John Saul - Ciega como la Furia

Здесь есть возможность читать онлайн «John Saul - Ciega como la Furia» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Ciega como la Furia: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Ciega como la Furia»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

John Saul is an American author. His horror and suspense novels appear regularly on the New York Times Best Seller List.

Ciega como la Furia — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Ciega como la Furia», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Fijó en la antigua mansión una mirada dubitativa, como si le costara imaginar que alguien de la edad de Michelle estuviera dispuesta a aventurarse adentro, sola. Pero Michelle ya estaba bajando del vehículo.

– No, gracias. Tengo muchísimas cosas por hacer antes de que mamá y papá traigan a Jenny a casa.

– Quizá podríamos ayudarte -ofrecióla señora Benson.

– Oh, no me molesta -respondió inmediatamente Michelle. Se trata principalmente de arreglar la nursery, nada más: será divertido.

Luego, antes de que la señora Benson pudiera seguir insistiendo, Michelle preguntó a qué hora la esperaban a cenar.

– Siempre comemos a las seis -le contestó Jeff-. ¿Quieres que venga y te acompañe? A veces hay niebla alrededor de esa hora.

– No te preocupes -respondió Michelle un tanto fastidiada… ¿acaso Jeff la tomaba poruña niñita pequeña?- Estaré allí a las seis o un poco antes.

Despidiéndose con un ademán, subió corriendo los escalones y desapareció por la puerta principal.

Michelle cerró la puerta a sus espaldas y subió a sus habitaciones, arrojando su cartapacio en la cama, su suéter en una silla. Después se acercó a la ventana y levantó a su muñeca.

– Tenemos una hermana, Amanda -susurró. Al pronunciar el nombre de la muñeca, recordó de pronto su sueño de la noche anterior y las cosas que le habían dicho sus amigos-. Tal vez debería cambiarte de nombre -dijo a la muñeca, contemplando pensativa sus ciegos ojos pardos. Después lo pensó mejor-. ¡No! Te bauticé Amanda, eres Amanda, ¡y basta! ¿Quieres ayudarme a limpiar la nursery?

Llevando consigo a la muñeca, se dirigió por el pasillo al cuarto contiguo al de sus padres, que iba a ser el de Jennifer. Entró preguntándose qué hacer primero.

Allí estaba todo el moblaje: una camita y una cuna, una cómoda diminuta, cuya tapa podía convertirse en mesa para cambiar. Las paredes estaban recién pintadas, y en las ventanas había cortinas cubiertas de figuras infantiles. En el único sillón grande de la habitación había un animal de paño: el canguro Kanga, con su cachorro espiando tímidamente desde su bolsillo. Michelle colocó a Amanda al lado de los juguetes y se puso a trabajar. No tardó en darse cuenta de que no había tanto por hacer. Encontró una cobija rosada (con rebordes azules por si acaso) y la acomodó cuidadosamente en la cuna. Luego, recogiendo su muñeca, fue al cuarto de sus padres, donde cambió la cama para que June la encontrara limpia y fresca.

Una vez que repasó mentalmente la lista de June varias veces y decidió que había hecho todo lo que podía recordar, tomó a Amanda y volvió a su propio cuarto, donde volcó sus libros escolares del cartapacio. Los contempló con fastidio. Era un insulto que se le exigiera hacer sus tareas escolares el mismo día en que había nacido su hermana menor. Decidiendo que la señorita Hatcher entendería, volvió a su asiento de la ventana, con su muñeca cómodamente sostenida en su regazo.

Mirando por la ventana, la mente de Michelle empezó a vagar. Se preguntaba cómo habían sido las cosas al nacer ella. ¿Tendría acaso una hermana que habría preparado un cuarto para ella? Probablemente no. Con tristeza pensó que probablemente ni siquiera la habrían llevado a casa desde el hospital, por lo menos hasta que los Pendleton fueron en su busca. Los Penedleton.

Nunca pensaba en ellos sino como mamá y papá. Pero por supuesto, comprendió sobresaltada, en realidad no eran sus padres ni nada. ¿Cómo había sido su madre verdadera? ¿Por qué no habría querido a su hija? Mientras daba vueltas mentalmente a la cuestión, apretó más la muñeca, pues empezaba a sentirse sola. De pronto deseó no haber dicho a Jeff y a su madre que la dejaran sola.

– Me estoy portando como una tonta dijo en voz alta, sobresaltada por el sonido de su propia voz en el silencio de la casa-. Tengo una madre maravillosa, y un padre maravilloso, y ahora tengo también una hermana. ¿A quién le importa cómo era mi verdadera madre?

Resueltamente, abandonó el asiento de la ventana y tomó uno de sus libros de estudio. Más valía hacer sus tareas que ponerse tan triste. Se acomodó en la cama, con Amanda bajo el brazo, y empezó a leer sobre la guerra de 1812.

A las cinco y media, Michelle dejó sus libros y echó a andar por el sendero que bordeaba el risco. Aún era de día, pero en el aire había un frío húmedo. La niebla se desprendería del mar mucho antes de que ella llegara a la casa de los Benson. No estaba muy segura de querer andar por el sendero entre la niebla. Desandando sus pasos, regresó a la casa y por la calzada bajó al camino. A su alrededor, los árboles empezaban a cambiar; los atisbos de rojo y dorado entre el verde parecían neutralizar el gris de las brumas que se estaban juntando sobre el mar. Entonces, cuando llegaba frente al viejo cementerio, miró hacia el este. En efecto, la niebla había llegado silenciosamente al risco, y remolineaba despacio hacia ella, mientras su ondulante blancura se convertía en un dorado brillante donde todavía le daba el sol, cada vez más débil, y luego daba paso al frío gris de la masa costanera que tenía atrás.

Deteniéndose, Michelle observó la niebla que se le acercaba lenta e incesantemente, desbordando sobre el camposanto cuyo único rasgo visible, desde donde se encontraba ella, era el retorcido roble. Ante su mirada, la niebla devoró el árbol, que desapareció en lo gris.

De pronto, algo pareció moverse en la niebla.

Al principio fue confuso, apenas una oscura sombra contra el gris.

Titubeando, Michelle dio un paso adelante, abandonando el camino.

La sombra se movió hacia ella, mientras empezaba a oscurecerse y cobrar forma.

La forma de una niña, vestida de negro, cubierta la cabeza con un bonete.

La niña a quien Michelle había visto la noche anterior en su sueño.

¿O acaso no había sido un sueño?

Un miedo incipiente comenzó a hacer presa de Michelle; una sensación de frío la envolvió.

La extraña figura se desplazaba junto con la niebla, avanzando hacia ella. Michelle permanecía inmóvil, como hipnotizada, sin saber bien qué estaba viendo.

La niebla flotaba en torno de la niña vestida de negro, y por un momento ésta desapareció, hasta que el viento cambió y las brumas se abrieron de pronto.

Aún estaba allí, silenciosa, totalmente inmóvil ahora, sus vacíos ojos fijos en Michelle con esa misma mirada lechosa, ciega, que Michelle había visto la noche anterior.

Aquella figura alzó un brazo envuelto en negra tela y la llamó con una seña.

Casi involuntariamente Michelle dio un paso adelante.

Y la extraña visión desapareció.

Michelle se quedó totalmente inmóvil, aterrorizada.

La niebla, ya muy cerca de ella, estaba empezando a rodearla; suaves tentáculos de bruma, fríos y húmedos, se extendían hacia ella, igual que momentos antes de que la oscura aparición la llamara.

Lentamente, Michelle empezó a retroceder en la niebla.

Cuando su pie tocó el empedrado del camino, la firme sensación del pavimento debajo de ella pareció quebrar el hechizo. Apenas unos segundos antes, la niebla parecía haberse convertido casi en una cosa viviente. Ahora volvía a ser tan solo niebla.

Mientras la luz cada vez más tenue de la tarde se filtraba entre la bruma, Michelle corrió por el camino hacia el refugio de la casa de los Benson.

– ¡Hola! -exclamó Jeff al abrir la puerta-. Iba a ir en tu busca… tenías que estar aquí a las seis.

– ¡Pero no pueden ser las seis todavía! -protestó Michelle-. Salí de casa a las cinco y treinta y cinco y tardé apenas unos minutos en llegar aquí.

– Ya son las seis y media -repuso Jeff, señalando el reloj de pared que dominaba la sala de los Benson -. ¿Acaso te detuviste en el cementerio?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Ciega como la Furia»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Ciega como la Furia» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Ciega como la Furia»

Обсуждение, отзывы о книге «Ciega como la Furia» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x