─Llévame de vuelta a la casa. ¿Puedes encontrar el camino?
─No quiero atraer el peligro hacia los otros.
─Si un vampiro anda rondando por el vecindario, supongo que lo sabe todo sobre los otros. En el número hay seguridad, especialmente si tú no vas a estar con nosotras. ─La idea de que la dejara sola provocó un pánico instantáneo. Su garganta se hinchó hasta que el aire a penas pudo llegar a sus pulmones, pero se negó a ceder al miedo. Él era cárpato y ella humana…
MaryAnn se quedó rígida.
─Espera un minuto. Espera un minuto. ─Alzó ambas manos, con las palmas hacia afuera como si pudiera bloquear la información que fluía hacia ella─. ¿Tomaste mi sangre?
─Por supuesto.
Ahí estaba otra vez ese asombro, como si quizás ella no fuera tan brillante como él había esperado.
─Y crees que soy la otra mitad de tu alma. Destiny me dijo que en vuestra sociedad el hombre puede casarse con la mujer sin su consentimiento y unirlos. ¿Es eso cierto? ¿Has hecho eso con nosotros?
─Por supuesto.
MaryAnn se frotó la cara con una mano. Sentía una sensación pesada en el fondo del estómago.
─¿Cuántas veces hay que hacerlo para convertir a una persona en cárpato?
─Se requieren tres intercambios de sangre si no son ya cárpatos.
Se mordió con fuerza el extremo del pulgar, la memoria volvía a ella. Bajó la mirada a su uña… la que se había roto antes en la selva. Había crecido hasta alcanzar la longitud de las otras y algo más. Todas sus uñas habían crecido. Algunas veces esto era un problema. Se las cortaba con frecuencia, pero no a diario. Quizás la sangre cárpato aceleraba el crecimiento.
─¿Cuántas veces has intercambiado sangre conmigo?
Se deslizó la palma sobre la marca del pecho. Todavía latía y ardía como si su boca estuviera sobre ella. ¿Por qué podía imaginárselo de repente? ¿Por qué estaba tan segura de que su boca había estado allí? ¿Por qué podía sentir su boca, quemando como un hierro de marcar, contra su piel cuando sus labios nunca habían estado allí? No piel con piel. La había besado, deslizado su boca sobre la de ella; aún así tenía un punto cálido y húmedo sobre el casi inexistente encaje de su sujetador. Por muy sexy que hubiera sido, no había sido su boca sobre la piel, ¿así que por qué el recuerdo era de repente tan fuerte?
─Imagino que muchas veces.
Ella inhaló bruscamente.
─En realidad no lo sabes, ¿verdad? Manolito, si tú no lo sabes, y yo no lo sé, podríamos tener un auténtico problema. Yo no soy cárpato. Nací en Seatle. Fui a la escuela allí y después a Berkeley, en California. Si es cierto que has intercambiado sangre conmigo, sé que no he pasado por la conversión. Lo sabría si hubiera dormido en la tierra. Todavía soy sólo yo.
─Eso no puede ser. Recuerdo haber tomado tu sangre, habernos unido. Eres parte de mí. No puede haber error.
MaryAnn abrió su mente y los recuerdos que tenía de él.
─Te decía la verdad cuando dije que no nos conocíamos. Es cierto que te vi en una fiesta en las Montañas de los Cárpatos, pero nunca nos presentaron formalmente. Me siento físicamente atraída, pero no te conozco en absoluto. ─Vale, una atracción física salvaje, pero esto iba en serio y ella podía superarla… esperaba. Todo estaba encajando en su lugar. Las cosas que Riordan y Juliette le habían dicho empezaban a tener sentido. Su corazón tronó con fuerza.
Manolito guardó silencio, evaluando sus recuerdos, demorándose un poco en el que encontró de un hombre irrumpiendo en su casa y atacándola. Sintió como se alargaban sus afilados dientes y el demonio de su interior rugía buscando liberarse. Muy cuidadosamente, ocultó su reacción. Ella ya tenía suficiente, y si de algún modo la había traído a este estilo de vida sin su conocimiento… o el suyo… rabiar como deseaba, porque no siempre había estado a salvo sólo empeoraría las cosas.
─¿Si lo que dices es cierto, MaryAnn, como es que somos compañeros? Pronunciar las palabras rituales no puede conectar a dos personas que no están echas la una para la otra. Podría decírselas a cada mujer que conociera, pero eso no me haría ningún bien.
─Quizás cometiste un error, ─aventuró─. Quizás no estamos realmente conectados.
─Veo en color. Siento emociones. No puedo pensar en ninguna otra mujer excepto en ti. No deseo a ninguna otra mujer. Reconozco tu alma. Somos compañeros. ─Su voz fuera firme, no admitía discusión.
MaryAnn no tenía argumentos. Aunque era verdad que no lo sabía todo de la forma de vida de los cárpatos, sabía lo suficiente como para ver que la posibilidad era fuerte. A juzgar por su reacción a él solamente, tenía que admitir que era probable.
─Vale. Digamos que somos compañeros, Manolito. Dijiste que me habías agraviado de alguna forma y que por eso estabas atrapado aquí. ¿Por qué crees eso?
El pulgar de él se deslizaba por el dorso de su mano, dejando pequeñas caricias sobre la sedosa y tersa piel. Inclinó la cabeza para mordisquearle la yema del pulgar mientras pensaba en ello, el gesto fue automático, sexy, calentándola con facilidad.
─Sentía como si estuviera siendo juzgado por algo que te había hecho. Debería saber si te he hecho algo malo.
─Yo debería saberlo también, ─concedió ella, intentando no reaccionar a la sensación de sus dientes arañándole eróticamente el pulgar. ¿Cómo algo tan pequeño podía sentirse en el fondo de su estómago? No había forma de que pudiera dejar nunca que este hombre la tocara en un dormitorio. Nunca sobreviviría.
─Estoy leyendo tu mente de nuevo.
─Lo haces mucho. ─No iba a disculparse─. Deja de ser tan sexy. Estoy intentando pensar. Uno de nosotros tiene que sacarnos de aquí. ─Le lanzó una mirada fulminante bajo los párpados, pero él solo le sonrió, una sonrisa que provocó que látigos de deseo recorrieran su cuerpo tan fácilmente como su mano acariciadora. Estaba en problemas. Grandes problemas. Resoplando por lo bajo, apartó su mirada de la de él, decidida a encontrar una forma de liberarlos.
─Ese podría ser el agravio, Manolito, el que nos unieras y tomaras mi sangre sin mi conocimiento no debe estar bien según los estándares de nadie. Quizás tengas que sentir remordimientos para sacarnos de aquí.
─Puedo decir que lamento haber reclamado a mi compañera, pero no sería cierto.
Ella suspiró.
─No estás poniendo mucho espíritu en ello exactamente. Si queremos salir de este mundo de sombras y me has agraviado de algún modo, ¿no deberíamos averiguar qué hiciste?
─La equivocación no pudo ser unirnos. Es un acto natural para los hombres de los cárpatos. Lo malo hubiera sido no unir nuestras almas. Me hubiera convertido en vampiro y tú tarde o temprano hubieras muerto de pena.
MaryAnn resopló.
─¿De pena? Ni siquiera te conozco. ─Pero se había acongojado por él. Llorado por él. Había estado clínicamente depresiva y ahora se sentía caliente y ardiente e hilarante a pesar del hecho de estar rodeada de ghouls, insectos y arañas del tamaño de platos de cena. Intentó de nuevo hacerle entrar en razón─. ¿Y si hubiera estado casada? Ni siquiera esperaste a averiguarlo. Podría haberlo estado. ─Porque un montón de hombres creían que no estaba nada mal.
Los dedos de él se cerraron alrededor de los de ella y diminutas llamas saltaron en sus ojos.
─Solo hay un hombre para ti.
─Bueno quizás llegaras tarde. La cuestión es, que podría haber estado casada. Tenía una vida antes de que llegaras y me gustaba. Nadie tiene derecho a poner la vida de otro patas arriba sin el consentimiento de esa persona. ─Se obligó a mirarle a los ojos─. No te amo.
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