Gianrico Carofiglio - Las perfecciones provisionales

Здесь есть возможность читать онлайн «Gianrico Carofiglio - Las perfecciones provisionales» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Las perfecciones provisionales: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Las perfecciones provisionales»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En Bari, la vida del abogado Guido Guerreri transcurre en un perfecto equilibrio entre su trabajo de abogado y los éxitos que éste le reporta -acaba de mudarse a un moderno despacho donde cuenta con dos eficientes colaboradores- y su solitaria vida privada siempre con tendencia a sumergirle en la melancolía. Una melancolía que combate con su música, sus largos paseos nocturnos y su saco de boxeo al que trata como un auténtico amigo.
Sin embargo, como todos los equilibrios perfectos, el de Guido Guerreri está condenado a ser provisional y cuando recibe la petición de un colega de investigar la desaparición de la joven Manuela, a quien nadie ha visto desde hace ya varios meses, su rutina se verá alterada y se verá obligado a mirar a los ojos a una juventud que, por más que le pese, ya nada tiene que ver con la suya.
Fenómeno de ventas en Italia y adorado por la crítica, Gianrico Carofiglio posee la maestría de los grandes narradores y, al mismo tiempo, la contención de sus historias y la sutil ironía de sus personajes convierte sus novelas en un delicioso entretenimiento.

Las perfecciones provisionales — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Las perfecciones provisionales», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Pero, una vez aclarado esto, mi presencia allí no dejaba de prestarse a todos los equívocos. Me imaginé qué haría si me encontraba con algún conocido -quizá con un colega o con un magistrado-, cómo intentaría explicarle que había terminado allí sólo a causa de mi costumbre de dar largos paseos nocturnos por las zonas degradadas de la ciudad.

Intenté recordar qué abogados y jueces conocía que fueran gays. Me vinieron cinco a la cabeza y comprobé, con alivio, que ninguno de ellos estaba allí.

Luego, inmediatamente después de este screening demencial, me dije que debía haberme vuelto ligeramente gilipollas. Aunque la situación fuese, ¿cómo decirlo?, algo atípica, tampoco era normal que mirase a mi alrededor con ese aire preocupado y vagamente furtivo, como si el letrero del local fuese CRAL Homosexuales Justicia o algo parecido.

Mientras estaba planeando una estrategia para salir con desenvoltura -de aquel sitio y, a ser posible, también de mi agilipollamiento- una voz se impuso sobre las notas de Leonard Cohen, haciendo que se esfumaran para siempre las posibilidades de que mi paso por el Chelsea Hotel n.° 2 pasase desapercibido.

– ¡Abogado Guerrieri!

Me volví hacia mi derecha mientras enrojecía y me preguntaba cómo justificaría ante la propietaria de esa voz, fuese quien fuese, mi presencia en el local.

Nadia. Nadia No Recordaba Su Apellido.

Había sido una de mis clientes, cuatro o cinco años antes.

Ex modelo, ex actriz porno, ex acompañante de lujo, había sido arrestada por haber organizado y dirigido una excursión de acompañantes muy guapas y muy caras. Conseguí que la absolvieran, algo inesperado, gracias a lo que los legos en la materia llamarían un sofisma. En realidad, había descubierto un error de forma en las intervenciones o escuchas y, esta vez, la acusación se había venido abajo como una galleta cracker cuando la desmenuzas.

El recuerdo que tengo de Nadia, el día del juicio, es muy preciso. Vestía un traje de chaqueta gris marengo, una blusa blanca, iba sobriamente maquillada y parecía todo menos una prostituta. En realidad, ya había constatado antes, todas las veces en las que nos habíamos visto, que no se correspondía con ninguno de los clichés de su profesión. La primera vez, en la cárcel, inmediatamente después de que fuera arrestada; luego en mi bufete; y por último, en efecto, en el tribunal.

Esa noche llevaba unos vaqueros descoloridos y una camiseta blanca y adherente. Parecía -no sé cómo expresarlo- mayor y, al mismo tiempo, más joven y, pese a lo informal de su atuendo, estaba igual de elegante. Intenté recordar si cuando era mi cliente me había fijado ya en lo guapa que era.

– Hola, ¿cómo estás?…, es decir, buenas noches. Me ha salido hablarle de tú sin querer…, es decir, es que estoy sorprendido.

– A mí también me ha sorprendido encontrarte aquí. Bienvenido a mi local.

– ¿Su local? ¿Este lugar es suyo?

– Por mí no hay problemas en seguirnos tuteando.

– ¡Ah, sí, claro! Por mí tampoco.

– ¿Y qué es lo que haces por aquí?

Lo dijo sonriendo y me pareció notar que con un punto de malicia juguetona. La verdadera pregunta, sobreentendida pero no demasiado, era: ¿así que eres gay? Ahora entiendo por qué, cuando fui tu cliente, te comportaste con tanta corrección y no intentaste jamás aprovecharte de la situación.

NO. No soy gay. He entrado aquí por casualidad, porque por las noches doy largos paseos por las zonas más apartadas de la ciudad, porque me gusta caminar por donde no hay nadie y no, no he venido aquí para ligar, y, sí, sí, me doy cuenta de que cuesta creerlo, pero te aseguro que sólo estaba dando un paseo sin rumbo fijo, he visto la luz en medio de la oscuridad y he entrado, pero NO sabía que éste fuese un local…, bueno, un local de este tipo, no es que tenga prejuicios, entendámonos, soy un tipo de izquierdas, abierto de ideas, y tengo muchos amigos homosexuales.

De acuerdo, no tantos, pero algunos sí. En cualquier caso, repito: no soy gay.

No dije eso. Encogí los hombros y puse, creo, una cara que podía significar todo. Es decir, que no significaba nada. Es decir, que era la más apropiada para aquella situación.

– Bueno, estaba dando un paseo, he visto el cartel, me ha llamado la atención y he entrado a echar un vistazo. Un sitio muy agradable.

Ella sonrió.

– Pero ¿tú eres gay? No me lo pareció cuando era tu cliente.

Me alegré de que me hiciera esa pregunta. Simplificaba las cosas. Le dije que no, que no era gay, le hablé de mis paseos nocturnos, a ella le pareció algo perfectamente normal y yo la adoré por eso. Luego me ofreció un chupito de un ron delicioso del que nunca había oído hablar. Luego me ofreció otro, y cuando miré el reloj me di cuenta de que era realmente muy tarde y me levanté; ella me dijo que le prometiera que iba a volver, aunque no fuera gay. También venían clientes hetero -no muchos, añadió, pero algunos venían-, era un sitio tranquilo, se comía bien, con frecuencia había música en directo y, sobre todo, a ella le gustaría mucho que yo regresase. Lo dijo mirándome a los ojos, con una naturalidad que me gustó mucho, así que se lo prometí sabiendo que iba a cumplir mi promesa.

A partir de aquella noche me convertí en un cliente habitual del Chelsea Hotel. Me gustaba sentarme en aquel lugar, a solas, pero sin sentirme solo. Me sentía a mis anchas, con una sensación de alegre y algo insolente familiaridad que me recordaba algo que no conseguía aferrar.

Una de las primeras veces, mientras esperaba a que me trajeran la comida y estaba solo en la mesa, un chico se me plantó delante y me preguntó si podía sentarse.

Compórtate de forma civilizada, me dije mientras le hacía un gesto con la mano indicándole que sí, que claro que podía sentarse. Me dio la mano -un apretón de manos muy viril- y me dijo que se llamaba Oliviero. Tras intercambiar las típicas frases de rigor, Oliviero me dijo, mirándome intensamente a los ojos, que le gustaban los hombres maduros. Yo pensé que madura lo sería su madre, pero conseguí no decirlo y empecé, en cambio, a buscar una forma amable de explicarle que las cosas a veces no son lo que parecen, cuando llegó Nadia con la comida.

– Guido no es gay, Oliviero.

Él la miró, de abajo a arriba. Luego me miró a mí, con una expresión decepcionada.

– Qué pena. Aunque nunca se sabe. Tuve un novio, seguramente mayor que tú, que descubrió que era gay a los cuarenta y cuatro años. ¿Tú cuántos tienes?

– Cuarenta y cinco -dije con excesivo entusiasmo. Y luego precisé que no tenía a la vista cambios significativos en mis gustos sexuales. Aclarado este punto, si Oliviero quería, podía tomarse un vaso de vino conmigo.

Oliviero era abstemio, se fue al poco rato con aire perplejo, y ésa fue la única vez en la que un hombre intentó ligar conmigo en el Chelsea.

Iba hasta allí en bicicleta, escuchaba música y, a veces, descubría cosas que nunca había sentido antes, comía, charlaba con Nadia, bebía alcohol de primera y regresaba sereno a casa. Algo que, cuando se atraviesa una época difícil, no es poco.

Esa noche, cuando salí del bufete después de haber hablado con Fornelli y los señores Ferraro, pensé que era la noche indicada para ir al local de Nadia. Cogí, pues, la bicicleta, al cuarto de hora estaba allí y sólo entonces, al ver el cartel luminoso apagado y la puerta cerrada, recordé que los lunes cerraba.

Una noche equivocada, me dije encaminándome de nuevo hacia el centro y hacia casa, y previendo que no me iba a resultar fácil coger el sueño.

7

A la mañana siguiente Fornelli me llamó para darme nuevamente las gracias.

– Guido, gracias, de verdad. No creas que no entendí lo que intentabas decirme anoche. Sé que es sólo una tentativa y que seguramente no servirá para nada. Sé de sobra que no es tu trabajo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Las perfecciones provisionales»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Las perfecciones provisionales» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Las perfecciones provisionales»

Обсуждение, отзывы о книге «Las perfecciones provisionales» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x