Mira se estiró y cogió el brazo de Lex. "Pero no quiero ir a ningún lugar con el. No quiero dejar a Rennie-"
"Cálmate, cálmate, ahora, corazón," arrulló Fabien. El pasó su palma por la parte alta de su cabeza. “Ve a dormir, niña. No más ruido. Duermete ahora”.
Mira cayó hacia atrás, cogida en el trance del vampiro. Fabien la cogió entre sus brazos y la acunó como un bebé. “Un placer hacer negocios contigo, Alexei”.
Lex asintió. "Lo mismo digo," contestó él, siguiendo al líder Darkhaven fuera de la casa y esperando mientras el y la chica desaparecían en un sedan oscuro que estaba parado en el camino.
Mientras la flota de coches viraba, Lex consideró el giro sorprendente de hechos de la tarde. Su padre estaba muerto. Lex era libre de culpas y preparado para tomar el control de todo lo que había merecido durante tanto tiempo. El pronto estaría acompañado por el circulo de elite de poder de Edgar Fabien, y el era repentinamente dos millones de dólares más rico.
No estaba mal para una noche de trabajo.
Renata giro su cabeza a un lado de su almohada y abrió un ojo, una pequeña prueba para ver si la repercusión había pasado finalmente. Su cráneo se sentía como si hubiera sido vaciado y relleno de algodón húmedo, pero era una mejoría sobre la agonía martilleante que había sido su compañero durante las pasadas pocas horas.
Un diminuto pinchazo de luz diurna brilló a través de un pequeño agujero en el postigo de pino. Era de mañana. Fuera de su habitación, la casa estaba tranquila. Tan tranquila que durante un segundó se preguntó si acababa de despertarse de un horrible sueño.
Pero en su corazón, ella sabía que todo era real. Sergei Yakut estaba muerto, asesinado en un asalto sangriento en su propia cama. Todas las grotescas, imágenes empapadas de sangre actuando a través de su mente habían ocurrido. Y lo mas inquietante de todo, era Nikolai quien permanecía acusado y arrestado por el asesinato.
El arrepentimiento corroía la conciencia de Renata. Con el beneficio de una cabeza clara y estando algunas horas quitadas de la sangre y el caos del momento, ella tenía que preguntarse si ella podría haber sido demasiado precipitada al dudar de el. Quizás todos ellos habían sido demasiado precipitados en condenarlo – Lex en particular.La sospecha de que Lex podría haber tenido algo que ver en la muerte de su padre- como Nikolai había insistido- puso un nudo de malestar en su estómago.
Y entonces estaba la pobre Mira, demasiado joven para ser expuesta a tanta violencia y peligro. Una parte mercenaria de ella se preguntaba si ambos podrían ser mejores ahora. La muerte de Yakut había liberado a Renata de su control sobre ella. Mira era libre también. Quizás esta era la oportunidad que ambas necesitaban- una oportunidad de ir a algún lugar más allá del recinto y sus muchos horrores.Oh, Dios. ¿Se atrevía a desearlo?
Renata se sento, colgando sus piernas sobre el lado de la cama. La esperanza la mantenía a flote, aumentando en su pecho.
Ellas podían irse. Sin Yakut para que las siguiera, sin el vivo y capaz de usar su conexión de sangre, ella era finalmente libre. Ella podía tomar a Mira y dejar este lugar, de una vez por todas.
“María madre de dios” suspiró ella, juntando sus manos en una oración desesperada. “Por favor, danos esta oportunidad. Déjame tener esta oportunidad- por el destino de esa niña inocente”.
Renata se incline cerca de la pared que compartía con el dormitorio de Mira. Ella golpeó sus nudillos ligeramente sobre los paneles de Madera, esperando oír el golpe de respuesta de la chica.
Solo silencio.
Ella golpeó de nuevo. “¿Mira, estás despierta, niña?”
No hubo respuesta. Solo una larga tranquilidad se sentía como un repique mortal.
Renata todavía llevaba las ropas de la noche anterior, una camiseta negra de manga larga arrugada por el sueño y unos jeans oscuros de Denia. Ella se puso un par de botines y se lanzó hacia el pasillo. La puerta de Mira estaba solo a un par de pasos… y permanecía entreabierta.
"¿Mira?" ella llamó, caminando adentro y echando una rápida mirada alrededor.
La cama estaba deshecha y arrugada desde donde la niña había estado en un punto durante la noche, pero no había señal de ella. Renata giro y corrió al baño que compartían al otro lado del pasillo.
"¿Mira? ¿Estás ahí dentro, ratoncito?" Ella abrió la puerta y encontró la pequeña habitación vacía. ¿Adonde podría haber ido? Renata giró alrededor y se dirigió de nuevo al corredor de paneles hacia la zona vital del edificio, un terrible pánico comenzando a apoderarse de su garganta. “¡Mira!”
Lex y un par de guardias estaban sentados alrededor de la mesa en la gran sala mientras Renata corría al interior desde el pasillo. El le dirigió la más breve mirada entonces continuo hablando con los otros hombres.
“¿Donde esta ella?” exigió Renata. “¿Qué has hecho con Mira? Juro por Dios, Lex, que si la has hecho daño…”
El le lanzó una mirada mordaz. “¿Dónde esta tu respeto, hembra? Acabo de volver de liberar el cuerpo de mi padre al sol. Este es un día de luto. No oiré una palabra tuya hasta que este malditamente bien y listo”.
“Al infierno contigo y tu falso luto” estalló Renata, cargando contra el. Era casi imposible evitar que le golpeara con una ráfaga del poder de su mente, pero los dos guardias que se levantaron a cada lado de Lex, dirigiendo sus armas contra ella, ayudaron a controlar su ira. “Dime que hiciste, Lex. ¿Dónde esta ella?”
“La vendí”. La respuesta fue tan casual, que podría haber estado hablando de unos viejos zapatos.
“Tu… ¿tu hiciste qué?” los pulmones de Renata se retorcieron, perdiendo tanto aire que apenas pudo tomar otra respiración. “¡No puedes estar hablando en serio! ¿La vendiste a quien- a esos hombres que vinieron por Nikolai?”
Lex sonrió, le dio un vago encogimiento de hombros de admisión.
“¡Bastardo! ¡Cerdo asqueroso!” La total y fea realidad de todo lo que Lex había hecho la golpeó. No solo lo que había hecho a Mira, sino a su propio padre, y, mientras ella veía con atroz claridad ahora, lo que había hecho también a Nikolai. “Dios mío. Todo lo que el dijo sobre ti, ¿era verdad, no? Fuiste el único responsable de la muerte de Sergei, no Nikolai. Fuiste tu quien trajiste adentro a los Renegados. Tu planeaste todo”.
“Ten cuidado con tus acusaciones, hembra” la voz de Lex era un gruñido quebradizo. “Soy el único al mando ahora. No cometas errores, tu vida me pertenece. Jodeme y puedo eliminar tu existencia tan rápido como envié a ese guerrero a su muerte”.
Oh, Dios…no. El shock recorrió todo su pecho en un dolor agudo. "¿Está muerto?"
"Lo estará pronto," dijo Lex. “O deseando que él lo estuviera, una vez que los buenos médicos en Terrabonne tenga su diversión con el."
"¿De que estas hablando? ¿Que doctores? Pensé que le habías arrestado."
Lex se rió entre dientes. "El guerrero esta camino de a una cárcel de contención dirigida por la Agencia de Imposición. Estoy seguro al decir que nadie oirá de él de nuevo."
El desprecio hervía dentro de Renata por todo lo que estaba oyendo, y por su propio papel al ver a Nikolai erróneamente acusado. Ahora ambos el y Mira se habían ido, y Lex permanecía allí sonriendo con petulante vanidad por el engaño que había orquestado. “Me das asco. Eres un jodido monstruo, Lex. Eres un asqueroso cobarde”.
Ella dio un paso hacia el y Lex indicó a los guardias con un movimiento de barbilla. La bloquearon, dos enormes vampiros mirándola. Obligándola a hacer un movimiento en retroceso.
Renata les miró, observando sus duras miradas los años de animosidad que este grupo de vampiros de la raza sentían por ella -animosidad que venía más intensamente en Lex. La odiaban. Odiaban su fuerza, y estaba claro que cualquiera de ellos daría la bienvenida a la oportunidad de poner una bala en su cabeza.
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