Michael Connelly - Cauces De Maldad

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Bosch investiga esta vez la muerta del ex pro filer del FBI. Terry McCaleb (protagonista de Deuda de sangre, libro que fue llevado al cine de la mano de Clint Eastwood). Sus indagaciones le inducen a sospechar que el tristemente famoso asesino en serie conocido como el Poeta -al que se daba por muerto-podría hallarse involucrado en la repentina defunción de McCaleb. Bosch decidirá entonces pedir la ayuda de la agente del FBI Rachel Welling, encargada en su día de la investigación de los crímenes cometidos por el Poeta.

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Las siguientes cuatro personas eran del equipo científico y Rachel había conocido a dos de ellos en la excavación el día anterior. Entre éstos se hallaba una antropóloga forense llamada Greta Coxe, que se encontraba a cargo de las exhumaciones, dos forenses llamados Harvey Richards y Douglas Sundeen, y Mary Pond, especialista en escenas del crimen. Ed Gunning, otro agente de Ciencias del Comportamiento de Quantico, pasó el turno a Rachel, que era la última.

– Agente Rachel Walling -dijo-, oficina de campo de Rapid City. Antes en Comportamiento. Tengo cierta… familiaridad con un caso como éste.

– De acuerdo, gracias, Rachel -dijo Alpert con rapidez, como si pensara que Walling podía mencionar a Robert Backus.

Este hecho llevó a Rachel a concluir que había gente en la sala que no había sido informada del hecho principal del caso. Supuso que se trataría de Cates, el agente simbólico de la oficina de campo. Se preguntó si alguien del equipo científico, o todos ellos, también estaban in albis.

– Empecemos por la parte científica -continuó Alpert-. Primero, ¿Brass? ¿Algo desde allí?

– En el aspecto científico, no. Creo que vuestra gente de la escena del crimen lo tiene todo. Hola, Rachel. Cuanto tiempo.

– Hola, Brass -dijo Rachel con calma-. Demasiado.

Rachel miró a la pantalla y los ojos de las dos mujeres se encontraron. Walling se dio cuenta de que probablemente hacía ocho años que no veía a Doran. Parecía cansada, con las comisuras de la boca y de los ojos hacia abajo, el pelo corto en un peinado que insinuaba que no había pasado mucho tiempo con él. Rachel sabía que era una empática, y los años se estaban cobrando su peaje.

– Tienes buen aspecto -dijo Doran-. Supongo que todo ese aire fresco y campo abierto te sienta bien.

Alpert intervino y le ahorró a Rachel hacer un falso halago a cambio.

– Greta, Harvey, ¿quién quiere empezar? -preguntó, pisoteando la reunión virtual.

– Supongo que empezaré yo, porque todo empieza con la excavación -dijo Greta Coxe-. A eso de las siete de la tarde de ayer habíamos exhumado ocho cadáveres, que ya están en Nellis. Esta tarde cuando volvimos allí, estábamos empezando con el número nueve. Lo que vimos en la primera excavación se mantiene cierto con la última. Las bolsas de plástico en cada incidencia y el…

– Greta, tenemos una cinta en marcha -interrumpió Alpert-. Seamos completamente descriptivos. Como si habláramos a una audiencia no informada. No nos saltemos nada.

«Excepto cuando se trata de mencionar a Robert Bac-kus», pensó Rachel.

– Claro, como no -dijo Coxe-. Um, los ocho cadáveres exhumados hasta ahora estaban completamente vestidos. La descomposición era extensiva. Manos y pies atados con cinta. Todos tenían bolsas de plástico sobre la cabeza, que también habían sido adheridas al cuello con cinta. No existe variación en esta metodología, ni siquiera entre las víctimas uno y dos, lo cual es inusual.

A última hora del día anterior, Rachel había visto las fotos. Había regresado a la sala de mando de la caravana y había mirado la pared de fotos. Le quedó claro que todos los hombres habían sido asfixiados. Las bolsas no eran de plástico transparente, pero incluso a través de su opacidad se distinguían las facciones de los rostros y las bocas abiertas en busca de un aire que no iba a llegar. Le recordó fotos de atrocidades de guerra, cadáveres desenterrados de fosas comunes de Yugoslavia o Irak.

– ¿Por qué es inusual? -preguntó Alpert.

– Porque lo que vemos con más frecuencia es que el plan de asesinar evoluciona. A falta de una mejor manera de describirlo, el asesinato mejora. El sudes aprende cómo mejorar de víctima a víctima. Eso es lo que suele verse en los datos de que disponemos.

Rachel se fijó en que Coxe había usado el término «sudes». Sujeto desconocido. Lo más probable es que estuviera fuera del círculo escogido y no supiera que el sujeto era más que conocido para el FBI.

– Muy bien, de manera que la metodología quedó establecida desde el primer día -dijo Alpert-. ¿Algo más, Greta?

– Sólo que probablemente hayamos terminado con la excavación pasado mañana. A no ser que las sondas encuentren algo más.

– ¿Seguimos sondeando?

– Sí, cuando tenemos tiempo. Pero estamos a dieciocho metros del último cadáver y las sondas no han encontrado nada. Y anoche hubo otro vuelo desde la base de Nellis. No había nada nuevo en la imagen térmica. De manera que en este momento nos sentimos bastante confiados de que los tenemos todos.

– Gracias a Dios. ¿Harvey? ¿Qué nos cuenta?

Richards se aclaró la garganta y se inclinó hacia delante para que su voz se oyera por los micrófonos electrónicos, estuvieran donde estuviesen.

– Greta tiene razón, los ocho cadáveres exhumados hasta el momento están en el depósito de Nellis. Hasta el momento el velo de confidencialidad se sostiene. Creo que la gente de allí cree que estamos llevando extraterrestres de un platillo volante accidentado en el desierto. ¡Así empiezan las leyendas urbanas!

Sólo Alpert sonrió. Richards continuó.

– Hemos llevado a cabo cuatro autopsias completas y exámenes preliminares de los otros. Al hilo de lo que ha dicho Greta, no estamos encontrando grandes diferencias entre un cadáver y otro. Este tipo es un robot. Es casi como si los asesinatos en sí no tuvieran importancia. Quizá lo que le pone a este tío sea la caza. O quizá los asesinatos forman parte de un plan más amplio que todavía desconocemos.

Rachel miró fijamente a Alpert. Odiaba que gente que estaba trabajando tan estrechamente en el caso tuviera que seguir haciéndolo sin disponer de la información fundamental, pero sabía que si decía algo pronto estaría fuera de la investigación.

– ¿Tiene una pregunta, Rachel?

La había pillado con la guardia baja. Vaciló.

– ¿Por qué se llevan los cadáveres a Nellis en lugar de examinarlos aquí o en Los Ángeles?

Conocía la respuesta antes de formular la pregunta, pero necesitaba decir algo para escapar del momento.

– De esta manera es más fácil mantener el secreto. Los militares saben mantener un secreto. -Su tono sugería una pregunta final no expresada: «¿Y usted?» Volvió a mirar a Richards-. Continúe, doctor.

Rachel se fijó en la sutil diferencia. Alpert había llamado a Richards doctor, mientras que se había dirigido a Greta Coxe sencillamente por su nombre de pila. Era un rasgo característico. O bien Alpert tenía problemas con las mujeres en posiciones de poder y conocimiento o no respetaba la ciencia de la antropología. Supuso que se trataba de lo primero.

– Bueno, estamos contemplando la asfixia como la causa de la muerte -dijo Richards-. Es bastante obvio con lo que tenemos. No ha quedado mucho con lo que trabajar, pero de momento no vemos otras lesiones. El sudes los domina de alguna manera, les sujeta con cinta muñecas y tobillos y después les pone la bolsa en la cabeza. Creemos que la cinta en torno al cuello es significativa. Es indicativa de una muerte lenta. En otras palabras, el sudes no estaba sosteniendo la bolsa. Se tomaba su tiempo, ponía la bolsa en la cabeza, la sujetaba con cinta y luego retrocedía para observar.

– ¿Doctor? -preguntó Rachel-. ¿La cinta se aplicó desde detrás o desde delante?

– Los extremos están en la nuca, lo cual indica que la bolsa se puso desde detrás, posiblemente con la víctima sentada, y después se fijó en su lugar.

– Así que él… el, eh, sudes… podría haber estado avergonzado o temía encararse a las víctimas cuando hacía eso.

– Es muy probable.

– ¿Cómo va la identificación? -preguntó Alpert. Richards miró a Sundeen y éste continuó. -Hasta ahora sólo tenemos los cinco incluidos en la investigación de Las Vegas. Suponemos que el sexto de ellos estará en una de las dos exhumaciones finales. Con los otros, por el momento, estamos teniendo problemas. No disponemos de huellas útiles. Hemos enviado la ropa, lo que quedaba de ella, a Quantico y quizá Brass tenga una actualización al respecto. Entretanto…

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