Le llevó unos momentos… o unas horas… darse cuenta que de alguna forma él le había abierto la blusa y expuesto sus senos, y que ahora se estaba abriendo paso, bajando por su garganta hasta posarse sobre su piel sensible. Una descarga eléctrica descendió desde sus senos hasta alcanzar su útero, que se tensó, creando un vacío que pedía ser llenado por él.
– Desabróchame los vaqueros -susurró él antes de descender para nutrirse de sus senos.
Mientras él se valía de sus dientes y lengua para hacer estallar el caos, los dedos de ella trataban de tironear del cierre. Pasó una eternidad antes de que sus torpes manos lograran liberarlo. De súbito sintió el peso ardiente de la poderosa erección a lo largo del muslo. Ahora necesitaba deshacerse de su propia ropa. De toda la ropa. Ansiaba desesperadamente sentirlo contra su piel.
Jackson levantó la cabeza de la suave almohada que le proporcionaban sus senos, y dejó vagar la mirada por su cuerpo sonrojado y excitado. Deslizó la mano por debajo de la blusa, y pudo sentir el calor de su piel suave e inhalar su aroma. Elle. Sencillamente no se sentía completo si no estaba con ella. Deslizó los dedos alrededor de sus costillas para poder levantarla ligeramente, forzando a sus senos a arremeter hacia arriba, en dirección a su boca. Se la veía hermosa, exótica y tan sensual que su sangre se calentó, chisporroteó y se precipitó a través de sus venas como si fuera una droga.
Cuando cerró la boca sobre su seno y comenzó a tironear del pezón con los dientes, ella emitió un gemido. Su cuerpo se retorció debajo del de él. Era tan sensible. Respondía tan bien a sus caricias. Ella comenzó a deslizar los dedos hacia arriba y hacia abajo sobre su erección, apretando y acariciando, casi haciéndole perder la razón. Podía sentir el latido de su corazón contra la boca, junto a la palma de su mano, y sabía que ella podía sentir el latido del suyo a través de su polla vibrante y ávida.
Le mordió la oreja y luego el cuello, con pequeños mordiscos que le quitaron el aliento y luego lamió las zonas que había mordido.
– Entremos en la casa, cariño.
Cuando se levantó arrastrándola con él y dejando la manta olvidada, lo único que ella pudo hacer fue emitir un pequeño gimoteo. Sus senos se escaparon del confinamiento de la blusa y tras dar tres pasos Jackson tiró de ella haciéndola girar y la besó, ahuecó las manos alrededor de sus suaves copas, y comenzó a deslizar los pulgares de atrás para adelante, acariciándolas.
Nunca llegaron a entrar en la casa. Estaban demasiado excitados. Ni siquiera la brisa proveniente del océano hizo nada por enfriar el feroz ardor que los recorría. Sólo llegaron hasta la terraza y allí le bajó la blusa por los hombros y la dejó irse flotando hasta aterrizar sobre la terraza a cierta distancia de ellos. La tomó por la cintura e hizo que se pusiera de puntillas, para besarla una y otra vez, uniendo íntimamente sus bocas, acariciándola y mimándola con la lengua, mientras sus manos le tiraban de los vaqueros hacia abajo. Sin apartar la boca de la de ella, le ordenó:
– Quítatelos, apártalos con los pies.
Ella no podía pensar mientras su boca hacía estragos sobre la de ella, devorándola con tanta ansiedad que parecía famélico. Su cuerpo palpitaba de deseo, ansiando tanto el de él que estaba mojada, acalorada y desesperada. Él nunca dejó de besarla, mientras luchaba a patadas por librarse de los vaqueros para quedar desnuda y apretarse contra él. Hacía rato que él se había quitado la camisa, pero sus piernas todavía estaban cubiertas con los vaqueros. No parecía importar mucho y había algo un poco primitivo y sensual en el hecho de encontrarse totalmente desnuda cuando él aún estaba parcialmente vestido.
Elle podía sentir la sangre palpitando en sus oídos, era como un rugido, una necesidad que no se detendría. Nunca lograba estar lo suficientemente cerca, ahuecó las manos a su alrededor, acariciando la gruesa dureza, tan aterciopeladamente suave y caliente. Gimió y sintió que él se estremecía como si hubiera encendido una mecha. Él simplemente la alzó en el aire, dando un paso para que su espalda chocara contra la pared y la estabilizara.
– Envuelve las piernas alrededor de mi cintura.
Tenía la voz ronca… sensual y tan necesitada que sintió otra afluencia de bienvenida humedad. Enganchó los tobillos por detrás de él y se sujetó de su nuca con ambas manos, dejó caer la cabeza hacia atrás y su cabello formó una larga cascada. Su cuerpo era tan firme. Tan perfecto. El aire que rozó sus pezones incrementó su excitación, el viento jugaba sobre su cuerpo como si fueran dedos.
A Jackson le asombró un poco oír como un gruñido retumbaba dentro de su propio pecho y subía por su garganta. Se sentía como un animal enloquecido, consumido por la lujuria, el amor y una necesidad de estar dentro de ella que era tan fuerte que se le aferró las caderas y utilizando toda su fuerza impulsó las suyas hacia delante con fuerza, empalándola sobre su gruesa polla. Sintió como el cuerpo de ella lo envolvía, lo atraía a su interior, caliente, estrecho y húmedo, para absorberlo y apretarlo hasta hacerle perder el aliento.
Cuando él se impulsó hacia arriba, sintió la resistencia del cuerpo de ella, el aliento que abandonaba estrepitosamente sus pulmones, el estremecimiento de placer que desde su mente se desplazó hacia sus senos, su estómago y su ardiente centro provocando que sus músculos se cerraran con fuerza a su alrededor. El placer explotó en su interior, recorriéndolo, sacudiéndolo y consumiéndolo hasta que ya nada importó salvo sumergirse profundamente en su interior, una y otra vez, sintiendo los ardientes tirones que le infligía el cuerpo de ella, su tenso, y ardiente coño apretaba sus terminaciones nerviosas resuelta a inducir su liberación.
El cuerpo de Elle se tensó. Se estremeció, y abrió ampliamente los ojos. Un gemido escapó de su garganta. Cuando tiró de ella hacia abajo, ella movió las caderas trazando un pequeño círculo, montándolo, elevándose y cayendo, igualando la intensidad de su ritmo frenético mientras su cuerpo se enroscaba alrededor de él cada vez más. Sentía el calor abrasador del cuerpo de ella, como un fuego que rugía a lo largo de sus venas y atraía todo su ser hacia el centro de su cuerpo. La mente, la sangre y la energía. Alzándose… alzándose.
Oyó que ella gemía, y su cuerpo tembló en respuesta. Sabía que estaba cerca. Ese suave sonido le pareció una sinfonía musical, una canción que sonaba en su mente, y deseó poder transferirlo a las teclas del piano y aferrarse a él para siempre.
Se elevó otro gemido. Ella entonó su nombre. Suavemente. Con un gemido. Echo la cabeza hacia atrás nuevamente y su cabello suave se deslizó sobre los brazos de él, su rostro estaba sonrojado por la excitación. Adoraba verla así. En ese momento perfecto, antes de que su cuerpo se cerrara como una prensa alrededor de él y extrajera su tórrida liberación. Su involuntaria canción, su calor. La expresión de su rostro. Todo ello se combinaba para darle una satisfacción feroz y primitiva que se añadía al travieso placer que abrumaba su propio cuerpo.
La primera oleada la golpeó con fuerza, consumiéndola. El se hundió profundamente, y su polla extendió la estrecha cavidad. La atravesó una oleada que pasó desde el útero a su estómago y subió hasta sus senos. De hecho él la sintió. Con otro pronunciado gemido atrapó su cuerpo con el de ella, era una prensa que le sujetaba con tanta fuerza que por un momento no pudo separar el dolor del placer. Cuando otra ola comenzó a formarse, ella volvió a estremecerse. Jackson sintió como la contracción la atravesaba, y lo atravesaba a él, creciendo como la marea, como una onda expansiva que se proyectó hacia fuera desde su femenino centro, rodeándolo, atravesándolo. Sintió el corazón de ella latir a la par del suyo.
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