Tom Egeland - El final del círculo

Здесь есть возможность читать онлайн «Tom Egeland - El final del círculo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El final del círculo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El final del círculo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Contratado por la Universidad de Oslo para supervisar unas excavaciones arqueológicas que se están llevando a cabo en el monasterio de Vaerne (Noruega), Bjorn Belto es testigo de un hallazgo único. Se trata de un cofre de más de dos mil años de antigüedad con un manuscrito en su interior -una serie de leyendas- que podría modificar por completo la versión oficial de la historia del cristianismo. Belto tratando de evitar que el cofre caiga en las innobles manos de unos tipos que se escudan en una fachada académica, huye del país nórdico e inicia un periplo que le llevará de Londres a Oriente Próximo. Perseguido por aquellos que quieren hacerse con el cofre, Belto recala finalmente en Rennes-le-Cháteau, un pueblo del sur de Francia donde los hermanos custodios guardan celosamente un misterioso evangelio que pone en cuestión la propia biografía de Jesucristo.

El final del círculo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El final del círculo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Se llama DeWitt. Charles DeWitt.

No dice nada, aunque comprendo que el nombre despierta reconocimiento y extrañeza. Pero no me decido a preguntar.

Ha preparado un guiso vegetariano según la receta de una revista que sigue abierta sobre el banco de la cocina.

– Espero haberlo hecho bien -dice, y junta las manos con un nerviosismo que resulta enternecedor y típico de quienes creen que la comida vegetariana exige unos conocimientos que están reservados a pocos.

Estoy sentado ante una mesa redonda en el rincón del salón más cercano a la cocina. Diane revolotea de acá para allá, cada dos por tres se acuerda de algo que se le ha olvidado. Me sirvo calabaza gratinada con salsa de queso y ensalada. Ella sirve vino tinto. Me ofrece una baguette, que yo parto en dos, y un cuenquito con mantequilla de ajo. Con las manos sobre el respaldo de la silla se queda de pie mirándome con expectación.

– ¡Delicioso! -exclamo con la boca llena de comida.

Sonríe y se ajusta la falda detrás de los muslos antes de sentarse. Hay algo ancestralmente femenino en el modo en que lo hace. Alza su copa de vino y me dedica un gesto con la cabeza. El vino es seco.

– Un tipo fascinante ese DeWitt -digo.

– ¿Ha podido ayudarte en algo?

– Lo ha intentado.

– ¿Qué te ha contado?

– Una larga historia. Repleta de agujeros.

– Ah, ¿sí?

– Cosas raras.

– ¿No confías en él?

– Me pregunto cuánto ha evitado contarme.

– El mundo está lleno de mentirosos -dice con contención. Los ojos se le vuelven cristal.

– Creo que me han seguido hasta aquí -añado un poco después.

– ¿Cómo?

– Un coche ha salido detrás de mí desde el hotel. Espero que no tenga importancia.

– ¿Te han seguido? -pregunta indignada, sorprendida-. ¿Aquí? ¡Esos cabrones!

Está a punto de decir algo, pero se contiene. Fija su mirada a la mía como un cerrojo. Es como si quisiera decirme algo triste. Quizá que no tengo que tomarme la invitación muy en serio. Que no debo creer que estamos hechos el uno para el otro. Pero que soy un tipo agradable y que está considerando incluirme en su lista. Junto con Brian, George y los otros noventa y ocho.

Comemos casi sin intercambiar palabra. De postre ha hecho un pudin de frutas. En el fondo del cuenco, enterrado bajo el pudin, descubro una fresa y un trocito de chocolate. Llama al postre Tentación del Arqueólogo.

Diane pone un anticuado elepé de Chicago. Atenúa la luz. Enciende dos velas rojas sobre la mesa de cristal. Sus medias de nailon brillan en el destello de las dos llamitas.

El cuero crepita cuando se apoltrona en el sofá junto a mí. Del mismo modo que crepita la música. Tiene que haber escuchado el disco muchas, muchas veces. Durante algunos minutos no hacemos ni un ruido, inseguros, con miedo a rozarnos. O a no rozarnos.

Me pregunta si quiero una copa. Yo acepto. Busca en la cocina ginebra Beefeater, tónica Schweppes, dos vasos y cubitos de hielo. Brindamos y nos reímos sofocados. Después nos quedamos bebiendo en silencio. Ninguno sabe a quién le toca empezar. Yo estoy buscando algo romántico que decir. Algo que pueda romper el hielo.

Ella se me adelanta.

– ¿Te parece que avanzas algo? ¿En tu investigación?

Quizá no sea muy romántico, pero es mejor que el tenso silencio.

– Sé exactamente igual de poco que cuando salí de viaje. En realidad estoy aún más confuso.

Se ríe por lo bajo.

– Es tan raro pensar que tienes una… vida allí en Noruega.

– Vida, vida. Así lo siento yo también. Pero habría quien no la caracterizaría como una gran vida.

– ¡No sé nada de ti!

– Entonces ya somos dos.

– ¡Háblame de ti!

Le hablo de mí. No me lleva mucho rato.

Fuera, Londres clarea en un millón de pinchazos de alfiler hechos de luz.

– ¡Esos mierdas!-susurra para sí misma.

– ¿Quiénes?

– ¡Creen que soy propiedad suya!

– ¿Quién lo cree?

– Papá. Y todos sus entusiastas sirvientillos. «Haz esto, haz aquello. Diane, sé obediente. ¡Diane, haz lo que te decimos!» ¡Es como para vomitar!

Diane ha vaciado la copa, la mía sigue medio llena. Le veo en los ojos que empieza a estar bebida. Se sirve una copa más y pone otro elepé. Hotel California. Tiene reproductor de CD, pero hoy sólo está eligiendo discos de los setenta. On a dark desert highway… Coolwindin my hair… Una ligera ráfaga de nostalgia se arremolina en mí. Warm smell of colitas… rising up through the air… Cierro los ojos y me desvanezco en los recuerdos.

– Me recuerdas a un chico que conocí una vez -dice.

Abro los ojos y la miro en silencio.

Toma un par de sorbos de su copa y le echa dos cubitos de hielo.

– Se llamaba Robbie. Robert. Lo llamábamos Robbie.

Yo sigo sin decir nada.

– En realidad no me he dado cuenta hasta esta noche. De a quién me recordabas. Pero ahora lo veo. Me recuerdas a Robbie. -Me mira a mí al mismo tiempo que mira a través de mí-. Robbie Boyd. Estuvimos juntos un verano.

– ¿Hace muchos tiempo?

– Teníamos quince años. Estábamos los dos internos en colegios.

– ¿Era albino?

Su expresión es de sorpresa.

– Has dicho que te recordaba a mí-le explico.

– No de esa manera. Tenéis la misma esencia.

– ¿Qué fue de él?

– Murió.

– Oh.

– Un accidente de coche.

– Oh.

– Me enteré por casualidad. Nadie sabía que estábamos juntos. No podía contárselo a nadie. En algún sentido nunca lo he superado. Cada vez que estoy con un hombre, siento como si estuviera traicionando a Robbie. Quizá por eso nunca consigo atarme a nadie. -Diane se ríe sofocada y pensativamente, inspira hondo y vuelve a soltar el aire despacio-. ¿Alguna vez te sientes solo? -pregunta, y me alborota el pelo.

– Alguna vez.

– No me refiero a… sin pareja. ¡Quiero decir… solo!

– De vez en cuando.

– Cuando era joven, me sentía como la persona más solitaria de este mundo. Nunca tuve una madre. Murió cuando yo nací. Y papá, él… -Bebe un trago.

– ¿Qué pasa con él?

– Siempre… -Se encoge de hombros-. Siempre ha sido muy distante. Habría podido ser un bondadoso tío cualquiera. Supongo que por eso quise tanto a Robbie. Por fin había encontrado a alguien, no sé si me entiendes.

– Perdí a mi padre cuando era niño.

– Eso debe de ser peor. Lo conocías. Perdiste a alguien a quien querías. Yo nunca tuve una madre que perder.

– Así que tampoco tienes un vacío que llenar.

– O quizás el vacío sea tan grande que no consiga descubrir que estoy en medio de él. -Me mira-. Algunas veces me siento tan jodidamente sola… Incluso cuando estoy con un hombre.

– Puedes sentirte solo en una multitud.

– ¿Has estado con muchas chicas?

– No con demasiadas.

– ¡Yo sí! Bueno, ¡no con chicas! ¡Chicos! ¿Y sabes qué?

– No.

– Te sientes igual de jodidamente sola. Aunque hayas tenido cien novios, te sientes igual de jodidamente sola.

Me encojo de hombros. Cien novios es para mí una teoría equivalente al último problema de Fermat, ni siquiera concibo el problema.

– ¿Has tenido cien novios?

Ella se ríe sofocada.

– ¡Así lo siento! ¡Noventa y nueve! No sé. En algún sentido sólo he tenido uno. Robbie. Los demás sólo han sido…, tú sabes… -Se apoya sobre mí. Yo la rodeo con el brazo izquierdo-. ¡A veces lo odio! -exclama.

– ¿A Robbie?

– ¡No, a papá! No me malinterpretes. Lo quiero. ¡Pero algunas veces lo odio intensamente! -Suspira, se gira hacia mí y me mira con detenimiento-. ¿Te ha dicho alguien que eres bastante mono?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El final del círculo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El final del círculo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El final del círculo»

Обсуждение, отзывы о книге «El final del círculo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x