Jordi Sierra i Fabra - El asesinato de Johann Sebastian Bach

Здесь есть возможность читать онлайн «Jordi Sierra i Fabra - El asesinato de Johann Sebastian Bach» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El asesinato de Johann Sebastian Bach: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El asesinato de Johann Sebastian Bach»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

«Laura Torras era todo lo que los solitarios y no tan solitarios sueñan alguna vez en la monotonía de su existencia». Una mañana de verano de Barcelona en un edificio de la calle, Johann Sebastian Bach, Daniel Ros descubre en el piso de enfrente el cuerpo destripado de su vecina. Ha sido víctima de un verdadero sádico. Pocos minutos después, conoce a Julia, una chica muy atractiva que aparece en el piso de Laura y dice ser su prima.
En vez de llamar a la policía, el periodista decide comenzar su propia investigación y descubre, poco a poco, que detrás de su oficio de modelo, Laura, escondía una vida mucho menos fascinante. Testarudo y con don para verse envuelto en líos, el periodista sigue varias pistas que llevarán hasta diversos sospechosos y, sobre todo, a volver a encontrarse con Julia, cuyas mentiras le dejan tan confundido como sus encantos juveniles.
En un juego de pistas a través de la ciudad, envuelto de imágenes que evocan escenas del cine americano, Daniel Ros descubre que el glamour puede transformarse, en ocasiones, en una película de terror.

El asesinato de Johann Sebastian Bach — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El asesinato de Johann Sebastian Bach», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Se acabó el móvil.

Y también la persecución.

Estábamos en la plaza de la Bonanova. Yo ya había estado allí por la mañana, siguiendo a Ágata Garrigós hasta la calle San Juan de la Salle. El taxi se detuvo de pronto al inicio de Muntaner y vi que ella pagaba la carrera. No podía parar ni buscar aparcamiento, so pena de perderla, así que continué unos metros, despacio, mientras la observaba. Julia atravesó la plaza con el bolso colgado de su hombro y se detuvo en las escalinatas de la iglesia de San Gervasio y Protasio. Yo estaba bastante desguarnecido, aunque mi perseguida no tenía por qué estar pendiente de un Mini blanco y negro. Por detrás me hicieron luces y alguien tocó el claxon. Eso ya era más grave, así que tuve que moverme.

Dejé el paso libre y estudié mis posibilidades. Acabé dando la vuelta a la plaza y me detuve en la esquina de San Juan de la Salle con el paseo de San Gervasio. Allí aún era más vulnerable, pero no tenía otra opción. Me hundí en el asiento asomando sólo los ojos. Todavía pensaba que era una casualidad, que Julia estaba allí, tan cerca de la vivienda de Ágata Garrigós, por un simple azar.

No era así.

A los cinco minutos, en los cuales Julia se puso más y más nerviosa, apareció la misma Ágata Garrigós.

Vestía de forma tan elegante como por la mañana, y no sólo se le adivinaba carácter por su ropa, sino por su manera de caminar o su aspecto. Me hice de nuevo a la idea de que era toda una dama, posición, buen nivel, personalidad concreta, calidad humana que no puede comprarse con dinero. Ágata Garrigós destilaba carisma y clase. Y como llevaba todo el día pensando en películas sin saber por qué, desde lo del retrato de Laura, le encontré un parecido con Julio Andrews.

Temí que Julia me viese, porque la recién llegada pasó muy cerca del Mini. Volví a aplastarme, hurtándole mi imagen a la falsa prima de Laura, y recobré la tranquilidad. Al pasar me fijé en el rostro de la mujer, ojos tristes, labios fijos y abatidos, un halo de amargura enmarcado en un semblante de pálida determinación.

El primer detalle en el que reparé fue que Julia y Ágata Garrigós no debían de conocerse de antes. La recién llegada caminó sin mucha convicción hacia la belleza, y la belleza la esperó sin dar muestras de estar muy segura de que fuese la persona que esperaba. Ágata Garrigós preguntó algo y luego, cuando Julia le tendió la mano, ella se la negó. Hubo un intercambio de palabras, rápido, preciso. Julia expresó algo de manera tajante y concisa. Estaba tan lejos que ni siquiera pude interpretar el movimiento de sus labios. Pero los rostros mantenían una fuerte tensión. Hubo algún que otro movimiento con la mano, imperioso, golpeando la palma abierta de la otra. Ágata Garrigós la escuchó en silencio, sin moverse al principio. Después, negó con la cabeza. Julia insistió y sacó algo de su bolso. Se lo enseñó. Entonces la aparecida hundió su rostro entre las manos y se deshizo, se quebró lo mismo que una estatua de hielo. Mi belleza matutina miró a derecha e izquierda, preocupada por esas lágrimas. Optó por empujar escaleras arriba a la otra, hasta que estuvieron al amparo de las columnas de la iglesia. La Garrigós se dejó arrastrar. Ya no luchaba. A salvo una vez más, Julia no se preocupó de consolarla. Atacó por segunda vez, vehemente. Yo aún estaba en mala posición para ver nada.

Pensé en bajar y acercarme con disimulo, pero no tuve opción. De pronto, Ágata Garrigós asintió con un movimiento de cabeza e hizo ademán de retirarse. Julia la retuvo y le insistió todavía más, con bastante mala leche a juzgar por sus gestos secos. La otra asentía y asentía. Todo acabó pocos segundos después. Una bajó las escaleras a la carrera y la otra se quedó arriba durante unos instantes.

Vi cómo Ágata Garrigós enfilaba por su calle hacia arriba, muy afectada, descompuesta, aplastada por un peso invisible, y cómo Julia descendía por fin desde lo alto de la iglesia. Arranqué el coche y esperé. Mi perseguida levantó una mano y detuvo un taxi.

Hice una maniobra rápida, salí de espaldas, le corté la trayectoria a uno que venía por el paseo de San Gervasio y que se puso a gritarme con la ventanilla abierta, e inicié el nuevo seguimiento con las mismas pocas precauciones que la primera vez. Mi belleza de ojos almendrados empezaba a resultarme desconcertante, pero por lo menos unía poco a poco a algunos de los elementos sueltos de mi investigación.

El taxi arrancó Muntaner abajo, hasta Mitre. Nos metimos en el túnel y pasamos por debajo de la Diagonal. Salió a la altura de la travesera de Les Corts, enfiló por ella y continuó su marcha hasta detenerse frente a COM Radio. Yo me metí en la zona de aparcamiento de las motos por si las moscas. Julia abonó la carrera y cruzó la calzada hasta los jardines Bacardí. Temiendo perderla, bajé y eché a correr. Pero ya no hizo falta más.

Mi amiga se metió en el primer edificio que asomaba a los jardines, en la confluencia de Comandante Benítez. Lo hizo abriendo la puerta con su propia llave, que extrajo de las profundidades abismales de su bolso.

Regresé al coche y busqué un aparcamiento legal. Pensé que, a lo peor y pese a las llaves, visitaba a alguien o hacía un recado, un minuto, y desaparecía de nuevo. Me arriesgué. De todas maneras tuve suerte y aparqué bastante más rápido de lo esperado. Eché a correr de vuelta a los jardines Bacardí y entré en el edificio aprovechando que la puerta estaba abierta en ese momento gracias a unos niños. Esperé que me interceptara un conserje o algo parecido. No fue así. Gracias a eso pude leer los nombres de los buzones.

Estuve a punto de gritar.

Había una Julia, de apellido Pons. Sólo eso. Era en el cuarto piso.

Subí en el ascensor, me detuve frente a su puerta, tomé aire y pulsé el timbre.

Unos pasos acelerados se aproximaron por el otro lado.

La puerta se abrió y la primera reacción de Julia fue tan natural como abrir la boca y los ojos.

Creo que era la última persona del mundo a la que esperaba ver en su casa en esos momentos.

XVI

Tenía el pie dispuesto, por si ella pretendía cerrármela en las narices. No pasó nada. Sus ojos ya eran bastante grandes, así que ahora parecían lagos. La carnosidad de los labios formaba una O que envolvía la blancura de sus dientes. Seguía llevando la misma ropa, y su respiración, agitada, hacía subir y bajar su pecho bajo la camiseta ceñida. Todo en ella resaltaba la magnitud y rotundidad de sus formas.

Aunque yo no estaba para eso.

– Hola -dije rompiendo su silencio.

Lo cerró todo, de golpe, ojos y boca. Reaccionó mejor de lo que me esperaba, con flema. Algo me dijo que estaba habituada a las situaciones límite y que pese a su juventud, llevaba algunas horas de vuelo.

– ¿Esperabas a alguien? -volví a preguntar.

– A ti, desde luego, no.

Le salió la vena combativa. Nada de mostrarse acorralada. Debió de pensar que, puesto que estaba allí, yo también le había mentido por la mañana. Ahora tocaba intercambiar algunos movimientos en aquella partida de ajedrez, buscando la forma de llegar hasta la última línea del rival. Estaba molesta por el imprevisto y lo que pudiera derivarse de él.

– ¿Puedo pasar?

– No.

– Gracias.

Se apartó para que entrara. Al rozarme con ella capté la descarga de adrenalina. De haber podido medirla, habría puesto una aguja del revés. No se resignaba, ni se relajaba. Era una gata. Peor aún, era una tigresa. Estaba tensa al cien por cien, recelosa y dispuesta para la batalla.

No caminé por delante de ella. No le di la espalda. Esperé a que cerrara la puerta y me precediera. El piso era grande, espacioso, pero no estaba lo que se dice arreglado. No había apenas muebles. Al pasar por delante de lo que debía de ser la habitación principal vi una enorme cama, redonda, con el colchón de agua. Eso lo supe porque todavía se movía. Ella debía de haberse tumbado en él. Pasamos de largo y desembocamos en una sala decorada con fría modernidad, llena de butacas y sofás, tapices y luces indirectas. Había un gran aparato de televisión, un vídeo, un DVD y un reproductor de CD.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El asesinato de Johann Sebastian Bach»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El asesinato de Johann Sebastian Bach» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Jordi Sierra i Fabra - Radiografia De Chica Con Tatuaje
Jordi Sierra i Fabra
Jordi Sierra i Fabra - El Enigma Maya
Jordi Sierra i Fabra
libcat.ru: книга без обложки
Jordi Sierra i Fabra
Jordi Sierra i Fabra - Campos de fresas
Jordi Sierra i Fabra
Jordi Sierra i Fabra - Sin tiempo para soñar
Jordi Sierra i Fabra
Asenath Mason - Das Buch Mephisto
Asenath Mason
Jordi Sierra i fabra - El viaje sin fin
Jordi Sierra i fabra
Sarah M. Anderson - Bringing Home the Bachelor
Sarah M. Anderson
Sheri WhiteFeather - Single Mom, Billionaire Boss
Sheri WhiteFeather
Отзывы о книге «El asesinato de Johann Sebastian Bach»

Обсуждение, отзывы о книге «El asesinato de Johann Sebastian Bach» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x