Sólo para confirmar sus sospechas, Niko vigilo por encima y movió el cerrojo suelto. Él abrió la puerta, y miró dentro. El granero estaba vacío, tal como Lex le había dicho. Pero nuevamente otra vez, las jaulas de acero construidas en el interior no habían sido hechas para ningún tipo de almacenamiento permanente. Eran altas plumas, celdas de prisión con cerrojos diseñadas para los prisioneros humanos con el carácter de contención temporal.
Juguetes vivos para ser puestos en libertad para el deporte ilegal aquí en el remoto bosque que Sergei Yakut dominaba.
Con un gruñido, Nikolai salió del granero y se marchó a la casa principal.
"¿Dónde está él?" – preguntó al guardia armado que percibió la atención al instante que atravesó por la puerta. "¿Dónde demonios está él? ¡Dímelo ahora!"
Él no espero por una respuesta. No cuando los otros dos guardias, ambos al corriente que estaban a fuera de una puerta cerrada del gran pasillo, tomaron una postura de batalla repentina. Detrás de ellos, estaban los aposentos privados de Yakutia, obviamente.
Nikolai asalto y empujó a uno de los steakheads de su camino. Él otro tenia un rifle a su alrededor y comenzó a apuntarlo hacia él. Niko rompió el arma en la cara del guardia, y entonces lanzó al vampiro anonado a la pared más próxima.
Él le dio un puntapié a la puerta, astillando los postes de madera vieja y rompiendo el dispositivo engrasado de hierro arrancándolo limpiamente de sus aditamentos. Nikolai camino a grandes zancadas a través de los escombros de la ducha, haciendo caso omiso a los gritos de los hombres de Yakut. Él encontró en el centro al Gen Uno vestido adelante de un sofá de cuero, tendido posesivamente sobre la garganta desnuda de una hembra de cabellos morenos que estaba enjaulada dentro de los brazos del vampiro.
Con la interrupción, Yakut levantó la cabeza de su alimentación y alzo la vista. También lo hizo su anfitriona de sangre…
Renata. De ninguna manera mierda.
¿Ella estaba unida con el lazo de sangre? ¿Podría ser ella posiblemente la compañera de Raza de este monstruo?
Todas las acusaciones que Nikolai tenía preparadas para lanzar a Sergio Yakut tuvieron una muerte repentina en su garganta. Él se quedo mirando fijamente, con sus sentidos de la Raza enturbiados y trinquteados más despiertos al ver la sangre de la hembra en los labios de Yakut y que goteaba de sus enormes colmillos. El aroma de ella llevado a través de la habitación, se cerró con fuerza en el cerebro de Niko. Él no habría esperaba un contraste tan extraño al de su conducta frio, pero el aroma de su sangre era una mezcla caliente, embriagadora e intoxicante de sándalo y la fresca lluvia de primavera. Suave, femenino. Excitante.
El hambre se arremango en el estómago de Nikolai, una reacción visceral con la cual él tenía que luchar maldita duramente para contenerla. Él se dijo así mismo que era simplemente su naturaleza de la Raza sobresaliendo en grandes alturas. Había pocos entre los de su estirpe que podían resistirse a la llamada de sirena de una vena abierta, pero cuando sus ojos se cerraron en la mirada fija sin pestañear de Renata a través de la distancia, un nuevo calor estalló a la vida dentro de él. Incluso más fuerte que la primitiva sed de alimentarse.
Él la deseaba a ella.
Incluso mientras estaba acostada debajo de otro macho, permitiéndole al macho beber de ella, Nikolai tenía hambre de ella con una ferocidad que lo sobrecogió. Unida por la sangre a otro o no, Renata hacia a Niko quemarse por tenerla.
Que, aun con su propio flexible código de honor, sintió deslizarse algo cercano al nivel del desprecio por Yakut.
Niko tenía mentalmente que sacudirse a mi mismo para desprenderse de esa la realización perturbadora, jalando bruscamente su atención a los problemas que tenia a la mano.
"Usted tiene un serio problema ", le dijo dijo él al vampiro Gen Uno, apenas capaz de contener su desprecio. "En realidad, supongo que usted tiene aproximadamente tres docenas de ellos, pudriéndose ahí en su bosque. "
Yakutia no dijo nada, solo el resplandor de su transformada, mirada oscura a una de ámbar de desafío. Un gruñido bajo se ondulo por él antes de que volviera la cabeza hacia su comida interrumpida. La lengua de Yakut se deslizó de entre medio de sus labios para lamer los pinchazos que había dejado en el cuello de Renata, sellando las heridas cerrándolas.
Sólo entonces, cuando la lengua de Yakut recorrió su piel, ella aparto la mirada de Niko. Él creyó ver alguna tranquilidad, algo de resignación, pasar a través de su rostro en los segundos antes de que Yakut se levantara y la liberara. Una vez libre, Renata se trasladó a la esquina de la habitación, tirando de su camisa ceñida de vuelta a una cierta apariencia de orden.
Ella todavía estaba vestida con su ropa de antes, aún descalza, como lo había estado afuera.
Ella debió de haber venido directamente aquí después de lo que había pasado entre Niko y ella.
¿Había corrido ella hacia Yakut por protección? O por simple comodidad?
Jesús. Niko se sintió al igual que un asno cuando él reflexiono por besarla en la forma en que el lo hizo. Si ella estaba unida por la sangre a Sergei Yakut, esa unión era sagrada, íntima… exclusiva. No le extrañaba que ella hubiese reaccionado como lo había hecho. Sus besos de Nikolai habrían sido un insulto y la degradación para ambos. Pero él no estaba allí para pedir disculpas ahora – no a Renata o a su aparente compañero.
Nikolai dirigió una mirada dura hacia el vampiro. "¿Cuánto tiempo usted ha estado cazando seres humanos, Yakut?"
El Gen Uno gruñó, sonriendo.
"He encontrado los corrales de detención en el granero. He encontrado los cuerpos. Hombres, mujeres… niños".
Nikolai silbó una maldición, incapaz de contener su repugnancia e indignación. "Usted ha estado dirigiendo un Club de sangre nocivo aquí. Por el aspecto de ellos, yo diría que usted ha estado en esto durante años”.
"¿Y qué de ello?" Yakut preguntó despreocupadamente. Sin ni siquiera haciendo un intento de mostrar una situación respetable negación.
Y en la esquina de la habitación, Renata permaneció en silencio, con los ojos profundamente arraigados en Niko pero no mostrando ninguna sorpresa en absoluto. ¡Ah, Cristo! Entonces, ella lo sabía también
"¡Maldito enfermo," él dijo, mirando de nuevo a Yakuto ahora. "Todos ustedes están enfermos. A usted no se le permitirá continuar con esto. Lo detiene aquí mismo, ahora. Hay leyes…"
El Gen Uno se rió, con la voz deformada por la transformación de su lado más salvaje. "Yo soy la ley aquí, muchacho. Nadie, no los Darkhavens y su tan alabada Agencia de Imposición, ni siquiera la Orden – tiene algo que decir en mis asuntos. Invito a cualquier a venir aquí e intentar decirme lo contrario."
La amenaza era clara. A pesar del hecho de que todo lo honorable y justo gritaba a Nikolai para que lanzara al presumido hijo de puta sus miembros volando, declarándose a matarlo, aunque este no fuera ningún vampiro común. Sergei Yakuto era un Gen Uno. No sólo dotado de fuerza y poderes inmensamente mayores a los de Niko o cualquier otra posterior generación de la Raza, excepto por los miembros de la rara Estirpe de individuos. De esos, solo había unos pocos en existencia de Gen Unos, menos aún todavía, a raíz de la erupción de los recientes asesinatos.
Tan repugnante como la práctica ilegal de los clubes de Sangre entre la sociedad de la Raza, estaba el intento de matar a un vampiro de primera generación la cual era una ofensa aún más grande.
Nikolai no podía levantar la mano contra el hijo de puta, no importa lo mal que él lo deseaba.
Y Yakut lo sabía como mucho. Él se limpió la boca con el borde de su túnica oscura, frotándose ligeramente la fragancia dulce de la sangre de Renata.
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