John Saul - Ciega como la Furia

Здесь есть возможность читать онлайн «John Saul - Ciega como la Furia» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Ciega como la Furia: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Ciega como la Furia»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

John Saul is an American author. His horror and suspense novels appear regularly on the New York Times Best Seller List.

Ciega como la Furia — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Ciega como la Furia», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

En su fuero interno estaba convencido de que Alan no había perdido simplemente pie. No: había algo más que eso, y la prueba era la muñeca.

La muñeca que él había sepultado junto con su hija.

La muñeca que él había encontrado bajo el quebrado cuerpo de Alan.

La muñeca que Michelle Pendleton le había mostrado.

Josiah hubiera querido hablar con Alan sobre la muñeca, pero el muchacho nunca había recobrado el sentido: Cal Pendleton lo había dejado morir.

Lo había matado, en realidad.

Si Cal no lo hubiera matado, Josiah habría podido averiguar lo que realmente había sucedido aquel día en el tejado… lo que Alan había visto, sentido y oído. Habría podido averiguar qué estaba sucediendo en su casa. Qué le había sucedido a su familia. Ahora nunca lo sabría. Cal Pendleton le había arruinado esa posibilidad.

Pero él se desquitaría.

Ya estaba empezando a desquitarse.

Había sido tan fácil, una vez que descubrió cuan culpable se sentía Cal respecto de Alan. A partir de allí, fue fácil. Venderle la casa. Venderle la clientela. Había dado resultado.

El había introducido a Cal Pendleton en la casa y la muñeca estaba de vuelta.

Ahora la hija de Cal tenía la muñeca.

Y lo que estaba ocurriendo, fuera lo que fuese, ya no le estaba ocurriendo a los Carson.

Ahora le estaba ocurriendo a los Pendleton.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por ruido de voces que venían de la sala de examen, contigua al consultorio donde Cal estaba examinando a Lisa Hartwick.

Cal había tratado de eludir el examen de Lisa, pero Josiah no se lo había permitido. Sabía lo asustado que Cal estaba ahora de los niños, que tenía la sensación, razonable o no, que cualquier cosa que él hiciera con un niño iba a ser errónea y que él iba a dañar al niño.

Josiah Carson comprendía estos sentimientos.

En la sala de examen, Lisa Hartwick miraba a Cal fijamente, con ojos desconfiados casi ocultos por un flequillo castaño claro. Cuando él le pidió que abriera la boca, la niña se enfurruñó.

– ¿Para qué?

– Para que pueda verte la garganta -le dijo Cal-. Si no puedo verla, no podré saber por qué te duele, ¿no te parece?

– No me duele, solo se lo dije a papá para no tener que ir a la escuela.

Cal dejó de lado el bajalengua; mientras una sensación de alivio lo inundaba. Con esta niña, por lo menos, no había amenaza inmediata. Sin embargo, no era la niña más simpática con la que se había encontrado en su vida. A decir verdad, descubrió que le desagradaba intensamente.

– Entiendo – respondió-. ¿No te agrada la escuela?

Lisa se encogió de hombros.

– No está mal. Solo que no soporto a esos chicos engreídos de por acá. Si alguien no nació aquí, nunca quieren ser sus amigos.

– Oh, no sé -replicó Cal-, Michelle se ha hecho algunos amigos.

– Eso es lo que ella cree. Espere a que vuelva a la escuela -dijo Lisa. Luego ladeando la cabeza, contempló impertinentemente a Cal-. ¿Es cierto que no puede caminar?

Cal se sintió enrojecer. Cuando respondió, su voz fue áspera.

– Ella puede caminar muy bien. No le pasa nada grave, y muy pronto estará como nueva. Simplemente se golpeó un poco.

Sabía que estaba mintiendo, pero no podía evitarlo… las cosas se hacían más fáciles si fingía que Michelle iba a quedar bien. Y tal vez -solo tal vez- fuera así.

– Pues, no es eso lo que oí decir -comentó Lisa mientras bajaba de la mesa de examen. Su expresión cambió de pronto, apareciendo en su rostro una vulnerabilidad que Cal no había visto desde su aparición en el consultorio-. Tampoco yo tengo madre -dijo con suavidad.

Por un momento Cal no supo bien a qué se refería. Pero luego comprendió.

– Pero Michelle tiene madre -dijo-. Nosotros la adoptamos cuando era muy pequeña.

– Oh, -exclamó Lisa, y Cal creyó ver desilusión en sus ojos.

– Sin embargo -continuó Cal sin alterarse, supongo que ustedes dos tienen algunas cosas en común. Ninguna de las dos nació aquí y aunque Michelle es huérfana del todo, tú lo eres a medias, ¿verdad? Quizá deberías ir a visitar a Michelle alguna vez. -Deliberadamente dejó la sugerencia flotando en el aire. Por un momento creyó que Lisa iba a recogerla, pero no lo hizo del todo.

– Es posible que lo haga -dijo con poco entusiasmo-. Pero también es posible que no.

Antes de que Cal pudiera responder a su grosería, ella se había marchado.

Cuando Cal entró en el consultorio que ambos compartían, Josiah Carson fingió estar absorto en una revista médica. Solo levantó la mirada cuando Cal estuvo sentado junto a su improvisado escritorio.

– ¿Todo fue bien? -preguntó.

– Es una niña difícil -respondió Pendleton, encogiéndose de hombros.

– Es una mocosa -afirmó Carson. -Bueno, la vida no es fácil para ella.

– La vida no es fácil para ninguno de nosotros -dijo intencionadamente Josiah.

Cal dio un respingo visible; luego buscó la mirada de Carson.

– ¿Qué se supone que signifique eso?

El anciano doctor se encogió de hombros aparatosamente.

– Interprételo como quiera.

Fue como si hubiera sacado un tapón. Cal se desplomó en su sillón con ojos tan faltos de vida como su postura. Miró lúgubremente a Carson.

– Josiah, ¿qué voy a hacer? No puedo hacer frente a Michelle, no puedo hablar con ella, no puedo ni siquiera tocarla. Constantemente pienso en Alan Hanley, y me pregunto qué error cometí, y qué error cometí con ella.

– Todos nos equivocamos, Cal -respondió Josiah-. No podemos culparnos por demostrar un mal criterio bajo presión. Simplemente debemos aceptar nuestras limitaciones y vivir con ellas.

Hizo una pausa, procurando evaluar la reacción de Cal. Tal vez lo hubiese empujado demasiado lejos. Pero Cal lo estaba observando, concentrándose en lo que él decía. Josiah sonrió y tomó otro rumbo.

– Quizá sea todo culpa mía. Seguramente lo sucedido a Michelle es culpa mía. Si yo no le hubiera vendido esa casa maldita…

Cal lanzó a Josiah una mirada penetrante.

– ¿"Casa maldita"? ¿Por qué dijo usted eso?

Josiah se agitó en su sillón.

– Probablemente no debí decirlo. Llámelo un desliz de la lengua.

Pero Cal no se dejó convencer.

– ¿Hay algo que yo debería saber acerca de esa casa?

– En realidad, no -dijo cuidadosamente Carson-. Tal vez yo crea simplemente que es una casa desdichada. Primero Alan Hanley. Ahora Michelle… -Su voz se apagó.

Cal lo miró con fijeza, sintiéndose estafado. Amaba a esa casa, cada día más, y no quería oír nada malo sobre ella.

– Lamento que se sienta usted así -dijo-. Para mí es una buena casa.

Se quitó la chaqueta blanca dispuesto a irse para almorzar. Estaba en la puerta cuando de pronto se volvió.

– Josiah -dijo. Carson lo miró inquisitivamente.- Josiah, solo quiero que usted sepa… agradezco todo lo que hizo por mí. No sé cómo habría pasado por todo esto sin usted. Me considero muy afortunado de tener un amigo como usted.

Luego, turbado por sus propias palabras, Cal abandonó de prisa el consultorio.

De nuevo solo, Carson volvió a pensar en las palabras que habían atraído la atención de Cal Pendleton.

"Casa maldita".

“Y eso es lo que es", pensó. En su mente surgió una imagen, la imagen de una mancha escondida en el suelo del cobertizo.

Una mancha que nadie había logrado eliminar jamás.

Una mancha que lo había perseguido toda su vida. Irracionalmente, estaba convencido de que se conectaba de algún modo con la muñeca de Michelle Pendleton.

Ahora, estaba seguro de que perseguiría a los Pendleton.

A decir verdad, ya estaba empezando.

Josiah Carson no pretendía saber con exactitud qué tenía esa casa que hacía que ocurrieran cosas a las personas que allí vivían, pero tenía sus sospechas. Y estaba empezando a parecerle que sus sospechas eran acertadas. Para Michelle ya había empezado. Y seguiría más, y más, y más…

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Ciega como la Furia»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Ciega como la Furia» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Ciega como la Furia»

Обсуждение, отзывы о книге «Ciega como la Furia» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x