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Había varias nuevas salas de tribunal equipadas con vídeos y computadoras que Patrick L. Norwood podría haber comandado por su alta posición en los tribunales, pero el juez Norwood prefirió la sala donde él había ejercido su puño de hierro durante veinte años. Ésta tenía techos altos, grandes columnas de mármol y estrado de madera tallada a mano. Era una sala anticuada, perfecta para un hombre con el temperamento judicial de un juez del siglo XIX.
La sala estaba colmada en su capacidad, para esta audiencia de fianza de Martin Darius. Aquellos que llegaron tarde para encontrar asiento se quedaron de pie haciendo una fila en el pasillo. Los espectadores debían pasar por un detector de metales antes de entrar en la sala, y había una cantidad extra de guardias de seguridad, a causa de las amenazas de muerte.
Harvey Cobb, un viejo hombre de color, llamó a la Corte al orden. Éste había sido el alguacil de Norwood desde el día en que el juez fuera nombrado. Norwood salió de su cámara a través de una puerta que estaba detrás del banco. Bajo y cuadrado, era tan desagradable como un pecado, pero su rostro de sapo estaba coronado por una cabeza de hermosos cabellos de un blanco inmaculado.
– Tomen asiento -dijo Cobb. Betsy tomó su lugar junto a Martin Darius y echó un rápida mirada a Alan Page, que estaba sentado junto a Randy Highsmith.
– Llame a sus primeros testigos, señor Page -le ordenó Norwood.
– El Estado llama a Ross Barrow, Su Señoría.
Harvey Cobb hizo que el detective Barrow levantara su mano derecha y jurara decir la verdad. Barrow se sentó en el banquillo de los testigos y Page presentó sus credenciales como investigador de homicidios.
– Detective Barrow, ¿en algún momento de mediados del mes de agosto tuvo conocimiento de una serie de desapariciones fuera de lo común?
– Sí. En agosto un detective de nuestro departamento de personas desaparecidas me dijo que una mujer de nombre Laura Farrar había sido dada por desaparecida, cuando así lo informó su esposo, Larry Farrar. Larry le dijo al detective que…
– Objeción, por rumores -dijo Betsy, y se puso de pie.
– No -declaró Norwood-. Ésta es una audiencia para fianza, no un juicio. No voy a permitir que el Estado se salga de su camino. Si usted necesita examinar a algunos de estos testigos, puede citarlos. Sigamos adelante, señor Page.
Page asintió a Barrow, que continuó con su relato de la investigación.
– Farrar le dijo al detective que había regresado a su casa el diez de agosto, cerca de las ocho. Su casa se veía normal, pero su esposa no estaba. No faltaba nada de sus ropas ni de su maquillaje. En síntesis, no faltaba nada de la casa, en lo que él podía ver. La única circunstancia fuera de lo común fue la presencia de una rosa y una nota que el señor Farrar encontró sobre la almohada de su esposa.
– ¿Había algo extraño con la rosa?
– Sí, señor. Un informe del laboratorio indica que había sido teñida de negro.
– ¿Qué decía la nota?
– "Jamás me olvidarán".
Page le dio un documento y una fotografía al empleado del juez.
– Ésta es una fotografía de la nota de Farrar y de la rosa, Su Señoría. Los originales todavía están en el laboratorio. Hablé acerca de esto con la señora Tannenbaum y ella desea estipular la introducción de estas y otras copias, sólo a efectos de esta audiencia.
– ¿Es así? -le preguntó Norwood a Betsy. Ella asintió.
– Se recibirán estas pruebas.
– ¿Le anunció a usted el detective de personas desaparecidas acerca de una segunda desaparición producida a mediados de septiembre?
– Sí, señor. Wendy Reiser, la esposa de Thomas Reiser, se registró como desaparecida, según informe de su marido, en circunstancias idénticas.
– ¿En la casa, nada fuera de lugar o que faltara?
– Correcto.
– ¿Encontró el señor Reiser una rosa negra y una nota, sobre la almohada de su mujer?
– Sí.
Page introdujo una fotocopia de la nota de Reiser y también una fotografía de la rosa.
– ¿Qué dijo el laboratorio sobre la segunda nota y la rosa?
– Son idénticas a la nota y la rosa encontradas en la casa de Farrar.
– Por último, detective, ¿se enteró usted de una tercera y reciente desaparición?
– Sí, señor. Russell Miller informó que su esposa, Victoria, desapareció en circunstancias que fueron idénticas a las de los otros casos. La nota y la rosa sobre la almohada. Nada fuera de lugar ni que faltara en la casa.
– Hace varios días, ¿se enteró usted de dónde se encontraban las mujeres?
Barrow asintió con seriedad.
– Las tres mujeres y un hombre no identificado se encontraban enterrados en una obra en construcción perteneciente a la empresa Construcciones Darius.
– ¿Quién es el dueño de Construcciones Darius?
– Martin Darius, el acusado.
– ¿Estaba la entrada al obrador cerrada con llave?
– Sí, señor.
– ¿Había un agujero abierto en la cerca que estaba cerca del lugar donde se encontraron los cuerpos?
– Sí, señor.
– ¿Había huellas de neumáticos cerca de ese agujero?
– Sí.
– La noche en que usted arrestó al señor Darius, ¿hizo efectiva una orden de allanamiento de su residencia?
– Sí, señor.
– ¿Encontró usted, durante ese allanamiento, algún vehículo?
– Encontramos una camioneta, un BMW y un Ferrari de color negro.
– Procedo a introducir las pruebas número diez a la veintitrés, que son fotografías de la obra en construcción, el agujero en la cerca, las huellas de los neumáticos, el lugar de entierro y los cuerpos que se retiraron de allí, y de los vehículos.
– No hay objeción -dijo Betsy.
– Recibido.
– ¿Se hizo un molde de las huellas de neumáticos?
– Sí. Las huellas que había en la obra en construcción coincidían con el BMW que se encontró en la casa de Darius.
– ¿Se examinó el baúl del BMW para ver si había rastros de la evidencia, como cabellos o fibras, que hayan pertenecido a cualquiera de las víctimas?
– Sí, señor. No se encontró nada.
– ¿Explicó el informe de laboratorio la razón?
– El baúl había sido aspirado y limpiado recientemente.
– ¿Cuántos años tiene el BMW?
– Un año.
– ¿No era un automóvil nuevo?
– No, señor.
– Detective Barrow, ¿tiene usted conocimiento de alguna conexión entre el acusado y las mujeres asesinadas?
– Así es. Sí. El señor Reiser trabaja para el estudio jurídico que representa a Construcciones Darius. Él y su esposa estuvieron con el acusado en una fiesta que el señor Darius ofreció este verano para celebrar la inauguración de un nuevo centro comercial.
– ¿Cuándo se produjo la desaparición de la primera mujer, Laura Farrar, después de la fiesta?
– Aproximadamente a las tres semanas.
– ¿Estaban el señor y la señora Farrar en esa fiesta?
– Sí. El señor Farrar trabaja para el estudio contable que presta servicios para el señor Darius.
– ¿Y Russell y Victoria Miller?
– Ellos también estaban en la fiesta, pero tienen vínculos más cercanos con el acusado. El señor Miller fue puesto recientemente a cargo de la cuenta de Construcciones Darius en Brand, Gates y Valcroft, la agencia de publicidad. También ellos se conectaron socialmente con el señor y la señora Darius.
Page verificó sus notas, conferenció con Randy Highsmith y luego dijo:
– Señora Tannenbaum, su testigo.
Betsy miró el anotador en el cual ella había anotado varios puntos que deseaba hacer ver a través del testimonio de Barrow. Seleccionó varios informes de la policía desde el descubrimiento que ella recibiera del fiscal de distrito.
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