Paul Doherty - Alejandro Magno En La Casa DeLa Muerte

Здесь есть возможность читать онлайн «Paul Doherty - Alejandro Magno En La Casa DeLa Muerte» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Alejandro Magno En La Casa DeLa Muerte: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Alejandro Magno En La Casa DeLa Muerte»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Alejandro Magno es uno de los personajes más fascinantes de nuestro pasado y algunos de los mejores cultivadores de novela histórica le han dedicado obras inolvidables. Doherty se suma a esta pléyade de narradores situándose en la primavera del año 334 a.C., cuando Alejandro se dispone a invadir Persia, iniciando la que hoy conocemos como la batalla del Gránico.

Alejandro Magno En La Casa DeLa Muerte — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Alejandro Magno En La Casa DeLa Muerte», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– La encontraron tumbada en el suelo.

– Eres una sacerdotisa. Llevas un cayado de pastor a modo de bastón, un símbolo de tu cargo. Antes de marcharte, sospecho que enganchaste el mango de tu cayado en la pata de la cama de Selena y dejaste el otro extremo al alcance de la mano junto al borde inferior de la pared de la tienda. Aquella noche te acompañé en el camino de regreso; fue la gran ocasión para utilizarme de testigo. Me diste las buenas noches y te escabulliste para ir por el exterior hasta el punto donde asomaba la punta del cayado, lo sujetaste y te bastó con tirar para hacer que la cama se inclinara. El cadáver de Selena cayó al suelo. Luego volviste a la cama y comenzó todo aquel espectáculo.

Antígona aplaudió la explicación del físico con una expresión de burla en el rostro.

– Tienes muy pocas pruebas, Telamón. Como dirían los sofistas: «No son más que suposiciones e hipótesis no demostrables».

– Los ingenieros de Alejandro podrían vaciar la ciénaga. Los hombres de Aristandro podrían interrogar al vendedor del mercado. Podríamos realizar una búsqueda a fondo. Pero no creo que sea necesario llegar a tanto -apuntó inclinándose hacia adelante-. Alejandro abandonó Sestos. Tú habías hecho todo el daño posible y regresado a Troya. El asesinato del tercer guía resultó la mar de sencillo. Él y sus compañeros seguramente estaban aterrorizados. Sólo pensaban en regresar a sus casas, abandonar el ejército de Alejandro. ¿Te pusiste de acuerdo con él para encontrarle en el templo? ¿Estaba borracho y lloroso y acudió a ti en busca de consejo, a pedirte ayuda? Tuvo que ser así-se respondió a sí mismo-. Te ofreciste a enseñarle el camino a través de tu pasadizo secreto para sacarle de la ciudad. En cuanto llegasteis a campo abierto, no tardaste ni un segundo en apuñalarlo en medio del camino. Dejaste el mensaje en su mano y regresaste por donde habías venido.

Telamón se levantó. Le dolía todo el cuerpo. Se acercó hasta la puerta y la abrió para observar la nave del templo. Sus escoltas se encontraban en la antecámara; mantenían una animada conversación con el viejo portero. El físico cerró la puerta y volvió. Antígona había vuelto a llenar las copas.

– ¿Por qué no mataste sin más a Alejandro?

– Vamos, tú ya sabes la respuesta, Telamón -contestó la sacerdotisa, decidida a abandonar cualquier farsa-. Los persas insistieron. Si asesinaban a Alejandro en Grecia, todos lo verían como a un mártir. Les preocupaba el poder del macedonio sobre los Estados griegos. Había que buscar la manera de alejar a Alejandro de allí. En cuanto él desapareciera, los griegos volverían a practicar aquello que mejor saben hacer: reñir entre ellos.

– ¿Qué pasaría con Alejandro?

– Le hubieran dejado vagar con su ridículo ejército, hasta que se presentara el momento oportuno de plantearle batalla, derrotarlo y matarlo o retenerlo prisionero. Para aquel entonces, la flota persa ya habría regresado al mar Medio. Ni un solo macedonio hubiese regresado a su patria. Grecia volvería a estar desunida. Macedonia hubiese desaparecido como potencia y Persia hubiese dado al mundo una lección. Los persas fueron muy claros: Alejandro tenía que morir o ser capturado en combate.

– ¿Por esa razón le diste la armadura?

Antígona rió de buena gana al escuchar la pregunta.

– Estudié la mente de Alejandro. Sus supersticiones, sus miedos, la culpa que le atormentaba respecto a la muerte de su padre… Pero, por encima de todo, me centré en su pasión por ser un segundo Aquiles. Las armas que se llevó de aquí fueron hechas a medida. La coraza, el yelmo y el escudo de un brillo cegador. Así era cómo los persas lo querían ver en la batalla, para poder identificarlo rápidamente y matarlo. Alejandro las aceptó con un entusiasmo verdaderamente infantil. Como un niño que invitan a participar de un juego, quería presentarse en el campo de batalla como el gran héroe.

– A punto estuvieron de salirse con la suya -reconoció Telamón-. Los persas no le mataron por muy poco en el Gránico. Todos los parientes de Darío intentaron darle muerte en cuanto lo distinguieron en el campo de batalla.

– Todo ocurrió tal como lo has explicado, pero cometimos un error -murmuró Antígona-. Nos olvidamos de los dioses: Alejandro es su favorito. Memnón estaba en lo cierto, Darío estaba equivocado y yo, Telamón, estoy condenada a la oscuridad. La cicuta, lo mismo que bebió Sócrates -proclamó levantando la copa en un último brindis.

Antígona vació la copa, se echó hacia atrás y comenzó a cantar con voz muy dulce. Telamón conocía la canción de amor. La sacerdotisa se movió un poco cuando comenzó a perder la sensación en las piernas. La copa se le escapó de la mano y se estrelló contra el suelo. Miró al físico, aturdida, como una persona que se queda dormida. Sonrió, apoyó los brazos en la mesa y agachó la cabeza. Durante un par de minutos, se estremeció mientras luchaba por respirar, hasta que uno de los brazos se resbaló de la mesa y el silencio reinó en la habitación.

* * *

– ¿Te marchaste inmediatamente? -preguntó Alejandro cogiendo el bol de carne estofada para servir personalmente a Telamón.

Se encontraban solos en la antecámara del pabellón real. El monarca, después de bañarse y afeitarse, se había vestido con una túnica con los hilos de oro que había sido cogida del campamento persa. Calzaba sandalias con tachones de plata y llevaba una tiara verde y dorada que le servía para mantener sujeto el vendaje. Aparte de los cortes, un morado en el pómulo y una leve rigidez cuando caminaba, se había recuperado rápidamente de los efectos del combate.

– Estaba muerta -respondió Telamón-. Lo comprobé y luego encargué al portero que se ocupara del ritual funerario.

Telamón había dejado Troya para regresar inmediatamente al campamento de Alejandro. Todo el ejército estaba celebrando la gran victoria conseguida en el Gránico. Todavía estaban trayendo a los prisioneros junto con carros cargados con el botín sacado de la caravana persa y del campo de batalla. Por todas partes, se elevaban las columnas de humo negro de las piras funerarias.

Casandra le había recibido efusivamente y también con desparpajo. Se había hecho con parte del botín y abundantes provisiones. «Si estás con los macedonios, tienes que comportarte como ellos», había manifestado como justificación de sus actos. También había conseguido un mejor alojamiento y lo tenía todo muy limpio y ordenado.

Telamón, a su regreso, se había comportado como si estuviese viviendo un sueño. Los rostros iban y venían: la mirada malévola de Aristandro; Ptolomeo envanecido de su coraje; incluso Cleón, con el rostro enrojecido y un tanto magullado, que, acabada su tarea, había conseguido regresar al campamento macedonio después de dar un largo rodeo.

Telamón se había echado a dormir, pero cuando ya oscurecía se habían presentado dos guardaespaldas para llevarle a la presencia del rey. Alejandro se había mostrado reservado pero cortés. Ya no era el impetuoso general, sino el político astuto dispuesto a obtener el máximo beneficio posible de su extraordinaria victoria. Se habían enviado cartas a los jefes de las provincias vecinas para reclamarles su adhesión y se habían cursado proclamas a todas las ciudades de Grecia. Telamón se sobresaltó al sentir que le tocaban la mano.

– ¿Estás cansado, físico? -preguntó Alejandro en un tono burlón-. ¿Te entristece la muerte de Antígona? Yo la hubiese mandado crucificar. Se le permitió escoger la salida menos dolorosa.

Telamón pensó en los muertos apilados en el campo de batalla.

– ¿Eres como tu padre, físico? -prosiguió el rey-. ¿El olor de la sangre te asquea? -quiso saber Alejandro, inclinando la cabeza un poco hacia la izquierda como si viese a Telamón por primera vez-. Entre nosotros dos hay una brecha -murmuró-. Desearía que no fuese así. Sólo estoy cumpliendo mi destino.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Alejandro Magno En La Casa DeLa Muerte»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Alejandro Magno En La Casa DeLa Muerte» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Paul Doherty - The Peacock's Cry
Paul Doherty
Paul Doherty - Satan's Fire
Paul Doherty
Paul Doherty - Candle Flame
Paul Doherty
Paul Doherty - The Darkening Glass
Paul Doherty
Paul Doherty - The Poison Maiden
Paul Doherty
Paul Doherty - The Cup of Ghosts
Paul Doherty
libcat.ru: книга без обложки
Paul Doherty
Paul Doherty - The Devil's Hunt
Paul Doherty
Paul Doherty - Bloodstone
Paul Doherty
Paul Doherty - Spy in Chancery
Paul Doherty
Paul Doherty - La caza del Diablo
Paul Doherty
Отзывы о книге «Alejandro Magno En La Casa DeLa Muerte»

Обсуждение, отзывы о книге «Alejandro Magno En La Casa DeLa Muerte» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x