– ¡No! -dijo Gordon, con alarma-. No lo asustemos. Debemos mantenernos alejados de Martin Darius hasta que el caso esté bien afianzado. No tiene idea de lo inteligente que es.
Page estaba asombrado de la desesperación de Gordon
.-Nosotros conocemos nuestro trabajo, detective -le aseguró él.
– Usted no conoce a Peter Lake. Jamás ha tratado con alguien como él.
– Ya me dijo eso antes.
– Debe creerme.
– ¿Hay algo más que no me esté diciendo?
Gordon estuvo a punto de hacerlo, pero después negó con la cabeza.
– Estoy exhausta, señor Page. Necesito descansar. Usted no sabe lo que es esto para mí. Tener a Lake a la luz después de todos estos años. Si hubiera visto lo que le hizo a Patricia Cross…
Hubo una larga pausa y Page no dijo nada.
– Necesito un lugar para quedarme -dijo Gordon abruptamente-. ¿Me puede recomendar un hotel? Algún lugar tranquilo.
– Está el Lakeview. Nosotros alojamos a los testigos en ese lugar, para mantenerlos alejados de la ciudad. Puedo llevarla en automóvil.
– No, no lo haga. Tomaré un taxi. ¿Puede pedirme uno?
– Seguro. Mi agenda está en el dormitorio. Regresaré enseguida.
– Le dejaré la tarjeta con las huellas, la fotografía y el recorte del diario. Tengo copias -dijo Gordon mientras tomaba la nota.
– ¿Está segura de que no desea que la lleve con mi automóvil? No es problema.
Gordon negó con la cabeza. Page entró en la habitación y pidió un taxi. Cuando regresó a la sala, Gordon estaba desplomada sobre el sofá con los ojos cerrados.
– Estarán aquí en diez minutos -dijo.
Los ojos de Gordon se abrieron de repente. Se la veía sorprendida, como si se hubiera dormido durante unos minutos y la hubieran asustado para despertarla.
– Ha sido un día largo -dijo la detective. Se mostró avergonzada.
– El cansancio del avión -dijo Page para comenzar una conversación-. Espero que tenga razón con respecto a Darius.
– Tengo razón -contestó Gordon, con las facciones rígidas-. Tengo un ciento por ciento de razón. Créame, señor Page. Las vidas de muchas mujeres dependen de eso.
1
Algo era definitivamente incorrecto en la historia que Gordon le contó. Era como un libro de gran argumento y final sin emoción. Y había incoherencias. Ella, Grimsbo y Turner eran detectives con dedicación a su tarea. Si estaban convencidos de que Lake había asesinado a seis mujeres y emboscado a Waters, ¿cómo pudieron dejar simplemente que el caso se cerrara? ¿Y por qué dejaría Lake un negocio floreciente y desaparecería, si él pensaba que estaba limpio? ¿Había alguna vez insistido con su romántico interés en Gordon? Ella no había mencionado ningún contacto después de la noche en que Waters fue arrestado. Finalmente, había una pregunta que Page se había olvidado de hacer. ¿Qué sucedió con las mujeres? Gordon no le dijo lo que había sucedido con las mujeres desaparecidas.
Mientras esperaba que alguien de la división de investigaciones de Hunter's Point atendiera el teléfono, Page hizo una lista de esos puntos en un anotador de hojas amarillas. Desde el oeste venían unas nubes negras cargadas de tormenta. Page estaba terriblemente harto de la lluvia. Tal vez esas nubes le dieran un descanso y flotaran sobre la ciudad antes de descargar su cuota de agua. Tal vez dejaran un espacio para que el sol brillara cuando se fueran.
– Roy Lenzer.
Page dejó su bolígrafo sobre el anotador.
– Detective Lenzer, soy Alan Page, fiscal de distrito del Condado de Multnomah. Esto es Portland, Oregón.
– ¿En qué puedo servirlo? -le preguntó Lenzer, cordial.
– ¿Tienen ustedes en su departamento una detective de nombre Nancy Gordon?
– Seguro, pero está de vacaciones. No regresará en una semana o algo así.
– ¿Puede describírmela?
La descripción de Lenzer coincidía con la mujer que había visitado el departamento de Page.
– ¿Hay algo en que pueda ayudarlo? -le preguntó el hombre.
– Tal vez. Tenemos aquí una situación extraña. Han desaparecido tres mujeres. En cada caso, encontramos en el dormitorio una nota y una rosa. La detective Gordon me dijo que ella había estado involucrada en un caso idéntico en Hunter's Point, hace alrededor de diez años.
– Me parece a mí que oí hablar del caso, pero hace sólo cinco años que estoy en la fuerza. Vine de Indiana. De modo que no seré de mucha ayuda.
– ¿Qué hay de Frank Grimsbo y de Wayne Turner? Ellos eran los otros detectives.
– Ni Grimsbo ni Turner están ahora en el departamento.
Page oyó el sonido de un trueno y miró por la ventana. Una bandera que estaba en el exterior se batía de un lado hacia el otro. Parecía que en cualquier momento sería arrancada del mástil.
– Supongo que no existe posibilidad de que tengamos una copia del archivo. El tipo que finalmente fue arrestado se llamaba Henry Waters.
– ¿W-A-T-E-R-S?
– Correcto. Le dispararon por resistirse a la fuerza. Creo que hubo seis mujeres muertas. Una de ellas de nombre Patricia Cross. Luego, Melody Lake, una niña, y Sandra Lake, su madre. No recuerdo los nombres de las demás.
– Si eso ocurrió hace diez años, el informe debe de estar en el archivo. Lo buscaré y le haré saber cuando lo tenga. ¿Cuál es su nombre y teléfono?
Page le estaba diciendo a Lenzer el nombre cuando Randy Highsmith, el principal ayudante criminalista, abrió la puerta para dejar pasar a William Tobias, el jefe de policía y Ross Barrow, detective a cargo del caso de la rosa negra. Page les señaló unos asientos, luego cortó la comunicación.
– Podemos tener un respiro en el caso de las mujeres desaparecidas -dijo Page. Comenzó luego a relatarles la versión de Gordon del caso de Hunter's Point.
– Antes de que se encontrara el cuerpo en la casa de Waters, el jefe de policía sospechaba de Peter Lake, el marido de una de las víctimas-concluyó Page-. Había suficiente evidencia circunstancial como para que existiera la posibilidad de que Lake hubiese preparado una emboscada a Waters. Poco después el caso fue cerrado oficialmente, y Lake desapareció.
– Hace dos días, Gordon recibió una nota anónima con las palabras "Las mujeres de Portland, Oregón Jamás Me Olvidarán ". La primera letra de cada una de las palabras estaba en mayúscula, de la misma forma en que escribe nuestro muchacho. Adjunto a la nota había una fotografía de Martin Darius abandonando el cuarto de un hotel de alojamiento. Martin Darius puede ser Peter Lake. Gordon cree que él es nuestro asesino.
– Yo conozco a Darius -dijo Tobias incrédulo.
– Todos conocen a Darius -dijo Page-, ¿pero cuánto saben de él?
Page empujó sobre el escritorio la fotografía de Darius y la de Lake tomada del diario. Barrow, Tobias y Highsmith se inclinaron sobre ellas.
– Hombre-dijo Barrow, moviendo la cabeza.
– No sé, Al -dijo Tobias-. Las fotografías de los diarios no son muy claras.
– Gordon dejó las huellas digitales de Lake para que las comparemos. ¿Puedes hacerte cargo de eso, Ross?
Barrow asintió y tomó la tarjeta de impresiones que le alcanzaba Page.
– Es difícil para mí tragarme esto -le dijo Tobías-. Me gustaría hablar con tu detective.
– La llamaré. Deseo que ella les cuente su historia -dijo Page, sin poner de manifiesto sus dudas, ya que deseaba que fueran objetivos cuando oyeran a Gordon.
Page marcó el número del hotel Lakeview. Pidió que lo comunicaran con la habitación de Gordon, luego esperó a que el empleado llamara.
– ¿No está? Bueno, esto es muy importante. ¿No sabe cuándo se fue? Ya veo. Muy bien, dígale que llame a Alan Page tan pronto como regrese.
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