John Case - Código Génesis
Здесь есть возможность читать онлайн «John Case - Código Génesis» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Código Génesis
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Código Génesis: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Código Génesis»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Código Génesis — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Código Génesis», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– Encantado -dijo Janacek.
– Franz es… ¿Qué cargo ocupas? ¿Ministro del Interior?
Janacek sonrió.
– Todavía no -repuso. Se sacó una tarjeta del bolsillo del abrigo y la dejó caer sobre la húmeda mesa. Lassiter la leyó con sorpresa. Janacek era el jefe de homicidios de la policía de Praga.
Riordan sonrió.
– ¿A que es un país maravilloso? ¡Me encanta la República Checa! Invito a una ronda -declaró. Después llamó al camarero con el gesto de un hombre que se está haciendo a la mar mientras su familia lo despide desde el muelle con los ojos llenos de lágrimas.
El bar estaba lleno de hombres de mediana edad vestidos con trajes oscuros. De pie, en grupos de tres o cuatro personas, hablaban animadamente al menos en seis idiomas distintos. Casi todos estaban fumando. El aire estaba cargado de vapores de tabaco barato y alcohol caro.
Riordan los señaló con un movimiento de la cabeza.
– ¡No falta nadie! FBI, Servicio Secreto, KGB. ¡Ha venido hasta la puta Policía Montada! Y Scotland Yard. Si hasta hay gendarmes. Nunca había conocido a un gendarme.
– El paraíso de los polis -comentó Janacek mientras encendía un cigarrillo.
Riordan se rió.
– Franz es un auténtico hippy.
Llegaron las cervezas, y Lassiter bebió un sorbo. Era una cerveza magnífica, pero le escocía en el corte del labio. Hizo una mueca, y Janacek sonrió.
– ¿Qué le ha pasado? -preguntó.
– Me he caído.
Riordan lo miró con incredulidad.
– En serio -dijo.
– Encontré a alguien registrando mi habitación -explicó Lassiter.
– ¿Y?
– Se resistió al arresto.
– ¿Se le escapó? -quiso saber Janacek.
– Sí. Por el momento, sí.
– Es una pena -manifestó Riordan. -Bueno, ya hemos hablado bastante sobre ti. Te estarás preguntando por qué te he pedido que vinieras.
Lassiter sonrió.
– Estás borracho, ¿no? -dijo.
– Técnicamente hablando, he rebasado mi límite. ¿Y qué? La cosa es que Franz y yo hemos participado en una mesa redonda.
– ¿Sobre qué tema? -inquirió Lassiter.
– Casos congelados.
Lassiter movió la cabeza.
– ¿Y eso qué es? -preguntó.
– Crímenes sin resolver. Un homicidio o cualquier otro crimen que no hayamos conseguido cerrar -contestó Janacek.
– Por falta de pruebas -matizó Riordan.
– O, peor todavía -añadió Janacek, -porque no tenemos un motivo.
– Es un problema serio -siguió Riordan. – ¿Qué se hace con un caso congelado? Además de esperar a que algún día, de alguna manera, se resuelva solo, claro está. ¿Qué se puede hacer con un crimen sin resolver?
– No lo sé -repuso Lassiter. – ¿Qué se puede hacer?
Riordan se encogió de hombros.
– Básicamente, lo que se hace es volver a hacer lo mismo una y otra vez. Vuelves a interrogar a todo el mundo, a ver si alguien confiesa. O rezas para que alguien invente algún tipo de tecnología nueva, como la prueba del ADN. Pero, la mayoría de las veces, un caso congelado es precisamente eso: un caso congelado. Resulta deprimente.
Lassiter movió la cabeza bruscamente, como si quisiera aclararse las ideas. Los labios de Janacek dibujaron una sonrisa maliciosa.
– Así que habéis comentado el caso de mi hermana -dedujo Lassiter. – ¿Y?
– De hecho, no comentamos nada -replicó Riordan. -Porque el caso no está congelado: está resuelto. Sólo tenemos que encontrar al tipo. -Riordan bajó la barbilla y eructó silenciosamente. -O, mejor dicho, volver a encontrarlo.
– Entonces, ¿por qué me has llamado? -se impacientó Lassiter. Riordan empezaba a irritarlo.
– Ten un poco de paciencia. La cosa es que… Bueno, vale, lo que ha pasado es que… Bueno, en la mesa redonda alguien preguntó algo sobre asesinatos en serie.
– Fue una buena pregunta -señaló Janacek, -porque en esos casos a menudo tenemos varias víctimas, pero ningún motivo evidente.
– Exactamente. Porque el asesino hace lo que hace… porque sí -explicó Riordan.
– Con una frialdad científica -añadió Janacek. -Personalmente, creo que eso es lo que pasa en muchos casos congelados.
– La cosa es que el tipo que hizo la pregunta nos pidió que le diéramos un ejemplo. Y Janacek… Venga, cuéntaselo tú.
El checo se inclinó hacia adelante.
– El ejemplo que le di ocurrió hace tres o cuatro meses. En agosto. La familia vivía cerca del parque Stromovka. Un buen barrio. Hubo un incendio provocado. Dos muertos.
– Y, mira por dónde -agregó Riordan, -las víctimas eran un niño de dos años, o dos años y medio, y su madre. Ocurrió de noche, mientras los dos dormían. La casa se quemó hasta los cimientos.
– Usaron sustancias acelerantes, así que no quedó nada -explicó Janacek. -Algunos huesos. Dientes. Al principio sospechamos del marido, pero no fue él.
– No había ninguna otra mujer, ningún otro hombre. Tampoco tenían ningún seguro -apuntó Riordan.
Janacek asintió.
– Ni siquiera tenían deudas. Nada, estaban limpios -concluyó el checo.
– Una familia feliz -dijo Riordan.
– ¿Dónde estaba el marido? -preguntó Lassiter.
Janacek agitó la mano como si estuviera limpiando una mancha en el aire.
– En un partido del Sparta. Fuera de la ciudad -repuso.
Riordan se balanceó en la silla.
– ¿Te suena?
– Sí -asintió Lassiter. -Me suena. ¿Cuándo dices que ocurrió?
– A finales de agosto.
Lassiter frunció el ceño. Estaba intentando recordar los detalles del pasaporte de Grimaldi.
– Ya lo he comprobado -informó Riordan. -Entró en la República Checa un par de días antes.
Los tres hombres permanecieron en silencio bebiendo cerveza. Por fin, Lassiter levantó la mirada.
– Podría ser una coincidencia -manifestó.
Riordan asintió.
– Desde luego -dijo.
– Podría ser una de esas extrañas coincidencias.
– ¿De verdad lo cree? -preguntó Janacek sin dejar entrever ninguna emoción.
– No -respondió Lassiter.
Janacek asintió, tanto para sí mismo como para los otros dos hombres.
Volvieron a quedarse en silencio hasta que Lassiter inquirió:
– ¿Podría hablar con el marido? ¿Sería eso posible?
Janacek frunció el ceño.
– ¿Con Jiri Reiner? No habla inglés.
– Bueno, puede que si usted me ayuda…
Janacek lo pensó unos segundos.
– ¿Y de qué serviría eso?
– Bueno, para empezar…, me gustaría saber si su mujer tenía algo en común con mi hermana. O quizá los niños tuvieran algo en común. Cualquier cosa que pudiera relacionarlos.
– ¿Como qué?
– No lo sé.
Janacek se encogió de hombros.
– Jiri todavía no se ha recuperado -explicó. -Está bajo tratamiento. Sedantes. Los médicos todavía temen que pueda intentar matarse. ¿Por qué no iba a hacerlo? -Miró a Lassiter con sus ojos pálidos. -Cualquiera que estuviera en su caso lo haría. Perdió todo lo que tenía en una sola noche -añadió, -a su hijo, a su mujer, su casa. -Bajó la mirada sombríamente.
– Bueno -dijo Lassiter. -Sólo era una idea.
Janacek inspiró entre dientes y movió la cabeza.
– Además, Jiri está… -Janacek abrió y cerró la mano varias veces, como si intentara encontrar la palabra en el aire. -No se comunica bien. ¿Entiende? La mayoría de las veces no dice nada.
Lassiter asintió.
– Aun así -prosiguió Janacek arrastrando las palabras, -ya que los casos son tan parecidos, tal vez podamos ayudarnos mutuamente. ¿Sería posible conseguir una copia del pasaporte del italiano?
Lassiter y Riordan se miraron un momento.
– Estoy seguro de que el detective puede conseguirle una -contestó Lassiter.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Código Génesis»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Código Génesis» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Código Génesis» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.