Básicamente se trataba de un sistema llamado «registro de pulsaciones». Este chisme grababa en secreto cada pulsación que hacía el usuario.
Podía venir en forma de software, como un programa de ordenador, o como dispositivo de hardware. Pero había que tener cuidado al instalar las versiones de software, porque nunca se sabía hasta qué punto se controlaban los sistemas de red de la empresa; tal vez podrían detectarlo. Así que Arnold Meacham me había recomendado que usara el dispositivo.
Me habían dado un surtido de pequeños juguetes. Uno era un diminuto conector de cable que se acoplaba entre el teclado y el ordenador. Era prácticamente invisible. Tenía un chip que grababa y guardaba hasta dos millones de pulsaciones. Después, simplemente, uno regresaba y lo quitaba del ordenador del objetivo, y así quedaba en poder de un registro de todo lo que él (o ella) había tecleado.
En un total de diez segundos, desconecté el teclado de Nora, lo conecté al Keyghost, y conecté el Keyghost al ordenador. Nora no lo vería nunca, y en un par de días yo volvería para recogerlo.
Pero no estaba dispuesto a salir de su despacho con las manos vacías. Repasé lo que había sobre el escritorio. No había gran cosa. Encontré el borrador, sin enviar todavía, de un correo electrónico dirigido al equipo del Maestro. «Mi más reciente investigación de mercado», escribió Nora, «indica que, si bien GoldDust es indudablemente superior, Microsoft Office va a aceptar tecnología inalámbrica BlackHawk. Aunque esto pueda representar un trastorno para nuestros magníficos ingenieros, creo que estamos todos de acuerdo en que lo mejor es no nadar contra la corriente de Microsoft…».
Qué eficiente, Nora, pensé. Deseé con toda el alma que Wyatt estuviera en lo cierto.
También me faltaba revisar los archivos. Incluso en un lugar de alta tecnología como Trion, siempre hay documentos importantes en papel, ya se trate de originales o de copias de seguridad. Esta es la gran verdad de la llamada oficina sin papel: cuanto más utilizamos ordenadores, más papel para copias necesitamos. Abrí el primer archivador que encontré, que resultó no ser un archivador, sino una pequeña biblioteca oculta. ¿Por qué habrían de mantenerse estos libros fuera de la vista de la gente?, me pregunté. Miré los títulos de cerca y solté un grito de alegría.
Nora tenía filas y filas de libros con títulos como Mujeres que corren con lobos y Juego duro para mujeres y Juega como hombre, gana como mujer. Títulos como Por qué las chicas buenas no ganan… pero sí las valientes y Los siete secretos de la mujer exitosa y Los once mandamientos de la mujer (terriblemente) exitosa.
Nora, Nora, me sorprendí pensando. Vaya con Nora.
Cuatro de sus archivadores estaban cerrados sin llave, y comencé por ahí, hojeando sus terriblemente aburridos contenidos: informes de operatividad, especificaciones de productos, carpetas de desarrollo de productos, carpetas financieras… Nora, al parecer, lo documentaba todo, probablemente imprimía una copia de cada correo electrónico que enviaba o recibía. Yo sabía que lo bueno debía estar en los archivadores cerrados bajo llave. ¿Qué otra razón podía haber para ello?
Cogí el llavero de Lisa y rápidamente localicé la pequeña llave de los archivadores. En los cajones encontré varias carpetas de Recursos Humanos acerca de sus subordinados, que, si hubiera tenido tiempo, tal vez habrían resultado de interesante lectura. Los documentos financieros indicaban que Nora llevaba bastante tiempo en Trion, había adquirido muchas de sus opciones sobre acciones y comerciaba activamente con ellas, así que su capital neto ya iba por las siete cifras. Encontré mi carpeta; era muy delgada y no contenía nada como para asustarse. Nada de interés.
Luego miré con más atención y encontré unos cuantos folios, impresiones de correos electrónicos que Nora había recibido de alguien de arriba. Por lo que se veía, Alana Jennings, la mujer que había ocupado mi puesto antes que yo, había sido transferida abruptamente a otra parte de la empresa. Y Nora había cogido tal cabreo, que había hecho llegar su queja al mismísimo comienzo de la cadena alimenticia: al vicepresidente senior. Era una jugada atrevida.
Asunto: Re:Transferencia de Alana Jennings
Fecha: Martes, 8 de abril, 8:42:19 horas
De: GAllred
Para: NSommers
Nora:
Acuso recibo de sus varios correos en los cuales protesta usted por la transferencia de Alana Jennings a otra división de la empresa. Comprendo su disgusto, pues Alana es su empleada de más alto ranking, además de un valioso miembro de su equipo.
Lamentablemente, sin embargo, sus objeciones han sido desestimadas por la más alta autoridad. Las habilidades de Alana son requeridas con urgencia en el proyecto Aurora.
Permítame asegurarle que su equipo no se verá reducido. Se le ha concedido una solicitud de reemplazo, de manera que pueda usted cubrir el puesto de Alana con cualquier empleado interesado y calificado de la compañía.
Por favor indíqueme si puedo hacer algo más por usted.
Un saludo,
Greg Allred
Vicepresidente senior
Unidad de Investigaciones Avanzadas
Sistemas Trion
Te ayudamos a cambiar tu futuro
Y luego, dos días después, otro correo electrónico:
Asunto: Re: Re: Transferencia de Alana Jennings
Fecha: Jueves, 10 de abril, 14:13:07 horas
De: GAllred
Para: NSommers
Nora:
En relación con Aurora, mis disculpas más sinceras, pero no estoy en libertad de revelar la naturaleza exacta del proyecto salvo para decir que se trata de algo fundamental para el futuro de Trion. Puesto que Aurora es un proyecto secreto de la mayor confidencialidad, respetuosamente le solicito que no prosiga con este asunto.
Dicho lo cual, comprendo su dificultad a la hora de cubrir internamente la posición de Alana con alguien apropiadamente calificado. Por lo tanto, me alegra transmitirle que está usted autorizada, en esta instancia, para obviar la prohibición general de la compañía en el sentido de contrataciones externas. Este puesto podría ser designado como «bala de plata», lo cual la habilitaría para contratar a alguien de fuera. Espero que esto disipe sus preocupaciones.
No dude en escribir o llamar si tiene alguna pregunta.
Un saludo,
Greg Allred
Vicepresidente senior;
Unidad de Investigaciones Avanzadas
Sistemas Trion
Te ayudamos a cambiar tu futuro
Guau. De repente, todo empezaba a tener sentido. Me habían contratado para reemplazar a esta tal Alana, que había sido transferida a algo llamado Proyecto Aurora.
El Proyecto Aurora era evidentemente una empresa de alta confidencialidad: un trabajo secreto. Lo he encontrado, pensé.
No me pareció buena idea coger los correos y llevarlos a la fotocopiadora, así que saqué un bloc de papel amarillo de una pila alta que había en el armario de Nora y comencé a tomar apuntes.
No sé cuánto tiempo estuve sentado allí, en el suelo alfombrado de su despacho, pero debió de ser unos buenos cuatro o cinco minutos. Y de repente me percaté de algo que se movía en la periferia de mi campo visual. Levanté la cara y vi a un guardia de seguridad de pie en la puerta, observándome.
Trion no contrataba empresas de seguridad; tenía su propio personal, hombres de blazer azul marino y camisa blanca que parecían policías o acomodadores de iglesia. Este tío era un negro alto y fornido con pelo gris y muchos lunares como pecas sobre las mejillas. Tenía los ojos grandes y párpados pesados como los de un basset-hound, y usaba gafas de montura metálica. Estaba allí parado, mirándome.
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