James Patterson - Bikini

Здесь есть возможность читать онлайн «James Patterson - Bikini» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Bikini: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Bikini»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un thriller escalofriante escrito por el autor más vendido del mundo. Una espectacular top-model desaparece en Hawai, donde estaba trabajando en una sesión de fotos. Sus padres, alertados por una llamada telefónica y temiéndose lo peor, deciden viajar hasta allí sin sospechar el horror que los aguarda. Entretanto, el reportero de Los Angeles Times Ben Hawkins está llevando a cabo su propia investigación del caso.

Bikini — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Bikini», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Allá estaba, en el extremo del andén. De pronto se volvió hacia mí y me quedé helado. Por un minuto eterno, me sentí totalmente vulnerable, como si me hubieran iluminado con un foco en un escenario negro.

Forzosamente tenía que verme.

Estaba en su línea de visión.

Pero no reaccionó y yo seguí mirándolo mientras mis pies parecían pegados al suelo.

Entonces su imagen pareció oscilar y aclararse. Mientras lo miraba directamente, percibí la forma de la nariz, la altura de la frente, la barbilla con papada.

¿Me había vuelto loco?

Antes estaba seguro, pero ahora estaba igualmente seguro de que me había equivocado en todo, de que era un necio, un inepto, un fracaso como detective. El hombre al que había seguido desde el Ritz no era Henri, ni por asomo.

110

Salí del metro, recordando que le había dicho a Amanda que estaría de vuelta en una hora pero ya habían transcurrido tres.

Regresé al Singe Vert con las manos vacías, sin bombones, sin flores, sin joyas. Mi expedición al Ritz no había arrojado ningún resultado, salvo un dato que podía resultar crítico.

Henri había reservado una habitación en el Ritz.

El vestíbulo de nuestro pequeño hotel estaba desierto, aunque una nube de humo de tabaco y de conversación estentórea flotaba desde el bar hacia la desconchada sala principal.

La recepción estaba cerrada.

Fui detrás del escritorio, pero mi llave no estaba en el gancho. ¿Acaso no la había devuelto? No lo recordaba. ¿Amanda la habría usado para salir a pesar de mi insistencia en que se quedara en la habitación? Subí la escalera enfadado conmigo mismo y con Amanda, y ansiando dormir.

Golpeé la puerta con los nudillos y llamé a Amanda. No respondió. Accioné el picaporte dispuesto a decirle que ya no tenía derecho a comportarse como una niña irresponsable, que ahora tenía que cuidar de dos.

Abrí la puerta y al instante noté que algo andaba mal. Amanda no estaba en la cama. ¿Estaría en el baño? ¿Se encontraría bien?

Entré llamándola, y la puerta se cerró a mis espaldas. Giré y traté de entender lo imposible: un hombre negro aferraba a Amanda, cruzándole el brazo izquierdo sobre el pecho. Con la mano derecha empuñaba un arma que le encañonaba la cabeza. Usaba guantes de látex. Azules. Yo había visto unos guantes como ésos.

Amanda estaba amordazada. Tenía los ojos desencajados, y sofocaba un grito.

El hombre negro me sonrió, la apretó con más fuerza y apuntó el arma hacia mí.

– Amanda -dijo-, mira quién ha llegado. Hemos esperado mucho tiempo, ¿verdad, cariño? Pero ha sido divertido, ¿no?

Todas las piezas del rompecabezas encajaron: los guantes azules, el tono conocido, la cara detrás de los ojos oscuros, el maquillaje. Esta vez no me equivocaba. Había oído esa voz durante horas, directamente en mi oído. Era Henri. Pero ¿cómo nos había encontrado?

Mi mente se disparó en cien direcciones al mismo tiempo.

Yo había ido a París por miedo. Pero ahora que Henri me visitaba, ya no sentía más temor. Sentía furia, y mis venas bombeaban adrenalina pura, la clase de adrenalina que permite que un bebé levante un coche, el torrente que puede impulsarte a correr hacia un edificio en llamas.

Saqué el revólver y lo amartillé.

– Suéltala -ordené.

Supongo que él no creía que le dispararía. Henri sonrió socarronamente.

– Deja el arma, Ben. Sólo quiero hablar.

Caminé hacia aquel maníaco y le apoyé el cañón en la frente. Él sonrió y un diente de oro centelleó, parte de su último disfraz. Disparé en el mismo instante en que me dio un rodillazo en el muslo. Caí contra un escritorio, cuyas patas de madera se astillaron mientras me desplomaba.

Temí haber herido a Amanda, pero vi que el brazo de Henri sangraba y oí el ruido de su arma deslizándose por el parquet del suelo. Le dio un empellón a Amanda, que cayó sobre mí. La aparté, y mientras trataba de incorporarme, Henri me apoyó el pie en la muñeca, mirándome con desdén.

– ¿Por qué no te limitaste a hacer tu trabajo, Ben? Si hubieras cumplido, no tendríamos este pequeño contratiempo, pero ahora no puedo fiarme de ti. Lástima que no he traído la cámara.

Se agachó, me retorció los dedos hacia atrás y me arrebató el revólver. Luego me apuntó, y después a Amanda.

– Bien, ¿quién quiere morir primero? ¿ Vous o vous?

111

Todo se puso blanco ante mis ojos. Era el final, sin duda. Amanda y yo íbamos a morir. Sentí el aliento de Henri en la cara mientras me apretaba el cañón del 38 en el ojo derecho. Amanda trató de gritar a pesar de la mordaza.

– Cierra el pico -ladró Henri.

Ella obedeció.

Mis ojos lagrimearon. Quizá fuera el dolor, o la triste certeza de saber que no volvería a ver a Amanda. Que ella moriría también. Que nuestro hijo no nacería.

Henri disparó a la alfombra, junto a mi oído, ensordeciéndome. Luego tiró de mi cabeza y me gritó al oído.

– ¡Escribe el maldito libro, Ben! Vete a casa y haz tu trabajo. Llamaré todas las noches a Los Ángeles y, si no atiendes el teléfono, te encontraré. Sabes que te encontraré, y os prometo a ambos que no tendréis una segunda oportunidad.

Apartó el revólver de mi cara. Cogió una bolsa y un maletín con el brazo sano y dio un portazo al salir. Oí sus pasos alejarse por la escalera.

Me volví hacia Amanda. La mordaza era una funda de almohada metida en su boca, anudada sobre la nuca. Tiré del nudo con dedos trémulos, y cuando ella quedó libre la abracé y la mecí suavemente.

– ¿Estás bien, cariño? ¿Te ha hecho daño?

Ella lloraba y balbuceaba que estaba bien.

– ¿Estás segura?

– Vete -dijo-. Sé que quieres seguirlo.

Me arrastré, tanteando los bordes ondulados de aquella abarrotada colección de muebles antiguos.

– Sabes que tengo que ir -dije-. De lo contrario seguirá vigilándonos.

Encontré la Ruger de Henri bajo la cómoda y la empuñé. Abrí el picaporte ensangrentado y le dije a Amanda que regresaría pronto.

Apoyándome en el balaustre, caminé hasta disipar el dolor del muslo mientras bajaba la escalera, tratando de darme prisa, sabiendo que tenía que matar a Henri.

112

El cielo estaba negro, pero las farolas de la calle y el vasto y siempre reservado Hotel du Louvre acababan de transformar la noche en día. Los dos hoteles estaban a pocos cientos de metros de las Tullerías, el inmenso parque que se extiende frente al Louvre.

Esa semana había una especie de festejo; juegos, carreras, música umpapa, no faltaba nada. A las nueve y media, turistas mareados y personas con niños salieron a la acera, añadiendo su risa estentórea a los estampidos de los fuegos artificiales y los cláxones de los coches. Me recordó una escena de una película francesa que había visto en alguna parte.

Seguí un delgado hilillo de sangre hasta la calle, pero desapareció a pocos metros de la puerta. Henri había vuelto a esfumarse. ¿Se había ocultado en el Hotel du Louvre? ¿Había tenido suerte y encontrado un taxi?

Estaba mirando la muchedumbre cuando oí sirenas en la Place André Malraux. Obviamente, alguien había denunciado disparos. Además, me habían visto correr con un arma en la mano.

Dejé la Ruger de Henri en un macetón frente al Hotel du Louvre. Luego entré cojeando en el vestíbulo del Singe Vert, me senté en un sofá y esperé la llegada de los agents de police.

Tendría que explicarles quién era Henri y todo lo demás.

Me pregunté qué diantres les diría.

113

Las sirenas eran cada vez más estridentes, los hombros y el cuello se me pusieron rígidos, pero el gemido ululante pasó de largo y continuó hacia las Tullerías. Cuando tuve la certeza de que había terminado, subí la escalera como un viejo. Llamé a la puerta de nuestra habitación.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Bikini»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Bikini» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


James Patterson - WMC - First to Die
James Patterson
James Patterson - French Kiss
James Patterson
James Patterson - Truth or Die
James Patterson
James Patterson - Kill Alex Cross
James Patterson
James Patterson - Murder House
James Patterson
James Patterson - Second Honeymoon
James Patterson
James Patterson - Tick Tock
James Patterson
James Patterson - The 8th Confession
James Patterson
James Patterson - Podmuchy Wiatru
James Patterson
James Patterson - Wielki Zły Wilk
James Patterson
James Patterson - Cross
James Patterson
Отзывы о книге «Bikini»

Обсуждение, отзывы о книге «Bikini» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x