Ian Rankin - Una cuestión de sangre

Здесь есть возможность читать онлайн «Ian Rankin - Una cuestión de sangre» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Una cuestión de sangre: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Una cuestión de sangre»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un antiguo miembro de las Fuerzas Especiales del Ejército irrumpe en un acto de locura en un colegio privado del norte de Edimburgo, mata a dos alumnos de diecisiete años y acto seguido se suicida. Tal como dice el inspector Rebus «No hay misterio» salvo en el móvil. Interrogante que le conduce al corazón de una pequeña localidad conmocionada por la tragedia. Rebus, que también ha servido en el Ejército, fascinado por la figura del asesino, comprueba que una investigación militar del caso entorpece la suya. Al ex comando no le faltaban amigos ni enemigos: desde personajes públicos hasta jóvenes góticos de atuendo negro y oscuros habitantes de la pequeña localidad cuyas vidas transcurren en un trasfondo de secretos y mentiras. Pero Rebus tiene que hacer también frente a sus propios apuros. Un malhechor, que acosa a su amiga y colega Siobhan Clarke, aparece muerto en su casa tras un incendio cuando el mismo Rebus acaba de salir del hospital con las manos totalmente quemadas.

Una cuestión de sangre — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Una cuestión de sangre», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

La cosa había empezado mal, y Siobhan comprendió enseguida que su «carta» jugaba exclusivamente según sus propias reglas. Se produjo un forcejeo en el que cedió la pata de una mesita de centro. El chapeado de pino dejó al descubierto el aglomerado. Siobhan se sintió peor que nunca; débil por haber embarcado a Rebus en aquello en vez de resolverlo sola; temblando y torturada en lo más profundo de su ser por la idea de que, sabiendo de antemano lo que sucedería, dejó que sucediera. Era instigadora y cobarde.

En el camino de vuelta pararon a tomar una copa.

– ¿Tú crees que hará algo? -preguntó ella.

– Fue culpa suya -contestó Rebus-. Si continúa acosándote ya sabe a qué atenerse.

– ¿A desaparecer del mapa, te refieres?

– Yo no hice más que defenderme, Siobhan. Tú lo viste -replicó él mirándola a los ojos hasta que ella asintió con la cabeza.

Era cierto: Fairstone se había abalanzado sobre él y Rebus le había empujado hacia la mesita con intención de neutralizarle sobre ella, pero se había roto la pata y cayeron al suelo durante el forcejeo. Todo había sucedido en un abrir y cerrar de ojos. Fairstone, con voz temblorosa de rabia, mascullaba que se largaran mientras Rebus le amenazaba con el dedo repitiéndole que «no se acercara a la sargento Clarke».

– Lárguense los dos.

– Se acabó, vámonos -había dicho Siobhan dando a Rebus una palmadita en el brazo.

– No esté tan segura de que haya acabado bien -farfulló Fairstone echando saliva por la comisura de los labios.

– Más vale que sí, amigo, si no quiere que empecemos con los fuegos artificiales -fue lo último que dijo Rebus.

Siobhan quiso preguntarle qué había querido decir con eso, pero lo que hizo fue invitarle a la última copa. Aquella noche, en la cama, se quedó adormecida mirando fijamente el techo hasta que de pronto se despertó aterrorizada; se tiró al suelo invadida por una oleada de adrenalina y salió del dormitorio a gatas, con el convencimiento de que moriría si se incorporaba. Superado el ataque, se puso de pie apoyándose en la pared del pasillo y volvió despacio a la cama, donde se tumbó hecha un ovillo.

«Es más corriente de lo que cree», le diría el médico más adelante, después del segundo ataque.

Entretanto, Martin Fairstone había presentado una denuncia de acoso que acabó retirando, pero no dejó de llamarla. Ella no le dijo nada a Rebus, prefería no saber lo que significaba «fuegos artificiales».

* * *

No había nadie en el Departamento de Investigación Criminal. Los agentes estaban de servicio o prestando declaración en los tribunales. A veces se perdían horas esperando a testificar y luego el juicio se eternizaba, el caso se sobreseía o el acusado presentaba recurso; otras veces resultaba que alguien del jurado estaba en paradero desconocido o una persona crucial para el caso caía enferma. Pasaba el tiempo y al final pronunciaban veredicto de inocencia; pero incluso cuando era de culpabilidad, todo se reducía en muchas ocasiones a una multa o el acusado quedaba en libertad condicional. Las cárceles estaban llenas y cada vez se recurría más a la pena de prisión como último recurso. Siobhan no creía haberse vuelto cínica, era puro realismo. Últimamente habían llovido las críticas. Se decía que en Edimburgo había más guardias de tráfico que policías, y cuando sucedía algo como lo de South Queensferry, la situación se agravaba. Permisos, bajas por enfermedad, papeleo y tribunales… no había horas suficientes en el día; Siobhan era consciente de que tenía trabajo atrasado. Su actividad se había resentido por culpa de Fairstone y no acababa de distanciarse del problema; si sonaba el teléfono sentía escalofríos y un par de veces hasta fue a la ventana instintivamente para ver si su coche estaba fuera. Era irracional pero no podía evitarlo. Y sabía, por supuesto, que no era un asunto del que pudiera hablar con cualquiera sin parecer débil.

Sonó el teléfono. Era el de la mesa de Rebus. Si no contestaba, la centralita pasaría la llamada a otra extensión. Se dirigió a la mesa de Rebus deseando que dejase de sonar, pero no dejó de hacerlo hasta que cogió el receptor.

– ¿Diga?

– ¿Quién habla? -dijo una voz de hombre enérgica y formal.

– La sargento detective Clarke.

– ¿Cómo estás, Siob? Soy Bobby Hogan.

Le había dicho al inspector Hogan que no la llamara Siob. Mucha gente lo prefería, para abreviar. Casi todo el mundo lo escribía mal. Recordó que Fairstone la había llamado Siob varias veces en un exceso de familiaridad. No le gustaba que la llamaran así y debía reprender a Hogan, pero no lo hizo.

– ¿Mucho trabajo? -dijo.

– ¿Sabes que me encargo de lo de Port Edgar? -contestó él-. Bueno, qué tontería, claro que lo sabes.

– Sí, ya he visto que sale muy bien en la tele, Bobby.

– Me encanta que me halaguen, Siob, pero la respuesta es «no».

– Yo ahora no tengo tanto trabajo -dijo ella sonriendo y mirando los montones de papeles que lo desmentían.

– Si necesito un par de manos extra te lo diré. ¿No está John ahí?

– ¿Don Simpático? Está de baja. ¿Para qué lo quiere?

– ¿Está en su casa?

– Yo podría darle el recado -añadió ella intrigada por el tono de impaciencia en la voz de Hogan.

– ¿Sabes dónde está?

– Sí.

– ¿Dónde?

– No ha contestado a mi pregunta: ¿para qué lo quiere?

Hogan suspiró profundamente.

– Porque necesito un par de manos.

– ¿Sólo las suyas?

– Eso parece.

– Qué decepción.

– ¿Cuánto puedes tardar en decírselo? -añadió Hogan sin hacer caso del comentario.

– Puede que no se encuentre bien del todo para ayudarle.

– Me sirve igual, a menos que esté con respiración asistida.

Siobhan se recostó en la mesa de Rebus.

– ¿Qué está pasando?

– Dile que me llame, ¿de acuerdo?

– ¿Está en el colegio Port Edgar?

– Que me llame al móvil. Adiós, Siob.

– ¡Un momento! -añadió Siobhan mirando hacia la puerta.

– ¿Cómo dices? -masculló Hogan.

– Acaba de llegar. Se lo paso.

Tendió el receptor a Rebus y al mirarle y ver lo desaliñado que venía pensó que se había emborrachado, pero enseguida lo comprendió: se había vestido como había podido, traía la camisa remetida de mala manera y la corbata simplemente colgada al cuello. En lugar de coger el receptor que ella le tendía, lo que hizo Rebus fue agachar la cabeza y arrimar la oreja.

– Es Bobby Hogan -dijo Siobhan.

– ¿Cómo estás, Bobby?

– John, no se oye bien…

– Acércamelo un poco -musitó Rebus mirando a Siobhan.

Ella le arrimó el auricular a la mejilla y advirtió que tenía el pelo sucio, aplastado por delante y de punta por detrás.

– ¿Se oye ahora mejor, Bobby?

– Sí, ahora sí. John, tienes que hacerme un favor.

Rebus notó que el auricular se movía y miró a Siobhan, que dirigió la vista hacia la puerta. Él volvió la cabeza en esa dirección y vio que en el umbral estaba Gill Templer.

– ¡A mi despacho! -exclamó-. ¡Inmediatamente!

Rebus se pasó la lengua por los labios.

– Bobby, te llamo dentro de un momento. La jefa quiere hablar conmigo.

Se incorporó, mientras la voz de Hogan sonaba cada vez más apagada y mecánica. Templer le hacía señas para que la siguiera. Él se encogió de hombros mirando a Siobhan y se dirigió a la puerta.

– Se ha marchado -dijo ella en el auricular.

– ¡Pues dile que vuelva!

– Me parece que no va a poder. Oiga… ¿por qué no me dice de qué se trata? A lo mejor yo podría ayudarle.

– Si no le importa dejo la puerta abierta -dijo Rebus.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Una cuestión de sangre»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Una cuestión de sangre» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Ian Rankin - Fleshmarket Close
Ian Rankin
Ian Rankin - Hide And Seek
Ian Rankin
Ian Rankin - En La Oscuridad
Ian Rankin
Ian Rankin - Resurrection Men
Ian Rankin
Ian Rankin - Aguas Turbulentas
Ian Rankin
Ian Rankin - The Complaints
Ian Rankin
Ian Rankin - Mortal Causes
Ian Rankin
Ian Rankin - Strip Jack
Ian Rankin
Ian Rankin - Westwind
Ian Rankin
Отзывы о книге «Una cuestión de sangre»

Обсуждение, отзывы о книге «Una cuestión de sangre» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x