Ramsey Campbell - Nazareth Hill

Здесь есть возможность читать онлайн «Ramsey Campbell - Nazareth Hill» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Nazareth Hill: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Nazareth Hill»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Amy, una niña de ocho años, la llamaba la casa de las arañas porque la daba escalofríos, hasta que su padre la reprendió por ser tan tonta: no había nada de lo que asustarse, solo era una mansión con vistas al pueblo. Pero cuando su padre la aúpa hasta una ventana para que pueda mirar dentro, lo que ve difícilmente calma sus miedos.
Ramsey Campbell cuenta con más premios en el ámbito de las novelas de terror que ningún otro autor en el mundo.

Nazareth Hill — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Nazareth Hill», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Solo hace falta tiempo, cariño. Recuerdo cómo fue con alguien con quien estuve antes de conocer a tu padre.

– Quieres decir que sigues recordando cómo te sentías con él.

– No me extenderé sobre los detalles escabrosos, si no te importa.

– No te los estaba preguntando -dijo Rob mientras se preguntaba por qué la gente de la generación de su madre utilizaba ese adjetivo al referirse al sexo-. Es que no creo que sea lo mismo. Sigo pensando que es culpa mía que se haya marchado.

– Estoy seguro de que no es así, de modo que no lo hagas.

– No lo sabes.

– Sí, eso es cierto -dijo ella, apartando el brazo-. Solo soy una madre y nosotras no sabemos nada.

– No sabes cómo está ahora. No has hablado con ella desde que no la dejaste entrar en casa.

– Eso hubiera debido bastar -dijo su madre, prolongando el tono acusatorio después de que hubiera parecido inapropiado-. Entonces, ¿por qué crees que deberías sentirte culpable?

– Puede que no hubiera debido empezar creyéndola para luego darle la espalda de esa manera.

– No podía haber mucho en lo que creer si tú fuiste el único que lo hizo. Porque te refieres a sus historias sobre ese lugar…

– Algo que creía haber descubierto. Y yo también.

– Ya sabes dónde están las pinzas de la ropa, pero debo decir que, con todo lo que ha imaginado sobre el lugar en el que vive, no es de extrañar que haya acabado por volverse… digamos loca, o demente. Pero yo creo con todo mi corazón que nada de lo que tú hubieras podido hacer hubiera importado, no cuando a una chica como ella se le mete una idea en la cabeza.

El aroma del café se arrastró hasta el salón como si pretendiese representar el sentido común junto con uno de los clichés que Rob más detestaba.

– Ven y toma una taza y lo que quieras para desayunar – dijo su madre- para que podamos llevarte al colegio.

Justo entonces, tras una de las ventanas de Nazarill, se encendió la luz. Sin la niebla para amortiguarlo, el resplandor pareció hundirse directamente hasta su cerebro, antes de que se diera cuenta de que no se trataba del apartamento de Amy, sino del de al lado. Tuvo que parpadear para borrar la imagen de su retina mientras seguía a su madre. Tomó asiento en una silla que parecía un pariente desnutrido de la del salón y aceptó una taza de café, que se quedó mirando hasta que su madre lo despertó.

– ¿Qué vas a tomar?

– Yo me lo pongo. Solo unos pocos cereales. -Confiaba en que su negativa a comer bastara para animarla a marcharse sin necesidad de que él lo hiciera, pero antes de que pudiera hacer siquiera ademán de servirse, ella ya estaba echando Sticky Rotters en un cuenco. Lo colocó junto con una jarra de leche frente a él y observó cómo sumergía los azucarados cilindros y tomaba una cucharada. Si pretendía supervisar su desayuno hasta el fin, pensó él, también podría escucharlo.

– Solo me gustaría saber dónde está, eso es todo -dijo.

Su madre se inclinó sobre su propia taza. Después de soplar el café y darle un sorbito, dijo:

– ¿Dónde está cuándo?

– Ahora. No está en casa.

– ¿Qué te hace decir eso?

– Intenté llamarla el fin de semana, pero su padre me dijo que la había enviado fuera y que no me iba a decir dónde.

– Supongo que él sabe lo que es mejor para ella -murmuró la madre de Rob mientras escudriñaba el café.

– Eso no es lo que estás pensando.

– Claro que lo es. Es el único pariente que ella tiene.

La madre de Rob levantó la mirada hacia él y este empezaba a resignarse a haber agotado su cupo de solidaridad paternal, cuando su padre apareció en la cocina.

– Supongo que estamos hablando del padre de Amy.

– Así es -dijo la madre de Rob-, pero creo que hemos terminado, ¿no es así? ¿Puedo ofrecerte algo mientras sigo siendo la cocinera y la camarera?

– Lo siento. No pretendía… lo siento, lo siento.

Rob podría haber pensado que se estaba disculpando por haber implicado de alguna manera que pretendía aprovecharse de ella, de no haber sido por la fiereza de la mirada de su madre, que lo cortó en seco.

– ¿Qué ibas a decir?

– Nada que mereciera la pena, compañero. No sabía lo que tu madre estaba diciendo, ¿verdad? Siéntate, Marge, yo me pondré el…

– Estaba diciendo que el padre de Amy siempre tiene razón, como ella y tú.

– Bueno, estoy segura de que has tenido más que suficiente de él -dijo su madre.

Aquel era un intento demasiado tosco por poner fin al asunto.

– ¿Has hablado con él desde la última vez que yo lo hice?- inquirió Rob.

– Te lo hubiera dicho si hubiera sido así -le aseguró su madre, que se las arregló para parecer tan ofendida como sugería su tono. Pero Rob vio que su padre se alejaba demasiado deprisa de la cafetera.

– ¿Has… has estado en contacto con alguien? -insistió Rob, y al instante lo supo-. Fue Amy, ¿verdad? Has hablado con ella.

– ¿Por qué en el nombre del cielo iba yo a hacer tal cosa? Ahora come o llegarás tarde al colegio.

– Iré en coche. No hay prisa. -Si Rob no hubiese estado seguro a esas alturas, la renuencia de su padre a mirar a la cara a cualquiera de los dos hubiera bastado para convencerlo-. ¿Cuándo hablaste con ella? ¿Por qué no me lo habías dicho?

Su madre apretó los labios y respiró con tanta fuerza que sus fosas nasales temblaron mientras entornaba la mirada en dirección a su padre, cuya espalda exhibía signos de asedio. Al ver que esto no la libraba de las preguntas de Rob, musitó:

– Pensé que no querrías que lo hiciera después de lo que ella dijo.

– No sabré si quiero o no hasta que no me digas lo que fue.

– Ya lo sabes. -Era evidente que pretendía que eso fuera lo bastante reprobatorio como para prevenir más preguntas, si es que no había bastado como respuesta. Pero al ver que Rob sacudía la cabeza, continuó-. La cosa que te dijo y que hizo que volvieras a casa sin querer ni hablar con nosotros. No pienses que voy a repetirlo.

En otras circunstancias, él podría haberse sentido conmovido o divertido.

– ¿Cómo sabes eso? -dijo.

Ella se internó en la rutina que implicaba fruncimiento de labios, respiraciones pesadas y miradas furiosas dirigidas a su padre.

– Cogí el teléfono cuando tu amiga pensó que estaba hablando con el contestador.

– ¿Y le dijiste algo?

– ¿Qué querías que tu madre le dijera a una chica que acababa de utilizar esa palabra?

Antes de que Rob pudiera insistir en que le diera una respuesta de verdad, su padre abandonó su postura defensiva.

– La cuestión es, hijo, que parece que la pobre chica está todavía peor que cuando te mandó a paseo, incluso con menos control.

– Gracias, Tom. Bien hecho.

– ¿Dijo dónde estaba? -preguntó Rob.

Sus padres no se miraron entre sí. Por fin, habló su padre.

– Puede que ni ella lo sepa, tal como está.

– Estoy segura de que su padre tiene que saber lo que hace.

– Pero, ¿mencionó un lugar concreto?

La madre de Rob lo miró directamente y él tuvo tan poca idea de lo que estaba pensando que se sintió como si hubiera dejado de conocerla.

– No.

– ¿Qué dijo, entonces?

– No puedo recordarlo ni repetirlo todo. Mira, Robin, lo discutiremos esta noche si tenemos que hacerlo. Vas a llegar tarde al colegio.

– Entonces deja de entretenerme negándote a decirme las cosas.

Pareció que una mirada de reproche iba a ser su única respuesta. Por fin, cedió.

– Creo que quería decirte que sentía haber hecho una escena. Y ahora, ¿quieres por favor acabar de comer y…?

– ¿Podéis telefonear a su padre y preguntarle dónde está?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Nazareth Hill»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Nazareth Hill» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Nazareth Hill»

Обсуждение, отзывы о книге «Nazareth Hill» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x