"Lo siento" él murmuró, su corazón retorcido en un torno. "Yo nosabía… cuando enviaste el e-mail y me dejaste el mensaje con el nombre de Roth, trate de advertirte. Traté de llegar a ti…"
Él dejó que las palabras se desvanecieran, sabiendo que las explicaciones no importaban. No ahora.
"Helene, sólo sé que lo siento." Tragó la bilis que subió en el fondo de su garganta. "Sólo sé que realmente me importabas. Te amab-"
Con un grito de banshee [5] , la Subordinada se abalanzó sobre él.
Reichen sintió el filo de la hoja cortando a través de su pecho y brazo,un profundo corte castigador. Ignorando el dolor, haciendo caso omiso de la inhalación repentina del olor de su propia sangre, agarró el violentamente agitado brazo esclavo de la mente de Roth y lo torció detrás de ella. Ella gritó, oponiéndose y luchando mientras él trajo su brazo izquierdo hacia abajo y bloqueo ambos miembros ajustados a sus costados. Ella maldijo y gritó, llamándole con nombres viles, escupiendo en furia.
"Shh" Reichen susurró al lado de su oído. "Shh ahora… cállate."
Como un animal salvaje, Helene se mantuvo retorciéndose, permaneció gritando para que él la dejara libre.
No, se corrigió. No Helene. Esta ya no era la mujer que él conocía. Se había ido, muerta para él en el momento en que trajo al escuadrón de la muerte de Wilhelm Roth dentro de este Darkhaven. En realidad, por muchas razones, ellanunca fue suya para reclamar. Pero Dios se apiade de ella, no merecía ese fin. Ninguno de los caídos aquí merecía tal horror.
"Todo está bien ahora" él murmuró, trayendo su mano derecha hastaacariciarle sus frías mejillas manchadas de sangre. "Es todo ahora, querida."
Un grito salió disparado de su garganta mientras ella tiraba bruscamente su cara fuera de su alcance. "¡Bastardo! ¡Déjame ir!"
"Sí" él dijo. Le arrebató el cuchillo de carnicero de su agarre. "Se haterminado ahora. Voy a dejarte ir."
Con el dolor estrangulándolo, Reichen giro el mango en torno a sus dedos y llevó la punta a su pecho.
"Perdóname, Helene…"
Sosteniéndola apretada contra el, hundió la hoja profundamente en supecho. Ella no hizo ningún sonido mientras moría, sólo dejó escapar un suspiro largo y lento mientras se desinflaba en sus brazos y colgaba allí, floja como una muñeca de trapo. Tan suavemente como pudo, Reichen aflojo su cuerpo en el suelo. El cuchillo cayó de de su mano y cayó al lado de ella, revestido con el carmesí brillante de sus sangres mezcladas.
Reichen dio una larga e inquebrantable mirada a los restos que habían sido su hogar. Ahora que todo había terminado, quería memorizar cada mancha de sangre, cada vida que se había interrumpido a causa de su falta de atención. Su error. Él necesitaba recordarlo, porque en poco tiempo nada de estoexistiría.
No podía permitir que nada de ello permaneciera, no como esto.
Tampoco iba a dejar que estas muertes se fueran insatisfechas.
Reichen dio media vuelta y se alejó de la matanza. Sus botas hicieron eco hueco en el piso de madera en la sala, sus pasos el único sonido en lo que se había convertido en una espeluznante tumba masiva. En el momento en que llegó al jardín de enfrente de la propiedad, su pecho no estaba mas apretado sino frío.
Tan frío como una piedra.
Tan frío como la venganza él tenía la intención de visitar a Wilhelm Roth ya todos los asociados con él.
Reichen se detuvo brevemente afuera en la hierba iluminada por la luna. Él hizo frente a la mansión y, por un momento, simplemente la vio en su perfecta y extraña quietud. Entonces susurró una oración, palabras antiguas que se sentían oxidadas en su lengua por su abandono.
No es que la oración le hiciera ningún bien ahora. Estaba abandonado, ahoramás que nunca. Realmente solo.
Reichen bajó su cabeza hasta su pecho, invocando su terrible talento. Se hincho en su interior, un calor que rápidamente se intensificó, apelotonándose en un fundido y revuelto orbe en sus entrañas.
Él lo dejó crecer. Lo dejó girar y ganar fuerza hasta que su interior se sentíaabrasado por su furia.
Y todavía lo contuvo.
Lo mantuvo en su interior hasta que la bola de fuego golpeó contra su caja torácica, humo y ceniza flotando hasta quemar el fondo de su garganta. Hasta que la bola de fuego lo consumió, iluminando todo su cuerpo con un resplandor muy caliente. Se tambaleó sobre sus talones, luchando por mantener la construcción hasta que él supiera que desataría la total destrucción instantánea.
Por último, con un rugido lleno de dolor, Reichen soltó el poderdentro de él.
Un disparo de calor salió de su cuerpo, volcándose y girando mientras avanzaba hacia adelante, una esfera de pura energía explosiva. Como un misil desplegado en un objetivo apuntado por un laser, el orbe se disparo dentro de la puerta abierta de la mansión Darkhaven. Un segundo después, se detonó, una cosa de impresionante, belleza infernal.
Reichen fue golpeado de vuelta con el estallido sónico de la explosión.
Se acostó en la hierba, observando con satisfacción desinteresada como las llamas y las chispas y humo devoraban incluso los más pequeños pedazos de lo que había sido su vida.
Traducido por Aletse.
Estamos cargados y listos para rodar, Renata. ¿Necesitas más tiempo antes de que nos dirijamos fuera?"
Estando de pie en el camino de grava delante de la casa principal, Renata se giro cuando Nikolai se le acercó por detrás. "No, no necesito más tiempo aquí. Estoy lista para dejar este lugar”.
Él envolvió sus brazos alrededor de ella, envolviéndola en su fuerza. "Acabo de hablar con Gedeón. Tegan, Río, y los otros están haciendo buenos progresos. Ellos deben estar en nuestro punto de encuentro en una hora."
"Está bien. Bueno."
Renata se inclino en su abrazo, feliz por la calidez de su refugio… y su amor. Nikolai la había mantenido cerca de él en el refugio de la vid hasta que el sol se había puesto, calmando sus temores con su cuerpo, transportándola lejos de la fea realidad de lo que originalmente los había unido -y lo que les podrías esperar a ellos esta noche, cuando ellos finalmente tenían la oportunidad de enfrentarse a Edgar Fabien.
La verdad era, que ella estaba preocupada por lo que podrían encontrar. Una preocupación profunda hasta los huesos, y si bien Nikolai no había dicho nada que sugiriera que él tuviese dudas también, ella podía decir que su mente estaba cargada de pensamientos que parecían decididos a esconderse de ella.
"Tu me lo puede decir, tú lo sabes." Ella salió de sus brazos y lo enfrentó. "Si tienes un mal presentimiento acerca de esta noche… me lo puedes decir. "
Algo cruzó por su expresión, pero él no dijo nada. Él sacudió su cabeza. Colocando un casto beso a su frente. "No sé lo que nosotros nos puédanos encontrar con Fabien. ¿Pero puedo decirte que pase lo que pase, voy a estar justamente allí contigo, vale? Vamos a salir de esto."
"Y una vez que tengamos a Fabien, vamos a ir a buscar a Mira," dijo ella, buscando sus ojos. "¿Cierto?
"Sí", dijo él, con su inquebrantable, acerada mirada que sostuvo estable. "Sí, yo lo prometí. Te di mi palabra al respecto. No voy a defraudarte."
Él la atrajo con él una vez más, capturándola en un asimiento que parecía poco dispuesto a dejarla ir. Renata lo sostuvo también, escuchando el fuerte, rítmico palpitar de su corazónpor debajo de su oreja… y preguntándose por qué su propio pulso parecía estar sonando una advertencia en sus venas como una sentencia de muerte.
En una remota parcela de cien hectáreas de tierra sin dueño a un par de horas al norte de Montreal, el bosque por la noche se estremeció con el quejido del zumbido de un motor de combustión interna a exceso de velocidad de un bote que pasaba atreves del lago que estaba generalmente deshabitado. La tierra y el lago, como el transporte proporcionado a Dragos para llegar a este lugar, pertenecían a Edgar Fabien.
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