Sam Bourne - Los 36 hombres justos

Здесь есть возможность читать онлайн «Sam Bourne - Los 36 hombres justos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los 36 hombres justos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los 36 hombres justos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Nueva York. Will Monroe es un joven periodista novato educado en Inglaterra y felizmente casado que decide mudarse a Estados Unidos donde vive su padre, un prestigioso juez. Empieza a destacar en el New York Times cuando se publica su primer artículo sobre el extraño asesinato de un chulo de burdel. Una historia interesante: aparentemente tras la fachada de hombre oscuro se escondía un hombre que había hecho el bien y su cadáver tratado con respeto. Sin embargo este es el primero de una serie de asesinatos en distintos lugares del mundo con extrañas similitudes y Will se ha puesto sobre la pista. De pronto recibe un e-mail que le avisa del rapto de su mujer y lo chantajean para abandonar la investigación y no acudir a la policía. Will acude a su padre, que le da su apoyo moral, y a un amigo experto programador para que rastree el mail anónimo. Esta pista le lleva al corazón de barrio hasídico, judío ultraortodoxo de Brooklyn, donde descubre que su mujer ha sido retenida para su protección pues está ligada a una profecía antigua de la cábala sobre la existencia de 36 hombres justos en el mundo cuya muerte provocaría el fin del mundo. Le piden 4 días y luego se la devolverán. Will empieza a recibir ahora mensajes cifrados en su móvil que le animan a seguir investigando: claves bíblicas. Acude entonces a su amiga y ex novia judía, experta en textos bíblicos, para que le ayude a descifrar el enigma. Los asesinatos se siguen sucediendo en el resto del mundo, siempre hombres de bien escondidos tras una fachada distinta ante el mundo, y Will pista tras pista, enigma tras enigma, descubre que existe una gran conspiración de un grupo fundamentalista cristiano para provocar el fin del mundo. Poco a poco los hombres justos según la cábala judía están siendo asesinados, y Will se involucra en una carrera contrarreloj para evitar sus muertes y tal vez la de su propia esposa en peligro…y tal vez el fin del mundo.

Los 36 hombres justos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los 36 hombres justos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Yo conocía a ese hombre, su mente y su alma. No habría traicionado las palabras del Rebbe .

El rabino estaba convencido de que el secreto estaba a salvo. Si lo compartía con TC y con Will no haría más que ponerlos en peligro. Era mejor que ellos no lo supieran.

Pero Will se mostraba escéptico: si los torturadores le ponían la mano encima era poco probable que le preguntaran educadamente si poseía datos vitales y que, una vez recibida una respuesta negativa, se marcharan tranquilamente. Así que, intentó plantearlo de otro modo.

– Ese hombre, el número treinta y seis, ¿sigue con vida?

– Eso creemos, pero no pienso decir más, señor Monroe. No puedo añadir más.

– ¿Y es el único que queda con vida?

– No estamos seguros. Nuestras fuentes de información son fragmentarias. Nos hemos visto obligados a enviar a toda prisa a nuestra gente hasta los rincones más remotos del mundo para que hallara a esos tzaddikim , y en todas las ocasiones hemos llegado demasiado tarde.

– ¿Me está diciendo que no ha averiguado los nombres hasta esta semana?

– No. Yosef hizo su descubrimiento hace unos meses, y, como le he dicho, nosotros enviamos a nuestra gente para que echara un vistazo a ver quiénes eran los tzaddikim . Nuestro plan era tenerlos controlados, nada más; puede que ofrecerles comida o cobijo si lo necesitaban. Pero, contestando a su pregunta, hasta esta semana no hemos sabido que estaban muriendo. No estamos seguros, pero todo indica que esto empezó hace solo unos días.

– Coincidiendo con el Rosh Hashana -intervino TC, visiblemente pensativa-. Fue entonces cuando mataron a Howard Macrae.

– Me temo que no nos enteramos de ello hasta unos días después de que ocurriera, cuando empezaron a llegarnos noticias de los demás. No sé si la noticia había aparecido siquiera en los periódicos.

– Sí, había aparecido -contestó Will dejando escapar un suspiro de resignación-. Ese es el problema de la página B3 de la sección de Local, que la gente suele saltársela.

– En fin, el caso es que eran días festivos. La gente no leía el periódico, sino que seguía con su vida. No teníamos ni idea de qué estaba pasando. Entonces nuestra gente empezó a oír cosas. Nuestro emisario en Seattle fue a ver la cabaña que había salido en la televisión, y el hombre que dirige nuestro centro en Chennai estaba leyendo el periódico local cuando vio que el tzaddik de esa ciudad, uno de los más jóvenes, había sido hallado muerto. Así empezaron a llegar los informes, uno tras otro.

– ¿Cuántos han muerto?

– No lo sabemos. Recuerde: Yosef empezó a trabajar en esto hace solo unos meses. Nuestra lista apenas estaba completa. No habíamos podido confirmar a todo el mundo. A este hombre, por ejemplo -el rabino señaló en la pizarra el nombre del ministro-, tardamos más tiempo en localizarlo porque por lo visto el sistema GPS funciona de forma ligeramente distinta en Inglaterra y utiliza otra clave, según parece WGS84. Eso era algo que no sabíamos entonces, de modo que, cuando Yosef introdujo los números, lo que obtuvimos fue la ubicación de una cárcel. Parecía inverosímil; no obstante, no descartamos la posibilidad. Nos consta que a los tzaddikim les gusta ocultar su naturaleza.

»Pero, cuando ajustamos los parámetros, el resultado fue instantáneo: ¡Downing Street! Y no la famosa casa del número diez, sino la de al lado. El mapa estaba clarísimo. En esos días, ese hombre, Curtis, se hallaba en apuros. Creo que se trataba de algún escándalo. Otra tapadera.

Will se estaba impacientando. No soportaba más discursos. Lo que quería eran los hechos simples y desprovistos de resonancias místicas.

– Usted perdone, pero solo quiero saber una cosa: ¿tiene usted la lista completa o no?

– Creemos que sí.

– Y de los que figuran en ella, ¿cuántos han muerto?

– Creemos que, al menos, unos treinta y tres.

– ¡Santo cielo! -exclamó Will.

– ¿Quiere decir que solo deben asesinar a tres personas más? -TC, por lo general tranquila, parecía verdaderamente aterrorizada-. ¡Pero si solo faltan diecinueve horas para que acabe el Yom Kippur ! ¡Es casi medianoche!

– Rabino -dijo Will-, sea quien sea el que esté haciendo esto parece muy versado en las tradiciones religiosas judías, ¿no le parece? Me refiero a que ¿quiénes sino los religiosos judíos saben algo acerca de los hombres justos y los Días del Temor? Lo están siguiendo al pie de la letra, y usted afirma que nadie, fuera de este grupo, sabe nada de los descubrimientos de Yosef Yitzhok.

– ¿Qué está sugiriendo, señor Monroe?

– Lo que estoy diciendo, rabino, es que puede que usted no sea quien está detrás de todo esto, a pesar de que me consta que es un secuestrador confeso; quizá se trate de alguien de esta organización o de esta comunidad. Es lo que la policía llamaría un «trabajo desde dentro». Si me hallara en su lugar, empezaría a mirar con lupa a todos los que están aquí.

– Señor Monroe, se hace tarde y se nos acaba el tiempo. No tengo ganas ni puedo discutir con usted. Lo que Tova Chaya ha dicho hace un momento es cierto: debemos trabajar juntos. Por lo tanto, confié en usted a pesar de que usted no confía en mí. Voy a hacer algo que demostrará que nosotros no estamos detrás de tan malvada conspiración.

– Adelante.

– Voy a enviarlo a usted con la próxima víctima.

Capítulo 50

Lunes, 00.10 h, Manhattan

Will había estado unas cuantas veces en el Lower East Side para visitar a algunos amigos ricos que habían comprado y rehabilitado propiedades de la zona del noroeste de Broadway, que se había vuelto elegante. Había visto las antiguas charcuterías y toma-do café en las cafeterías de estilo retro de Orchard Street, pero no se había aventurado más allá de las seguras zonas de moda. Los viejos bloques de pisos habían pasado ante sus ojos como una imagen de fondo; nunca les había prestado demasiada atención.

En esos momentos se hallaba entre ellos, tiritando de agotamiento y de frío. Hecho una bola en su mano y a salvo en el interior del bolsillo estaba el trozo de papel con la dirección que se suponía que debía encontrar.

El rabino Freilich los había llevado nuevamente, a él y a TC, hasta el especialista en ordenadores que les había hecho la demostración, y este les explicó el procedimiento: primero se introducía en el ordenador la frase en hebreo, el versículo 16 del capítulo 30 de Isaías; segundo se le pedía que se detuviera en los intervalos adecuados y diera una cifra; tercero se introducía la cifra en la página web del GPS y así se conseguían las coordenadas del lugar. En ese caso, la dirección correspondía a una calle del Lower East Side de Manhattan.

– Espere un momento -había dicho Will-. ¿No le parece bastante inverosímil? Hay treinta y seis hombres justos entre seis mil millones de habitantes en todo el planeta ¿y resulta que dos de ellos están en Nueva York? Howard Macrae y ahora este tipo. No sé, pero me parece demasiada casualidad. -El escepticismo de Will se estaba convirtiendo en sospecha.

El rabino le explicó que ellos también se habían extrañado ante aquella coincidencia. Habían decidido investigar más a fondo la tradición de los hasidim y había resultado que los tzaddik verdaderamente importantes irradiaban un aura -la misma palabra que había utilizado el rabino Mandelbaum- que podía atraer a otros. La conclusión a la que llegaron fue que la bondad del Rebbe era tan poderosa que había atraído a un par de tzaddikim . «Imagínelos, señor Monroe, como si de satélites se tratara», le había dicho Freilich.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los 36 hombres justos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los 36 hombres justos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los 36 hombres justos»

Обсуждение, отзывы о книге «Los 36 hombres justos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x