lanzaron los zapatos a la alcantarilla, se arremangaron los pantalones y empezaron a bailar entre los borbotones de agua. Apareció el camión de los helados y a Dave le dijeron que podía escoger lo que quisiera, gratis; incluso el señor Pakinaw, un viudo viejo y desagradable que solía disparar su carabina de aire comprimido a las ardillas (ya veces también a los niños, si los padres no miraban) y que se pasaba el día gritando a la gente que se callara, abrió las ventanas, apoyó los altavoces junto a los cristales, y en un momento estábamos oyendo a Dean Martin cantar Memories Are Made of This, Volare y otras canciones igualmente horrorosas; en circunstancias normales Jimmy habría vomitado al oírlas, pero ese día eran apropiadas. La música flotaba por la calle Rester como relucientes serpentinas de papel crep y se mezclaba con el chorro estridente del agua al salir de la boca de riego. Algunos de los tipos que organizaban las partidas de cartas en la trastienda de la carnicería sacaron una mesa plegable y una pequeña barbacoa; al poco rato, alguien acarreó unas neveras portátiles llenas de Schlitz y Narragansett, y el aire se hizo espeso por el olor de los perritos calientes y las salchichas italianas a la parrilla. El olor a humo y a carbonilla que flotaba por el aire y el olorcillo a latas de cerveza abiertas le recordó a Jimmy el Fenway Park, los domingos de verano y la profunda alegría que sentía uno en el corazón cuando los adultos daban patadas al balón y se comportaban un poco como niños, todo el mundo riendo, con apariencia más joven y más ligera y felices de estar todos reunidos.

Eso era lo que, incluso desde lo más profundo de su odio después de que su viejo le pegara una paliza o después de que le hubieran robado algo que le gustaba mucho, precisamente esos momentos eran lo que en verdad hacía que a Jimmy le gustara tanto vivir allí. La forma en que la gente podía olvidarse de repente de un año de dolores y quejas, de labios agrietados, de preocupaciones laborales y de viejos rencores para dejarse ir, como si en su vida no hubiera sucedido nada malo. El día de San Patricio, el día de Buckingham, a veces el Cuatro de Julio, o cuando los Sox jugaban bien en el mes de septiembre o, como en aquel mismo momento, cuando se recuperaba algo colectivo que había desaparecido (especialmente en esos momentos), la gente del vecindario era capaz de irrumpir en una especie de delirio frenético.

Nada parecido sucedía arriba en la colina. Seguro que allí también organizaban fiestas de vecinos, pero siempre las planificaban con antelación, obtenían los permisos necesarios, todo el mundo se aseguraba de que los demás tuvieran cuidado con los coches y con el jardín; seguro que decían cosas del estilo: «¡Cuidado, acabo de pintar la valla!».

En las marismas, la mitad de la gente no tenía jardín y las vallas se caían a trozos, por lo tanto ¡qué más daba! Cuando uno tenía ganas de celebrar algo, sencillamente lo hacía, porque no había ninguna duda de que se lo merecía, joder. Ese día no había ningún jefe, ni asistentes sociales ni guardaespaldas de algún prestamista explotador. Y con respecto a los polis, los dos agentes estaban celebrándolo con todos los demás; el agente Kubiaki se estaba sirviendo una salchicha picante en un panecillo alargado de la barbacoa, mientras su compañero se guardaba una cerveza en el bolsillo para más tarde, Todos los periodistas ya se habían ido a casa y el sol empezaba a ponerse, revistiendo la calle de aquella luz que indicaba que era hora de cenar, aunque ninguna de las mujeres cocinaba y nadie entraba en casa.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Rio Mistico»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Rio Mistico» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


John Katzenbach: La Historia del Loco
La Historia del Loco
John Katzenbach
John Connolly: Todo Lo Que Muere
Todo Lo Que Muere
John Connolly
Chris Mooney: Desaparecidas
Desaparecidas
Chris Mooney
Iris Johansen: La Huida
La Huida
Iris Johansen
Carlo Lucarelli: El comisario De Luca
El comisario De Luca
Carlo Lucarelli
Отзывы о книге «Rio Mistico»

Обсуждение, отзывы о книге «Rio Mistico» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.