Paul Doherty - Alejandro Magno En La Casa DeLa Muerte

Здесь есть возможность читать онлайн «Paul Doherty - Alejandro Magno En La Casa DeLa Muerte» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Alejandro Magno En La Casa DeLa Muerte: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Alejandro Magno En La Casa DeLa Muerte»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Alejandro Magno es uno de los personajes más fascinantes de nuestro pasado y algunos de los mejores cultivadores de novela histórica le han dedicado obras inolvidables. Doherty se suma a esta pléyade de narradores situándose en la primavera del año 334 a.C., cuando Alejandro se dispone a invadir Persia, iniciando la que hoy conocemos como la batalla del Gránico.

Alejandro Magno En La Casa DeLa Muerte — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Alejandro Magno En La Casa DeLa Muerte», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Hércules cogió la pequeña bota que llevaba al hombro, le quitó el tapón y bebió el vino áspero. Quizá se emborracharía, dormiría la mona y regresaría al campamento al anochecer. Sentía una profunda lástima de sí mismo. Le gustaban los palacios, con los sombríos y limpios pasillos, las puertas y las ventanas por las que podía colarse, los ojos de las cerraduras y las grietas por donde podía escuchar. En cambio, en terreno abierto, en un campamento maloliente, ¿para qué servía? Era muy difícil espiar en las tiendas; siempre tenía que tomar muchas precauciones. Si alguien descubría su sombra en la lona de una tienda en la que no tenía ningún derecho a estar… El enano se sentó en una piedra y se quitó un insecto de la barba. Aristandro se había enfadado con él.

– ¡Descubre esto! ¡Entérate de aquello! -le había gritado-. Se supone que tú eres mi pequeño gato, Hércules, y no has sido capaz de averiguar nada!

– ¡Eso no es verdad! -le había respondido en el huerto desierto-. ¡Eso es una maldita mentira!

Él había intentado espiar, pero era muy difícil; había tenido suerte con Leontes. Hércules se había colado en la tienda y, cuando alguien entró, se había ocultado rápidamente debajo de la cama, donde había encontrado las dairicas de oro y las comprometedoras cartas que Leontes había ocultado. Hércules se sorbió los mocos. En realidad, muchos de los que ahora estaban en el campamento griego habían estado en algún momento al servicio de Persia. Todos los días llegaban nuevos contingentes de mercenarios, además de la muchedumbre que acostumbraba a seguir a las tropas atraída por la perspectiva de participar en el pillaje: adivinos de tierra adentro, hombres escorpión de Egipto, ladrones y timadores, mendigos profesionales y toda clase de delincuentes.

– Acuden como moscas a una boñiga fresca -murmuró Hércules, apenado.

Había dicho lo mismo a Aristandro mientras su amo se vestía con la peluca dorada y el vestido de mujer: «El pequeño secreto del custodio de los secretos del rey», afirmaba divertido cada vez que lo hacía. Si el rey no lo necesitaba, Aristandro se maquillaba el rostro, se pintaba los labios y se ponía la peluca, el vestido y una capa. Le encantaban los zapatos con tacones de las hetairas, las cortesanas de Atenas, además de los brazaletes y anillos. ¡Aristandro era un tipo extraño! Su amo insinuaba que era un maestro de la magia negra y que podía invocar a los demonios, pero Hércules no se lo creía. Aristandro era un maestro del engaño. El enano temía que su amo se cansara de él y decidiera contratar a otro espía. Incluso había visto a algunos enanos entre los recién llegados. Había advertido a su amo sobre esas nuevas incorporaciones, pero Aristandro no le había hecho caso.

– El solo hecho de haber estado en Persia, no te convierte en un traidor -le había contestado Aristandro con la aguda voz de falsete que utilizaba como parte del disfraz. Y dándole un golpecito en el pecho, prosiguió-: tu trabajo, enanito mío, es descubrir a los traidores. Quiero saber por qué los sacrificios no son perfectos y, sobre todo, quién está matando a nuestros guías.

Hércules tenía sus órdenes. Había salido como una rata que husmea en la basura. Hasta ahora, había capturado presas pequeñas, como Leontes. Si le dejaran hacer, Hércules detendría a todos los físicos. El enano los odiaba. Siempre le miraban como una curiosidad, como a un monstruo. Bien, ¡a los físicos les valdría más no charlar tanto! Sólo estaban aquí porque Alejandro lo había ordenado y porque no tenían ningún otro lugar donde ir. Telamón era diferente. Hércules bebió otro trago de vino. Le gustaba Telamón: distante, un tanto frío, pero bondadoso, un hombre que le hablaba como a cualquier otro hombre, y no como a algo ridículo.

Aristandro pensaba de otra manera. Su amo le había señalado con una uña pintada.

– Créeme, Hércules -le había susurrado, mientras le sujetaba por el hombro haciéndole estornudar por el fuerte olor de su perfume-. Telamón es un hombre muy peligroso.

– ¿Por qué razón, amo? -preguntó Hércules, que tenía algunas veces la impresión de que al custodio de los secretos le agradaba la idea de verse como a un nuevo Sócrates, con su constante juego de preguntas y respuestas.

– Porque Telamón no tiene miedo de Alejandro -respondió Aristandro dejándose caer en un diván-. Y lo que es más importante, no me tiene miedo. Por dos buenas razones, y te puedo dar más si quieres. Telamón no cree en los dioses.

– Ni en la magia negra -añadió Hércules cínicamente.

Aristandro le había dado una bofetada por el comentario.

– Si él no cree en los dioses, hombrecillo, ¿cómo puede creer que Alejandro es hijo de un dios destinado a la gloria? Por último -añadió Aristandro-, Telamón piensa por su cuenta. Oh, lo sé todo de él. Cree en aquello que ve y siempre analiza todo lo que cree.

– ¿Por qué Alejandro le invitó a venir? -preguntó el enano.

– ¡No te hagas el estúpido! Es obvio. A Telamón, no se le puede sobornar. Si da su palabra, la mantendrá. Es un amigo de la juventud y, por encima de todo, dice a Alejandro la verdad y, como hemos discutido antes, eso puede ser muy peligroso.

Hércules inspiró profundamente; gozó con la fragancia. Le pesaban los párpados.

– ¿Por qué Telamón abandonó Mieza? -preguntó.

Aristandro, acomodado en su pose femenina favorita, con un codo apoyado en uno de los cojines del diván y los dedos separados, imitó el gesto elegante y displicente de una cortesana.

– Eso, mi querido enano, es algo que me encantaría saber. Es hijo de uno de los capitanes de Filipo, uno de sus favoritos, llamado Margolis, así que Telamón se unió a Alejandro en la escuela de Aristóteles en los huertos de Mieza. ¡Aristóteles! -exclamó-. Ese arrogante y zanquilargo filósofo. La cuestión es que un día se presentó Margolis y se llevó a su hijo, y aquel fue el final de la historia.

– ¿Qué edad tenía Telamón?

– Era un poco mayor que Alejandro. Unos catorce o quince años. Ni siquiera Olimpia sabe la verdad. Intentó sonsacarlo a Filipo pero él no soltó prenda.

Se quebró una ramita. Hércules se volvió rápidamente. Dejó la bota en el suelo y buscó la larga daga que llevaba sujeta al cinturón. Miró entre el follaje. El miedo le heló el sudor en la espalda. ¿Le habían seguido desde el campamento? No había nadie capaz de seguir a Hércules. ¿Quizás éste era diferente? ¿Se trataría de alguno a los que había interrogado? Un pájaro remontó el vuelo. Hércules exhaló un suspiro y volvió a sumirse en sus reflexiones. Su amo estaba descontento. Le había ordenado que averiguara todo lo posible sobre el físico, pero Telamón era desconfiado como un gato y astuto como una mangosta. No era dado a los cotilleos y a la charla; su comportamiento con aquel paje lo había dejado claro. Hércules había intentado ganarse su confianza, pero Telamón había dado sobradas pruebas de que prefería componérselas solo. Incluso había ido en persona a la jaula de los esclavos y había vuelto con aquella pelirroja. El enano se llevó las manos a la entrepierna. La esclava tenía muy buen cuerpo, y eso era otra de las cosas que Hércules echaba de menos: a las damas de la corte que, después de unas cuantas copas, se mostraban pródigas con sus favores. Aristandro le había advertido que se mantuviera apartado de las prostitutas que seguían al ejército.

«¡Tienen todas las enfermedades que hay bajo el sol y más! -había afirmado-. ¡No quiero que traigas aquí su inmundicia!»

A Aristandro le encantaba imitar a las mujeres, pero les tenía miedo, y Olimpia le aterrorizaba. ¡Olimpia! En más de una ocasión, había intentado decir su nombre al revés. ¿Cómo era? Ah, sí, AIPMILO. ¡No tenía sentido! A Hércules le gustaba muchísimo este juego. Entonces pasó a preocuparse por el espía Naihpat. Dicho a la inversa, se convertía en Taphian. Vaya, ¿dónde había escuchado antes ese nombre?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Alejandro Magno En La Casa DeLa Muerte»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Alejandro Magno En La Casa DeLa Muerte» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Paul Doherty - The Peacock's Cry
Paul Doherty
Paul Doherty - Satan's Fire
Paul Doherty
Paul Doherty - Candle Flame
Paul Doherty
Paul Doherty - The Darkening Glass
Paul Doherty
Paul Doherty - The Poison Maiden
Paul Doherty
Paul Doherty - The Cup of Ghosts
Paul Doherty
libcat.ru: книга без обложки
Paul Doherty
Paul Doherty - The Devil's Hunt
Paul Doherty
Paul Doherty - Bloodstone
Paul Doherty
Paul Doherty - Spy in Chancery
Paul Doherty
Paul Doherty - La caza del Diablo
Paul Doherty
Отзывы о книге «Alejandro Magno En La Casa DeLa Muerte»

Обсуждение, отзывы о книге «Alejandro Magno En La Casa DeLa Muerte» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x