– Nos afilaremos las garras -dijo Bouleau-. Si Grant era un buen ciudadano, dejó algunas pistas. Así que han tenido una reunión con Fortuno, ¡vaya! La gente del pueblo, como nosotros, nunca puede conocer a ese tipo de celebridades.
– No es un ser humano de los que impresionan, Kev. No se ha perdido nada.
– Quizá, pero todavía sigo buscando alguna historia que contar a mis nietos cuando empiece a babear, sentado en el porche. -Bouleau se puso serio-. Teniendo en cuenta la conexión de Fortuno y el hecho de que De Paine fuera músico, ¿ven algún tipo de relación entre músicos de poca monta en todo esto?
– He estado preguntando por ahí y también lo ha hecho la novia del doctor Delaware, que trabaja con músicos -replicó Petra-. Nos ayudó a identificar a De Paine en un primer momento. El tío no es músico, solo ha hecho algunos escarceos en las afueras.
– Suena igual que el noventa y nueve por ciento de los muermos de Hollywood -dijo Saunders. Luego se dirigió a Petra-. Sin ánimo de ofender, ¿no tendrá su capitán una tarjeta de gas?
– La tiene, pero la utiliza para el trabajo de verdad.
– ¿Como cuál? -preguntó Bouleau.
– Consejo técnico. -Sin mencionar los modelos de conducta menores de Stu Bishop.
– ¿De verdad? -replicó Bouleau-. ¿Podría conseguirme una tarjeta? Aconsejaré a quien haga falta y sobre lo que haga falta.
– De Paine vive en las afueras, pero conduce coches caros inscritos a nombre de una empresa fantasma. Los tipos así no suelen quedarse a dormir en un estudio en la ruta lax.
– Puede que esté viviendo en la casa que posee su madre -intervine.
– Ya he comprobado eso -apuntó Petra-. Las propiedades de Mary son los cuatro dúplex de la parte central de Wilshire que Myron le vendió y seis viviendas en Encino. De Paine no se queda en ninguna de ellas.
– Esas son las propiedades que tiene a su nombre -dije.
– ¿Crees que tiene una empresa fantasma? Supongo que todo es posible.
– Es el momento de comprobar los datos de Hacienda, detective Connor -afirmó Dave Saunders.
– ¿Narcóticos no tiene nada que decir sobre De Paine? -añadió Kevin Bouleau.
– Ni lo conocen.
– ¿Ha estado traficando durante años y nunca le han trincado por nada?
– Aparentemente, no.
– Un tío con suerte -replicó Bouleau-. O tiene amigos influyentes. Fortuno conoce a muchos abogados criminalistas. -Una débil sonrisa-. Lo que es un poco redundante, ¿no?
– ¿Volvemos con el tema de los músicos? -preguntó Saunders.
– Si solo fuera eso, compañero.
– A Kevin le gustaría ser Will Smith -nos comentó al resto.
– ¿Por qué no? -argumentó Bouleau-. ¿Han visto a la señora Smith? Pero oye, ¿no tengo razón? Fortuno es un chanchullero, y parece que le hizo algún favor a De Paine.
– Puede que taparan algo antes de que lo arrestaran -dijo Petra-, pero si nunca se formalizaron los cargos, buena suerte con la búsqueda. Buena suerte si buscáis a alguien que admita haber pensado siquiera en Fortuno.
Saunders se secó los labios con una servilleta.
– Así que tenemos un caso de tipo «A» sobre quién lo hizo -afirmó Bouleau-. Yo pensaba que nosotros… Bien, Dave y yo continuaremos trabajando con Grant y ustedes sigan con Lester Jordan y si ambos caminos se cruzan, consultemos antes de dar otro paso. ¿Alguna sugerencia psicológica a tener en cuenta, doctor?
– El vecindario donde dispararon a Grant no está muy poblado, pero con todo, era muy arriesgado para Fisk y para De Paine moverse por él en un Hummer -apunté-, y de noche. Abandonar el coche de Fisk en San Diego y venir hasta aquí para matar a Grant también suponía un gran riesgo, teniendo en cuenta que tenían vía libre por la frontera mexicana y que podían haberse dirigido hacia el este en dirección a Nevada.
– ¿Los Ángeles es su zona de seguridad? -preguntó Petra.
– Creo que significa mucho más que eso. El asesinato de Lester Jordan se cometió con astucia y luego resulta que Fisk deja su huella en la ventana de Jordan. Si tienen razón con lo de que sedaron a Grant, demuestra de nuevo astucia. Pero Grant era grande y fuerte, y resistió, así que le tienen que disparar a quemarropa. Recogieron los casquillos de las balas, pero no se preocuparon por limpiar la sangre. Luego lo abandonaron donde estaban seguros de que lo encontrarían.
– Mezcla de evasión y astucia -concluyó Milo.
– Hay una cierta calidad amateur en todo esto -añadí-, juegan a dárselas de inteligentes mientras actúan con descaro y exhibicionismo. Eso se correspondería con el comportamiento teatrero de De Paine y con el conocimiento corporal de Fisk. También apunta a un móvil emocional. Quizá Jordan y Grant fueron eliminados para tapar algo, pero ambos asesinatos tienen coherencia por sí mismos.
– Una vez que te libras de papaíto todo es más fácil -replicó Saunders.
– He entrevistado a asesinos en serie. Algunos me dijeron que después de ejecutar los asesinatos empezaban a sentirse invisibles. La parte buena es que eso les hace actuar de forma poco cuidadosa y considero que estos dos caminan en esa dirección.
– ¿Cuál es la parte mala? -preguntó Petra.
– Teniendo en cuenta los problemas sexuales de De Paine, podrían estar preparándose para algo realmente desagradable.
– He comprobado manualmente los expedientes -dijo Petra-. No hubo casos con brutalidad en la calle Cuarta o en los alrededores durante los cinco años anteriores y posteriores a la época en que Patty y Tanya vivieron allí. Sé que es posible que sucediera algo que no fue comunicado, pero quizá no debamos limitarnos a los antiguos vecindarios de Patty por un mensaje ambiguo que nos dice que el tío era o estaba «cerca».
– No soy un entusiasta de la geografía -repliqué-. Pero al menos haría un sondeo en la calle Cuarta para descubrir si todavía siguen allí algunos de los vecinos de aquel entonces.
– Estoy de acuerdo -dijo Milo-. Y debería hacerse sin que Mary Whitbread lo supiera; ella conoce mi cara y la tuya.
– Una pareja de afroamericanos altos y atractivos tocando de puerta en puerta no pasan fácilmente desapercibidos -argumentó Dave Saunders.
Petra estaba jugando con unos mechones de pelo negro y sonrió.
– Adivina a quién le toca. ¿De verdad crees que valdrá la pena, Alex?
– Puede que no te ayude a encontrar a De Paine, pero podría conducirnos hacia el móvil originario.
Petra cerró los ojos, se masajeó los párpados. Los abrió y clavó su iris marrón claro en cada uno de nosotros.
– Parece que nada más está dando resultado. Si Raul descubre a Mary saliendo de su casa, lo intentaré. Quizá me compre un uniforme de Girl Scout y vaya vendiendo galletas.
Se levantó, cogió los expedientes y dijo:
– Hablando de ideas delirantes.
– Oye, ¿por qué no te haces unas trencitas?, puede resultar-concluyó Milo.
– Tengo el pelo muy corto y tu mientes con todo descaro -respondió ella-. Por lo que te doy las gracias.
***
La nota de Robin decía que se había llevado a Blanche a su estudio en Venice y que volvería sobre las seis. Llamé a Tanya y le dije que necesitaba hablar con ella lo más pronto posible.
– Tengo laboratorio hasta las cuatro y media, y estudio hasta las seis.
– A las cuatro y media. Iré al campus.
– ¿Va todo bien, doctor Delaware?
– No es nada urgente, pero necesito hablar contigo de ciertas cosas básicas.
– Está preocupado por mí. Mi trastorno obsesivo-compulsivo.
Era la primera vez que le ponía nombre.
– Si estás pensando en eso, podemos hablar de ello, también. Pero yo estoy refiriéndome a la investigación.
Читать дальше